No hace falta decirlo

William Baecker

Un soñador vuelve: William Baecker Ha sido motivo de sincera emoción, encarar, de pronto, presencias que creímos selladas por definitivos desengaños, para siempre.

Josefina Pla

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No hace falta decirlo: lo dicen todos.

Los días no regresan, sin embargo, regresarán los nuestros,  5 los que fueron infinitos minutos que sellaron palabras y silencios.

No hace falta decirlo, lo dicen todos:  10

nos amamos y eso basta.

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	Yo que soy agonía permanente
	y permanente sueño de adorarte,
	a veces quiero ser como otro sueño
	para decir tu nombre sin nombrarte.

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Para que no me escuches repetiré en silencio vocablos que conoces:

aquellos que besaron tu frente  5 con la dulce tristeza de adorarte y la oculta alegría

de no olvidar jamás la palabra esperanza.  10

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Mirarnos fijamente hasta el punto infinito de los ojos donde el tiempo eterniza relámpagos de amor y soledades.

Saber callar.  5 Oficiar de ignorante, de insensible, y, sin embargo, arder como una pira nutrida de esperanzas y de olvidos.

Callar. Arder. Morirse lentamente,  10 adivinar la cruz de abiertos brazos para ser lo que fuimos en silencio: ese sitio de amor en el punto infinito de los ojos.

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En mi ritual de todas las mañanas beso el aire y te nombro: -buen día, amor, te digo- y el aire

me envuelve con la llama  5 de tu beso.

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¡Qué importa si no puedes decirme!

Me sucede, también, que muchas veces -hilvanando detalles- yo quisiera decirte  5 que acaso las palabras que silencias son las mismas que guardo porque entiendo que ellas pueden, de pronto, herir de muerte  10 esta dulce ilusión que nos alumbra.

Así de simple son las cosas a veces: referimos decirnos alegrías que no existen  15 mientras muere en los labios el deseo de amar que enmudecemos

¡Qué importa si no puedes decirme lo que sientes!  20

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Como en los viejos libros de pronto nos volvemos un poco historias mal contadas o arrebatados cuentos sin memorias.

Las cosas son así:  5 anónimas monedas que olvidamos en viejos anaqueles del recuerdo.

De pronto, y muy de vez en cuando, eclosiona entre tantas vaguedades  10 la inenarrable angustia de adorarnos.

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No intentes comprenderlo: esas cosas suceden porque somos así:

un poco de alegría sin quererlo  5 y un mucho de tristezas casi siempre.

Por eso suceden esas cosas.

Ni tú ni yo quisimos,  10 sin embargo, de pronto ardimos porque acaso entendimos que es tarde, porque ahora

es tiempo de dejar la puerta franca,  15 abierto el corazón ¡y liberarnos!

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Juguemos a los dados o a cara o cruz, si quieres.

Hay cosas que parecen venir desde el futuro: se presienten,  5 se las pueden oler sobre la piel, se las tocan y se pueden adivinar palabras que decimos en el más absoluto silencio.  10

¡Cosas tan raras que suceden a veces!

Juguemos a los dados o a cara o cruz, de todos modos  15 está echada la suerte.

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Soy, a veces, dos hombres: el uno que te ama y el otro que te olvida.

A veces soy como ese otro que me dice ignorarte  5 y te olvida, lo sé, porque ese otro soy yo mismo otra vez para adorarte.

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No importa lo que fue, lo que hemos sido.

Es probable que tantos desaciertos cometidos no impidan que podamos -dormida la tristeza  5 y el corazón al viento- decirnos, frente a frente,

más que siempre te quiero.

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Sucedió porque sí, porque debía ser.

Vuelve a su cauce el agua de mis días para volver a ser remanso, vapor y nubes,  5 y otra vez arco iris besar tu delicada geografía.

Como ves, nada se pierde, nada puede escaparse de nosotros.  10 El círculo se cierra nuevamente acaso porque fuimos copa y licor confundidos en un solo relámpago.  15

Somos ese terrible amor que no puede ocultar tu fantasía y que sin disimulo me nubla de tristeza la sonrisa.  20

Porque debía ser se nos vuelve rutina la esperanza.

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Van y vienen las cosas. Emigran como pájaros. Como pájaros regresan otra vez a sus viejas querencias.  5

Van y vienen.

Vivimos un mundo acompasado de alegrías que de pronto se acuesta con tristezas; vivimos con tristezas  10 que ofician de mentiras y sonrisas.

Y así, como las altas nubes, se van desvaneciendo en las alturas las aladas sonrisas y tristezas.  15

Sólo queda atrapada esta angustia indecible de adorarnos.

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No vuelvas la cabeza.

Lo que pasó se fue como otras cosas dejadas al olvido.

Quedó sólo el amor,  5 aquel instante que acaso no supimos disfrutar porque era urgente vivir la fantasía de engañarnos.

No vuelvas la cabeza.  10

Tal vez nos encontremos de repente.

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Como la faz oculta de la luna todas las cosas tienen su fase oscura:

Fue así como mi fase clara fue mi verso triste,  5

mi alegría el dolor de amarte tanto.

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Te lo dije una vez -hace tiempo y no tanto- todo puede acabar, nunca el amor, mi amor.

Y en regresando al tiempo que vivimos  5 repito las palabras que te dije con duplicado amor porque se acercan los días de las anchas soledades cuando tú y yo seremos  10 dos átomos cargados de esperanzas que mueren cada día

para nacer estrellas.

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Hemos llegado, al fin, donde mueren las voces:

nos basta un gesto imperceptible de los labios o el tímido ademán de una caricia  5 que se esfuma en el aire.

Hemos llegado, ¡al fin!

Pertenecernos es sólo una palabra pues eres tan de mí -como yo tuyo-  10 que sólo en el lenguaje del silencio la angustia de adorarnos

¡es un canto de amor en llamarada!

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Ven a dormir conmigo, necesito sentir la soledad de mi epidermis nutrirse de la tuya;

necesito  5 que al fin de la modorra y del deseo tus labios y los míos -bajo el amparo largo del silencio- nos digan con un beso de noches encendidas,  10 ¡cuánto tiempo olvidado, cuánto dolor en vano compartido y cuántas veces quedaron apagadas nuestras voces en volcanes de amor que no estallaron!  15

Ven a dormir conmigo, necesito el temblor de tu voz, la caricia sencilla de tus manos, la luz de tus luciérnagas,  20 el ardiente calor de tus entrañas

¡quemándome la cruz de la esperanza!

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Tal vez cuando los días nos separen y estemos tan distantes -como solos- te acordarás que fuimos fulgor de eternidades  5 que no marcó el reloj de nuestras cosas.

No lo marcó, yo sé por qué, y lo sabes, también, porque en nosotros hay algo que se muere cada día  10

y hay algo que renace: el amor.

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No sé que decirte.

Pienso, a veces, que ya estaba tu nombre escrito en mis memorias del futuro.

Entonces me pregunto:  5 ¿por qué cuando el fuego nos abrasa y consume no estamos juntos?

No sé  10 que oscuros torbellinos -mariposas al viento- nos alejan y acercan.

Sólo sé que el tiempo no transcurre  15 cuando el amor persiste.

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Hoy brindaré contigo: he pedido champaña y copas para dos.

Es un día de fiesta.

El acre gusto alegre del brebaje  5 se enciende en nuestros ojos y un calor casi eléctrico termina en la humedad de un largo beso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡Qué importa que no estés!  10 ¿Es necesario, acaso, que te vea, que acaricie tu claro territorio, que te diga en secreto la cierta certidumbre  15 que somos llamarada, diamante y agua, ardor de vida que devora el tiempo?

¡Qué importa si no estás! Nos amamos. Y punto.  20

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Tu ombligo, diminuto brocal donde insufló el amor el sublime misterio de la vida,

corazón del mundo,  5 dormida sima que adorna la blancura de tu vientre;

caracola de carne, callada flor eternamente abierta:

secreto oído de mis voces;  10

imperfecto círculo donde mueren las lenguas de mi ardiente deseo.

Tu ombligo.  15

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Si imaginaras...

Si imaginaras cómo te imagino, tal vez silenciarías esas cosas hirientes  5 que me dices a veces.

Si imaginaras con cuánto amargo silencio repito diariamente la oración de tú cálido nombre,  10 tal vez silenciarías...

Si imaginaras de qué profundo abismo de mí mismo emerge este cariño, este antiguo deseo de adorarte,  15 esta ilusión que tengo de ver brillar tus ojos con luz propia, tal vez silenciarías...

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Si imaginaras cómo anhelan mis labios  20 amanecer sobre los tuyos para decirte amor sin más palabras que el latido profundo que nace de sus llamas...

Si imaginaras,  25 tal vez silenciarías.

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Y no te engañes: sólo el amor perdura

Así como el amor, es la poesía: un monte de ansiedades y tristezas, un sepultar relámpagos de angustias  5 que, al final de las cosas, son primeras.

Y no te engañes.

Así son las quimeras: después de los otoños, los inviernos anuncian otra vez la primavera.  10

Por eso digo, a veces, -hablando de poesía- que el dolor que me causa amarte tanto es el puro placer de la agonía.

Y no te engañes:  15 después de los silencios y amarguras, después de las primeras alegrías, sólo el amor perdura.

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Ya quisiéramos ser como ese sueño que tantas veces hemos malogrado: como ese cielo y esa oscura sima que ignoran las memorias del pasado.

Ya quisiéramos ser, pero, callados,  5 se nos fueron los días, compañera, como se van los barcos: con resabios de amargas alegrías y alegrías amargas de resabios.

Porque quisimos ser como ese sueño,  10 como esa sima y ese claro cielo, hoy renace el misterio de adorarnos.

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	Sólo con mis cosas
	y entre mis cosas, tú;
	no porque seas
	una cosa entre tantas
	sino	5
	porque entre tantas cosas,
	tú.