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ArribaAbajoObjetos de papel

Imitar varios objetos con papeles recortados es, sin duda, una de las diversiones más espontáneas de los niños en sus casas. Trajes y gorros para adornar sus muñecos, taburetes, sillas y sillones para sentarlos, carros y cochecitos de naipes viejos para llevarlos a paseo, y otros mil utensilios caseros, apenas faltan dondequiera que haya dos o tres reunidos para jugar. Este ejercicio menos interesante para niños ya mayores, se emplea, no sólo con buen éxito, sino con gran provecho, en los colegios durante los estudios libres, aplicándolo a otras cosas de mayor consideración. Tales son, por ejemplo, los globos y cometas, juguetes de que tanto gustan en cualquier época del año, para elevarlos cuando salen a paseo o en los días de campo. Del modo de construirlos hablaremos en el cap. XVI.

Para los niños que estudian Geometría los objetos de papel tienen especial utilidad. A muchos de ellos, por su poca edad o por la falta de reflexión, les es muy difícil comprender con exactitud las explicaciones de la Geometría del espacio, porque su imaginación no acierta a concebir los cuerpos solamente con las líneas que se trazan en el encerado, ni acaban de entender muchos de los problemas, aun cuando estén a su vista los modelos de madera que suele haber en las clases. Pero en cuanto se ejercitan un poco en construirlos por sí mismos y se hacen cargo de los sólidos y sus desarrollos se descorre el velo y conciben fácilmente las figuras lineales.

figuras geométricas

Describiremos brevemente la construcción de los cuerpos principales para que los niños discurran por su cuenta la de los demás según los problemas que se propongan resolver. Para facilitar este ejercicio propóngase primero construir un cubo de dimensiones determinadas. Basta mirar la figura 1.ª para entenderla: se traza el cuadrado a de la base; a su alrededor, los cuatro que forman los lados, y a uno de ellos se añade otro, c, que forma la cara   —214→   superior. Recortada la figura, se doblan los cuadrados por las líneas de unión y forman el cubo. Conviene emplear cartulina o papel algo fuerte. A continuación se hacen aplicaciones a los cuerpos más relacionados con el cubo, por ejemplo; otros paralelepípedos de diversas condiciones, prismas de diverso número de caras, rectos u oblicuos, etc. Después de estos sólidos no ofrece dificultad alguna la pirámide (fig. 2.ª): trazada la base, b, en cada lado se construye un triángulo isósceles con las dimensiones dadas, y éstos forman las cuatro caras laterales. Propónganse después otras, regulares e irregulares, troncos de pirámides, tetraedros, tetraedos truncados, etc. Del mismo se propone construir un cono recto (fig. 3.ª), y a continuación otros oblicuos, troncos de cono diversos, cilindros, etc. Por último, después de la esfera (fig. 4.ª), la construcción de zona, casquetes, etcétera.

figuras geométricas

Otro modo de entretenerse haciendo objetos de papel, hemos visto, aunque no con tanta frecuencia, acaso por no ser conocido. Nos referimos al abanico mágico, que tanto llama la atención de los niños cuando en manos de los prestidigitadores se trasforma como por encanto en larga serie de objetos. Pero sin duda les gustará mucho más penetrar el secreto de esas trasformaciones y valerse de él para entretenerse en repetirlas, o para apostar con sus compañeros a ver quién obtiene mayor número, y aun para exhibir en las exposiciones las más curiosas o difíciles que otros no han podido hallar. Expondremos algunas más fáciles, pues con la práctica hallarán fácilmente otras más difíciles.

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figuras geométricas

Para hacer el abanico mágico se toma un pliego de papel fuerte, o mejor papel tela o apergaminado, para que no se rompa fácilmente. Se dobla por la mitad, A B, a lo largo, y cada mitad con dos dobleces paralelos al primero; pero cambiando alternativamente la dirección se divide en tres partes iguales, como indica la figura 1.ª Dejando plegadas las tres partes de cada mitad, se abre el pliego por medio y se hacen nuevos dobleces perpendiculares a los anteriores, de uno y medio a dos centímetros de anchura y alternando también la dirección (figura 2.ª). Si se pliegan todos a la par en el extremo inferior y se extienden en el superior, se obtiene el famoso abanico mágico que enseñan los prestidigitadores (fig. 3.ª).

diferentes figuras

Veamos ahora sus trasformaciones. Levántanse juntos los dos dobleces de una mitad hasta formar ángulo recto con los demás, y recogidos lo mismo que en el abanico, forma el arco (fig. 4.ª). Si en vez de abrirlos en forma de abanico se recogen hacia atrás, sale la seta (fig. 5.ª). Levantando más o menos el tercer doblez y haciendo varias combinaciones van obteniéndose más y más formas caprichosas. Cuando no se hallen otras se van desdoblando también las partes de la segunda mitad del pliego, y se obtendrán figuras nuevas más complicadas: por ejemplo, dejando en línea recta los dos dobleces del centro y abriendo los dos de cada lado en ángulo recto, arrollados hacia atrás, forman las ruedas (fig. 6.ª); recogidos un poco los pliegues de los extremos y arrollados hacia adelante, hacen el farol chino (fig. 7.ª).

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Otros muchos objetos se hallarán siguiendo aún la dirección de los dobleces, pero su número aumenta si se sigue también la dirección contraria. Plegado el papel como al principio, júntense los últimos pliegues de las dos mitades a cada lado; tirando un poco hacia fuera para que se extiendan los del centro, tendremos el tapete rizado (fig. 8.ª). Si se levantan antes un poco los dos pliegues de cada mitad y se colocan lo mismo que en la figura anterior, nos dará una fuente de mesa (figura 9.ª), de la cual se valen los niños en sus carpetas para guardar alfileres y otras cosillas de su uso. Formada la fuente y soltando uno de los extremos se forma una bonita hornacina (figura 10.ª), que pegada en un cartoncito sirve también para colocar una estampa, una estatua, etcétera. Cuídese de oprimir de vez en cuando los ángulos de los pliegues para que no se deformen al hacer las diversas figuras.

diferentes figuras

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ArribaAbajoColecciones

No todos los niños tienen la suficiente habilidad y paciencia para ocuparse con gusto en las construcciones que acabamos de describir, y muchos también, aunque la tengan, prefieren las colecciones, por ser tan entretenidas como aquellas, más fáciles y de mucha más utilidad práctica. Describiremos brevemente algunas de las que sabemos que se han empleado con buen éxito en los estudios libres.

1.º De cromos y dibujos

En casi todas las divisiones se tienen varios álbumes donde los señores Inspectores, ayudados por los niños, van coleccionando   —217→   cuantos cromos y dibujos pueden tener interés para la división. Hoy que se propagan con tanta difusión los grabados en toda clase de libros o papeles pueden formarse álbumes curiosísimos con poco trabajo. Para ello basta recortar con cuidado los dibujos, dejando las inscripciones o títulos que explican lo que cada uno contiene y pegarlos con limpieza en la hoja correspondiente. Unos los colocan sucesivamente sin orden alguno determinado; otros dedican cierto número de hojas para paisajes, otras para retratos, escenas, etcétera. Acaso excitan aún más interés coleccionando aparte los de cada clase; hemos visto álbumes preciosos llenos de episodios de niños, de escenas representadas por animales; por ejemplo: una escuela de conejos, gatos jugando al criquet, ratones haciendo el ejercicio militar, etcétera; de historias en caricatura, hoy tan en boga; de paisajes españoles, de monumentos nacionales, de faenas del campo, de asuntos religiosos, marítimos, militares, etc.

Además de estas colecciones de uso común muchos niños hacen otras para su uso particular; a los pequeños los entretiene mucho colocar en sus álbumes, formando figuras geométricas, mosaicos y otros dibujos caprichosos y combinando los años y colores, cuantos cromitos llegan a sus manos, de esos que vienen en los dulces, o les envían sus hermanitos, o compran con este intento. Los mayores, como han frecuentado las clases de dibujo, adornan sus álbumes con más arte: los más hábiles calcan los dibujos sobre las hojas y los perfilan con tinta china o de color; los demás los calcan sobre   —218→   hojas de papel fino y trasparente con la tinta elegida, y recortados después con elegancia los ponen en las hojas del álbum. Algunos también se ocupan en iluminar con acuarela los dibujos coleccionados para que resulten más agradables a la vista.

Sin embargo, este pasatiempo tiene un inconveniente que le hace perder mucho de su valor a los ojos de los señores Inspectores verdaderamente interesados por los niños que están a su cargo y es la inconveniencia de la mayor parte de los dibujos y lo mucho que a veces dejan que desear por su moralidad, sobre todo tratándose de niños, y de niños de colegio. Por esta razón muchos no permiten a los alumnos formar colecciones particulares, o si las permiten, es siempre bajo su inmediata dirección y escogiendo ellos mismos los dibujos.

2.º De estampas

Para evitar el inconveniente de esas colecciones particulares los señores Inspectores desvían la atención de los niños de esos objetos para hacérsela fijar en otros que no ofrezcan dificultades. Uno de ellos es coleccionar las estampas que compran con este fin o que tan a menudo reciben, ya de sus familias, ya en el colegio, como premio de su buena conducta, aplicación y aprovechamiento. Unos las colocan sin orden; otros dedican varias hojas para las del Niño Jesús, las de la Santísima Virgen, o los santos de su particular devoción; otros, por último, se dedican solamente a una clase determinada, y guardan las restantes para hacer cambios con los compañeros.

Para dar mayor variedad y estímulo a esta ocupación, cuando no tienen estampas que clasificar emplean el tiempo libre en adornar las hojas ya llenas con varias orlitas sencillas de líneas bien combinadas hechas con tinta china y de colores. Este ejercicio es sumamente entretenido, fácil para casi todos, pues han aprendido dibujo lineal, y se puede reunir o hacer sin trabajo una buena colección de orlas sencillas y de buen gusto que sirvan de modelo. Algunos niños llegan a tomar con tanto empeño esta distracción, que durante las vacaciones de verano pasan largas horas entretenidos adornando sus álbumes o preparando otros para sus hermanitos, que lo piden instantemente al verlos ya adornados. No hace mucho tuvimos ocasión de examinar un álbum ricamente encuadernado, con 32 hojitas adornadas con mucho esmero y llenas con 114 estampitas muy variadas y bien escogidas del Niño Jesús. Era el regalo que un colegial hacía a su mamá para felicitarle su cumpleaños como recuerdo de su último año de colegio. Obsequio, sin duda, bien grato para una madre, y bien digno de conservarse como precioso recuerdo de familia.

3.º De sellos y tarjetas

Hace algunos años ha prevalecido tanto el afán de coleccionar los sellos usados de correo, que aun entre los niños hay muchos   —219→   que se dedican a reunirlos con empeño; y, ciertamente, esta afición los ayuda no poco a fijar en la memoria muchos datos importantes de la Geografía moderna, por lo mucho que localiza la situación de los reinos y regiones. Hoy día, convertida la filatelia en industria lucrativa, va perdiendo para los niños gran parte de su interés, porque no puede hacerse colección, por insignificante que sea, sin que resulte pasatiempo costoso. Con todo, muchos se ocupan con gusto y pasan muy bien el tiempo hojeando los álbumes y catálogos, clasificando y colocando debidamente los nuevos ejemplares que llegan a sus manos. Pero, con raras excepciones, sucede que reunidos algunos sellos de los más comunes de unas cuantas naciones, pasan semanas y meses sin ver un sello desconocido, y, cansados de contar siempre el mismo número, acaban por abandonar la colección.

Creemos, sin embargo, que puede sacarse mucho partido de este entretenimiento si en vez de coleccionar los sellos cada cual por su cuenta se proponen entre todos formar una o más colecciones comunes para la división. De este modo al cabo de algún tiempo tendrán cierta importancia, si no por la clase, al menos por el número de sellos, y podrán pasar muy buenos ratos en su arreglo y clasificación. Otras ventajas se consiguen con este procedimiento: por ejemplo, que todos los niños pongan empeño en aumentarla, pues se divierten con ella; que las mismas colecciones particulares ganarán no poco si por cada uno nuevo que ponen en la colección general reciben uno o dos del fondo común de sellos repetidos, que se reunirán en mucha más cantidad y variedades.

Otro atractivo tienen también los sellos usados, y de mayor consideración para muchos niños, porque lleva impreso el sello de la caridad, de esa virtud divina que tan espontáneamente brota de sus corazones. Todos cuántos hayan llevado un grupo de niños a un hospital, un asilo de ancianos y otros establecimientos de beneficencia habrán podido observar los sentimientos de compasión que les inspira la vista de los que sufren, y con cuánta generosidad se desprenden de los objetos que más estiman en obsequio de los enfermos y de los pobres. Más profunda impresión todavía causan en su tierno corazón las cartas y relaciones de los misioneros infieles cuando se consigne hacerles apreciar la inmensa desgracia de aquellas pobres almas que carecen del don inestimable de la fe y lo agradable que es a los ojos de Dios nuestro Señor contribuir a su salvación. Pues bien, en algunas fundaciones piadosas y en los centros de misiones reciben muy agradecidos, no sólo esas coleccioncitas, sino también los sellos ordinarios de cualquier género que sean, para venderlos a las casas que se dedican a ese tráfico y proporcionarse por este medio algunos recursos y limosnas.

Sabemos de un colegio de niños que, entusiasmados con la lectura de las misiones del Congo que el rey de Bélgica ha encomendado   —220→   a los PP. Jesuitas, y deseosos de contribuir por su parte a la salvación de aquellas tribus infieles de negros, se ocupaban gustosos durante el tiempo libre en empaquetar de 100 en 100 por clases distintas los innumerables millares de sellos que lograron reunir. Al llegar las Pascuas se enviaban como aguinaldo los paquetes reunidos al Centro de las misiones belgas de la Compañía de Jesús en Bruselas con otro buen paquete de estampitas, cromos, etcétera, y al cabo de dos o tres años una colección de más de 7.000 ejemplares distintos, y otras dos particulares que enviaron sus dueños. La satisfacción que sentían los niños en esta obra de caridad les recompensaba colmadamente las molestias, sobre todo cuando alguna carta de los PP. Misioneros o las ilustraciones y lectura de la revista Les Missions Belges les daban cuenta del fruto de sus pequeños sacrificios.

Ahora se ha generalizado mucho más el coleccionar tarjetas postales ilustradas o comunes, que con tanta profusión circulan por todas partes. A ellas puede aplicarse cuanto dejamos dicho de los sellos de correo, aunque, por desgracia, es necesario usar de la cautela que dijimos al tratar de las colecciones de cromos y dibujos, pues muchas de ellas no pueden ni deben figurar en colecciones de personas cristianas, y aun sólo bien educadas.

4.º Zoológicas

Más recomendables que las anteriores, así por su carácter científico como por su utilidad para el estudio, son las colecciones infantiles de Historia Natural, sobre todo para los niños que la estudian. El interés que despiertan en los niños las carreras de grillos, de que hablaremos más adelante, los impele muchas veces a buscar para divertirse otras especies de vivientes, como cárabos, carralejas y otros coleópteros tan abundantes en los ribazos y en las orillas de los caminos. Bien dirigida, esta afición se convierte muy pronto en pasatiempo más permanente, resultando a veces como fruto la formación de interesantísimas colecciones zoológicas.

Con ellas puede excitarse sobremanera el interés, la afición y curiosidad de los niños, haciéndolas unas veces con el estímulo de exhibirlas en las exposiciones, de que hablaremos en el capítulo XV, para obtener los premios asignados a las que por el número, orden o importancia de sus ejemplares lo merezcan, otras por el gusto y afición que luego despierta el conocer, examinar y clasificar tanta variedad de seres cuya existencia ni siquiera se hubiera sospechado.

La utilidad inmediata de este pasatiempo la reconocerán los que con la experiencia vean cuán entretenidos pasan los niños aun las vacaciones de verano buscando y ordenando bichos, y cuánto les facilita el estudio de la Historia Natural. Por otra parte, ¿no podría explotarse esta afición y sagacidad de los niños en favor de la ciencia   —221→   misma formando colecciones locales y regionales completas, tan recomendadas por los sabios? A este propósito escribe Mr. Ernesto Schmitz (Theux-Belgique): «Obtuve de un alumno que se diera a coleccionar durante los recreos y paseos de este verano todas las especies de arañas que pudiese encontrar. Sus exploraciones se han limitado a la propiedad del colegio y a los alrededores de Theux en un radio de cinco kilómetros. Pues bien; el resultado ha sido sorprendente: se han hallado más de cien especies diferentes, y entre ellas unas diez desconocidas en Bélgica, a pesar de que este país ha sido cuidadosamente explorado por el sabio aracnólogo bruxelés M. L. Becker... Esta colección tan interesante ha sido montada con esmero, y se halla en el pequeño museo zoológico del Collegium Marianum. Creo que una colección semejante de hemípteros, himenópteros, dípteros o microlepidópteros y hormigas daría también sorpresas semejantes». (El Cosmos, 28 de Julio de 1800). ¿Qué no harían muchos niños estimulados mutuamente en campo más extenso y por tiempo indefinido?

No es propio de este libro dar explicaciones prácticas sobre la manera de hacer estas colecciones. Los niños que tengan el buen gusto de dedicarse a ellas, por medio de los señores Inspectores pueden muy fácilmente hacerse con libritos especiales si no los hay ya en la biblioteca de la división, donde hallarán las instrucciones más necesarias para coger, conservar y clasificar por los órdenes más principales los insectos. Los señores Inspectores y profesores se encargarán después de perfeccionar el trabajo comenzado.

Una de las dificultades con que tropiezan siempre los niños es la elección de la clase a que han de dedicarse. Por eso unas veces, sin fijarse expresamente en ninguna, se dedican todos a la par a recoger las diversas especies que más abundan en las diversas épocas del año y a agruparlas con cierto orden. Pero muy pronto se despiertan aficiones particulares, sobre todo si oyen algunas circunstancias de la vida y costumbres de los insectos. Entonces el modo de hacer con más interés esas colecciones es dividiéndose en grupos, que se dedican separadamente a diversos géneros, para conocerlos y clasificarlos más minuciosamente por especies, familias y variedades. Apenas habrá región donde no se hallen con abundancia especies de arácnidos, coleópteros, himenópteros, lepidópteros y dípteros para satisfacer las aficiones de todos. Las hierbas, los árboles, los troncos secos y podridos, los huecos de las piedras, los lugares húmedos y sombríos, etc., son manantiales inagotables de seres vivientes muy variados, donde pasarán largos ratos buscando siempre especies raras y desconocidas para enriquecer la colección, recordando sus nombres, sus particularidades, etc.

5.º Botánicas

Esta rama de la Historia Natural ofrece también a los niños campo vastísimo donde explayar su afición a coleccionar cosas útiles   —222→   y curiosas que pueden recoger con abundancia en sus paseos y excursiones. Algunos se dedican a recoger, por ejemplo, con mucho cuidado para no ajarlas plantas pequeñas, que ponen después entre dos cartones o entre las hojas de un libro para que se aplasten y se sequen. Pasado algún tiempo las untan con goma por uno de los lados y las pegan sobre hojas de papel fuerte, anotando en cada una la fecha y el sitio en que fue recogida, y aun su nombre vulgar y técnico si lo saben. Si colocan más de uno en cada hoja, conviene reunirlas por especies o familias, según la altura de sus conocimientos botánicos, para clasificar después las hojas con método.

Pero como esta clase de colecciones ocupa mucho más sitio del que se puede disponer ordinariamente en los salones de estudio, es más frecuente, al menos en las colecciones particulares, que los niños se concreten a reunir solamente hojas, de las cuales pueden colocarse varias en cada papel con más facilidad y se ordenan con mucho menos trabajo. Por otra parte, también se prestan a hacer colecciones muy variadas, dando más ocasión a estimular el ardor de los coleccionistas y a ejercitar su habilidad para obtener los premios en las exposiciones donde han de exhibirlas. Lo mismo que las zoológicas pueden hacerse, y acaso con más fruto, dividiéndose los niños en grupos que hacen a competencia sus colecciones o se dedican por separado a determinadas clases.

El modo de colocarlas es el mismo que dijimos de las plantas: se meten algún tiempo dentro de un libro, y después se pegan con goma sobre el papel, bien extendidas, combinando de algún modo sus formas y tamaño para que el conjunto sea más agradable. Algunos colocan simétricamente dos ejemplares de cada hoja, uno del anverso y otro del reverso, dando así también mayor variedad en los colores.

Hay otro modo de coleccionarlas más entretenido y gustoso para muchos niños, y consiste en poner solamente las nerviaciones, esqueletos o partes fibrosas de las hojas, que forman tejidos sumamente delicados y caprichosos, muy agradables a la vista. Estos esqueletos se encuentran a veces por el campo, aunque casi siempre deteriorados, cuando las hojas han estado algún tiempo en sitios húmedos. Lo mejor es recoger las hojas cuando están bien formadas y quitarles el parénquima o parte carnosa; basta dejarlas por algunos días en agua para que se desprenda con mucha facilidad. Si se quiere obtener más pronto se cuecen las hojas en agua jabonada; puestas después en agua ordinaria lo desprenden en seguida con el roce de los dedos, o frotando ligeramente con un cepillito. Si no puede emplearse ninguno de estos medios, basta poner la hoja verde sobre la rodilla y golpearla con un cepillo duro de limpiar ropa para obtener el esqueleto; pero esta operación exige alguna práctica y cierta delicadeza para no echar a perder la hoja. Obtenido el esqueleto, se pone entre papel absorbente para que se seque, y poco después se coloca en el papel lo mismo que las hojas.

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Los que tengan facilidad de descarnar las hojas por el último método pueden con un poco más de paciencia adornar curiosamente sus colecciones. Antes de comenzar la operación se pegan en la hoja papeles recortados formando letras o adornos; al golpearla después con el cepillo cae la parte carnosa, excepto la que está protegida por el dibujo. Se humedece ligeramente para que se desprenda el papel pegado, y quedan sus formas en la hoja rodeadas del delicado tejido del esqueleto. En grandes hojas de plátano, castaño, etc., hemos visto artísticos dibujos obtenidos por este sencillo procedimiento. Estas hojas dibujadas se colocan en el centro del papel, rodeadas de otras más pequeñas bien combinadas a modo de orla.

Aun estas colecciones de hojas tienen el inconveniente de estropearse pronto por el poco cuidado con que los niños se entretienen en ellas; por eso muchos las forman por otro sistema menos expuesto a deteriorarse, aunque no tan útil como el anterior. Consiste en coleccionar, no las plantas ni las hojas o esqueletos, sino sus croquis bien detallados. Este sistema no ofrece más dificultades que cualquiera de los anteriores, aun para los que tengan menos habilidad, aunque carezcan de conocimientos de dibujo. Todo se reduce a tener un poco de cuidado y paciencia, sobre todo a los principios. En vez de hojas sueltas de papel fuerte pueden emplearse esos álbumes de dibujo que se venden ya encuadernados, pues así se conservan mucho mejor.

Para trazar en ellos los croquis de las plantas, hojas o esqueletos, después que están bien aplastados basta ahumarlos por uno de los lados con una cerilla o vela, y mejor con luz de petróleo; se pone después con cuidado la parte ahumada sobre la hoja del álbum donde se quiere dibujar, y, colocando un papel encima, se frota suavemente con la mano. Se quita después, procurando que no se mueva, y aparecen sus formas perfectamente trazadas por el humo. Conviene humedecer ligeramente el papel con un pincel o una esponja antes de la operación, para que reciba la impresión más fácilmente; tampoco estará demás hacer antes algunos ensayos en otros papeles para no exponerse a estropear las primeras hojas del álbum. Para que el humo no se borre y manche las hojas se fija como se hace con los dibujos al carbón, y se pone encima un papelito de seda.

Imprimir los croquis con humo como acabamos de exponer exige cierta delicadeza en la ejecución para que salgan perfectos y no se manchen las hojas. Donde los niños puedan proporcionarse tinta de imprenta negra o de color, les aconsejamos usarla con preferencia al humo para estas colecciones, porque no exige tantas precauciones y la impresión es más permanente, sin la molestia de fijarla. Tiene además la ventaja de poder combinar colores diversos y dar al álbum aspecto más artístico. El modo de proceder es   —224→   muy sencillo: con un rodillo de paño o de caucho se extiende sobre un pedazo de cristal una capa de tinta muy ligera; sobre ella se coloca la hoja o esqueleto, oprimiéndola suavemente con los dedos por el dorso en todas direcciones para que se impregnen de tinta todos sus detalles; se pone después con mucho cuidado sobre la hoja del álbum, y se procede como antes dijimos. Si la operación se ha hecho bien, resultará una copia muy delicada y perfecta. A los más aventajados en la ejecución se les concede como premio de su habilidad hacer las impresiones en el álbum o álbumes generales. Fácilmente se comprende que una colección de este género completa y bien ejecutada no solamente ha de ser poderoso atractivo para que los niños se aficionen a esta clase de entretenimientos y pasen útilmente empleados muchas horas en tiempo de vacaciones, sino que llamen la atención de las personas entendidas en esta rama de la Historia Natural.

Para completar esta materia daremos a conocer a los niños otro pasatiempo menos propagado, pero no menos curioso e interesante, que pueden tener con los elementos que acabamos de enumerar. Echando un poco de tinta de imprenta entre dos pedazos de cristal y oprimiéndola fuertemente, se extiende entre ellos formando arborescencias tan curiosas como delicadas, muy parecidas a las algas y a los helechos fósiles que se hallan en el carbón mineral.

Donde no haya tinta de imprenta pueden usar cualquiera otra materia viscosa, como gotas de jarabe concentrado, etc.

La variedad de dibujos es inagotable, pues depende, no sólo de la materia que se emplee, sino también de la fuerza con que se oprima, de la dirección, y aun del modo de separar los cristales. Porque si se separan sin moverlos, conservan casi enteramente el dibujo formado con la presión; si se deja resbalar un poquito uno sobre otro en línea recta, los dibujos se alargan en ramas paralelas, orientadas en aquella dirección; si se mueven un poco circularmente, las arborescencias toman formas arqueadas muy caprichosas. Por regla general los dibujos son más delicados cuanto menor es la cantidad de tinta que contienen.

Para coleccionarlos no hay más que colocar encima con sumo cuidado una hoja de papel algo húmeda para que reciba bien la tinta. Si el dibujo sale muy cargado, se pone una segunda hoja sobre él, o sobre el mismo cristal, y quedará en buen tono. Con muy poco ejercicio se consiguen resultados sorprendentes.







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