Tomás Lago «se transformó en el adalid» de una poesía de la claridad a finales de los años 30, y organizó la publicación de las antologías 8 nuevos poetas chilenos (1939) de Tres poetas chilenos (1942), entre los cuales figuraba Parra. Este explicó, años después, que fue una reacción contra «los poetas creacionistas, versolibristas, herméticos, oníricos, sacerdotales» de la Antología de poesía chilena nueva de Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim, publicada en 1935, y en la que las tres figuras principales fueron Huidobro, Neruda y de Rokha (Parra I, 709). Después, en «Manifiesto», el antipoeta rechazaría «la poesía de pequeño dios / la poesía de vaca sagrada / la poesía de toro furioso», con referencia bastante obvia a los mismos tres poetas.

En Mai mai peñi, el discurso pronunciado en Guadalajara cuando recibió el premio Juan Rulfo en 1991, Parra declaró que «votaba» por Rulfo, que «se quedaba» con Rulfo: «por haber llevado a la práctica / las instrucciones de González Martínez / su compatriota de Guadalajara». En seguida recitó el famoso soneto «La muerte del cisne», anteponiendo «Punto uno:» al primer cuarteto, «punto dos:» al segundo, y «punto final» a los tercetos. El anhelo que se siente en todo el discurso, de mostrar puntos en común entre Rulfo y el antipoeta, confirma que este se autorretrata, junto con Rulfo, como el verdadero matador del cisne (Parra II, 553-606).