A la sombra de este árbol venerable Admite, oh Dios, oh Padre, Aquel velo misterioso Arroyo cristalino, Ay, que de tu nave Conócete a ti mismo, no pretendas Cual águila inexperta, que impelida Despierta, amigo, y generoso deja Díceme un dios que dentro el pecho siento, ¿Dime de dónde vienes?, Dios por diversas y constantes leyes Divino encanto, ¿Dónde corres, Cupido, El trueno horrendo que en fragor revienta «Joven hermoso como Alcibiades La espada se come el orín Mi juguetona Musa, No fue tu gloria el combatir valiente, ¿No ves cuán pronto por la azul esfera ¿Por qué ha dado tu lira ¡Qué dignos son de risa Rosa, que por modestia delicada, Señor, Señor, el pueblo que te adora, Señor, tu nombre santo ¡Tanto bien es vivir, que presurosos ¿Veis esa luz amable Ven Himeneo, ven Himeneo. Ven, hermosa Diana, Ven, oh plácida aurora ¿Ves cuál se precipita en ígneo sulco, Visitome el amor esta noche ¿Y eres tú Dios? ¿A quién podré quejarme?, Y tú, mi dulce amigo, Ya se acerca, amor mío,
|
|