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Puede hallarse una visión de conjunto sobre las líneas de investigación historiográfica sobre las mujeres en el siglo XVIII en Bolufer 2006. Los varios trabajos recogidos en el volumen II de la Historia de las mujeres en España y América Latina (Morant 2005) aportan una panorámica muy completa sobre el tema.

 

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Una actualización bibliográfica en Palacios 2006.

 

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Véase también Ruiz Guerrero 1997, Sullivan 1997 y Trueba 2005.

 

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Sobre las dramaturgas, veáse Hormigón 1996 y Grinstein 2002; sobre las novelistas, García Garrosa 1998, y sobre la actividad traductora de las mujeres, López-Cordón 1996. Sobre el parnaso poético femenino y sobre las dramaturgas véase también Palacios 2002 y 2000; del resultado de esas investigaciones da más amplia cuenta su libro La mujer y las letras en la España del siglo XVIII.

 

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Frédérique Morand ha editado una selección de poemas de Gertrudis Hore (Morand 2003 y 2006). La poesía de Margarita Hickey (Hickey 2006) y María Joaquina Viera y Clavijo (Viera y Clavijo 2006) ha sido editada recientemente por Daniela Pierucci y Victoria Galván respectivamente. Algunos poemas de estas y otras autoras del XVIII están recogidos en otras ediciones o estudios colectivos, como Trueba 2004 o Catalín 2006, entre otros. En algún caso, la edición del texto va acompañada de un análisis crítico, como el del poema de Margarita Hickey “Seguidillas en que una dama da las razones...” por Álvarez Barrientos (Hickey 2007).

 

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La autora más editada ha sido, en consonancia con la importancia y calidad de su obra, María Rosa de Gálvez. Safo tuvo dos ediciones en 1995, por Whitaker y Doménech, en esta ocasión junto con Zinda y La familia a la moda. René Andioc ofreció una nueva edición, acompañada de un amplio estudio introductorio, de La familia a la moda en 2001, y más recientemente se ha editado de nuevo Safo, junto con El Egoísta (Luque y Cabrera 2005). De María Lorenza de los Ríos, Marquesa de Fuerte-Híjar, se ha editado su comedia La sabia indiscreta, en un libro dedicado a su figura (Acereda 2000). En cuanto a otra escritora de la nobleza, Rita de Barrenechea, Condesa del Carpio, son muy recientes las ediciones de sus dos comedias, una de reciente hallazgo, La Aya (García Garrosa 2005), y la otra, Catalín, sólo editada en el siglo XVIII y publicada ahora por Inmaculada Urzainqui (Catalín 2006). Buen amante y buen amigo, de Isabel María Morón y los textos breves de Mariana Cabañas y Joaquina Comella han sido objeto de ediciones a cargo de Mª Teresa Pascual y Fernando Doménech en la colección de textos dramáticos editados por la Asociación de Directores de Escena (Morón 2001, Cabañas 1996, Comella 1996).

 

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El Discurso en defensa del talento de las mujeres, de Josefa Amar, que ya había sido editado en 1980 por Carmen Chaves McClendon (Dieciocho, 3.2), ha sido objeto de nueva edición por Urzainqui, en una antología de obras de escritoras del siglo XVIII donde se publican también los textos de Joyes y Caveda (Catalín 2006. Ver nota siguiente). En cuanto al ensayo más importante de Josefa Amar, el Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, fue publicado por María Victoria López-Cordón (Madrid, Cátedra, 1994), quien acompaña ahora su estudio sobre la escritora aragonesa de otros de sus escritos (cartas, dedicatorias, prólogos a sus traducciones), entre ellos también el Discurso en defensa del talento de las mujeres (López-Cordón 2005: 213-354).

 

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Los textos reunidos, presentados en edición facsimilar y acompañados de un estudio introductorio, son: la comedia Catalín (1783), de Rita de Barrenechea; el «Prólogo» a El Estado del cielo para el año de 1778 (1777), de Teresa González; el Discurso en defensa del talento de las mujeres, de Josefa Amar y Borbón, inserto en el Memorial Literario en agosto de 1786; el poema de María Gertrudis de Hore «Avisos a una joven que va a salir al mundo. Fenisa a Filena», publicado en el Diario de Madrid el 11 de mayo de 1795; el texto de Juana Verge «¿La corrupción de la sociedad empieza por los hombres o por las mujeres?», publicado en el Diario de Madrid el 12 de mayo de 1797; la Apología de las mujeres, de Inés Joyes y Blake, que se editó junto a su traducción de la novela de Samuel Johnson El príncipe de Abisinia (1798); las Cartas selectas de una señora a una sobrina suya (1800), de Rita Caveda y Solares, y el poema de María Rosa de Gálvez «Viaje al Teide», publicado en Variedades de ciencias, literatura y artes en 1805.

 

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«Prólogo» a El Estado del cielo para el año de 1778. [...] Por La Pendadora del Cielo, doña Teresa González, Madrid, Manuel Martín, [1777], p. iii. Tomo la cita de la edición de Urzainqui (Catalín 2006). El texto es una defensa de la autora ante las críticas de que fue objeto su anterior pronóstico, cuestionado por algunos científicos precisamente por ser obra de una mujer y, por tanto, por dudar de su capacidad intelectual y sus conocimientos en la materia. Pero más allá de esta apología personal, el «Prólogo» de Teresa González lo es de la capacidad de las mujeres para abordar cualquier tipo de estudio y tarea científica, artística o literaria, y una afirmación de la igualdad entre los sexos en punto de inteligencia: «Por tanto, concluyo con decir que las mujeres son tan propias para las artes y las facultades como los mismos hombres. [...] Dejemos con resolución la pereza y la desidia, desechemos el amor indigno del reposo, para que triunfando de los monstruos enemigos de la aplicación y de los bellos conocimientos, podamos amar todas las ciencias y todas las artes. Respetemos los que las cultivan con acierto, de cualquier sexo y condición que sean, sepamos admirarlos y aplaudirlos, y también imitarlos, que es lo que más vale» (pp. XXIII-XXIV). He actualizado la grafía y la puntuación.

 

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Los ejemplos de este aliento a sus congéneres que preside las obras escritas por mujeres son numerosos, y se encuentran en todo tipo de escritos. Digámoslo de otro modo: raro es el texto salido de una pluma femenina que no aprovecha las convenciones del género en el que se enmarca para hacer una llamada a las lectoras a seguir la estela de quien escribe. Valga el ejemplo de Josefa de Alvarado, marquesa de Espeja, que en la «Advertencia de la traductora» que abre su versión del Compendio de filosofía moral, de F. Zanotti (Madrid, Joaquín Ibarra, 1785), después de recalcar la importancia de esta disciplina para la educación de las mujeres, escribe: «Por lo demás, yo quedaré contenta, y me daré por satisfecha de mi trabajo, si con esta traducción estimulase a muchas señoras insignes en letras, que florecen en nuestra monarquía, a que empleen sus facultades y nos ilustren con los conocimientos que han adquirido en la ética, para que aprendamos todas a vivir honestamente, conforme a las reglas que nos prescribe esta nobilísima facultad» (pp. VII-VIII).