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1

Para poner un solo ejemplo, considérese el tan difundido manual de A. VALBUENA PRAT, Historia de la Literatura española, Barcelona, 1960, 3 tomos, que dedica a L. Leonardo de Argensola como autor de tragedias siete líneas (I, 783), que estudia a Cervantes como autor de comedias al margen de la producción típica del género (II, 26-29) y en un capítulo reúne bajo la común calificación de prelopistas a los autores de autos, farças, danzas de la muerte, traducciones y refundiciones de los clásicos, Timoneda, Virués, para extenderse más largamente sólo sobre Lope de Rueda y Juan de la Cueva (I, 765-792).

 

2

H. MÉRIMÉE, L’art dramatique à Valencia, Toulouse, 1913. Las conclusiones a las que hemos aludido se pueden leer en la página 645.

 

3

Ibíd., pág. 422: «Valencia était disposé pour le prochain avènement du genre nouveau... le moteur intelligent qui mit en branle la machine, nous le connaissons; nous savons à quels moments il exerça son action dans Valencia: il s’appelle Lope de Vega. On ne saurait exagérer l’importance des séjours que ce créateur infatigable fit sur les rives du Turia, et il convient maintenant d’y insister».

 

4

Ibíd., pág. 645: «Le théâtre espagnol... par une dernière et definitive transformation, ayant pris conscience de sa nature propre, trouve, avec Lope de Vega, la forme qui lui permit de la réaliser pleinement: la comedia est le type original où toutes les aspirations de génie espagnol s’exprimeront».

 

5

Los primeros en «descubrir», tras el olvido del siglo XVIII, el teatro de Lope de Vega fueron Lessing, Tieck y A. W. Schlegel. Véanse: G. E. LESSING, Hamburgische Dramaturgie, Hamburg, 1767-69 (stück 69 von 29-XII-1767, págs. 129-132); J. J. A. BERTRAND, L. Tieck et le théâtre espagnol, París, 1914; A. W. SCHLEGEL, Über dramatische Kunst und Literatur Vorlesungen, Heidelberg, 1809-11 (XIV Vorlesung, 2-II-1811, págs. 345-352). Es común a todos una actitud de estática admiración ante el que ya Cervantes había llamado «monstruo de naturaleza» («Prólogo» a las Ocho comedias y entremeses, Madrid, 1615) y a quien su primer biógrafo, respaldado por la resonancia evidente de una fama extendida, había ensalzado y glorificado como tal aún más (J. PÉREZ DE MONTALBÁN, Fama póstuma a la vida y muerte de Lope de Vega, Madrid, 1636).

La admiración de los primeros románticos alemanes hacia esta criatura en los confines de las posibilidades humanas, «virtuoso» de la vida, según un sueño ético típico de ellos, solicitaba una correspondencia afectiva, al mismo tiempo que Lope asumía un valor ejemplar de su ideal de poesía entendida como lo genuino, primitivo e inconsciente. Pero todo esto se averiguaba en el plano de un encuentro sentimental que podía llevar, por ejemplo, a la enfática exclamación del conde de Soden, el primer traductor de algunos dramas de Lope al alemán (J. GRAF VON SODEN, Schauspiele des Lopez (sic) de Vega, Leipzig, 1820): «¿Para qué buscar aún otros dioses? Aquí he de ponerme de hinojos y adorar; pues ¿qué representa el mismo Shakespeare con sus treinta obras dramáticas frente a Lope? Nada, absolutamente nada». (Por la cit., véase H. A. RENNERT-A. CASTRO, Vida de Lope de Vega, Madrid, 1919, pág. 405. Hay ahora una nueva edición de esta obra, con un apéndice de F. LÁZARO, en Ediciones Anaya, Salamanca, serie «Temas y Estudios», 1968).

El interés de la cultura alemana se trasladará después más hacia Calderón (véase K. VOSSLER, Lope de Vega y nosotros, en «Escritores y poetas de España», Buenos Aires, 1947, págs. 25-39), pero quedará la admiración por el genio natural de Lope, que está manifiesta en la historiografía de Schack, de Klein y de Schaeffer, a los que nos referiremos más adelante.

También está anclado en el plano de una preferente adhesión sentimental Grillparzer, que, sin embargo, tuvo iluminaciones críticas inteligentes, aunque parciales (véase a este propósito A. FARINELLI, Grillparzer und Lope de Vega, Berlín, 1894; tr. esp. con el título Lope de Vega en Alemania, Barcelona, 1936).

Para la bibliografía crítica alemana sobre Lope de Vega consúltese H. TIEMANN, Lope de Vega in Deutschland, Hamburg, 1939.

 

6

Esto es evidente en la obra de Klein, de vasta pero fatigosa erudición, falta de una inteligencia histórica que organice los hechos y establezca sus relaciones (J. L. KLEIN, Geschichte des spanischen Dramas, vols. IX y X (1872-74) de la «Geschichte Drama’s», Leipzig), y también en otra obra más ordenada y coherente si no más original: A. SCHAEFFER, Geschichte des Spanischen National Dramas, Leipzig, 1890.

 

7

A. F. VON SCHACK, Geschichte der dramatischen Literatur und Kunst in Spanien, Franckfurt, 1854, 3 vols. (tr. esp. de E. Mier, Madrid, 1885-87, 5 vols.).

 

8

SCHACK, tr. cit., III, pág. 213.

 

9

SCHACK, tr. cit., II, pág. 466.

 

10

Además de los trabajos de asombrosa erudición de Menéndez Pelayo sobre Lope, que encabezan cada uno de los volúmenes de la edición de su teatro de la Real Academia Española y que han sido también recogidos aparte (M. MENÉNDEZ PELAYO, Estudios sobre el teatro de Lope de Vega, por A. Bonilla y San Martín y M. Artigas, Madrid, 1919-27, 6 tomos, y también por A. González Palencia y E. Sánchez Reyes, en O. C., Santander, 1949, XXIX-XXXIV); para conocer su juicio sobre el teatro de Lope, léase Lope de Vega y Grillparzer, en «Estudios de crítica literaria», II, en O. C., XXX, págs. 27-43.