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Tragedia de Numancia


Miguel de Cervantes Saavedra




ArribaAbajoCriterios de edición

La Comedia del cerco de Numancia, La destruición de Numancia o Tragedia de Numancia, pues de esas tres formas designan a la pieza los originales más antiguos, se nos ha conservado, básicamente, en dos testimonios textuales:

1.- Ms. 15.000 de la Biblioteca Nacional de Madrid.

2.- Ms. Sancho Rayón de la Hispanic Society de Nueva York.

A ellos habría que añadir un tercero, representado por la transcripción que del segundo hiciera don Antonio de Sancha en su edición del Viaje del Parnaso... (Madrid, 1784); transcripción más que fiable, aunque siempre fue tenida como edición caprichosa y libérrima de algún original antiguo.

Con esos testimonios a la vista, la presente edición de La Numancia parte de una comparación concienzuda de los dos manuscritos conservados (al Sancho Rayón sólo hemos tenido acceso, de momento, a través de la copia que da Sancha en su mencionada edición del Viaje al Parnaso), de la que se desprende, al contrario de lo que ocurre con El trato de Argel, la evidente superioridad y mayor corrección del segundo. En consecuencia, reproducimos con todo escrúpulo la «versión» ofrecida por Sancha, corrigiéndola y completándola -eso sí- con el texto del Ms. 15.000.

En todo caso, parece evidente que se trata de copias autónomas y textualmente equipolentes, a las que hay que otorgar la misma autoridad ecdótica, sin que ello permita fijar un texto de compromiso crítico, fruto de la interseción de ambas, como ha venido haciéndose tradicionalmente (Valbuena, Ynduráin, Marrast, Hermenegildo, etc.). Por eso precisamente, lo mismo que en el caso de El trato de Argel, a la vista de las insalvables diferencias existentes entre ambos testimonios, hemos optado por incluir íntegramente, aprovechando las posibilidades que ofrece la Biblioteca Virtual, el texto de los tres testimonios básicos, de modo que el lector contemporáneo pueda compararlos cómodamente.

Por lo demás, tratamos los originales con los criterios textuales más comunes en la edición de nuestros clásicos de los Siglos de Oro: modernizamos la ortografía, pero sin rebasar el plano gráfico (siempre y cuando el cambio no afecte a las peculiaridades fónicas de la lengua áurea). Por eso, se actualiza lo puramente gráfico u ortográfico: uso de s/ss, c/q, c/z/ç, u/v/b, x/j/g, h-,...; arcaísmos gráficos latinizantes, separación de palabras, signos suprasegmentales, resolución de abreviaturas, acentuación, puntuación, etc. En la misma línea, se respetan puntualmente todos y cada uno de los rasgos significativos propios de la lengua clásica: vacilaciones en el timbre de las vocales átonas, empleo anárquico de los grupos consonánticos, aglutinaciones de la preposición de con pronombres y demostrativos, asimilación de la -r del infinitivo con la l- de los pronombres enclíticos... y, por supuesto, cualquier otro rasgo de mayor alcance, sea del tipo que fuere: concordancias, regímenes preposicionales, usos etimológicos, etc.

En el caso de la Numancia, al haber tomado como texto base la edición de Sancha, la tarea de «modernización» ya fue realizada por él, y a ella nos atenemos básicamente, limitándonos a «actualizar» la puntuación, los signos suprasegmentales, el uso de mayúsculas y poco más. Sin embargo, en la transcripción de los manuscritos sí se han aplicado los criterios reseñados más arriba, a fin de facilitar la lectura y consulta del estudioso actual.



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