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Noticias de Murcia musulmana a mitad del siglo VII de la hégira

Francisco Codera y Zaidín





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Cuando en Enero de 1880 publiqué en la Revista Arqueológica tres moneditas de los últimos años de los árabes de Murcia, reuní cuantos datos me fué posible para aclarar este período de la historia árabe.

Hoy conozco alguna moneda más de esta misma clase; pero no es esto lo que me propongo comunicar á la Academia, pues poco ó nada añaden á lo conocido, ya que varían tan solo y en algún pequeño detalle en la leyenda. Me permitiré ocupar la atención de los señores académicos con una noticia de interés para la historia de Murcia; noticia encontrada en la biografía de un murciano, sobrino de Almotawáquil ben Hud. La biografía del personaje, medio loco, y más que medio fanático y estrafalario, tiene, á la verdad, muy poca importancia en sí, mas no dejan de tenerla algunas de las noticias que en ella se incluyen, pues nos dan á conocer, siquiera sea solo de nombre, un personaje importante, hermano del rey, y lugarteniente suyo en Murcia.

El sobrino de Almotawáquil, llamado Abu Alí Alháçan, fué hijo del príncipe Abu Alháçan Adhodo-d-Daula, de quien dice el biógrafo que era lugarteniente del imperio en Murcia.

Es posible que á este mismo personaje se refiera una noticia incompleta que, tomada del manuscrito de Abén Amira, tuve   —213→   ocasión de aprovechar al dar cuenta á la Academia de la adquisición de dicho manuscrito. El autor Abén Amira felicita á Abha ben Hud por haber salido del país de los cristianos, habiéndoles cogido más de 20 acémilas y caballos: al mismo tiempo le da el pésame por haber sido hecho prisionero su sobrino, apellidado Aladhod Nombre en árabe no es seguro que sea el mismo personaje; pero la circunstancia muy especial de que el uno lleve el sobrenombre de Grafía árabe Adhodo-d-Daula (Brazo del Estado), y el otro, tal como consta en Abén Amira, Nombre en árabe (El Brazo), nos hace sospechar que el autor no puso bien el sobrenombre, que de ordinario toma el determinante Nombre en árabe (El Estado).

Como Abén Amira no fija la fecha, no la podemos determinar; pero nos parece debe referirse al reinado de Mohámad II ben Hud, llamado en nuestros documentos Don Mahomat Abén Mahomat Abenhut, el cual, según Abén Jaldún, llevó el sobrenombre de Nombre en árabe Bihao-d-Daula, cuyo sobrenombre nos parece encontrar mutilado en las palabras citadas de Abén Amira al felicitar á Nombre en árabe Abha ben Hud, nombre propio que no hemos encontrado en parte alguna1.

Esto es lo que en la biografía de Abu Alháçan puede tener interés más concreto para la historia de Murcia, donde nació nuestro héroe en el año 633 de la hégira (16 de Septiembre de 1235 á 4 de Septiembre de 1236).

Como de otro hermano de Almotawáquil encuentro noticias en otro libro antes desconocido, no creo fuera de propósito aprovecharla en este momento.

Abén Aljathib, en su libro titulado Noticias de los que fueron proclamados antes de la mayor edad, dedica un largo capítulo á tratar de Mohámad ben Yúçuf ben Hud, conocido por Almotawáquil y sucesores en Murcia, trabajo que sin duda el autor dejó incompleto, dejando un blanco en el original, según consta de la copia, que cotejada con el autógrafo se conserva en la biblioteca   —214→   de Argel, circunstancia que también indica el manuscrito de la Academia: en dicho capítulo, al hablar de la toma de Sevilla por Almotawáquil, dice que fué nombrado gobernador su hermano Abu Annacha Çalim, llamado Imado-d-Daula.

También de este hermano de Almotawáquil encuentro alguna noticia más, que consta en Abén Jaldún. Al hablar este autor de la anexión de Sevilla al reino de Murcia, al marcharse á Marruecos el príncipe Almamún, dice que Almotawáquil nombró gobernador á su hermano, de quien no da el nombre en esta ocasión, pero sí poco después, al decir que los de Sevilla expulsaron á Çálim ben Hud para prestar obediencia á Abu Merwan Ahmed ben Mohámad el Bechi, que fué proclamado en Sevilla en el año 630 (según el autor del Karthas, p. 183). El mismo Çalim ben Hud intentó poco después, aunque sin resultado, recobrar á Sevilla. (Abén Jaldún, tomo IV, pág. 169.)

Los dos sobrenombres semi-sultánicos, con que aparecen los dos hermanos de Almotawáquil, nos podrían hacer suponer que la soberanía no se consideraba como personal, sino más bien familiar; así no es tan de extrañar que ocupen el trono de Murcia además de Alwátsek, hijo de Almotawáquil, otros dos individuos de la misma familia, después de la que podríamos llamar usurpación de Aziz ben Abdelmélic ben Jattab, y de Abu Chomail Zayán, de Valencia.

Aun quizá pudiéramos aducir alguna noticia nueva referente á este período tan obscuro de la historia de Murcia; pero no sería de gran importancia, y habiéndonos apartado bastante de nuestro objeto, razón es que volvamos al punto de partida, que es la biografía de Abu Ali Alháçan ben Adhodo-d-Daula.

Nacido en Murcia en 633, nada sabemos de los primeros años de su vida; dice el autor de quien tomamos su biografía, que fué uno de los mayores sofíes de su tiempo en el camino de la vida solitaria; era extremadamente abstinente, abstraído de las cosas del mundo, y llevado hasta el delirio en el descuido de las cosas propias y de su persona; dedicado á la medicina, la filosofía y las abstinencias de los sofíes, mezclaba unas cosas con otras.

Habiendo hecho la peregrinación á la Meca, llegó al Yemen y á Siria, de donde no sabemos si volvió á España, ó si hizo varios   —215→   viajes; pues consta que murió en Damasco, en el año 699, siendo enterrado á la falda del monte Kaçiun, cerca de esta ciudad.

Era, dice el autor, respetable, grave, cano, tranquilo ¡sabía muchas ciencias! y tenía muchos discípulos, y era de aspecto macilento; llevaba sobre su cabeza un birrete especial, y vestía traje de religioso; estaba casi siempre anegado en atenta consideración, libre de los ¡apetitos de la carne! en constante melancolía y apartado de las gentes.

A pesar de su carácter ascético, en una ocasión fué encontrado ébrio en la calle, en la inmediación de los judíos, y en este estado fué conducido ante el walí de la ciudad, ó este fué á buscarle; el cual, en atención á su buena fama, le puso en libertad diciendo: «los judíos por malicia le dieron de beber para vengarse de él por el daño que les había hecho, convirtiendo al islamismo á muchos de ellos, entre los cuales se contaban Çaid (¿el magrebí?) y Baracat.»

La anécdota, contada de otro modo, fué del modo siguiente: al sufí le gustaban los piés de cordero en estofado y los judíos le convidaron á una casa de ellos, donde le presentaron su plato favorito, del cual comió. Habiéndose ausentado un rato (ó héchose invisible) según su costumbre, luego presentaron el vino, sin que le ofendiese su presencia, y haciéndolo pasar de mano en mano, le dieron un vaso, pidiéndole hiciese lo que ellos, y cuando estuvo borracho, le echaron á la calle. Llegada la noticia á oídos del walí, montó á caballo, y llegado adonde estaba el sufí, lo puso á la grupa, dejando á las gentes admiradas del caso del sufí, el cual les decía: «después de toda languidez, Aben Hud bebe vino...».

Los judíos hacen mención de Abu Alháçan en el libro titulado Addalala, que acerca de los principios de su religión escribió Muza.

El jeque Xemçeddin escribe lo siguiente acerca de este personaje: «dice mi maestro Imadoddin el de Wáçith, llegué á él y le dije: deseo que me dirijas; y contestó el sufí, ¿por qué camino, por la religión de Moisés, por la de Jesús ó por la de Mahoma?»

Cuando salía el sol, el sufí se volvía hacia él, y se persignaba, acompañado del asceta, del médico Imran, del jeque Çaid el magrebí   —216→   y otros; no se llegaba á él, sino el cadí Bedreddin ben Chamaa.

Dice Salaheddin el Safadí: «uno de los imames, llamado Çaid, su discípulo, le dijo: enséñame al hacedor del día; y tomándole de la mano, subió á la azotea, y atónito se detuvo medio día ante el sol; algunas veces andaba por la mezquita sin dirección fija, fuera de sí y levantando el dedo índice como señalando algo; otras ponía en su mano un carbón encendido, y lo apretaba durante algún tiempo; y cuando le quemaba, volvía en sí y lo echaba de su mano.» Sin duda debía de ser objeto de burla de parte de los chiquillos, pues añade el autor, que se hacían hoyos en el camino por donde iba, y que caía en ellos. Aunque el autor á nadie culpa, infiérese que los héroes de tales hazañas serían los chiquillos.

El autor cita varios versos de nuestro sufí, que también se las echaba de poeta. Entre otros merecen citarse dos versos de una casida, que dan idea de su modo de pensar ó de su locura, pues entre otras cosas dice: «yo soy un siervo, soy un señor, yo una gloria, yo una ignominia, yo soy el mundo ó esta vida, y soy la otra, yo soy algo y soy todo, etc.»

Estas son las noticias que, como curiosas, ya que no de interés, he traducido del libro Pasos de las muertes, por Mohamad ben Xaquir ben Ahmed el Katbí, autor, muerto en el año 764 de la hégira, cuya obra, impresa en el Cairo en dos tomos, contiene multitud de biografías, habiendo bastantes de musulmanes españoles, probando este libro una vez más que en todos los diccionarios biográficos árabes, aun los escritos en Oriente, y dedicados en especial á tratar de personajes orientales, puede encontrarse y se encontrará siempre algo referente á España.





Madrid, 16 de Enero de 1891.



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