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De hecho, llega a elaborar sus poemas para ocultar en ellos todo rastro de intimidad, como sucede con el inédito «Fragmento de un poema», tal vez una de sus mejores composiciones y la más cercana también a Bécquer. Le dice a Montoto (carta del de que en él todo es cierto y para quitarle el carácter de revelación íntima le puse la cabeza 1 de diciembre de 1898): «El sello de realidad que hay en el 'Fragmento del poema' (sic) proviene y pie que lleva, colgándole el milagro a una anciana que recuerda sus buenos tiempos». Hay también, tanto en sus poemas como en sus cartas, indicios de que lamenta su excesiva rigidez anterior, que puede considerar como una rémora para su creación, y una cierta incapacidad personal para la expresión de sentimientos íntimos. Quizá por esta razón se dedica más -y mejor- al cultivo de la prosa. (N. del A.)



 

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J. M. Cossío, Cincuenta años..., cit., pp. 113-116; R. Pageard, Bécquer. Leyenda y realidad, Madrid, Espasa Calpe, 1990, p. 192. (N. del A.)



 

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Hay que tener también en cuenta que en su prólogo a La soledad de Ferrán, de 1861, Bécquer pondera en su amigo, junto a la asimilación de la poesía popular y de la germánica, su «libre educación literaria» (en: Obras completas, cit., pp. 683-696, p. 689), similar a la que él mismo confesaba, que le habría proporcionado amplitud de miras y de horizontes y libertad frente a las trabas normativas. Campillo se cierra en su preceptismo frente a las nuevas corrientes. (N. del A.)



 

853

«Gustavo Bécquer», cit., p. 22. (N. del A.)



 

854

Cfr. Prólogo a Ráfagas poéticas de Pongilioni, cit., p. VI, y «Gustavo Bécquer», cit., p. 20. (N. del A.)



 

855

Cfr. M. Machado, «Los poetas de hoy», en: R. Gullón, El Modernismo visto por los modernistas, Madrid, Guadarrama, 1980, pp. 120-133: «El Modernismo [...] no fue en puridad más que una revisión literaria de carácter principalmente formal. Pero relativa, no sólo a la forma externa, sino a la interna del arte» (p. 129). (N. del A.)



 

856

Bécquer, Barcelona, Aedos, 1973, p. 62. (N. del A.)



 

857

Los bandos de Castilla o El caballero del Cisne. Novela original española, Valencia, Imprenta de Cabrerizo, 1830, 3 tomos. (N. del A.)



 

858

El Europeo, t. 1, n.º 7 (1823), pp. 207-214. (N. del A.)



 

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El ideal ecléctico se manifiesta con precisión en el artículo «Conclusiones». Dichas afirmaciones serán suscritas por el propio López Soler en el Prólogo a Los bandos de Castilla. Opiniones taxativas y definitivas desde un primer momento: «Los clasicistas tienen modelos en su género que se acercan mucho a la perfección, e igualmente los tienen los románticos; unos y otros escriben según el carácter de las causas que ha ocurrido en la formación de sus sistemas y aunque seamos de parecer que las del género romántico son más poéticas, no por esto desconocemos el grande mérito de las que inflamaron la imaginación de Homero. Románticos y clasicistas, bien que con distintos medios, saben interesar al corazón y han hallado el secreto de deleitar enseñando, que es el objeto de toda buena poesía, habiendo en los unos más imaginación y en los otros más regularidad. Consultemos a las dos religiones, de donde sacan los poetas de ambos partidos sus inmensos materiales, y nos convenceremos de que tan bien parece la observancia de las reglas en los que adoran al Júpiter de los griegos como el abandonarse a los raptos de la fantasía en los que adoran al Jehová de los cristianos [...] declarándonos contra un fanatismo literario, que ha ocupado en inútiles y vergonzosas discusiones a los primeros ingenios de Europa, y que es a veces tan perjudicial a las letras como lo han sido a la humanidad el político y el religioso», El Europeo, t. 1, n.º 8 (1823), pp. 258-259. (N. del A.)