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Leopoldo de Luis: «Libre voz. Antología poética (1941-2005)»

Francisco Estévez Regidor

El recién cumplido centenario del poeta Leopoldo de Luis (Córdoba, 1918-Madrid, 2005) renueva la importancia de una amplia obra y trayectoria que ya certificaran de manera oficial y tardía el Premio Nacional de Poesía (1979), por Igual que guantes grises, y el Premio Nacional de las Letras Españolas (2003). Durante el año, una estupenda muestra acogida por el Instituto Cervantes en su sede madrileña, «Leopoldo de Luis, poeta en un tiempo sombrío», permitió repasar el camino vital y poético de un autor clave en la poesía española escrita tras la Guerra Civil. La presente antología en la canónica editorial Cátedra viene a subsanar una ausencia poco comprensible en el canon poético español siendo como es De Luis un autor tan valioso como necesario, en especial por explicarnos con singular y paradigmático recorrido ese abigarrado y complejo siglo XX español.

Como en ocasiones se ha argüido, la extrema humildad y poco bombo del propio autor sumado a la faceta de crítico y editor ocultó de manera injusta a un poeta menos conocido de lo que se debiera. Si bien, dicha posición ha ido cambiando de manera significativa en los últimos tiempos desde la edición que preparara Ricardo Senabre en dos extensos volúmenes, Obra poética (1946-2003), publicada por Visor. Aquella edición, sin embargo, es falsamente completa al incluir solo los libros aparecidos bajo pseudónimo del autor (recordemos que Leopoldo Urrutia cambio apellido para evitar purgas en la España franquista) y a partir de 1946, además de faltar toda la poesía dispersa en revistas y periódicos, los póstumos y muchos inéditos.

Sin embargo, allí se apuntó bien la fecundísima creación de Leopoldo de Luis, con «más de medio siglo de escritura y casi treinta libros de poemas, entre los que se encuentran títulos capitales de nuestra poesía contemporánea». Tras otras antologías, más recientemente se publicó En resumen. Antología poética (1946-2005), (Fundación José Manuel Lara, 2007) a cargo de Jorge Urrutia. Libros todos que junto a la presente antología nos permiten superar de una vez por todas aquella etiqueta reductora de poeta social que acogotaba con el consiguiente castigo jíbaro a un poeta en extremo fiel a sí mismo por encima de las corrientes de época.

Precisamente fidelidad y constante preocupación por la condición humana son los acentos en los que se articula la presente antología con una amplísima y enjundiosa introducción de Sergio Arlandis. Atiende allí con acierto el editor a explicar con frondosidad la difícil clasificación de la poesía delusiana «tan común a todos los aspectos generacionales, pero, al mismo tiempo, tan distinta a todos ellos, lo que hace que la poesía de Leopoldo de Luis sea, hoy, indiscutible referente poético, rescatado de esa marea indistinta llamada poesía de posguerra». Y se nos ofrece en único volumen una muestra representativa de la valiosa y compacta voz de Leopoldo de Luis, el menos conocido de una promoción esquinada como fue aquella Generación del 36, a pesar de reunir poemas junto a Miguel Hernández y Gabriel Baldrich en el libro Versos en la guerra de 1938.

La vertiente crítica y editora (valga citar la paradigmática antología Poesía social española contemporánea, antología (1939-1968) escondió en exceso a un poeta de gran capacidad de versificación, de finísimo sentido del ritmo (baste ver sus poemas en liras en tiempos de posguerra) que le convierten probablemente en uno de los mejores sonetistas de nuestro siglo XX. La guerra y posguerra fueron trenzando su vida y la literatura fue fiel refugio donde volcar el paso de lo social a lo filosófico, y del problema de la existencia al habitar humano, por ejemplo en ese Respirar por la herida, libro póstumo de 2012. A pesar de presumir siempre de ser la esencia de un autor, toda antología no es más que un punto de vista sobre un tema, en este caso sobre la poesía de Leopoldo de Luis. Aquí, por ejemplo, se otorga una importancia y peso determinante a la producción de los años 50 y 60 del autor, con libros centrales como Elegía en otoño (1952) o Teatro real (1957).

No en vano apareció al final de aquellos años una antología con semblanza de Vicente Aleixandre de su producción poética tras la guerra, Poesía (1946-1968). Y entre otras cuestiones, convendrá en el futuro, a su vez, revisar el género de un libro de difícil clasificación pero clara perspectiva crítica como es Generación del 98 (2000). Pero, una buena antología, en suma, es aquella que abre horizontes críticos, perspectivas agudas y representativas de un autor más allá del ineludible y necesario punto de vista particular. La presente antología cumple con creces tal misión y sugiere vías de estudio a un poeta mayor de nuestro siglo XX como es Leopoldo de Luis.