A dos horas ecuestres del collado A fuerza de pujanza, A su debido turno Bajo el sol de mediodía Cuando la noche se viene Delante de la luna El crepúsculo sangra El sol en la colina, Ella se interna en el bosque: En la fiesta de San Juan En la naciente mañana, En los atardeceres morosos del estío, En un jardín cultivado Igual que este río La mañana se abre al mundo Llevo a cuestas Los ojos ya no ven Nada recuerdo de aquel norte Navegan los celajes. No es el letargo de la lluvia No hay modo de ponerse a cubierto Para buscar el astro sin mal Qué voces, qué gritos, Sabiendo tanto como sabemos del tiempo, Sin un rumor, callada, Soles hay, Tierra, agua, savia, sol Toda la tarde aferrados de las manos,
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