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1

La consabida polémica, que arrastra también al realismo y al espiritualismo, ha sido historiada suficientemente. Véase Pattison, W. T., El naturalismo español Madrid: Gredos, 1965: 99-124; Caudet, F., «La querella naturalista. España contra Francia», en Lissorgues, Y., ed., Realismo y Naturalismo en España en la segunda mitad del siglo XIX. Barcelona: Anthropos, 1988: 58-74; González Herrán, J. M., «Estudio introductorio» a Pardo Bazán. E., La cuestión palpitante: 64-74.

 

2

En Los Madriles publica «En las ventas» (23: 3) y «Tú las cuentas» (25: 3) (Véase Simón Palmer, M. C., Escritoras españolas del siglo XIX. Manual biobibliográfico. Madrid: Castalia, 1991: 505). En la revista de José Lázaro escribe: el cuento Morrión y Boina y «Notas bibliográficas: La leyenda de José, hijo de Jacob y la de Alejandro Magno» (1: 5 y 183, respectivamente); la carta a Gertrudis Gómez de Avellaneda: «La cuestión académica» y «Notas bibliográficas: Mezclilla, colección de artículos de Clarín» y «De la poesía gallega», discurso leído en el Ateneo de Madrid por el Marqués de Figueroa» (2:173 y 185, respectivamente); la crítica «La Eloísa portuguesa (sor Mariana de Alcofurado)» y «Notas bibliográficas» (6: 63 y 201, respectivamente), y cuatro «Cartas sobre la Exposición» (7: 167; 8: 139; 9: 119 y 10: 85, respectivamente) (Véase Celma Valero, M. P., Literatura y Periodismo en las Revistas de Fin de Siglo. Estudio de Índices (1888-1907), Barcelona: Ediciones Júcar, 1991: 447-450).

 

3

Mayoral, M. en el «Estudio introductorio» a su edición por la que citaré en adelante, hace una cumplida síntesis de los autores que así lo consideraron (21-22).

 

4

Véase, entre otros, las aportaciones de Osborne, R. E., Varela, Jácome, B., Clémessy, N. y Hemingway, M. Véase también Barroso, F., El naturalismo en la Pardo Bazán. Madrid: Playor, 1973; López-Sanz, M., Naturalismo y espiritualismo en la novelística de Galdós y Pardo Bazán. Madrid: Editorial Pliegos, 1985.

 

5

Equis escribe a Manuel Infante en La incógnita: «no te quemes las cejas averiguando quien ha compuesto eso. La realidad no necesita que nadie la componga; se compone ella sola» (Pérez Galdós, B., La incógnita, ed. de R. Gullón. Madrid: Taurus, 1976: 254). La escritora coruñesa dice en su carta: «Puedo asegurarte que yo misma no me doy cuenta de cómo he llegado a esto. Se ha hecho ello solo; se ha arreglado como se arregla la realidad, por sí y ante sí, sin intervención de nuestra voluntad, o al menos, por mera obra del sentimiento, que todo lo añasca» (en Bravo Villasante C., ed., Cartas a Benito Pérez Galdós (1884-1890). Madrid: Ediciones Turner, 1975: 81).

 

6

Se trata de que el novelista escriba «reprimiéndose en manifestar sus sentimientos, no interviniendo en la narración y evitando interrumpirla con digresiones y raciocinios» (271). Son ecos, obviamente, de la caracterización zolesca del «roman naturaliste»: «Il est impersonnel, Je veux dire que le romancier n'est plus qu'un greffier, qui se défend de juger et de conclure [...] le romancier doit également s' en teñir aux faits observés, á l'étude scrupuleuse de la nature, s'il ne veut pas s'égarer dans des conclusions menteuses. Il disparaît donc, il garde pour lui son émotion, il expose simplementce qu'il a vu» (Le roman expérimental, 150).

 

7

«Grandísima hipócrita, bien sabes tú cómo fue: no me preguntes que te diré algo que te escueza» (46); «No andemos con sol por aquí y calor por allá. Disculpas de mal pagador. Te falta hasta la excusa vulgar, la del cariñito y la pasioncilla... Nada, chica, nada. Un pecado gordo en frío, sin circunstancias atenuantes y con ribetes de desliz chabacano. ¡Te luciste!» (47).

 

8

«Debo suponer yo que está mejor estudiada del natural, y por propia observación, la otra marquesa, la de usted, la que se va de buenas a primeras con un galán, a quien sólo conoce por haberle saludado la noche anterior en una tertulia, a la romería de San Isidro; y allí se mete con él en figones y merenderos, se emborracha, etc., etc., hasta volver ambos ahítos y saciados de todo lo imaginable, para continuar amancebados a la vista del lector, con minuciosos pormenores sobre su manera de pecar» («Las comezones de la Señora Pardo Bazán», Obras completas III: 1009). Es de notar, sin embargo, que aunque el autor de Sotileza cae en exageraciones e inexactitudes, plantea un problema de verosimilitud literaria que afecta a su propia comprensión de la novela pardobazaniana.

 

9

El sol «no bien asoma, produce una fiebre y una excitación endiabladas... Se nos sube a la cabeza, y entonces es cuando se nivelan las clases ante la ordinariez y la ferocidad general» (50).

 

10

Véase Hemingway, M., «Naturalism and Decadence in Zola's La faute de l'abbé Mouret and Pardo Bazán's La Madre Naturaleza», Revue de Littérature Compareé, 1 (1987): 31-46.