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Cioran, Emil, «Los secretos del alma rumana. El "dor" o la Nostalgia», en Ejercicios negativos, Taurus, 2007: «Vivir continuamente a la espera, en lo que todavía no es, es aceptar el desequilibrio vital que supone la idea de futuro. La nostalgia es una forma de superar el presente. La vida sólo tiene contenido en la violación del tiempo. La obsesión del más allá es la imposibilidad del instante. Y esta imposibilidad es la nostalgia misma». «La palabra rumana dor es una de estas expresiones, de una frecuencia grata y tiránica, que expresan todas las indeterminaciones sentimentales de un alma. Significa nostalgia. Sin embargo, ningún equivalente puede plasmar su sustancia específica. Crece sobre un fondo de sufrimiento y se desarrolla, grácil, sobre el abatimiento de un pueblo, ajeno a la felicidad». «Toda la poesía popular [rumana] está imbuida de ella. [...] es la confesión poética de un alma que se busca a sí misma. Infinitamente más extendido entre los campesinos que entre los intelectuales, nace de la tierra. La doina, que es la poesía popular que mejor expresa la resignación melancólica del dor, es un lamento, matizado por la resignación y la aceptación del destino». «El dor consiste precisamente en sentirse eternamente lejos de casa». «Diríase que el alma no se siente ya consustancial al mundo. Entonces sueña con todo lo que ha perdido. Es la negación del coraje trágico, del abandono en el combate». «El dor es la vitalidad de un pueblo, asentado en lo indefinido: en él se expresan los instintos extraviados en el alma y olvidadizos de su poder. Los rumanos tienen un exceso de alma: sólo se encuentran en el umbral del espíritu». «Los rumanos tienen un exceso de alma [...] En Occidente se vive el drama de la inteligencia; en el sudeste de Europa, el del alma. A uno y otro lado, a trancas y barrancas. [...] Los unos han malgastado su alma: los otros no saben qué hacer con ella. Todos estamos igualmente lejos de nosotros mismos».

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La doina, que bien podría emparentarse con el fado, es la expresión lírica popular rumana que tiene como temática o trasfondo esencial la nostalgia (Dor) y la relación directa con la Naturaleza (Cosmos).

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Cf. Eliade, Mircea, «Dor. Nostalgia rumana», El Español. Semanario de la política y del espíritu, año II, n.º 27, página 6, Madrid, 1 de mayo de 1943: «El caso de la dor rumana es otro absolutamente. Como saudade, en portugués, dor es la palabra que más plenamente caracteriza al pueblo rumano. No es una palabra creada por eruditos ni por ninguna escuela mística. No es tampoco, un sustantivo que por azar se encuentre en el lenguaje vulgar, como por ejemplo, Sehnsucht, o sobre todo, en la poesía, como melancolía y nostalgia. Es, por excelencia, la expresión popular, de origen netamente popular y con una circulación amplísima en todas clases de la sociedad rumana. Si se quisiese encontrar una ínfima diferencia entre saudade y dor, está en la fuerza de circulación del vocablo rumano. Es difícil hablar media hora con un campesino rumano sin oír pronunciar la palabra dor. Etimológicamente deriva el término del latín, de dolor, y los diccionarios lo traducen así: 1) deseo ardiente (p. ej.: mi-e dor de casa, tengo un deseo ardiente de casa); 2) nostalgia (p. ej.: dor de țară, "mal du pays", en francés; "Heimweh", en alemán); 3) tener pena de alguna cosa o de alguien (a duce dorul cuiva); 4) pasión, amor (p. ej.: a muri de dorul cuiva, morir de amor por alguien; a se uita cu dor, mirar con pasión; il lovea dorul de Joanna, sentía (él) despertar su pasión por Juana; 5) satisfacer el deseo de alguien (de vrei tu să-mi faci pe dor, si tú quieres satisfacer mi ardiente deseo), [...]». «La solidaridad entre el Hombre y el Cosmos adquiere, en esta canción, graves y trágicos acentos. El sufrimiento es tal, que basta su expresión para destruir toda la vida en la naturaleza circundante». «Dor expresa el estado de alma indefinible de quien no está satisfecho con el presente, de quien no puede vivir el instante que transcurre y se siente atraído por el pasado, por un lugar distante, por un paisaje de ensueño. Dor no tiene únicamente por causa la soledad; es el sentimiento agravado por la soledad misma, debido a la ausencia del ser amado. Ausencia que destruye el cumplimiento de un destino, que impide al ser el integrarse a la vida con toda su plenitud. Dor no es siempre la "nostalgia de alguna cosa"; se sufre de dor, independientemente de cualquier causa exterior precisa. El ser entero sufre de dor; es un destierro del alma, una profunda melancolía, que revela, quizá, la condición del hombre en el Cosmos. En este caso, dor alcanza un valor metafísico e incluso religioso; traduce la tristeza del hombre separado del Creador, la vacuidad del ser humano abandonado en el mundo. En cierto modo dor se transforma en la fórmula patética de la condición humana de la soledad amargada por el sentimiento de que nos faltó algo, de la vida fallida, de la pérdida de ventura. Muchas canciones populares rumanas comienzan por una invocación, una especie de diálogo con el dor. "Mă, dorule mai!", "Oh, tú, mi dolor!": Es una fórmula frecuente en esos cantares. Dor se personaliza, se anima de vida propia, y el hombre se dirige a él exactamente como a una persona. Los diálogos con el dor, son de una espontaneidad y frescura intraducibles. A veces, el alma sencilla de los campesinos envía el dor allí donde cree que procede su melancolía». «El campesino rumano imaginó incluso un país lejano, perteneciente a la geografía fabulosa, en donde se encontraban "los Palacios de Dor": Curţile Dorului. Allí era donde se inscribía en tablas la historia de todos los amores, los nombres de todas las doncellas que despertaban pasiones, que provocan dor en el corazón de los hombres. Esos "Palacios" son el imperio del dolor. Estamos en presencia de una personificación mística del dor, que se considera como el Eros Universal. Ya no es un desdoblamiento del ser humano que sufre de amor o de aislamiento, es un personaje místico, autónomo, la encarnación universal del dor». «Dor anima la poesía y la música popular rumanas. También la hallamos en la alta poesía. Pocos poetas rumanos habrá que hayan dejado de dedicar por lo menos una poesía al dor. Una de las más bellas poesías del gran Eminescu se intitula: Mai am un singur dor... "Sólo tengo ahora un deseo...". "En la paz de última hora / No me abran la sepultura / En tierras de junto al mar. / Los bosques quiere mi alma / Se abran para descansar / Y que el cielo sereno cubra / El agua profunda y calma...". Citamos tan sólo algunos versos de esta magnífica poesía de Eminescu, en que el poeta consiguió, con su genio profundamente rumano, dar vida a la dor en esta expresión de su deseo de descanso en el seno de la naturaleza; nostalgia de encontrar, por la muerte, a su gran familia cósmica: los astros, los vientos, el mar, los árboles y las flores, anhelo que se puede identificar en las poesías populares rumanas más genuinas». «A pesar de esta "vocación poética" por excelencia, la palabra dor continúa teniendo una circulación enorme en el lenguaje corriente. No perdió nada de fuerza ni de espontaneidad popular. Subsiste como el vocablo del pueblo por antonomasia, y se nutre de todas las experiencias del hombre normal. No solamente indica los sentimientos complejos del amor y de la soledad, sino los deseos concretos de la voluntad firme. Un rumano no dice tan solo: Mi-e dor de tine, "tengo dolor de ti" (te amo); sino que también dice: Mi-e dor de iarbă verde, "quiero ver las verdes hierbas" (tengo nostalgias camperas), o: Mi-e dor de un din bum!, "sediento estoy de buen vino". Aun siendo una palabra rica en valores metafísicos -sentimiento de soledad cósmica, deseo ardiente de cualquier cosa real o irreal, etc.-, dor no pierde el contacto con lo real, está enraizada con lo concreto. Sea lo que fuere, "pasión o deseo", "sed o hambre" de experiencias tangibles, todo esto se expresa en rumano por el término que hemos analizado, que se convierte en la expresión total del deseo, del sentimiento que implica al ser humano en la integridad de su complejo. Cuando un rumano dice que siente dor por algo, téngase la certeza de que en ese momento desea ese algo con todo su ser, íntegramente, con el cuerpo y con el alma, con carne y hueso, en la feliz y rigurosa expresión unamunesca».

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«Los franceses, desde su nacimiento, han permanecido en su tierra, han tenido una patria física e íntima que han amado sin reservas y no han humillado mediante comparaciones, no han estado desarraigados en su país, no han vivido el tumulto de una nostalgia insaciable. Tal vez sea el único pueblo de Europa que no conoce la nostalgia, que es una forma de la alta plenitud sentimental infinita». Cioran, Emil, Sobre Francia, Siruela, Madrid, 2011, pp. 36-37.

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Cioran, Emil, Ejercicios Negativos, Taurus, Barcelona, 2007, p. 147.

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«Una sola cosa importa: aprender a ser perdedor», Cioran, Emil, Del inconveniente de haber nacido, Taurus, 1981, p. 112.

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«Vivir con la conciencia aguda de la fatalidad, de nuestra propia impotencia ante los grandes problemas que no podemos plantearnos sin implicarnos en ellos trágicamente, equivale a enfrentarse directamente con la interrogación capital que se erige ante este mundo», Cioran, Emil, En las cimas de la desesperación, Tusquets, Barcelona, 2009, p. 123.

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«¿Acaso la experiencia subjetiva no nos eleva al nivel de la universalidad, como el instante al de la eternidad?», Ibid., p. 128.

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«¿Cómo consagrarse a la filosofía abstracta a partir del momento en que se siente en sí mismo el desarrollo de un drama complejo en el cual se amalgaman un pensamiento erótico y una inquietud metafísica torturadora, el miedo a la muerte y una aspiración a la ingenuidad, la renuncia total y un heroísmo paradójico, la desesperación y el orgullo, la premonición de la locura y el deseo del anonimato, el grito y el silencio, y el entusiasmo y la nada? Además, esas tendencias se amalgaman y evolucionan en una efervescencia suprema y una locura interior, hasta la confusión total. Ello excluye toda filosofía sistemática, toda construcción precisa. Hay muchos seres que han comenzado por el mundo de las formas y han acabado en la confusión; esos seres no pueden ya filosofar más que de manera poética. Pero cuando se alcanza ese grado de confusión, sólo importan los suplicios y las voluptuosidades de la locura», Ibid., p. 101.

«Hay dos clases de filósofos: los que meditan sobre ideas y los que lo hacen sobre ellos mismos. La diferencia entre silogismo y desdicha. Para un filósofo objetivo, solamente las ideas tienen biografía; para uno subjetivo sólo la autobiografía tiene ideas. Se está predestinado a vivir próximo a las categorías o a uno mismo. En este último caso la filosofía es la meditación poética de la desdicha», Cioran, Emil, El ocaso del pensamiento, Tusquets, Barcelona, 2006, p. 74.

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«El lirismo representa una fuerza de dispersión de la subjetividad, pues indica en el individuo una efervescencia incoercible que aspira sin cesar a la expresión. Esa necesidad de exteriorización es tanto más urgente cuanto más interior, profundo y concentrado es el lirismo. ¿Por qué el hombre se vuelve lírico durante el sufrimiento y el amor? Porque esos dos estados, a pesar de que son diferentes por su naturaleza y su orientación, surgen de las profundidades del ser, del centro sustancial de la subjetividad, en cierto sentido. Nos volvemos líricos cuando la vida en nuestro interior palpita con un ritmo esencial. Lo que de único y específico poseemos se realiza de una manera tan expresiva que lo individual se eleva a nivel de lo universal. Las experiencias subjetivas más profundas son asimismo las más universales, por la simple razón de que alcanzan el fondo original de la vida. La verdadera interiorización conduce a una universalidad inaccesible para aquellos seres que no sobrepasan lo inesencial y que consideran el lirismo como un fenómeno interior, como el producto de una inconsistencia espiritual, cuando, en realidad, los recursos líricos de la subjetividad son la prueba de una gran profundidad interior», Cioran, Emil, En las cimas de la desesperación, op. cit., pp. 14-15.

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