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11

Montalbán recordó este tópico en alguna de sus novelas, como en La mayor confusión y en Los primos amantes, al igual que también hizo Lope en sus Novelas a Marcia Leonarda (véase F. Rico en su edición, pp. 12-13).

 

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El recuerdo de la dedicatoria de Lope a Montalbán de La Francesilla (Parte XLIII, publicada en 1620, con aprobación del 18 de septiembre de 1619) en La mayor confusión creo que es la lógica correspondencia del discípulo a su maestro.

 

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A don Juan del Castillo lo cita Antonio Hurtado de Mendoza, también secretario del rey, en el poema «En un convite que hizo a los secretarios del Conde Duque de Olivares» (Obras poéticas de don Antonio Hurtado de Mendoza, edición de R. Benítez Claros, Madrid, 1947-1948, I, pp. 241-244).

 

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Fray Plácido es el único destinatario de una novela de los Sucesos del estamento eclesiástico (descontando al propio Lope) y a él va dedicada la única novela con un desenlace de desengaño y conversión religiosos. En la Epístola 2.ª de la Circe Lope trata especialmente de sus fracasadas pretensiones de ocupar el puesto de cronista que había dejado vacante Pedro de Valencia (cito por VEGA, Lope de, Obras poéticas, edición de J. M. Blecua, Barcelona, Planeta, 1983, pp. 1200 y siguientes; véase respecto a esta plaza de cronista: RENNERT y CASTRO, Vida, pp. 251-252 y BERSHAS, H. N., «Lope de Vega and the Post of Royal Chronicler», Historical Review, (1963), pp. 109-117, especialmente, pp. 112 y siguientes).

 

15

Véase VEGA, Lope de, Servir a señor discreto, publicada en la Parte XI en 1618, (edición de F. Weber de Kurlat, Madrid, Castalia, 1975, versos 1912-1915). El propio Lope utilizará idéntica expresión y con la misma justificación en su Epistolario: «que el mayor delito mío no excedió jamás de las palabras de aquel escudero que decía que era consuelo grande servir a señor discreto, porque, ya que no pagase, conociese lo que le debía» (Carta al Duque de Sessa de 8 de enero de 1628.); VEGA, Lope de, Epistolario, edición de A. González de Amezúa, Madrid, Real Academia Española, 1935-1943, vol. IV, p. 103).

 

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PROFETI, M. G., op. cit., p. 149, nota 3, ya apuntó la posibilidad de identificar a Alarcón en la dedicatoria de Montalbán. Para la relación entre Lope y Alarcón, véase KING, W. F., Juan de Alarcón, letrado y dramaturgo. Su mundo mexicano y español, México D.F., El Colegio de México, 1989, pp. 179-189, p. 183; RENNERT-CASTRO, Vida, pp. 246-247 y 289-291; RUIZ DE ALARCÓN, La verdad sospechosa. Las paredes oyen, edición de A. Reyes, Madrid, Espasa-Calpe, 1923, pp. XXIV-XXVII. Pese a que W. F. King traza una relación más o menos amistosa entre Montalbán y Alarcón («era amigo suyo», p. 187), en particular cuando ambos coincidieron en el enfrentamiento contra «Pata coja» en los años 30, no hay que olvidar que en el contexto de 1623 tampoco dejó de sumarse a las sátiras surgidas con motivo del Elogio descriptivo (véase BAE, XX, Comedias de J. Ruiz de Alarcón, p. XXIII). Lope alude al Elogio en dos Epístolas de la Circe, la 5.ª (versos 289-290 y 298-299, y la 6.ª (versos 25-30).

 

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Para la dedicatoria de la comedia, véanse RENNERT-CASTRO (Vida, p. 266, nota 25) y OROZCO, E. (Lope y Góngora frente a frente, Madrid, Gredos, 1973, pp. 347-348). En ella le recuerda la «estupenda mudanza» que se había producido en el Parnaso desde su partida hacia el Virreinato del Perú, que ocupó desde el 18 de diciembre de 1615 hasta el 31 de diciembre de 1622, (acerca de la obra poética del Príncipe de Esquilache puede verse: BLECUA, J. M., «El príncipe de Esquilache, amigo de los Argensola», en Perfiles del Barroco, edición de A. Egido, Zaragoza, Ibercaja, 1990, pp. 41-66). El texto más serio y meditado de Lope sobre la nueva poesía es la «Respuesta al papel que escribió un señor destos reinos en razón de la nueva poesía» publicada en La Filomena en 1621, aunque redactada con anterioridad (según E. Orozco tal vez de 1617, Lope, p. 295), origen de su polémica con el historiador D. de Colmenares, a la que volvemos más abajo. Para esta polémica hemos manejado el impreso de la Biblioteca Nacional de Madrid R-24123, número 1, donde se incluyen los dos textos de Lope tomados de La Filomena y La Circe y las contestaciones de Colmenares, fechadas el 13 de noviembre de 1621 y el 23 de abril de 1624. Aunque para la respuesta de Lope en La Circe no tenemos una fecha concreta de redacción, habría que señalar que en ella se menciona al Príncipe de Esquilache como «Virrey agora del Perú», lo que implica que debió de redactarse antes de que Esquilache cesase en este cargo el 31 de diciembre de 1622.

 

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En 1623 Lope dedicó a Góngora su comedia Amor secreto hasta celos de la Parte XIX (pero véase OROZCO, E., Lope, p. 288); en La Circe, al final de la égloga 7.ª citada en la nota anterior, aparecen sendos sonetos elogiosos al Príncipe y a Góngora (pp. 1276-1277); en la misma Circe los había unido antes en una espinela («Borja y Góngora, dos Febos», p. 1189). En los preliminares del Orfeo en lengua castellana, Lope en su carta a Montalbán pretende diferenciar el ingenio de Góngora de sus imitadores («me desagradaba sumamente la imitación de su primero inventor, cuyo milagroso ingenio siempre he respetado»), y en los versos insiste en la singularidad de Góngora («un Fenis hubo solo, / y así, no más de un Góngora, un Apolo») y en el magisterio poético de Esquilache («Y si atajar quisieres el camino, / sigue de Borja el resplandor divino»); más adelante, en el pequeño «Laurel de Apolo» del Canto IV, el primer poeta elogiado es Esquilache (en dos octavas, folio 35r.), seguido de Góngora (folio 35r.) y Lope (folio 35v.). Por todo esto, nos parece dudoso que las últimas palabras de la citada Epístola 7.ª de La Circe, donde se habla de un «poeta insigne que escribiendo en sus fuerzas naturales y lengua propia, nacida en ciudad que por las leyes de la patria es juez árbitro, entre las porfías de la propiedad de las dicciones y vocablos, fue leído con general aplauso, y después que se pasó al culteranismo, lo perdió todo», se referían a Góngora (que es la interpretación comúnmente aceptada, por ejemplo por OROZCO, E., Lope, pp. 354 y 363). ¿Qué ciudad es juez en las disputas sobre la propiedad de los vocablos? ¿Toledo? ¿Córdoba? ¿No será Sevilla y ese poeta, tan inmerso en las porfías de la propiedad de las dicciones, Jáuregui?

 

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Que Colmenares quiso hacer ostentación de su polémica con Lope parece mostrarlo la impresión de las cuatro cartas que con toda probabilidad realizó el segoviano (véase SMITH, C., «Dos raros libros gongorinos en la Biblioteca Universitaria de Cambridge», Clavileño, XXXIV (1955), pp. 20-27 y BERGMANN, E., «Lope and the "Nueva Poesía" Once More: The Colmenares Letters», BHS, LXII (1985), pp. 143-157, quien analiza los cambios realizados por Colmenares en su texto para la impresión). Por lo que respecta a la invitación de Lope a su émulo para que se ponga en práctica su pericia antes de censurar a los demás, que el Fénix realizó en otros casos (por ejemplo en su Epístola 6.ª a D. Lorenzo Vander Hamen, versos 58 y siguientes), Colmenares contestó, recordándole el ejemplo de Aristóteles, que «Quiere vm. que yo muestre con obras lo que con palabras: y constando el Poeta igualmente [...] del impulso de la naturaleza y erudición del arte, puede aquélla faltar, y ésta se muestra razonando los preceptos» (folio 17v.).

 

20

Colmenares, para elogiar a Góngora, había censurado a los llanos en general en su primera respuesta, al recordar a ciertos poetas de la Antigüedad que «si viuieran en este siglo, o no escriuieran o realçaran el estilo, por no verse, si no desestimados, igualados con un mismo nombre con los çiegos coplistas de consonantes a borbollones». En su segunda respuesta a Lope, Colmenares sí elogia a algunos ingenios contemporáneos además de Góngora y de Garcilaso, Mendoza y Herrera, como Paravicino, los Argensola, López de Zárate y Quevedo (folio 19v.); llama la atención la omisión de Esquilache y del propio Lope, por quien manifiesta una rendida admiración, pero como dramaturgo.