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1

En Arbor, núm. 27, marzo 1948.

 

2

En Leonardo, IV, julio 1945.

 

3

En Revista de la Universidad de Oviedo (Facultad de Filosofía y Letras), XLIX y L, 1948.

 

4

Véanse, por ejemplo, el ya citado de J. A. F. Cañedo, o el admirable Esquema de la novela española contemporánea, de Melchor Fernández Almagro (en Clavileño, núm. 5, septiembre-octubre 1950), o el artículo «Novelistas españoles actuales», en la 2ª edición del Diccionario de Literatura española de la Revista de Occidente.

 

5

La guerra española en nuestra novela, en Ateneo, núm. 3, 1952.

 

6

En Ínsula, núm. 82.

 

7

R. Gullón: Inventario de medio siglo. Literatura española, en Ínsula, número 58.

 

8

En el prólogo de Mrs. Caldwell habla con su hijo, dice Cela del tremendismo que, «entre otras cosas, es una estupidez de tomo y lomo, una estupidez sólo comparable a la estupidez del nombre que se le da». Y antes, en un artículo publicado en 1952, en el núm. 46 de Correo Literario, escribió el autor de Pascual Duarte: «Tremendismo es un voquible entre puritano, insulso y laborista que, como era de esperar, hizo fortuna. Se disputan su invención, a juicio de los historiadores, el poeta Zubiaurre y el crítico Vázquez Zamora».

Nacido con una cierta intención peyorativa y burlesca, el vocablo ha servido para designar muchas manifestaciones artísticas - no sólo literarias, sino también pictóricas- de nuestro tiempo. Y resulta curioso señalar que si en el campo de la novela el tremendismo parece oponerse a las formas neorrománticas, en la poesía nace tal vez, como una consecuencia de éstas. José Luis Cano, en un artículo publicado en Proel, núm. de Estío, 1946, dice: «En poesía ha habido varias tendencias: la garcilasista, la neorromántica y la facción extrema de ésta, que es el tremendismo de los más jóvenes poetas» (pág. 109).

 

9

En Índice, núm. 44.

 

10

En Correo Literario, núm. 23.