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Juan Nicasio Gallego

Ana María Freire López

Gallego, Juan Nicasio (1777-1853)

Biografía

Juan Nicasio Gallego nace en Zamora el 14 de diciembre de 1777. En 1790 comienza a estudiar en Salamanca Filosofía y Derecho Civil y Canónico. En 1800 recibe el grado de doctor en Salamanca y en 1804 es ordenado sacerdote en su ciudad natal. Al año siguiente, nombrado por el rey Director Eclesiástico de sus Caballeros Pajes, se traslada a Madrid, donde entabla amistad con Quintana y con otros escritores que concurren a la tertulia de este. Desde tiempo atrás venía ejercitándose en la poesía, y había publicado algunos poemas en el Memorial Literario, pero 1807 es el año de sus primeras composiciones extensas, la Epístola al Excmo. Sr. Conde de Haro, animándole al ejercicio y buen uso de la poesía, y la Oda a la gloriosa defensa de Buenos Aires por los españoles en 5 de julio de 1807. Al estallar la guerra de la Independencia, Gallego escribe su famosa elegía El día Dos de Mayo, que alcanzaría varias ediciones durante el conflicto, y sería reproducida en la prensa periódica a lo largo de todo el siglo XIX, en la fecha del aniversario de aquel acontecimiento. De ese mismo año es su Oda a la influencia del entusiasmo público en las Artes, leída en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pocos días después, a causa de la invasión francesa, abandonaba Madrid, con dirección a Sevilla, siguiendo al gobierno legítimo. La Suprema Junta Central le nombra en 1809 miembro de la comisión de estudio para la convocatoria de Cortes, y en 1810 es elegido Diputado suplente por la provincia de Zamora en las Cortes de Cádiz, donde toma parte muy activa en la elaboración de la Constitución que se promulgaría en 1812. Por este motivo cuando, una vez terminada la guerra, regresa a España Fernando VII, es perseguido como todos los liberales y hecho prisionero hasta 1820. Con el final del Trienio Liberal en 1823 comienza para Gallego una década de traslados, huidas y dificultades económicas, en la que se mantiene gracias a su trabajo como traductor. De esta época son sus numerosas adaptaciones de piezas francesas al teatro español, y la notable traducción de Los novios de Manzoni. Muchas de sus composiciones poéticas se publican sin su conocimiento en Filadelfia, en 1829. La muerte de Fernando VII en septiembre de 1833 supone la rehabilitación de Juan Nicasio Gallego y su definitiva instalación en Madrid, donde participará activamente desde entonces en la vida cultural y artística. En noviembre es elegido Académico Numerario de la Real Academia Española, y al año siguiente es nombrado Auditor Supernumerario del Tribunal de la Rota, y se le concede la Cruz de Comendador de la Orden de Isabel la Católica. En 1839 es elegido Secretario Perpetuo de la Real Academia Española, cargo que ocupará hasta su muerte, con Martínez de la Rosa como director. En 1851 es nombrado Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a la que pertenecía desde 1814. Fallece en Madrid el 9 de enero de 1853.

Obra

La obra crítica de Juan Nicasio Gallego se encuentra dispersa hasta la fecha, pues su autor nunca se ocupó de recopilar y editar ni su obra de creación, ni su obra crítica. Una selección de sus poesías fue publicada por la Real Academia Española en 1854, y la edición crítica de su Obra poética completa fue publicada en 1994 (ed. A. M.ª Freire). La obra crítica verá la luz próximamente, en el segundo tomo de sus Obras completas, actualmente en preparación. Parte de la obra crítica de Gallego fue publicada en la prensa, en revistas literarias, o la desarrolló en sus discursos académicos, pero otra buena parte se encuentra en sus cartas a diversos amigos, a los que asesoró en materias literarias. El magisterio de Gallego fue proverbial en su tiempo, y nunca se negó a ayudar a cuantos se le acercaron de buena fe. Se le consideraba una autoridad en materias literarias, y a su muerte se le incluyó entre las Autoridades de la Lengua Española de la Real Academia. Además de un talante abierto y campechano, su sólida formación clásica y su vasta cultura le convirtieron en un referente necesario no solo para los jóvenes creadores, sino también para los escritores de su generación. Las cartas a su gran amigo el Duque de Frías, a propósito de varias composiciones de este, son modelo de crítica detallada y analítica, que revelan un profundo conocimiento de la métrica, y en general del arte de la poesía. Muchas obras de sus contemporáneos pasaron por sus manos, a petición de sus autores, antes de ser publicadas. Además de las poesías del Duque de Frías, revisó y mejoró notablemente la segunda edición de la Proclama de un solterón, de Vargas Ponce. En 1833 Quintana le envía unos versos suyos para que los juzgue, y Gallego lo hace, verso a verso, y estrofa a estrofa, señalando algunas pequeñas imperfecciones en esos versos que juzga en conjunto «buenos, muy buenos». Otro de los que recabaron la revisión de sus composiciones fue Patricio de la Escosura, que ya en su vejez dio a conocer una epístola suya, corregida de acuerdo con las sugerencias de Gallego. Entre los papeles de este se conservan observaciones detalladas a la Poética de Martínez de la Rosa, con anotaciones que prueban que el autor sometió el texto al juicio de Gallego antes de publicarlo. Y el Marqués de Valmar, que le consideraba maestro de su primera formación literaria, le pediría andando el tiempo su opinión sobre la biografía del Conde de Toreno, que escribió como preludio a la Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, redactada por este. En su «Análisis del poema "Esvero y Almedora", de Don Juan María Maury», del que se conocen varias impresiones, Gallego alaba la soltura y flexibilidad con que Maury pulsa todos los registros de la creación poética, mientras hace algunos reparos al plan de la obra, cuyo argumento está basado en el Paso honroso, también tratado por el Duque de Rivas. Su crítica sistemática es más dura en textos, todavía inéditos, como Observaciones sobre el sistema musical de la lengua castellana del Sr. [Sinibaldo de] Mas, que este hizo llegar a Gallego a través de Félix Torres Amat, y Observaciones sobre las poesías de Doña Josefa Massanés, en las que encuentra graves defectos. Juan Nicasio Gallego, que como ya se ha señalado, tenía una sólida formación clásica, mantuvo una profunda y duradera amistad con autores románticos como el Duque de Rivas o Gertrudis Gómez de Avellaneda, lo que no le impidió rechazar o censurar, siempre en tono jocoso y festivo, de acuerdo con su talante, lo que consideraba excesos o extravagancias del nuevo movimiento. Coincide con los románticos en el deseo de rescatar del olvido los antiguos romances y los valores del pasado nacional. Comprende y defiende la novela histórica romántica, porque, a pesar de ciertos inconvenientes para la formación de la juventud, que puede considerar histórico lo que es ficción, considera que son mayores sus ventajas. En los escritos de Gallego son frecuentes las llamadas a la naturalidad, a la sencillez en la expresión. Al Marqués de Valmar le aconseja evitar en sus composiciones el tono declamatorio, lo alambicado y lo exagerado, que considera un defecto del siglo en el que viven. Y en el prólogo a las Poesías de Gertrudis Gómez de Avellaneda alaba unos «hermosísimos versos, desnudos de bambolla y afectadas exageraciones». En ese mismo prólogo, tras un breve repaso crítico a la historia de la poesía española escrita por mujeres, se declara partidario de que la mujer cultive la poesía, considerando absurda la opinión trasnochada de que toda clase de ilustración es perniciosa a las mujeres. Su clasicismo no fue obstáculo para que dedicara su discurso de ingreso en la Real Academia Española, Sobre la aplicación de las reglas prosódicas latinas a la versificación castellana, a contradecir a Luzán, después de reconocerle su mérito, concluyendo que los buenos versos no dependen de la sujeción a las reglas, y que en cuestiones métricas «no hay juez más competente que el oído». De ahí que tanto las anacreónticas de Iriarte como las tragedias de Montiano le parezcan «narcótico montón de obras arregladas». Para juzgar adecuadamente la obra crítica de Gallego es preciso tener en cuenta la evolución de su pensamiento. En un extenso artículo de 1839, Sobre el verso endecasílabo castellano, reconoce haber mudado de opinión sobre el mérito de los poetas actuales, «que adopté con poco acuerdo en mi primera juventud». Y a la vez que demuestra un buen conocimiento de las reglas latinas de versificación y de las artes poéticas, tanto clásicas como recientes, afirma, refiriéndose a los grandes poetas y músicos que «sensaciones y no teorías han sido la base de sus raciocinios y el fundamento de sus admirables composiciones». Ideas semejantes aparecen en varios artículos y cartas. Un año después, en su largo Examen del Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era, en forma de supuesto diálogo entre el impresor Salvá y el autor de esa obra, José Gómez Hermosilla, defiende a Meléndez frente a Moratín.

Bibliografía primaria

Sobre la aplicación de las reglas prosódicas latinas a la versificación castellana, discurso de ingreso en la Real Academia Española, inédito (1830); «Sobre el verso endecasílabo castellano», Revista de Madrid, I (1839), pp. 400-407; «Análisis del poema "Esvero y Almedora", de Don Juan María Maury», tomo LXVII, Biblioteca de Autores Españoles, pp. 154-164; «Examen del Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era, obra póstuma de Don José Hermosilla (sic), y dada a luz por Don Vicente Salvá, en Valencia, año de 1840», Revista de Madrid, III (1840), pp. 195-219 y 345-373; prólogo a las Poesías de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1841); «Observaciones sobre las poesías de Doña Josefa Massanés», Zamora Ilustrada (6 julio 1881).

Bibliografía secundaria

F. V. M. «Galería de ingenios contemporáneos: Don Juan Nicasio Gallego», El Artista, I (1835), pp. 192-196; E. de Ochoa, «Don Juan Nicasio Gallego», Apuntes para una biblioteca de escritores contemporáneos en prosa y verso, tomo I (1840); V. de la Vega, «Don Juan Nicasio Gallego», Museo de las Familias, X (1843), reproducida en 1875 por el Marqués de Valmar en el tomo LXVII de la Biblioteca de Autores Españoles, pp. 393-395; E. de Ochoa, Biografía del Excmo. Sr. D. Juan Nicasio Gallego en Galería de españoles célebres contemporáneos, tomo VIII (1845); Obras poéticas de Don Juan Nicasio Gallego, Secretario Perpetuo de la Real Academia Española, publicadas por la misma Academia (1854); A. Arnao, Elogio de Don Juan Nicasio Gallego (1876); E. González Negro, Estudio biográfico de Don Juan Nicasio Gallego (1902); J. M.ª de Cossío, «El realismo de Don Juan Nicasio Gallego», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, V (1923), pp. 345-347; M. Núñez de Arenas, «Los procedimientos de combate de Don Juan Nicasio Gallego», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, IX (1927), pp. 25-31; I. Montiel, «Juan Nicasio Gallego, traductor de Ossian», Revista de Literatura, XXXV (1969), pp. 57-77; A. M.ª Freire López, «Don Juan Nicasio Gallego y Larra: a propósito de El dogma de los hombres libres», en J. Romera, A. M.ª Freire y A. Lorente (eds.), Ex-Libris. Homenaje a José Fradejas Lebrero, II (1993), pp. 607-617; A. M.ª Freire López (ed.), Juan Nicasio Gallego. Obras completas. I: Obra poética (1994); J. V. Frías Balsa, «Juan Nicasio Gallego, notable poeta zamorano, doctor en Cánones por la Universidad de Osma», Celtiberia, 47:91 (1997), pp. 115-132; A. M.ª Freire López, «Juan Nicasio Gallego, traductor», en F. Lafarga (ed.), La traducción en España (1750-1830). Lengua, literatura, cultura (1999), pp. 521-528; A. M.ª Freire López, «El anti-romanticismo de Juan Nicasio Gallego», Romanticismo 7. La poesía romántica. (Actas del VII Congreso del Centro Internacional de Estudios sobre el Romanticismo Hispánico (Nápoles, 25, 26y 27 de marzo de 1999) (2000), pp. 81-88; A. M.ª Freire López (ed.), Juan Nicasio Gallego. Obras completas. II: Obra en prosa (en preparación).