81
La derivación terenciana está indicada ya por el más antiguo imitador de la Celestina, don Pedro Manuel de Urrea, en el prólogo de su Penitencia de amor (1514). «Esta arte de amores está ya muy vsada en esta manera por cartas y por çenas que dize el Terencio, y naturalmente es estylo del Terencio lo que hablan en ayuntamiento.» (Pág. 3 de la reimpresión de Foulché-Delbosc.)
82
Bien conocido es el pasaje de Bossuet en su carta al Papa Inocencio XI sobre los estudios del Delfín de Francia: «Quid memorem, ut Delphinus in Terentio suaviter atque utiliter luserit: quantaque se hic rerum humanarum exempla praebuerint, intuenti fallaces voluptatum ac muliercularum illecebras, adolescentulorum impotentes et caecos impetus; lubricam aetatem «servorum» ministeriis atque adulatione per devia praecipitatam, tum suis exagitatam erroribus, atque amoribus cruciatam, nec nisi miraculo expeditam, vix tandem conquiescentem ubi ad officium redierit. Hic morum, hic aetatum, hi cupiditatum naturam a summo artifice expressam; ad hace personarum formam ac lineamenta, verosque sermones, denique venustum illud aut decens, quo artis opera commendetur. Neque interim jucundissimo poetae, si quae licentius scripserit, parcimus: sed e nostris plurimos intemperantius queque lusisse, mirati, horum lasciviam exitiosam moribus, severis imperiis coercemus.» (En el Terencio de Lemaire, I, p. CLXVIII.)
La ejemplaridad moral que Bossuet encuentra en las comedias de Terencio es por el estilo de la que afectaba el bachiller Rojas y celebran sus panegiristas. Las palabras subrayadas convienen extraordinariamente con el encabezamiento de la Celestina. En realidad, Terencio no es ningún severo moralista, pero, aunque gentil, es muy casto y morigerado en la expresión, y por eso, y sin duda también por el prestigio de la antigüedad, le otorgó Bossuet la indulgencia que negaba a Molière, tan castigado por sus episcopales anatemas. A la fortuna de Terencio en las escuelas cristianas puede aplicarse aquel dístico de Ovidio (Trist. II, 1, 369):
|
83
Véase lo que sobre este particular digo en mi reciente libro acerca de Boscán (p. 344). El poemita de Museo es uno de los dos primeros libros griegos impresos en España (Alcalá de Henares, 1514?; fecha, como se ve, muy posterior a la Celestina; pero su autor pudo conocer las ediciones de Venecia y Florencia, que se remontan a 1494 ó 1495.
84
Ed. de Dübner en la colección Didot, pág. 9.
85
Poesías de Safo, Meleagro y Museo, traducidas del griego... Madrid, año 1797, pág. 133.
86
Le Querolus, comédie latine anonyme. Texte en vers restitué d'après un principe nouveau... París, Vieweg, 1880.
87
Théâtre de Hrotsvitha, religieuse allemande du Xeme. siècle... París, año 1845, págs. VI y XLI de la introducción y en varios lugares de las notas. Esta insostenible paradoja, aventurada primero por Villemain y monstruosamente exagerada por Philarète Chasles, fue victoriosamente impugnada por Du Méril en sus Origenes latines du théâtre moderne (pp. 16-19) y por otros críticos posteriores, entre los cuales no debe omitirse a nuestro Fernández Espino, autor de un extenso y juicioso trabajo sobre Rosvita, inserto en sus Estudios de literatura y de crítica (Sevilla, 1862, pp. 181-266). Hoy todo el mundo admite que los dramas de Rosvita fueron escritos únicamente para la lectura. Vid. especialmente Köpk, Hrotsuit von Gandersheim. Zur Literaturgeschichte des 10 Jarhundert, Berlín, 1869, y A. Ebert, Historia General de la Literatura de la Edad Media en Occidente (traducción francesa de Aymeric y Condamin, tomo III, 1889, pp. 340-357). Posteriores a la edición de Magnin hay dos por lo menos, la de Benedixen, que se contrae a la parte dramática (Hrotsvithae Gandershemensis Comoedias VI ad fidem codicis Emmeramensis typis expressas edidit... Lubeek, 1857), y la de Barack, que se extiende a todas las obras (Die Werke der Hrotswitha, Nuremberg, 1858).
Rosvita parece condenada a servir de blanco a críticos excéntricos o imaginativos. En 1867, José Aschbach llegó a sostener, en una Memoria de la Academia Imperial de Viena (Roswitha und Conrad Celtes, que sus obras eran apócrifas y habían sido forjadas por Celtes y otros humanistas del siglo XVI. De esta opinión dio buena cuenta Waitz (Goëtting. gelehrte Anzeigen, 1867, pp. 1261 y ss.) y no ha sido tomada en cuenta por nadie.
88
(P. 4 de la ed. de Magnin.) |
89
(Pág. 4.) |
90
(Abrahamus, sc. IV, pág. 216.) |
(Ib. sc. VI, pág. 254.) |
Maria.- «Ecce triclinium ad inhabitandum nobis aptum; ecce lectus haud vilibus stramentis compositus. Sede ut tibi detraham calciamenta, ne tu ipse fatigeris discalciando...» |
(Abrahamus, sc.VII, pág. 258.) |
(Paphnutius, sc. III, pág. 316.) |
No deja de ser una de las curiosas ironías que suele ofrecer la historia el que las primeras escenas lupanarias del teatro moderno hayan sido trazadas por la pluma castísima de una religiosa que en su mismo atrevimiento revela la pureza de su alma y la rectitud de su intención.