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ArribaAbajoCanto XIV

¡Tierra!


RESUMEN

El 11 de octubre encontraron un palo, una caña, un bastón labrado ingeniosamente, un junco recién cortado y una hierba recientemente arrancada. -La Ignorancia, la Envidia y la Idolatría cercan al sol. -Discurso de la Idolatría. -Huida del sol. -Efectos de la Envidia. -Al anochecer cantan el Salve Regina, promesa de Colón. -La Esperanza electriza la atmósfera. -A las diez se ve una luz que se mueve. -Expectación general. -A las dos de la mañana dispara la Pinta un cañonazo. -Sonrisa de esperanza. -¡Tierra! -Colón manda aferrar. -Arrepentimiento de los insurrectos. -Invocación de Colón a las virtudes teologales. -Pensamientos de Colón.




    ¡Bien por Colón! Si más le atormentaron,
desde que octubre por su mal corría,
mil señales de tierra le alegraron
en la mañana del onceno día.
-Un palo y una caña aquí alcanzaron.  5
-Allí un bastón labrado ve un vigía.
-Parece que ya tierra a ver se alcanza...
¡Cuánta prueba, es decir, cuánta esperanza!

   -¡Un junco!... es tan reciente, que ver creo
el brillo de la hoz que lo ha segado.  10
-¡Cuán nueva es esa hierba!... casi veo
la mano del pastor que la ha arrancado.
-¿Veis tierra? -Aun no! es la sombra del deseo.
-¡No rompáis el bauprés; id con cuidado!
Ved que el junco y la hierba es cosa nueva...  15
Ésa no es esperanza, ésa ya es prueba.

   ¡Cerca la tierra está! Sí, ya se siente
aire gentil como de olor de flores.
¡Cerca está, cerca está! porque impaciente
la IDOLATRÍA agota sus furores.  20
¡Sí, cerca está! porque también clemente
dobla el bando del cielo sus furores!
El principio del fin éste es por tanto:
¡a vencer, o a morir!... ¡piedad, Dios santo!

   Iban, la IDOLATRÍA concitando  25
cuanta torpe pasión su culto encierra;
la IGNORANCIA, del mar la ira agitando;
a las almas la ENVIDIA haciendo guerra.
Y en su inútil encono, no logrando
mover el mar ni conturbar la tierra,  30
en rápido tropel, tendiendo el vuelo,
suben la furia a desatar del cielo.

   Cercan al sol las tres. Con arrogancia
parar su curso la IGNORANCIA ansía.
Le habla la IDOLATRÍA con jactancia.  35
Puesta detrás la ENVIDIA enturbia el día.
Y cuando al sol detuvo la IGNORANCIA,
«Si tu trono -gritó la IDOLATRÍA-
no arrastras al antípoda hemisferio,
¡dios de los Incas! se acabó tu imperio.  40

   »¡Ciega esas naves! Si la cruz cristiana
toca esas playas a tu fe rendidas,
no verá más la tierra americana
las víctimas sin fin a ti ofrecidas.
¡O los dejas hoy ciegos, o mañana  45
no tendrán para ti, desconocidas,
ni la tierra montañas, ni el mar ondas,
donde tu faz avergonzado escondas!

   »Niega a Colón tu luz. Justo es que ampares
la tierra en que tu culto persevera;  50
el último tal vez de tus altares,
y la defensa de mi fe postrera.
¡Salva, salva, abismándote en los mares,
tu último altar y mi postrer trinchera!
Si en redoblar tu curso no te ahíncas,  55
tu imperio se acabó, ¡dios de los Incas!»
—525→

   La oyó el sol, y temió; y en su venganza
reabsorbe en sí la luz, cegando el suelo,
y huye tan raudo, que a seguir no alcanza
el ojo de las águilas su vuelo.  60
La IDOLATRÍA, que junto a él avanza,
aun le gritaba en el opuesto cielo:
-Si en redoblar tu curso no te ahíncas,
tu imperio se acabó, ¡dios de los Incas!-

   ¡Ira del cielo! Tras el mar de Atlante  65
sepulta el sol sus rayos moribundos...
¡Ni siquiera una luz deja expirante
en la ancha esfera de los anchos mundos!
En vano por ser dios, astro radiante,
buscas los senos de la mar profundos.  70
¡La gloria de Colón será completa!
¡Te acuestas dios, y te alzarás planeta!

   Parte el sol! (Dios vendrá!) parte, siguiendo
de la IGNORANCIA la ominosa huella.
La IDOLATRÍA en él sigue infundiendo  75
los sustos, odios y furores de ella.
La ENVIDIA en pos, lo negro ennegreciendo,
tan repugnantes hálitos resuella,
que esparce nubes cual la niebla frías,
y fétidas, y espesas, y sombrías.  80

   Eran y son de esencia tan impura
de la ENVIDIA los ímprobos resuellos,
que retiraron a su sombra oscura,
su brillo el mar, la luna sus destellos.
De horror también los astros de la altura  85
volvieron hacia allá los rostros bellos:
nada entre el vaho que a la envidia abisma
puede vivir más que la envidia misma.

   Cuando las sombras -¡qué piedad!- miraron
los marineros, con acento amante  90
una Salve a la Virgen entonaron,
clara luz del perdido navegante.
Y con pruebas que a todos admiraron,
prometió aquella noche el Almirante
realizar su fantástica quimera:  95
¡de tantos sueños realidad primera!

   En calma está la mar. -Sopla la brisa.
Es la noche más negra a cada instante.
Sólo un brillo en los aires se divisa
cual de un ángel la risa fulgurante.  100
Y era que la ESPERANZA con su risa
el aire enardecía tan amante,
que el mundo, electrizado, semejaba
que su faz con su espíritu alumbraba.

   Suenan las nueve. El mar sigue en bonanza.  105
Como a eso de las diez, Colón, inquieto,
brillar hacia Occidente, en lontananza,
miró un movible y luminoso objeto:
creyéndolo ilusión de su esperanza,
llamó a Pedro Gutiérrez en secreto,  110
para que viese si, como él, veía
clara la luz que a trechos se movía.

   Viendo la luz ante sus ojos obvia,
dio Gutiérrez la luz por luz probada;
mas en la duda que su mente agobia  115
fue la opinión de Sánchez consultada:
pero Rodrigo Sánchez de Segovia
prorrumpió para sí no viendo nada:
-Esas luces así son, según veo,
concreciones no más del buen deseo-.  120

   Las doce dan... ¡Qué noche tan sombría!
Dan la una... las dos... ¡no se oye un ruido!
Ni lengua allí ni corazón había
que una voz levantase ni un latido.
¡Silencio sepulcral, que precedía  125
al más grande rumor que el mundo ha oído,
pues a hundirse iban en su calma muda
más de mil lustros de ignorancia y duda!

   Tras mil lustros y más llegó el momento...
Sonó en esto en la Pinta un cañonazo  130
que el Himalaya estremeció en su asiento,
que hizo vibrar su cima al Chimborazo.
Tronó de firmamento en firmamento,
y se le oirá tronar de plazo en plazo,
¡hasta que, roto el eje en que se funda,  135
con pasmo universal el orbe se hunda!

   ¡TIERRA!... grita una voz. Todos perplejos
miran... ¡no es cierto!... el cielo está sombrío.
Sonríe la ESPERANZA... a sus reflejos
miran más... ¡tierra ven!... ¡no es desvarío!  140
¡Sí!... ¿qué es la sombra que se ve a lo lejos?...
Tierra será, tierra es tal vez, ¡Dios mío!
Pues aun tenaz en repetir se aferra
Rodrigo de Triana: -¡TIERRA! ¡TIERRA!-

   ¡Tierra! ¿Es posible que tan cuerdo fuera  145
de los locos el loco más extraño,
que por fin de otro mundo se apodera
que hace veinte años sigue año tras año?
¿Con que esa eterna y sin igual quimera
era verdad, gran Dios! Si no es engaño,  150
¡prestadme vuestro aliento peregrino,
Homero sin rival, Dante divino!
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   Dejad que cante al genio que ha eclipsado
de los héroes y sabios la memoria,
oprobio de los siglos que han pasado,  155
y de los siglos venideros gloria:
al que excediendo, por querer del hado,
cuantos prodigios hacinó la historia,
desea... y realizando devaneos,
cual los de Dios son mundos sus deseos!  160

   ¿Qué sentirá Colón cuando evocando
un mundo de entre el húmedo elemento,
sobre las alas de su fe flotando
ve sobre el mar petrificarse el viento?...
Sentirá lo que Dios, cuando engendrando  165
cuanto ha sido y será de un pensamiento,
su hechura al contemplar de encantos llena,
con sonrisa de amor vio que era buena.

   -¡Alto! ¡Aferrad! -¡La tierra está delante!
Dan las tres... ¡Cuánto tarda la mañana!  170
La chusma ayer frenética, arrogante,
tan sumisa se muestra como ufana:
grita aquí uno cual grita el Almirante:
remeda otro a Rodrigo de Triana:
los unos exclamando: -¡Aferra! ¡aferra!-  175
repitiendo los otros: -¡Tierra! ¡tierra!-

   Así ¡de hinojos! De Colón las manos
besan algunos a sus pies cayendo:
los que insultaron su dolor villanos,
villanos piden su perdón gimiendo.  180
-¡Alzad! ¿y quién no yerra? alzad, hermanos.
Generoso Colón les va diciendo:
¡Gracias al cielo! ¡Alzad! ¿Y quién no yerra?
¿Veis esa sombra bien?... ¡Ésa es la tierra!

   ¡Pasa otro instante!... ¡dos!... Todos el día  185
aguardan vueltos hacia el suelo hispano,
mientras, pidiendo luz, Colón decía,
descubierta la frente, alta la mano:
-¡Si hay gloria en este mundo, de la mía
permitidme ¡oh virtudes! que esté ufano!  190
¡Que alumbre el sol mi venturosa suerte,
y después, si queréis, venga la muerte!

   La FE la CARIDAD y la ESPERANZA
a esta humilde oración siguen la vía
del fugitivo sol que, porque avanza,  195
cegar el genio de Colón creía.
El grupo en busca de la luz se lanza,
y con el sol volviendo al otro día,
para ser de su disco conductoras
las tres virtudes suplen a las horas.  200

   Y otro instante pasó... y otro... En su gloria
piensa Colón, cruzando por cubierta,
y tanto tanto se engolfó en su historia,
que era su distracción locura cierta.
Hirviendo de recuerdos su memoria,  205
de sus sentidos la existencia muerta,
así decía, continuando internos,
de su alma los monólogos eternos:

   «¿Con que al fin, más feliz que mis mayores,
dejo del fiero mar la senda franca?...  210
¡De placer, olvidando sus dolores,
el corazón del pecho se me arranca!
¡Imbéciles! ¡Imbéciles doctores,
que hicieron de mí escarnio en Salamanca!...
(¡Oh, cuánto tarda el sol!) ¡Su gran talento  215
ha quedado, por Dios, con lucimiento!

   »¡Qué gozo va a sentir tan lisonjero
Beatriz Enríquez, mi secreta esposa!
¡A su feliz progenitor primero,
cuánto mi estirpe alabará orgullosa!  220
¿Y qué dirá del pobre aventurero,
al ver que su corona hace gloriosa,
aquella Reina para mí tan buena?
¿Y qué dirá fray Pérez de Marchena?

   »Santángel ¿qué dirá de mi jornada?  225
¿Y Toscanelli, de Florencia aurora?
¿Y Quintanilla?... Si de mí hoy se agrada,
de seguro en sabiéndolo me adora.
La Marquesa de Moya, la privada
de la reina Isabel, ¿qué dirá ahora?  230
¡Con qué gracia, bondad y cortesía
en la cámara real me entró aquel día!

   »Venecia, ¿qué dirá mi gloria viendo?
¿Y Génova, la ingrata patria mía,
y el falso Portugal, que dejé huyendo?...»  235
Y ya triste, ya alegre, iba y venía.
Y una vez, y otra vez, yendo y viniendo,
-¿Y ese sol que no viene? -repetía.
La postrer vez que a un loco asemejaba;
y la primera vez que loco estaba.  240

   «¿Y fray Pérez? -seguía-; no se aparta
su imagen fiel de la memoria mía:
¡el buen fraile! justo es que con él parta
cual mi dolor ayer, hoy mi alegría.
¿Cómo decía su postrera carta?  245
¿Cómo decía, a ver, como decía?»
-SI LA TIERRA NO HALLÁIS, LOCO PROFUNDO;
SI HALLÁIS LA TIERRA, REDENTOR DE UN MUNDO.



  —527→  

ArribaAbajoCanto XV

Muerte de Nuño


RESUMEN

Caída mortal de Nuño. -Conclusión de su historia. -Su muerte.




   De un vértigo de muerte poseído
cayó Nuño del árbol de mesana,
cuando rival de Dios favorecido,
-¡Tierra! -gritó Rodrigo de Triana.
Del alta punta con fragor caído  5
Nuño, dando a su mal muerte temprana,
pegado al puente, que con rabia oprime,
rota una sien desesperado gime.

   Oyen Rodrigo y Zaida de su pecho
el ¡ay! al gozo general mezclado,  10
y corriendo hacia él: -Nuño, ¿qué has hecho?
gritan los dos con fraternal cuidado.
Nuño, entre llanto que ocultó deshecho,
fue resuelto a decir: -¡Qué me he arrojado!-
Mas por no herir su pecho entristecido,  15
prorrumpió el infeliz: -¡Que me he caído!

   -Adiós, Zaida, -siguió-, dulce embeleso;
sabe por fin que tanto te quería,
que de tu amor me asesinó el exceso.
-¿Tu amor, hermano? -«Amor, hermana mía;  20
mas no se alarme tu virtud por eso,
porque el mío en tu espíritu vivía
como dicen que está con santa calma
en el seno de Dios mística el alma.

   »Viví a tu lado ardiendo en casto fuego,  25
en tu vida mi vida concentrada,
viéndote airada ahora, amable luego,
unas veces amante, otras amada.
Es el amor tan confiado y ciego
que, aunque de mí vivías olvidada,  30
iba siempre esperando el alma mía
que te acordases de quererme un día.

   »Solamente una vez quise enemigo
morir matando y acabar mis duelos;
pero al mataros, perdonad, Rodrigo,  35
impidieron mi error justos los cielos:
mas a lanzaros a morir conmigo
no me arrastraba el odio, eran los celos;
no he podido jamás, ni aun puedo ahora,
aborrecer lo que mi Zaida adora.  40

   »Dadme, Rodrigo, vuestra mano, -(y fría
tendió la mano, que estrechó Rodrigo);-
aun, si labráis de Zaida la alegría,
seré desde la tumba vuestro amigo:
su dicha haced, tras la desdicha mía,  45
o tremenda os dará lento castigo
la eterna, fiera y última mirada
que en vuestra alma ¿la veis? dejo clavada.

   »¡Zaida! la frente que en alzar me afano
encienda por piedad tu mano ardiente,  50
pues ya me hiela el pensamiento vano
cual losa del sepulcro de mi mente.
¡Zaida! me ahogo ya; mas no tu mano
separes cuidadosa de mi frente,
pues lo que en ansia atroz mi aliento embarga  55
es de mi propio corazón la carga.»
—528→

   Zaida, vuelto a Rodrigo el rostro hermoso,
-¡Si él muere, muero yo! -dijo llorando;
a lo que Nuño replicó animoso:
«Tú vive, y sé feliz; yo te lo mando.  60
También yo, si lo sois, seré dichoso,
mi suerte a vuestra suerte atemperando,
pues no querrán benéficos los cielos
que después de morir muera de celos.

   »¡Qué noche tan glacial!... ya heló el ambiente  65
la sangre de mi pecho en lo profundo.
¡Zaida! ¡sostenme, porque mi alma siente
que inmenso sobre mí se vuelca el mundo!...»
Dijo así; y Zaida lo besó en la frente,
la que inclinó por siempre el moribundo...  70
¡Oh de amor intensísimo embeleso!
Zaida, al besarle, ¡lo mató del beso!



  —529→  

ArribaCanto XVI

Juicio del mundo


RESUMEN

Prisión del sol. -Juicio del mundo. -El Asia. -La Europa. -El África. -La América. -Desembarque. -Sistema solar de Copérnico. -Conclusión.




   Hacia la parte que al Oriente cae
no alegre se alza el sol, triste es alzado;
de las virtudes teologales trae
el disco ardiente, sin ardor, cercado.
Con cadenas de luz la FE lo atrae,  5
y prisionero, a un lado y a otro lado
la CARIDAD trayendo y la ESPERANZA,
entre lazos de imán pálido avanza.

   Y «¡Anda! -dice la FE-, sol refulgente-,
mientras atento el sol la escucha andando-,  10
el pasado, el futuro y el presente,
residenciados los verás pasando.
¡Anda! y verás cómo dichosamente,
de la virtud el reino conquistando,
de primor en primor, de ruina en ruina,  15
glorioso el mundo hacia su fin camina.

   »Para ir hasta la fe de los creyentes
fue un paso nada más tu idolatría.
¡A juicio! ¡a juicio! las eternas gentes;
y vos, ¡siglos sin fin, sueños de un día!  20
pasadas sombras, sombras preexistentes,
el acento de Dios es la voz mía.
¡Honor a la virtud! ¡Oprobio al vicio!
Universo moral, ¡álzate a juicio!

   »Ex-dios del cielo, -continuó-, camina;  25
verás surgir de entre hordas de verdades,
de todas las naciones la doctrina,
y la moral de todas las edades.
Verás también hoy que Colón arruina.
de vuestros falsos cultos las deidades,  30
que es la justicia la pasión más tierna,
que es la virtud la religión eterna.

   »¡A juicio!» -repitió. -Y a este conjuro
de exhumación, desde la tumba fría
el pasado, el presente y el futuro  35
pueblan en irrupción la luz del día.
Y aunque se alzó cuanto es y ha sido puro,
casi desierto el éter parecía.
¡Cuán pocos genios en el mundo fueron!
¡Cuán pocos ¡ay! en la virtud murieron!  40

   Después la CARIDAD repite: -Avanza,
con eterno pesar, a Colón viendo
que a derrocar la idolatría alcanza
hoy su misión providencial cumpliendo.-
Calló la CARIDAD, y la ESPERANZA  45
dirigiéndose al sol sigue diciendo:
«Mira brillar con deslumbrante gloria
la gran fosforescencia de la historia.

   »Medio muerto aquí el Chino enfatüado
vegeta en no alterada servidumbre;  50
cual gusano eficaz vive encerrado
en la cápsula vil de la costumbre.
El hombre arrastra aquí, mal de su grado,
de sí mismo la inmensa pesadumbre.
Para hallar su ataúd sin pena alguna  55
vuelve al revés su inseparable cuna.

   »A Confucio mirad, cuya doctrina
la más ilustre comunión adora;
por él la gloria de la raza china
del mundo irá hasta el fin hora tras hora.  60
¡Salud por siempre a ti, sombra divina,
destello de Moisés, de Cristo aurora!
Para pasar por dios falto a tu estrella,
mártir de tu moral morir por ella.
—530→

   »Región de los humanos huracanes  65
la Mongolia mirad, del mundo sierra:
donde aludes de bárbaros sus khanes
desploman sin piedad sobre la tierra.
Fiera madre de fieros Tamerlanes,
desde sus cimas predicando guerra,  70
verdugo Atila descendió iracundo
de orden de Dios a ajusticiar al mundo.

   »India feraz que los diamantes cría,
donde manda primero el que antes llega;
tu belleza gentil, blanca Etiopía,  75
siempre a reyes exóticos se entrega.
Rindiendo a Brama adoración impía,
cual hoy mañana, raza mujeriega,
¡siempre tu estrella te será contraria!
¡Siempre serás del universo paria!  80

   »¿Dónde fueron? Ni el sitio de Ecbatana,
de Babilonia y Nínive adivino:
de un rey fundadas por la fuerza vana,
morir casi al nacer fue su destino.
Siempre que un pueblo en su carrera humana  85
de la austera virtud deja el camino,
del registro en que fiel sus faltas lleva,
dobla el cielo la hoja, y cuenta nueva.

   »¿Quién tanto Franco en agresión aleve
a las orillas del Jordán convoca?  90
Volved atrás, ¡idólatras! no debe
ver la virtud superstición tan loca.
De los reyes y príncipes la plebe
sólo, cual vulgo vil, cree en lo que toca.
¿Va indiscreta a enseñar vuestra osadía  95
el camino de Europa a la Turquía?

   »¿Os llevó Dios a Siria, cual llevaba
al Asia a Omar de expoliaciones rico?
Emisario del cielo se juzgaba
el África talando Genserico.  100
Que lo impelía Dios también pensaba
cuando, asolando el bárbaro Alarico,
le preguntó la Europa desvalida:
-¿Qué nos dejáis? -Y él contestó: -La vida.

   »Nunca es adepto del Divino-humano  105
quien, en su nombre, bárbaro extermina.
Cuando se aja a este Dios, alza la mano,
bendice, y rayos de perdón fulmina.
Al mundo en escisión proclama hermano.
Práctica del amor es su doctrina.  110
Por él en cualquier tiempo y donde quiera
espera con razón todo el que espera.»

   Así el eterno Oriente diseñando,
de donde el genio con la luz se vino,
fue el celeste congreso, y continuando,  115
hacia la Europa apresuró el camino.
La virtud prosiguió: «Seguid pasando,
los grandes emisarios del destino,
a quienes queda de su inmensa gloria
el fantasma del goce, la memoria.  120

   »La Rusia allí, que su cerviz levanta
de entre la alfombra de la nieve fría
para llevar su entumecida planta
fastidiada del Norte al Mediodía.
Saludad a Moscou, la ciudad santa,  125
que cual blandón ha de incendiar un día
de los cosacos la salvaje tropa,
para alumbrar la libertad de Europa.

   »¡Lázaro triste de la raza humana!
¡Glacial Italia! ¡Tan leal como eres,  130
desdichado Esclavón, serás mañana
pobre José vendido a mercaderes!
Cual Cid, aun muerto, de tu sombra vana
tus contrarios huirán como mujeres,
y no tendrán tranquilizado el pecho  135
a no verte ¡infeliz! pedazos hecho.

   »¡Hijo del mundo, Macedón guerrero!
tú y tus iguales de inviolable estrella,
para dar campo a vuestro numen fiero
alzáis al mundo en paz falsa querella.  140
¡Héroes, cometas de fatal agüero!
dejáis de sangre una indeleble huella,
y talaréis al fin rama tras rama
el gran plantel que humanidad se llama.

   »¿Cuál razón tu glorioso vandalismo  145
habrá ante Dios que a disculparte baste?
¿En el Asia tal vez con heroísmo
a Salamina y Maratón vengaste?
¡Horror! Desde que en fama y despotismo
impregnada la atmósfera dejaste,  150
febrífugo se lanza a la victoria
envenenando el mundo con tu gloria.

   »De ti, Stambul, la juventud se aleja;
débil cual niña, como vieja vana,
decrépita al nacer Roma te deja;  155
la Turquía después te engendra anciana.
Eterna joven y perpetua vieja,
hoy eres vieja como ayer; mañana,
rompiendo tus fronteras que ya sitia,
vieja también te engendrará la Escitia.  160
—531→

   »¡El turco! no hay quien a luchar osado
en honor de sus bárbaros se apreste;
su término en Lepanto está marcado,
antes que a Europa su lascivia infeste.
Será de nuevo al Turkestán lanzado,  165
para ejercer entre ignorancia y peste
la esclavitud con indeleble infamia,
con deshonor sin fin la poligamia.

   »¡Adiós, Grecia! tus fábulas extrañas
las más dichosas son que se han forjado:  170
grandes fueron, muy grandes, tus hazañas,
mas ¡cuánto la bondad te ha calumniado!
Esparta, la de madres sin entrañas;
Atenas, la que a Aspasias ha admirado;
quedaos ahí con vuestra falsa gloria  175
volviendo a ser el sueño de la historia.

   »Dios por su Dios, sus hábitos por leyes,
su fe y candor por únicos honores,
la Alemania ayer bárbara, sus greyes
en plantel convirtió de emperadores.  180
Dando cartas de príncipes y reyes
a un oscuro aluvión de sus pastores,
respirando rencor su genio un día
vino a matar al mundo que moría.

   »La valiente Alemania ha despertado  185
contra Roma del mundo el patriotismo:
enérgico Samsón que ha derribado
el templo universal del paganismo.
Este fiero Samsón ya lo ha enervado,
Dalila de su fuerza, el cristianismo;  190
hoy preso y ciego su vigor condensa
en pensar y sufrir, muerto que piensa.

   »Ven, Guttemberg; tú que en metal vaciaste
nuestra mente, estatuario de la ciencia;
y que alas, nuevo Dédalo, engarzaste  195
a tu hija en prisión, la inteligencia.
Tú los diluvios que vendrán secaste:
de bárbaros y de aguas la afluencia
ya el mundo no ahogará, pues es tu invento
el arca de Noé del pensamiento.  200

   »Rompiendo Schwartz la espada a los tiranos,
erigió una igualdad nunca vista antes.
Al inflamar la pólvora sus manos,
tornó en polvo el acero y los diamantes.
Él los gigantes convirtió en enanos,  205
y alzando los enanos a gigantes,
hoy dispensa la vida o da la muerte,
tan poderoso el débil como el fuerte.

   »¡Capua del mundo! ¡Tierra de alegría!
Legataria nación de aventureros:  210
son tus ciudades, reinos algún día,
de las hordas del Norte invernaderos.
¡Pobre madre de expósitos, que cría
los hijos de su amor como a extranjeros!
Genoveses, Venetos, Sicilianos...  215
¡Oh, Italia! ¿dónde están los Italianos?

   »¡Nápoles! ninfa de la mar salida,
en agua envuelto el pie, la frente en lava.
¡Génova! la de historia esclarecida,
plebeya reina ayer, y hoy reina esclava.  220
¡Gloria a Venecia! la ciudad nacida
de un mandoble de Atila, el que asolaba.
¡Florencia! emporio de artes liberales,
bazar de bagatelas inmortales.

   »Con la brújula se honra Pasitano,  225
del grande Flavio cuna y mauseolo;
con ella a un leve revolver de mano
un polo colocó del otro polo.
Con esa negra luz el nauta ufano
cruza seguro el mar, perdido y solo;  230
que es su aguja en la noche más sombría
el índice de Dios que al hombre guía.

   »¡Roma infeliz! hoy sierva, antes señora;
perpetua en todo, eterna es tu agonía.
¿No es verdad, inmortal conquistadora,  235
que es un tormento atroz la tiranía?
Sufre tú en ley de Dios, sufre tú ahora
todas las penas que causaste un día,
por un hado al servir, cual tú, perverso,
de eterna expiación al universo.  240

   »¡Caer! Tal es la inevitable suerte
de todo pueblo altivo o miserable,
que desprecia por débil o por fuerte
el genio humilde y la virtud amable.
Siempre así fue y será. Porque la muerte  245
de un justo Dios, ministro inexorable,
castiga de su ley las transgresiones
volviendo al orden pueblos y naciones.

   »Ved de la Europa el mirador alzado
adonde en busca de solaz asiste  250
ya el triste por la patria, el expatriado;
ya el expatriado del placer, el triste.
De los libres la Helvecia es el dechado:
lo grande en lo sencillo allí preexiste:
de su verdor y su inocencia irradia  255
la pura luz de la ideal Arcadia.
—532→

   »Ved la Francia, Amadís de las naciones,
que el tipo-rey del Ateniense encierra,
culto en su hablar, gentil en sus acciones,
tierno en la paz, heroico en la guerra.  260
Dueño de los humanos corazones
cual general Demóstenes, la tierra
de polo a polo, a su pesar absorta,
su lengua escucha que el infierno aborta.

   »Pueblo francés, gentil aventurero;  265
corazón de la Europa siempre ardiente;
seco después, si arrollador primero,
tu genio es la avenida de un torrente.
Hijo pródigo en sangre, el orbe entero,
de tu ardor juvenil padre indulgente,  270
siempre tus faltas a olvidar se allana,
¡buen Benjamín de la familia humana!

   »Limosnero de tronos, genio aciago,
de un gran siglo sangriento meteoro;
sólo sabrás en tu glorioso estrago  275
verter la sangre y derramar el oro.
¿Qué libertad darás al mundo en pago
de tanta mortandad y tanto lloro?
No dejarle más cauce al pensamiento
que el cauce estrecho de tu pobre aliento.  280

   »¡Fidias de reyes! las estatuas reales
que hará el buril de tu invencible espada,
mostrarán en sus rostros las señales
de su alcurnia vulgar del polvo alzada.
Miradlas cuál ostentan sus modales  285
servil grandeza, genio su mirada,
nobleza el rostro, el corazón perfidias...
¡Bustos indignos de tan grande Fidias!

   »Nave anclada por Dios eternamente,
tus cables hacen de la mar un lago.  290
Codiciosa Sidón, Roma potente,
Tiro suntuosa, suspicaz Cartago;
del mundo santabárbara, tu mente
de la tierra será gloria y estrago,
pues si Dios comprimiese tu energía  295
un orbe de diamante volaría.

   »Pueblo heroico sin fin, de héroes no honrado,
Atenas espartana, Albión sombría,
rey-pueblo, en cuya historia han encarnado
cien verdugos su vil genealogía;  300
témpano desde el polo desgajado
para aplastar al débil Mediodía;
plaza que el mar defiende y que bloquea,
de exterminio y de luz futura tea.

   »Patria del Cid; del continente llave;  305
valle feraz y estéril ventisquero;
pueblo infanzón, pundonoroso y grave;
de la tierra hijodalgo caballero,
para tus reyes en su frágil nave
va a remolcar Colón un mundo entero.  310
Desde hoy será con infinita gloria
sarcasmo de la fábula tu historia.

   »Allí Numancia en inextinta hoguera
cayó vencida, sí, mas no humillada.
¡El Thibet español, Castilla fiera!  315
Mirad la Troya occidental, ¡Granada!
¡Zaragoza! Numancia venidera.
Sagunto por sus manos incendiada,
por no verter como cautiva llanto...
¡Jamás tu aliada Roma hizo otro tanto!  320

   »Saludad a la reina de Castilla,
pasmo y honor de la española gente:
será tu luz ¡oh sol! que inmensa brilla
la antorcha de su imperio solamente.
De cuantos son y fueron maravilla:  325
buena, osada, severa e inteligente,
nunca un alma ostentó más soberana
en su vida inmortal la raza humana.»

   Viendo la reina de Castilla enfrente,
las tres virtudes desde el sol bajando,  330
una tras otra su espaciosa frente
fueron gentiles con amor besando.
Y una tras otra alternativamente,
cual un ensueño ante su faz pasando,
murmuró -amiga -la ESPERANZA ufana,  335
-hija -la FE, la CARIDAD -hermana.-

   Y por primera vez el sol brillando,
la América hizo ver en tal momento.
¡Oh placer! ya sabremos en llegando,
si al gran Colón lo asesinó el contento.  340
La ESPERANZA después prosigue hablando,
y dirige hacia esa África el acento,
donde es perpetuamente, o una dolencia,
o un eterno bostezo la existencia:

   «¡Salud, patria de Aníbal! Te ha perdido  345
tu balance final, rico avariento.
En tus largas empresas siempre ha sido
más grande la verdad que el fingimiento.
Di, si no tú, fiel y valiente Dido,
cuánto más bella es tu virtud, que el cuento  350
en que Virgilio al calumniar tu historia
de tu ultra-castidad nubló la gloria.
—533→

   »Dejemos que el Egipto, India africana,
con gloria sus pirámides ostente,
¿Quién las ha alzado? -¡Oh vanidad humana!  355
Ni el nombre de su autor guarda esa gente.
Momia nación, ya turca, ya pagana,
¿cuándo eres grande tú? Cuando a tu frente
conquistan en tu nombre algún trofeo
Sesostris, Faraón o Tolomeo.  360

   »A Cleopatra ved, libidinosa
sus gracias al poder vendiendo impura,
Venus-verdad, tan fatalmente hermosa
que aun muerta nos fascina su hermosura.
¡Oprobio a tu impudicia cenagosa!  365
¡Gloria a tu orgullo que borrar procura
aunque frágil mujer, cual hombre fuerte,
tu innoble vida con tu noble muerte!

   »Ruin herencia de Cham, madre de penas;
feraz en monstruos y en virtud agreste;  370
tierra de cal, mercado de cadenas,
foco escogido del rencor celeste;
¿siempre ¡África! han de ser de tus arenas
solariegos el crimen y la peste?
¿Nunca el genio ha de hollar tu suelo inmundo,  375
vil arrabal de la ciudad del mundo?»

   La ESPERANZA siguió: «¡Cuál reverbera
el Atlántico mar, metal fundido
que algún artista, como Dios, espera
en el álveo del globo contenido!  380
Tal vez cuando al llegar su hora postrera
el mundo actual se anule envejecido,
del mar, petrificadas las corrientes,
brotarán los futuros continentes.

   »¡El mar, el mar! Ved a Colón rasgando  385
de sus abismos los tupidos velos,
las columnas y montes derribando
que el arco sostenían de los cielos.
¡Salud al gran Colón, que triturando
columnas de cristal, montes de hielos,  390
a pueblos mil de un inmortal destino
liquidando la mar abre el camino!

   »¡El mar, el mar! del universo puente,
que la unidad del globo tuvo rota;
campo que nunca limitó la mente,  395
y que hoy el brazo de Colón acota.
Ya si aspira, sumerge un continente;
ya su aliento al lanzar, mil islas brota.
De quien fuiste terror serás fortuna,
¡tumba de mundos y de mundos cuna!  400

   »Mientras la Europa a descansar se sienta,
cual blanca Venus de la mar saliendo,
la nunca vista América se ostenta
hacia el camino de la luz corriendo.
Por ella, de lo antiguo con la afrenta,  405
el agua con el fuego enrareciendo,
no ha de cruzar el mar piloto alguno
que no sea más dios que el dios Neptuno.

   »¡Patria del sol! Hoy desde sombra vana
el jardín vas a ser de lo creado,  410
nacido de la mente soberana,
de ese Adán sin ventura y sin pecado.
Gloria al que en ti debe romper mañana
la espada con que Júpiter airado
al tártaro lanzó tras mil afanes  415
la descendencia real de los Titanes.»

    Saludando también desde su altura
la CARIDAD la tierra americana:
«¡Salve! -prorrumpe-, raza sin ventura,
tímido Abel de la hermandad humana.  420
Alza tu frente al sol de la cultura,
de entre el mar que tu espíritu empantana,
ya tu placer cantando, ya tu pena
en la lengua inmortal de Juan de Mena.

   »Hijos del sol, de Dios siempre olvidados,  425
en eterna ignorancia embrutecidos,
seréis de vuestros bosques arrancados
a la vez ilustrados y nacidos.
Ejemplos de valor nunca igualados,
modelos de primor siempre sentidos,  430
sobre vos echarán a manos llenas
la ruda Esparta y la gentil Atenas.

   »De la vida en el áspero camino
de flores sembrarán vuestro sendero,
ora la gloria del saber latino,  435
ora de Dios el culto verdadero.
La razón de Platón, siempre divino;
la idealidad del inmortal Homero:
la ternura del cisne Mantüano,
el más sensible corazón humano.  440

   »Vuestra hez de ministros sanguinaria,
que a devorar cadáveres se atreven,
los honrarán con pompa funeraria,
que a los muertos honrar los vivos deben.
Y aquellos que entre vos sangre contraria  445
de sus contrarios en el cráneo beben,
el Chipre, exentos de indomable furia,
en ricos vasos beberán de Etruria.
—534→

   »¿Dónde están los que a un templo dedicados
en Méjico, cual turba de corderos,  450
sesenta mil cayeron degollados
ante los pies de vuestros dioses fieros?
No les valió en su afán a los cuitados
la santa inmunidad de prisioneros;
así juntando en amalgama impía,  455
con la vil crueldad, la cobardía.

   »El Dios que os impondrá nuestra milicia,
en virtud ha erigido la paciencia;
mayor que su rigor es su justicia;
mayor que su justicia es su clemencia.  460
Por él, arrepentida la malicia,
hermana vuelve a ser de la inocencia.
¡Un Dios que sólo al sacrificio atiende!
¡Un Dios que de la ofensa no se ofende!»

   Calló la CARIDAD. Y a un sol brillante  465
Colón la tierra con placer mirando,
sellar en ella el pie quiere arrogante
en nombre de Isabel y de Fernando.
Cambia el mundo de faz, y en el instante
del sistema solar la ley trocando,  470
así dijo la FE, por Dios enviada,
entre el sol y la tierra colocada:

   -Párate, -dijo-, ¡oh sol! alto aquí haciendo,
queda por siempre tu misión cumplida;
a cuanto ves desde hoy darás luciendo,  475
muerto e inmóvil, movimiento y vida.
Serviste ayer la idolatría huyendo,
y en perpetuo castigo de tu huida
te condena a estar fijo eternamente,
por falso dios el Dios omnipotente!-  480

   Y añadió vuelta hacia el opuesto lado:
-Y tú, globo terráqueo, Prometeo
a un invisible Cáucaso aherrojado
por la fuerza mental de Tolomeo,
el Hércules Colón, tan esforzado  485
que engendra un continente de un deseo,
de tu eterna prisión librarte anhela,
rompe tus hierros, cerca el sol, y vuela.-

   Era el momento aquel en que mandando
armar los botes, salta, e iza triunfante  490
el pendón de Isabel y de Fernando,
vestido de escarlata el Almirante.
Van en tropel los botes asaltando.
Bogan... Ya llegan... Dentro de un instante
de la ENVIDIA fatal pese a la guerra,  495
sin morir de placer pisarán tierra.

   Y bogan más... Llegaron. En el acto
Colón la enseña de Castilla abarca,
y el Nuevo Mundo, desde Adán intacto,
grande el primero con sus plantas marca.  500
La tierra, electrizada a su contacto,
se estremeció en el éter, como barca
que asalta el pescador, y ella intranquila,
haciéndose a la mar trémula oscila.

   Y suelta ya, de libertad avara,  505
mientras se fija el sol levanta el vuelo,
y a un tiempo así la humanidad ve clara
la verdad en la tierra y en el cielo.
Y entre tanto que el sol su curso para,
de sus entrambos polos roto el hielo,  510
la tierra, como fúlgido topacio,
libre en torno del sol cruza el espacio.

    Y contemplando al genio que en un día
de la tierra y del sol cambia el gobierno,
la ENVIDIA, la IGNORANCIA e IDOLATRÍA  515
tornáronse espantadas al Infierno.
La gente en tanto una oración envía,
hincada de rodillas, al Eterno.
Vuélvense a su mansión de bienandanza
la FE, la CARIDAD y la ESPERANZA.  520

   Fue entonces cuando el orbe vio espantado
rodear el globo al cetro de Castilla,
como un grano de arena abandonado
que en lo infinito del espacio brilla.
Y entonces fue cuando observó admirado  525
Copérnico, del Báltico a la orilla,
que un inmóvil poder al sol aferra,
y que en torno del sol gira la tierra.