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331

Vid. supra, cap. I.

 

332

M. MENÉNDEZ PELAYO, Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, 1896, III, 431 y sigs. En la edición nacional, 1940, II, 294 y sigs.

 

333

A. MOREL-FATIO, ed. del Arte nuevo, en «Bulletin Hispanique», III, 1901, 364-405.

 

334

R. MENÉNDEZ PIDAL, El Arte nuevo y la Nueva biografía, en «Revista de Filología Española», XXII, 1935, 337-398; reproducido en De Cervantes y Lope de Vega, col. Austral, 41948, 65-134.

 

335

Se atribuye corrientemente al Arte nuevo la fecha de su primera edición conocida, esto es, la de 1609 (la obra fue publicada con las Rimas, por Alonso Martín, en Madrid), pero merece atención la propuesta de anticipar esa fecha, aparecida en un reciente ensayo: O. M. VILLAREJO, Revisión de las listas de «El Peregrino» de Lope de Vega, en «Revista de Filología Española», XLVI, 1963, 343-399. Según este estudioso, debe existir una edición de las Rimas y del Arte nuevo de 1602; en apoyo de tal suposición, se aportan los testimonios de Nicolás Antonio, Mayáns y Siscar, Navarrete, J. A. Dieze, D. Clemencín, Martínez de la Rosa, Pietro Monti, Cejador y Frauca, autores todos que citan una edición de 1602, y la circunstancia de que la edición conocida de 1609 lleva el «previlegio» de 20 de octubre de 1602, concedido en Valladolid. La anticipación de la fecha tiene su importancia, incluso para la historia del teatro lopesco, porque, en el Arte nuevo, Lope dice haber compuesto, hasta aquel momento, 483 comedias (v. 369). Según Villarejo, sería, por tanto, razonable pensar en los últimos años del siglo XVI como los más fecundos del dramaturgo. Opinamos que esta propuesta necesita de una documentación más segura antes de ser aceptada, y confiamos en que nuevas investigaciones puedan resolver las dudas existentes. Para nuestro problema, la nueva fecha tendría un significado relevante, porque anticiparía en varios años el momento en que Lope demuestra tener plena conciencia de la novedad y validez literaria de su teatro.

 

336

J. SÁNCHEZ, Academias literarias del Siglo de Oro español, Madrid, 1961, fija el origen de la Academia de Madrid en 1607 (cfr. págs. 46-48), apoyándose en la suposición de que el Arte Nuevo, editado en 1609, fuera presentado poco antes a la Academia por Lope de Vega. Si se probara definitivamente que el Arte nuevo cuenta con una edición de 1602 (véase la nota anterior), no sería exacta la suposición de Sánchez. Lo cierto es que, carentes de documentación histórica, nada se puede afirmar acerca de la fundación y organización de la Academia de Madrid.

 

337

M. CERVANTES SAAVEDRA, Prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses, Madrid, 1615 (vid. Obras completas, edic. A. Valbuena Prat, Madrid, 1952, 180).

 

338

No se puede pensar que el orden de los preceptos, tal como aparece en el Arte nuevo, haya sido rigurosamente planeado por Lope. Ha observado certeramente C. SAMONÀ, «Su un passo dell’Arte nuevo di Lope», en Studi di Lingua e Letteratura spagnola, Torino, 1965, 135-146, que la ordenación de los preceptos es obra de los críticos de hoy; por ejemplo, de G. SINICROPI, L’Arte nuevo e la prassi drammatica di Lope de Vega, en «Quaderni Ibero-Americani», Torino, 1925, s. a. (1961), 13-26.

Añadiremos que se ha intentado también ordenar los preceptos del Arte Nuevo sobre la base de un aristotelismo que Lope habría seguido sustancialmente, aunque negándolo aparentemente (I. P. ROTHBERG, Lope de Vega and the Aristotelian Elements of Comedy, en «Bulletin of the Comediantes», Chapel Hill, XIV, 1963, 1-3), y que los puntos de contacto entre Lope y el aristotelismo de su tiempo han sido expuestos en otra obra recientemente, aunque farragosa y no siempre coherente: L. PÉREZ y F. SÁNCHEZ ESCRIBANO, Afirmaciones de Lope de Vega sobre preceptiva dramática, Madrid, C. S. I. C., 1961. Importa señalar que el Arte Nuevo ha de ser leído en sí mismo, no olvidando que es sustancialmente una epístola literaria, por medio de la cual, con tono preferentemente humorístico, ataca Lope a los adversarios y defiende sus propias opiniones. Sería absurdo exigirle la coherencia propia de un tratado de poética, como resultaría inoportuno sacar como conclusión que Lope negaba la posibilidad de un tratamiento teórico de los problemas de la poesía teatral, basándose en el tono empírico, simplificador, voluntariamente asumido por él, con el que afronta a veces los problemas del Arte Nuevo.

 

339

Vid. F. LÁZARO CARRETER, El «Arte Nuevo» (vs. 64-73) y el término entremés, en «Anuario de Letras», Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, México, V, 1965, 77-92, especialmente 88 y 90.

 

340

Ibíd., 91.