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11

Mele también anuncia (y envía posteriormente) a don Marcelino la publicación de un trabajo suyo sobre Manzoni, que resulta ser «Spagnuolo, spagnolismo e Spagna nei Promessi sposi, Farfulla della Domenica, XXX, 12-19 julio, 1908: 29-30. Tras este, declara seguir trabajando sobre el autor y solicita de Menéndez Pelayo que le haga llegar cualquier dato nuevo que vaya apareciendo sobre él. Años más tarde volverá sobre el tema en «Ancora di alcuni spagnolismi e dello spagnuolo nei Promessi spossi», Giornale Storico della Letteratura Italiana, LXII, 1913: 113-122.

 

12

El Canto que menciona don Marcelino es el que Moratín escribe al Príncipe de la Paz, impreso en pliego suelto en 1797.

 

13

Antología de poetas líricos castellanos (en adelante AP), X-XLIII: 181-182, nota 1.

 

14

De hecho, en las notas de Menéndez Pelayo al libro Canciones, Romances y Poemas de Valera (1885) al enjuiciar el poema «Luz y tinieblas» se refiere al autor del original, J. G. Whittier, como a uno de los más fervorosos e ingenuos de su siglo, si bien «menos reflexivo y perfecto que Manzoni» (ED, IV, «Canciones, romances y poemas de Valera»: 393).

 

15

ED, IV, «Don Gaspar Núñez de Arce»: 335. También civil y de raigambre manzoniana es, a su juicio, la poesía de T. Llorente, en especial La barraca (preámbulo a Nou Llibret de versos (1909), en ED, V, «Don Teodoro Llorente»: 241-242).

 

16

Se refiere Menéndez Pelayo a los postulados que Manzoni escribe en 1820 en su Lettre à Monsieur Chauvet sur l'unité de temps et de lieu dans la tragédie, publicada en París en 1823, y no a las consideraciones manzonianas posteriores al respecto.

 

17

M. N. Muñiz (1986: 10-11) cuestiona hasta qué punto Manzoni se convierte en «uno strumento polemico della propria battaglia conservatrice e antirromantica, fino a che punto la religiosità manzoniana non sia stata usata più o meno inconsapevolmeme contro lo storicismo critico e l'estetica antioraziana che invece permea ogni pagina dello scrittore italiano».

 

18

No solo cualquier teorización posterior en contra le resulta inexplicable, sino que también las argumentaciones coincidentes carecen, a su juicio, de mérito, por haber sido abordada la cuestión de forma completa y acabada por Manzoni: «Después de tales escritos poca o ninguna novedad ofrece el famoso prólogo de Cromwell, considerado generalmente una de las fechas más memorables en la batalla romántica» (HIEE, II: 748). En el capítulo de la Historia de las ideas estéticas en España que dedica al romanticismo triunfante en la lírica y en el teatro afirma la influencia manzoniana, entre otras, en la redacción de este prefacio, si bien los argumentos de Hugo en contra de la unidad de lugar y tiempo serían externos y técnicos, frente a la profundidad moral de la teorización del italiano (II: 832 y II: 836).

 

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El estudio se publica en La Tertulia de Santander en 1877 y en 1881 en La Revista de Madrid. Menéndez Pelayo lo revisa para convertirlo en «Estudio preliminar» al volumen Poesías de don Amós de Escalante, que publica la editorial Tello en Madrid, en 1907. Cito por ED, VI, Estudios críticos sobre escritores montañeses. «Don Amós de Escalante (Juan García)»: 269-324.

 

20

De hecho, la traducción de J. Nicasio Gallego no es muy del agrado de don Marcelino a juzgar por sus comentarios al respecto cuando aborda el tema de las traducciones de Boscán o Jáuregui «¡cuánto se distinguen los traductores fieles y elegantes de los serviles y adocenados! [...] Y el que quiera convencerse de la primacía que continúa disfrutando, Boscán sobre todos los traductores de prosa italiana en cualquier tiempo, primacía tan indisputable como la que goza Jáuregui entre los traductores poéticos por su Aminta, no tiene más que cotejar El Cortesano con la que pasa por la más esmerada de las labores de este género en el siglo XIX, por la novela de Manzoni, cuyo intérprete fue nada menos que D. Juan Nicasio Gallego; y comprenderá lo que va del uno al otro y lo mucho que hemos retrocedido en materia de estilo y lengua» (AP, XLII: 102-103).