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Este segundo «momento antológico» estaría representado por tres tipos generales de colecciones: las que continúan la lectura anterior -sirviéndose de ella, con claros intereses comerciales; o bien, ampliándola y enriqueciéndola, pero a partir de sus supuestos esenciales-; las que rompen con ella -como en el caso de las antologías programáticas pioneras de las vanguardias-; y las que establecen una lectura que, si bien considera las aportaciones de Menéndez Pelayo, abren una vía distinta de periodización y clasificación de autores y corrientes. Ejemplos del primer tipo serían las antologías comerciales publicadas por las casas editoriales Maucci (Tesoro del Parnaso Americano, Barcelona, 1903; De España y América, sel. de Narciso Díaz de Escobar y Joaquín M. Díaz Serrano, Barcelona, 1914), así como la erudita e injustamente olvidada Antología poética hispanoamericana, de Calixto Oyuela (Buenos Aires, 5 vols., 1919-1920), sobre la que tanto podría decirse y tanto silencio ha caído. Del segundo tipo, además de la citada de Romagosa, serían La joven literatura hispanoamericana. Antología de prosistas y poetas, de Manuel Ugarte (París, L. Armand Colin, 1915), y sobre todo, el Índice de la nueva poesía americana, de Alberto Hidalgo, Vicente Huidobro y J. L. Borges (México-Bs. As, Soc. de Publicaciones El Inca, 1926). Del tercer tipo, preludios ya de la magnífica de Onís, son Poetas de Hispano-América, de E. Solar Correa (Santiago de Chile, Imp. Cervantes, 1926), Florilegio del Parnaso Americano, de Michael A. de Vitis (Barcelona, Maucci, 1927), y Poetas jóvenes de América (exposición), de Alberto Guillén (Madrid, M. Aguilar, 1930).

 

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En esta etapa brillan de manera notable las empresas a gran escala que intentan, con muy diversa suerte, dar los panoramas más amplios y exhaustivos de la poesía hispanoamericana. Entre ellas, hay que anotar, sobre su gran calidad y extensión, la Antología de poetas americanos, de Ernesto Morales (Bs. As, Santiago Rueda Ed., 1941), la Antología de poesía hispanoamericana, de Leopoldo Panero ((Madrid, Ed. Nacional, 2 vols., 1944) la Antología de poetisas hispanoamericanas modernas, de Matilde Muñoz (Crisol, Madrid, 1946), la Antología de poesía hispanoamericana, de Ginés de Albareda y Francisco Garfias (Madrid, Biblioteca Nueva, cuyo primer volumen apareció en coedición mexicana -al parecer en 1956-, y los siguientes en otras ciudades americanas, a partir de 1958), hasta llegar a las de Jorge Campos (Madrid, Pegaso, 1950) y, desde luego, la de Julio Caillet Bois (Madrid, Aguilar, 1958). Aunque, ciertamente, esta última aparece dos años después del límite anotado (1956), creemos que responde bien al paradigma anterior, de exhaustividad, que anotábamos al referirnos a Onís.

 

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El lector interesado en las discusiones suscitadas por Laurel dentro y fuera de México puede consultar el estudio de Gonzalo Santonja Al otro lado del mar. Bergamín y la editorial «Séneca» (México, 1939-1949), Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutemberg, 1997, así como el esencial epílogo escrito por Octavio Paz para la segunda edición de dicha antología, publicada por Trillas (México), reproducido en sus Obras completas, vol. 3, Fundación y disidencia, Barcelona, Círculo de Lectores, 1991, pp. 80-120.

 

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Benedetti, Mario, «Algunos rasgos y riesgos de la actual poesía latinoamericana», en Poesía latinoamericana, Madrid, Univ. Complutense, Cursos de Verano de El Escorial, 1989, pp. 7-18.

 

65

Foucault, Michel, Vigilar y castigar, México, Siglo XXI Editores, 1985, p. 32.

 

66

Viñar, Marcelo, «La ley de la impostura», en Fracturas de la memoria, Montevideo, Trilce, 1993.

 

67

Freud, Sigmund, El malestar en la cultura, México, Siglo XXI, 1981, p. 58.

 

68

México, Nueva Imagen, 1970.

 

69

Eco, Umberto, Lector in fabula, Barcelona, Lumen, 1981, p. 73.

 

70

En La violencia, volumen colectivo, Asociación Uruguaya de Sicoterapia Sicoanalítica, Montevideo, Fin de Siglo, 1996, p. 46.