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Acto segundo

               
                                                         
 

Salón regio, con un sólo sillón para el REY.

 
 

Escena I

 

DON ÁLVARO. HARO. PLASENCIA.

 
ÁLVARO Ved, condes, de qué manera
he de salir de palacio.
PLASENCIA A estar, Luna, más despacio,
vive Dios que os lo dijera.
HARO Callad, señores, callad; 5
vuestra lengua se propasa,
y estáis del rey en la casa:
ésa es mucha libertad.
ÁLVARO Donde me buscan, el de Haro,
sin ver el sitio en que estoy 10
allí la respuesta doy.
HARO Eso ya raya en descaro.
PLASENCIA Condestable, la insolencia
era buena para ayer,
hoy no, que vuestro poder 15
va ya mucho en decadencia.
ÁLVARO Pensad bien lo que intentéis,
no se vuelva en vuestro daño
ahora también como antaño
el lazo que me tendéis. 20
PLASENCIA Jamás traidores seremos,
orgulloso condestable;
vuestro yugo abominable
sólo quebrantar queremos.
�Os parece buena ley 25
que os ciñáis vos la corona, [25]
tirano de la persona
y los estados del rey?
�Os parece bien, por Dios,
que inclinada la cabeza 30
tenga siempre la nobleza
donde estuviéredes vos?
�Y que sus tierras y feudos
por saciar un vil enojo,
pasen así por antojo 35
a poder de vuestros deudos?
Ya no más: harta mancilla
sobre nuestra frente vimos,
harto tiempo esclavos fuimos
los señores de Castilla. 40
HARO Tiene sobrada razón
ahora el conde de Plasencia:
harto tiempo con paciencia
sufrimos tanto baldón.
ÁLVARO �Con paciencia...! Por mi vida 45
que os engañasteis los dos.
PLASENCIA El que se engaña sois vos.
ÁLVARO Calle esa lengua atrevida.
 
(Sacando la espada.)
 
�Por Santiago...! Ya es vileza
tamaña ofensa sufrir: 50
mi espada os sabrá decir
quién debe mandar.
 
 

Escena II

 

Dichos. El REY.

 
 
CAMARERO (Anunciando y vase; DON ÁLVARO envaina la espada cuando empieza a hablar el REY.)
                                Su alteza.
REY �Viéndolo estoy y aún lo dudo!
Atrevido condestable,
�qué hacéis aquí, miserable, 55
con el acero desnudo?
ÁLVARO Vasallo fiel defendiendo [26]
estaba al rey mi señor
contra el acento traidor
de alguno que aquí estáis viendo. 60
Si hay para la lealtad
ley que marque alguna pena,
ésa, señor, me condena,
y no otra alguna.
REY                              Callad,
y dad las gracias al cielo 65
ya que para vuestra mengua
no os mando cortar la lengua:
galardón que vuestro celo
sólo merece...
ÁLVARO                       Señor...
si vos lo ordenáis así... 70
REY Basta ya: marchad de aquí.
PLASENCIA No, primero por favor
déme su alteza licencia
para que pueda mi labio...
REY �Queréis vengar vuestro agravio? 75
Hablad, conde de Plasencia. (Se sienta.)
PLASENCIA Juro a fe de castellano
que el condestable ha mentido
por defenderse atrevido
de su proceder villano. 80
Que no son traidores, rey,
no, los grandes de Castilla,
sino el hombre que mancilla
a un tiempo el trono y la ley.
No es traidor el que defiende, 85
señor, vuestra libertad,
el que mira por la paz
cuando la guerra se enciende:
el que con su gente acude
a sostener la corona 90
cuando el poder que la abona
ha menester quien le ayude.
No es traidor, don Juan, no lo es,
el que vuestro bien procura,
el que su adhesión os jura 95 [27]
rendido aquí a vuestros pies.
 
(Arrodillándose y volviéndose a levantar.)
 
REY Alzad, conde de Plasencia:
me es grato vuestro homenaje.
PLASENCIA Las gentes, señor, que traje
están a vuestra obediencia. 100
REY Gracias, conde: vos podéis
marcharos, Luna, de aquí.
ÁLVARO Antes de tratarme así
os ruego que me escuchéis.
Recordad, don Juan Segundo, 105
quien en vuestros tiernos años
os mostraba los engaños
y las perfidias del mundo.
Recordad quién fue el primero
que halagó vuestra existencia 110
en la edad de la inocencia
con su cariño sincero.
Recordad quien ensayó
vuestras fuerzas cuando niño,
y el primero que el armiño, 115
de los reyes os vistió;
quién distrajo vuestras penas
con agradables canciones
al pie de los torreones,
y en las góticas almenas. 120
Recordad quién dirigió,
en las vegas de Granada,
vuestra hueste entusiasmada
que al musulmán derrotó.
Cuando la altiva grandeza 125
alzando rebelde grey,
osó de su mismo rey
amenazar la cabeza,
entonces, rey, recordad
quién fue el vasallo primero 130
que esgrimió por vos su acero
y os volvió la libertad.
Ved quién alza en vuestra tierra
los bandos y las facciones; [28]
quién enciende las pasiones 135
y las incita a la guerra.
Y en fin, mirad que la envidia
y la sed de la ambición,
con máscara de adhesión
quieren cubrir su perfidia. 140
El velo infame rasgad
que oculta tantos engaños,
si evitar queréis más daños:
harto os digo, perdonad.

(Vase: el REY queda sumergido en profunda meditación.)

 
 

Escena III

 

El REY. HARO. PLASENCIA. Después un CAMARERO.

 
PLASENCIA �Atrevimiento notable! 145
Mucho ha sido el desenfado.
HARO Sí, pero el rey ha escuchado
con placer al condestable:
mirad, en éxtasi está
repasando lo que ha oído. 150
PLASENCIA Pues yo le juro al valido
que esta vez no le valdrá.
CAMARERO Venía pide para hablar
con su alteza un caballero
que ha estado allá prisionero 155
en Navarra.
REY                      Puede entrar.
 

(Saliendo de su distracción: vase el CAMARERO: momento de silencio.)

 
 

Escena IV

 

Los precedentes. VIVERO.

 
VIVERO Salud a vuestra alteza y largos años;
dejad, señor, que humilde vuestras plantas
llegue a besar...
REY                        �Alfonso de Vivero! [29]
VIVERO Mis hierros quebrantar logré en Navarra, 160
y vuelto a mis banderas, vuestro hijo
con pliegos para vos aquí me manda.
REY Levantaos, Alfonso, y en buen hora
piséis el pavimento de mi alcázar.
VIVERO Estos los pliegos son.
 
(Dándole unos papeles cerrados.)
 
REY (Ojeándolos.)         Cosas de guerra. 165
Oíd, condes, oíd, ved si os agradan
los proyectos de mi hijo don Enrique.
(Leyendo.) �Marchar pienso, señor, sobre Tafalla,
pues de librar al príncipe don Carlos
el conde de Lerin me da esperanzas: 170
para gloria y orgullo de Castilla
tiembla nuestro poder el de Navarra,
y treguas pide, que, si a vos os place,
licencia me daréis para negarlas.�
No hay que dudar: después me recomienda 175
vuestros grandes servicios en campaña,
que son dignos por cierto de mi aprecio.
VIVERO Hice, señor, lo que el deber mandaba.
REY Daros el galardón me corresponde:
�teneisme que pedir alguna gracia? 180
VIVERO Ninguna más, señor, que vuesa alteza
me dé a besar su mano:
 
(El REY se la alarga: VIVERO se arrodilla para besársela.)
 
                                    esto me basta,
y excede a mi ambición...
REY                                        Alzad del suelo,
mi contador mayor.
VIVERO                                 Mercedes tantas...
REY No son todas aún; otra os reservo 185
que ha de seros, yo pienso, muy más grata.
�Hola!
 

(Llamando: sale el CAMARERO.)

 
CAMARERO              Señor.
REY                           Decid a Juan de Luna
que al punto se presente en esta cámara.
 

(Vase el CAMARERO.)

 
Aguardad aquí, condes: vuelvo luego.
Y tú, mi contador, también aguarda. 190 [30]
 
 

Escena V

 

Dichos, menos el REY.

 
VIVERO (�Mandar venir a Luna..! Estoy confuso:
acaso pudo ver que las espadas
en el jardín sacamos.) (Aparte.)
HARO                                     En buen hora
recibáis las bondades del monarca.
PLASENSICA Yo con gusto también os felicito, 195
mi amigo el contador.
VIVERO                                     Yo os doy las gracias.
PLASENCIA �Sabéis si hablaba el príncipe en sus pliegos
algo del condestable?
VIVERO                                  No sé nada;
mas presumo que sí, porque pretende
derribarle del puesto en que se halla. 200
PLASENCIA �De qué bando sois vos?
VIVERO                                          �Yo? De ninguno.
PLASENCIA De alguno de los dos justa es la causa.
VIVERO De gratitud me ligan fuertes vínculos
al señor condestable: allá en Navarra
también quedé obligado con el príncipe: 205
ser imparcial me toca.
PLASENCIA                                    Eso no basta;
a su lado o al nuestro: el reino todo
de sufrir a don Álvaro se cansa.
VIVERO Yo sólo sirvo al rey.
PLASENCIA                                 El rey hoy mismo
ha resuelto dar fin a su privanza, 210
y en breve de Castilla desterrado
irá con su ambición a otras comarcas.
HARO Es temible su orgullo, tiene gente,
y es fácil que nos cueste una batalla
su caída.
PLASENCIA                  No tal; esos temores 215
sólo a espíritus débiles asaltan.
�Olvidasteis tan pronto que a mi orden [31]
tengo hoy en Burgos cuatrocientas lanzas?
HARO Silencio: Juan de Luna hacia aquí viene.
 
 

Escena VI

 

Los precedentes. DON JUAN DE LUNA.

 
JUAN A Dios, condes.
HARO y  PLASENCIA                               A Dios.
JUAN                                               �No me llamaba 220
el rey a este lugar?
PLASENCIA                              Sí; vuelve al punto.
JUAN �De mandarme venir cuál es la causa
sabéis acaso, condes?
PLASENCIA                                    La ignoramos:
él viene aquí a decirlo.
CAMARERO                                        Plaza, plaza.
 
 

Escena VII

 

Dichos. El REY. DOÑA JIMENA. LAURA. RIVADENEIRA. RICOS-HOMBRES. PAJES.

 
JUAN (�Jimena con el rey... y aquí Vivero! 225
Crece en mi pecho de vengarme el ansia.) (Aparte.)
REY Venid, la dama hermosa; hoy mismo quiero
daros a demostrar cuánto me es grata
vuestra ventura: el corazón me anuncia
que acierto he de tener para colmarla. 230
Como un valiente pereció a mi lado
de Olmedo vuestro padre en la batalla,
fue vuestro nombre su postrer suspiro,
y os dejó a mi cuidado encomendada.
Perdonad si os recuerdo cosas tristes, 235
pues es indispensable recordarlas.
Yo os traje a mi palacio, y en el punto
os presenté a la reina, que su dama
complacida os nombró; fueron creciendo
al par que vuestros años, vuestras gracias, 240
y numerosa corte os cercó en breve [32]
de mil adoradores entusiastas.
Uno entre los demás conseguir pudo
fijar vuestra atención, mas yo a Navarra
al punto le mandé: �queréis que os diga, 245
si de aquí le alejé, cuál fue la causa?
Quise, Jimena, que de vos se hiciera
digno por los esfuerzos de su espada;
quise lograr que así como de hija
un valiente guerrero el nombre os daba, 250
otro valiente vuestro esposo fuera:
sólo por eso le mandé a campaña.
JIMENA Recibid, justo rey, hoy de mi pecho
la gratitud sincera que os consagra,
ya que huérfana triste de otro modo 255
no pueda compensar mercedes tantas.
REY Así, Jimena, os quiero; vos, Alfonso,
llegaos hasta aquí...
VIVERO                               �Siento en el alma
el más vivo placer..! �Oh rey magnánimo!
deja que bese el polvo de tus plantas. 260
 
(Arrojándose a los pies del REY.)
 
ÁLVARO Sed felices esposos: Juan de Luna,
el próximo domingo, que es la Pascua
de la Resurrección, vos en mi nombre
habréis de conducirlos hasta el ara:
quiero arreglar así las diferencias 265
que entre los dos existen.
JUAN                                         Dicha tanta
me llena de placer...
 

(Durante esta escena habrá estado hablando algunas veces con RIVADENEIRA misteriosamente.)

 
REY                               Así lo creo.
JUAN (�Mañana viernes santo! A mi venganza
le sobra tiempo aún.) (Aparte.)
VIVERO                                    Jimena, hoy vemos
cumplida ya por fin nuestra esperanza. 270
JIMENA Sí, Alfonso; oyome Dios.
REY                                              Vamos ahora
a dar cuenta a la reina, que en su estancia
nos espera tal vez: vosotros, condes, [33]
los testigos seréis; venid.
 

(Van saliendo por su orden: al hacerlo RIVADENEIRA le detiene DON JUAN, que habrá permanecido en la escena.)

 
JUAN                                                   Aguarda.
 
 

Escena VIII

 

DON JUAN. RIVADENEIRA.

 
JUAN Ven, Fernando, que mi pecho 275
necesita desahogarse.
�Has visto más desgraciado
hombre que yo...? �No escuchaste
que el rey quiere que en su nombre
sea padrino en el enlace 280
de la orgullosa Jimena
con mi rival detestable?
�Cuál se alegrarán los pérfidos!
De furor mi pecho arde:
�cómo destroza mi mente 285
el recuerdo de mi ultraje!
RIVADENEIRA Fue, señor, temeridad
acudir en aquel lance
a la fuerza.
JUAN                     �Quién creyera
que en momentos semejantes 290
estuviera en el jardín
oyéndome el miserable?
Bien lejos yo le creía,
Fernando, de aquel paraje.
RIVADENEIRA �Pero ello es en fin, señor, 295
que hubisteis de acuchillarle?
JUAN Sí, Fernando; ciego yo
de furor y de coraje,
allí mismo de la espada
tiré resuelto a vengarme, 300
y aunque Alfonso estaba armado,
vertido hubiera su sangre
a no evitarlo Jimena:
dio a gritar, y en el instante [34]
acudió su camarera, 305
y nos recordó el paraje
en que estábamos; nos dijo
que el rey con algunos grandes
se acercaba, y era cierto:
así me fue indispensable 310
disimular por entonces
mi furor...
RIVADENEIRA                   Lástima grande
fue hallaros en aquel sitio:
�pero en fin no os aplazasteis
para en momento oportuno 315
proseguir vuestro combate?
JUAN No, Fernando; y ahora encuentro
motivos para alegrarme,
pues a tomar con la espada
venganza de aquel ultraje, 320
mi afrenta se hubiera hecho
más pública, y el desaire
se hubiera entonces doblado:
y no debiera extrañarte
mi comportamiento a ti 325
que sabes, mejor que nadie,
que es el tema favorito
de que yo siempre hago alarde:
paciencia, y mala intención.
�Piensas tú que ha de quedarse 330
impune la ofensa hecha
por un rival miserable
al orgulloso don Juan,
sobrino del condestable,
señor de muchos castillos, 335
y de villas y lugares?
Si lo has creído, Fernando,
vive Dios que te engañaste:
porque está ya bien probado
que el que desea vengarse, 340
si quiere que no le salgan
fallidos nunca sus planes
debe con pies de tortuga [35]
dar los pasos; bien lo sabes.
RIVADENEIRA Me convencéis; y además, 345
fuera mengua que en la sangre
del traidor Pérez Vivero
vuestro acero se manchase.
Una intriga cortesana
más airoso de este lance 350
pudiera sacaros: ahora
ocasiones favorables
mejor que nunca tenéis.
JUAN Bien lo sé: tú adivinaste
mi pensamiento: se encuentran 355
cabalmente en este instante
los negocios de mi tío
don Álvaro, el condestable,
mejor que jamás pudieran
para servir a mis planes; 360
pues aunque en verdad menguando
va su poder, aún bastante
tiene para no sufrir
que quiera menoscabársele
Alfonso, que fue su hechura, 365
en la más mínima parte.
Mas para llevar a cabo
cualquier cosa que intentase,
he menester el apoyo
de algún otro, que ayudarme 370
quisiera...
RIVADENEIRA                     Señor, me acuerdo
de mi infancia y de mis padres;
me acuerdo que nací pobre
y de plebeyo linaje;
que no pude prometerme 375
pisar jamás los umbrales
de palacio; pero vos
vuestra mano me alargasteis,
y a pesar de estar tan bajo
pude hasta vos elevarme. 380
JUAN �Y para qué esos recuerdos
a la memoria me traes? [36]
RIVADENEIRA Para deciros con ellos
que jamás podré olvidarme
de los favores que os debo; 385
para haceros ver que sabe
ser Fernando agradecido,
como ahora mismo si os place
puede probároslo.
JUAN                             Admito
con placer el homenaje 390
que tu gratitud me rinde:
sí, Fernando, confiarme
quiero en un todo de ti.
RIVADENEIRA Pues bien, señor, escuchadme
ahora aquí mismo podemos, 395
sin que nos perturbe nadie,
examinar bien los medios
y forjar todos los planes
para el logro de una idea
que me ocurre en este instante: 400
me habéis dicho que don Álvaro
tiene poder aún bastante
para sentir que cualquiera
pretenda de él despojarle.
�Conocéis al confesor 405
de doña Jimena...?
JUAN                                �Un fraile
dominico?
RIVADENEIRA                Sí; en palacio
sé que se halla en este instante.
JUAN �Y eso qué importa?
RIVADENEIRA                                 �Qué importa?
mucho, si queréis fiarme 410
el plan de vuestra venganza.
JUAN �Y qué ha de hacer el buen padre
para...
RIVADENEIRA              Puede hacerlo todo,
si metiéndole en el lance
se le ofrece un buen partido, 415
y ofrecer ya veis que es fácil.
�No es mañana viernes santo? [37]
JUAN Sí.
RIVADENEIRA         �Y no sabéis que el rey sale
a visitar las iglesias?
JUAN Es su costumbre: adelante. 420
RIVADENEIRA �Irá a la iglesia mayor?
JUAN De seguro.
RIVADENEIRA                  Pues el padre
de quien íbamos hablando,
no quisiera equivocarme,
predica mañana en ella. 425
JUAN Explícate mas...
RIVADENEIRA                         Dejadme,
que presto lo sabréis todo:
ahora vamos a otra parte.
�Deseáis vos que la Corte
deje el señor condestable? 430
JUAN Sí, Fernando; y de tal modo,
que a ello quisiera obligarle
por cualquier medio; pues veo
que un sin número de males
amenazan su cabeza, 435
y no han de poder librarle
ni la astucia ni el valor
en esta ocasión como antes.
Por más que así se lo digo
son mis consejos en balde; 440
y es lo más malo del caso
que en su ruina a sus parciales
ha de envolver de seguro.
RIVADENEIRA Pues si queréis que se salve
huyendo con tiempo, puede 445
conseguirlo el mismo padre.
JUAN El tal hombre es un antídoto,
que cura todos los males.
Vive Dios que me confundes:
vas a decirme qué enlace 450
tiene esto con lo primero.
RIVADENEIRA Las dos cosas puede el fraile
hacer a la vez...
JUAN                           No entiendo. [38]
RIVADENEIRA Y además el condestable
os vengará por sí propio 455
sin saberlo...
JUAN                      �Tú burlarte
piensas acaso...? �Por Cristo!
(Echando mano a la espada.)
RIVADENEIRA �Don Juan, yo con vos burlarme!
no me conocéis; se trata
de vengaros: ha un instante 460
que me disteis para ello
todas vuestras facultades;
yo con mi cuello os respondo
que está en manos de ese fraile
hacer todo cuanto he dicho. 465
Aquí un momento esperadme;
voy por él, y estando juntos
aquí los tres será fácil
a vos, señor, entenderme,
y a mí, don Juan, explicarme. 470
Pero es preciso el sigilo:
sobre todo, el condestable
es el que más nos conviene
que esté del caso ignorante.
JUAN Cada vez te entiendo menos: 475
�no dices que ha de obligarle
el fraile a dejar la Corte?
RIVADENEIRA Sí, le obligará a marcharse,
y os juro que ha de alcanzarlo
sin necesidad de hablarle. 480
JUAN Me llenas de confusiones:
vete pues...
RIVADENEIRA                     Vuelvo al instante.
(�La sima que ha de tragaros,
imbécil, tú mismo la abres!) (Aparte.)
 
 

Escena IX

 

DON JUAN: permanece en silencio algunos instantes.

 
JUAN �Cómo en mi mente bullir 485
siento, pérfida Jimena, [39]
ese recuerdo que llena
de amarguras mi existir.
Imposible es resistir,
sin que estalle, este tormento 490
que dentro del alma siento:
pero �ah! Tengo la esperanza
del placer de la venganza,
y ya se acerca el momento.
En hora menguada aquí 495
trajo a Vivero tu suerte
para perderse y perderte:
en hora menguada, sí.
�Oh! �Me ciega el frenesí
recordando su desdén...! 500
�Siento abrasarse mi sien...!
(Mirando con inquietud por el fondo.)
Mas ya se acercan los dos...
 
 

Escena X

 

DON JUAN. RIVADENEIRA. El RELIGIOSO.

 
RELIGIOSO El señor sea con vos
por siempre jamás...
JUAN                                    Amén.
RIVADENEIRA Mi comisión he cumplido; 505
ya tenemos aquí al padre.
JUAN Como tu intento nos cuadre
del paso habemos salido.
RIVADENEIRA (Escuchando como con temor.)
Parece que se oye ruido...
�No sentís vos?
JUAN                           Sí, es verdad. 510
RELIGIOSO Venid; con más libertad
en otra parte estaremos:
en mi convento podemos
hablar seguros...
JUAN                             Guiad.
 

(Vanse los tres por el foro misteriosamente.)

 

FIN DEL ACTO SEGUNDO

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