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Luigi Riccoboni, Histoire du Théatre Italien, París, 1728, II, 82. Riccoboni no escatimó las alabanzas: «Dans la conduite de la tragedie de Manfredi il y a toute la vraissemblance, tout le bons sens et tout le gout possible», y más adelante: «La versification en est majestuose, et suivant mon sentiment, je donnerois le pas à la Semiramis pardessus toutes les tragedies italiennes: j'eu connois le mérite à fond, l'ayant representée comme j'ai fait celle de Trissino et des autres».

 

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Benedetto Croce, «La tragedia del Cinquecento», en La Critica, XXVIII (1930), pp. 180-181, reeditado en Poesia popolare e poesia d'arte, Bari, Laterza, 1952, pp. 312-317.

 

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El prólogo es de claro origen clásico (piénsese en los de Thyestes y Agamenón de Séneca), y había sido retomado por Giraldi Cinzio en Orbecche y aparece bajo la forma de Sombra proveniente de los Infiernos en Canace de Speroni.

 

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Semiramis, cit., a. V, esc. 5, último verso.

 

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Como complemento a la bibliografía de Mutio Manfredi, indico los siguientes trabajos: Cav. Bozzelli, Della imitazione tragica, Florencia, 1861, vols. 2, I, p. 469, A. Bertolotti, «Mutio Manfredi e Giuseppe Passi, letterati in relazione al Duca di Mantova», en Il Buonarroti, 1888, III, n. 4-6, pp. 118-169; A. Saviotti, Guariniana, Pésaro, 1888, pp. 5-6; F. Neri, La tragedia italiana del Cinquecento, Florencia, 1904, pp. 142-147; E. Bertana, La tragedia italiana, Milán, 1905, p. 85; G. Pastine, Mutio Manfredi, voz de la Enciclopedia del espectáculo, Florencia, 1960, VII, p. 38; M. T. Herrick, Italian Tragedy in the Renaissance, Urbana, 1965, pp. 207-210.

 

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No es conocida con exactitud la fecha de composición de la tragedia, pero ciertamente, como sus otras tragedias, es del periodo de juventud del poeta: los estudiosos concuerdan en situarla en los años en torno a 1580. Cristóbal de Virués nació en Valencia, con mucha probabilidad en 1550 y murió en Madrid, tal vez en 1614. Era de una familia acomodada (el padre, castellano, de formación cultural humanística, era médico y se había establecido profesionalmente en Valencia). Cristóbal eligió la carrera militar, pero no descuidó las letras durante su vida, como llegó a decir Lope de Vega: «tomando ya la espada, ya la pluma». Participó en la batalla de Lepanto (1571) y en la de Túnez (1573), residiendo después durante mucho tiempo en la Italia meridional y en el Milanesado. Condujo algunos regimientos españoles desde Lombardía hasta Flandes en 1604 y 1605. En Milán había publicado en 1602 el poema épico El Monserrate segundo (cuya primera edición se editó en Madrid en 1587) y allí obtuvo en 1604 la licencia para publicar sus Obras líricas y trágicas, que después salieron en Madrid en 1609. Fue elogiado públicamente tanto por Cervantes (La Galatea, VI, Canto de Caliope, estrofa 104) como por Lope de Vega (El laurel de Apolo, silva IV y El arte nuevo, vv. 215-218).

 

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He destacado algunos aspectos del teatro trágico de Virués junto con el de Giraldi Cinzio y Lodovico Dolce estudiando otra tragedia suya, La Elisa Dido (Almería, 1999, Actas en prensa), sobre todo la búsqueda de compromiso y atemperación entre lo antiguo y lo moderno.

 

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Véanse los textos ya indicados en la nota 2.

 

19

Cristóbal de Virués, La Gran Semíramis, en Teatro clásico en Valencia, ed. T. Ferrer, Madrid, Biblioteca Castro, 1997, a. II, vv. 259-264, pp. 102-103.

 

20

Ibídem, a. III, vv. 123-125, p. 121.

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