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Periódico trimestral intitulado Variedades o Mensagero de Londres. Lo publica R. Ackermann, núm. 101, Strand, Londres. Tomo I, núm. 3º (abril de 1824, p. 228).
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Studien zur Geschichte der Spanischen und Portugiesischen Nacional-literatur... p. 296
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Handbuch der Spanischen Literatur... von Ludwig Lemcke. Leipzig, Fr. Fleischer, 1855. P. 150:
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Véanse los dos artículos acerca de las ediciones de Krapf y Foulché-Delbosc, en el Literaturblatt für germanische und romanische Philologie (tomo XXII, 1901). En el segundo dice: «Ein einziger Verfasser aller 21 Akte, wie Menendez y Pelayo und wie ich selber annehme.» Tal sufragio vale por muchos. Verdad es que la insigne romanista deja en duda si tal autor fue Fernando de Rojas u otro, pero ha de tenerse en cuenta que cuando escribió su artículo no se conocían todavía los documentos que prueban indisputablemente la existencia de Rojas y le declaran autor de la Celestina.
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Revue Hispanique, VII, p. 57.
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He aquí uno de los lugares en que la prosa de la Celestina recuerda más la del Corbacho.
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Involuntariamente se recuerdan los versos de Fernán Pérez de Guzmán, que acaso estarían presentes en la memoria de Rojas:
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Más adelante veremos de dónde están tomadas.
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Que lo detiene, dicen la edición de Valencia, 1514, y otras muchas. Por evidente razón métrica prefiero el texto de Gorchs, tomado, al parecer, del de Zaragoza, 1507.
Creo enteramente casual la coincidencia entre los últimos versos que canta Melibea con el célebre fragmento de Safo:
(Poetae lyrici Graeci, ed. Bergk, Leipzig, 1843, pág. 612.) |
La semejanza de la situación ha inspirado la misma frase al bachiller Rojas y a la poetisa de Lesbos, pero la imitación hubiera sido imposible, puesto que antes de 1556 no fueron coleccionados los fragmentos de Safo, y antes de 1526 no fue impreso el texto del gramático Hefestión, que nos ha conservado esos cuatro versos, débil pero fielmente traducidos por nuestro Castillo y Ayensa:
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(Poesías de Anacreonte, Safo y Tirteo... Madrid, Imp. Real, 1832, pág. 192.) |
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La paradoja del erudito director de la Revue Hispanique ha hecho pocos prosélitos. Entre los críticos que disienten de ella debemos mencionar (además de nuestro Bonilla) a doña Carolina Michaëlis de Vasconcellos (Literaturblatt für germanische und romanische Philologie, nº 1º, 1901) y a Mr. E. Martinenche (Bulletin hispanique, tomo IV, 1902, pp. 95-103), Quelques mots sur la Celestine. «Je dois ajouter (dice Martinenche) que, s´il a vraiment existé, cet adicionador est en tout cas fort loin d´être l´écrivain maladroit que suppose M. Foulché-Delbosc. Il est, en effet, dans la Celestine, une scène qui a fait songer a Shakespeare, et qui mérite cet honneur. Cet inmortal duo d'amour, ce n'est pas celui de l'acte XIV, c'est celui de l´acte XIX. J'ai presque autant de peine à refuser à Pierre Corneille la seconde entrevue de Rodrigue et de Chiniène.»