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Otro pormenor sobre su falta de cuidado acerca de detalles: cuando habla en 1535 tiene unos cincuenta años, y cuando habla en 1552 tiene unos sesenta. Escoge el lector entre siete o cero años al tiempo del descubrimiento. Claro está que nos da los recuerdos de un niño sobre cuentos maravillosos de las Indias, oídos en su infancia.

 

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Además de estos cinco testigos susodichos que le citan por informante acerca del primer viaje (y a veces de otros viajes), Cristóbal García le cita para el segundo, y García Fernández, el físico, su compañero en el viaje con Pinzón, le nombra por haber sido piloto en este viaje.

 

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Era piloto de la carabela de la cual era maestre Luys Hernández de Alfaro, dicho a veces Luys Carpintero, la carabela llegó a la vuelta a Cádiz en junio de 1503; no hemos visto el nombre del piloto a la vuelta, y aunque no nos parece probable, siempre es posible que quedase en Indias hasta el año siguiente, cuando volvió con Colón.

 

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El más importante de estos viajes es en el que iba el nuevo almirante Diego a tomar posesión en 1509. Juan de Xeres tenía a su cargo la carabela en que iban las 15 caballerías destinadas al servicio de la casa del Almirante. En los libros de la Casa aparece a veces como piloto y a veces como maestre; sin duda se diferenciaba entre el cargo actual y el rango u oficio potencial.

 

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Como habrá observado el lector, a veces omitimos las muchísimas citas que se necesitaría para justificar detalles que no se refieren directamente al viaje de 1492. En cuanto a este viaje, damos toda cita que podamos dar, contando con la paciencia del lector. Dar en detalle todas las otras citas ocuparía mucho espacio; así y todo lo hubiésemos hecho si no fuese porque nos proponemos publicar sobre viajes posteriores, en donde estas citas tendrán lugar preferido.

 

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Cotéjese lo que dice Juan de Xeres con lo que dice Bartolomé Roldán, también piloto, testigo que le precede. (Pleitos, I, págs. 297-305). Para nueve preguntas geográficas, Roldán cita dos veces los mapas, y siempre como confirmatorios a otro testimonio primario; mientras que Juan de Xeres los cita como razón principal (a veces confirmaría y a veces no) en toda respuesta menos la que toca al viaje de Niño y Guerra, acerca del cual «oyó dezir a ellos lo que expresa».

En su otro testimonio (llamado por el almirante, Pleitos, I, págs. 178-180), se ve el mismo énfasis. «Lo sabe por la figura en las cartas de navegar, por queste testigo es piloto». «Lo sabe... porque no estava figurado de antes en nynguna carta de marear, e por la figura que dello fizo el dicho almyrante... Preguntado como lo sabe que antes no estoviese la dicha provyncia figurada en otras cartas de marear dixo que porque nunca este testigo vydo figurada la dicha provyncia puesto que oviese visto antes otras cartas como piloto que es».

 

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Pleitos, I, pág. 180. «No firmó su nombre porque dixo que no sabya escrevyr.» Las palabras no ofrecen dudas; no obstante, dentro de tres meses o de quince meses (creemos lo último: véase la nota 99 de la pág. 770) parece como si firmase su otro testimonio (Pleito; I, pág. 305). No sabemos si es errata de escribano que ha omitido el nombre del amigo que firmase por él, o si en el intervalo hubiese aprendido a escribir; pero la última alternativa no nos parece muy probable.

 

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Las Casas, que fué también en la flota de Ovando, habla también de ver a Bastidas y a Cosa en la Española.

 

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Daremos tres ejemplos, en cuanto a Juan de Xeres y su testimonio.

Dice claramente que fué con Ovando a la Española; dice con igual claridad que vió la salida de Colón para el cuarto viaje:

(Pl. I, pág. 503, hablando de Bastidas y Cosa). «Que los vido partir, e que despues de ellos partidos este testigo vino de Castilla a esta ysla Española con el comendador mayor de Alcántara e hallo al dicho Rodrigo de Bastidas e a Juan de la Cosa en esta cibdad de Santo Domingo.»

(Pl. I, pág. 304.) «Al tiempo que el almirante fué a descubrir la postrera vez, este testigo estava en Sevilla e lo vido partir.»

Ahora, no hay duda de que la flota de Ovando zarpó el 15 de febrero de 1502 y llegó a la Española el día 15 de abril, y que las noticias por naos que volvieron llegaron «por junio». Mientras tanto, Cristóbal Colón había salido de Cádiz el II de mayo (y quizás de Sevilla el 9), llegando el 29 de junio a la Española. No vemos cómo estas fechas permiten que lo que dice el testigo sea verdad a la letra119.1.

Igualmente nos llaman la atención las fechas que da acerca del famoso viaje de Ojeda y Cosa en 1499-1500. Dice:

(Pl. I, pág. 302; habla en 1513 en Santo Domingo.) «Sabe que al tiempo que Juan de la Cosa e Alonso de Hojeda fueron a descubrir, este testigo estava en Alcalá de Henares con ellos, e que allí el rey nuestro señor les dio licencia para yr a descubrir, e queste testigo vino con los susodichos hasta Sevilla, e de allí se partieron para descubrir, e que después, dende a ocho meses poco mas o menos, los vido bolver a Sevilla cargados con yndios, e vido este testigo la carta de Juan de la Cosa, que hizo, en aquel viaje, e vido en ella la costa que descubrio que es dende los Frayles hasta la punta de Cuquybacoa... e que sabe que fueron los susodichos despachados por el dicho don Juan de Fonseca, obispo que agora es de Palencia, que ha la sazon tenía cargo por sus altezas.»

Cada palabra de este testimonio es digna de ser meditada. «Cargados con yndios» viene al caso cuando se discute la veracidad de Amérigo119.1. «Dende a ocho meses» nos daría el 18 de enero de 1500, porque tenemos la fecha indiscutible de la partida de Ojeda del Puerto de Santa María119.2; por supuesto, no habla aquí meticulosamente, sino que debemos subentender el consabido «poco más o menos»; pero hay que combinar esta fecha aproximada con la salida del testigo con Pinzón. Tampoco tenemos esta fecha definitivamente, pero nunca se pone más tarde que en diciembre, y Pinzón estaba ya en la costa del Brasil el 20 ó 26 de enero de 1500. Todo eso se arreglaría muy bien por hacer algún «poco menos» los ocho meses; pero de ninguna manera cuadra con lo que por otro conducto sabemos de la llegada de Ojeda de este primer viaje. Las Casas y Fernando Colón están de acuerdo en decir que no dejaron la Española hasta fines de febrero o principios de marzo119.3

 

119.1

A no ser que Sevilla sea errata de un escribano por esta villa o por esta isla. Si hubiese tal errata, entonces podríamos decir que vió la salida de Colón de la Española después de la tempestad en que pereció Bobadilla. Pero es una explicación algo arbitraria.

 

119.1

Véase la nota puesta por Navarrete, t. III, pág. 10, párrafo 6.

 
119.2

Por la pesquisa publicada por la Duquesa de Alba.

 
119.3

Las Casas, t. II, pág. 427; F. Colón, cap. 83. Si quiere el lector que corra el tiempo «dende la separación de los amigos en Sevilla y no, de la partida de Ojeda, y si quiere enmendar el manuscrito y leer dies y ocho, o veinte y ocho, o lo que le parezca, en vez de ocho, entonces podrá hacer unas combinaciones interesantes; pero siempre tropezará con el otro escollo: que el testigo partió con Pinzón, y no obstante «vió» la vuelta. ¿Será otra vez que se vieron no en Sevilla sino en esta villa? Tampoco cuadran perfectamente las fechas, pero sería menos violento el arreglo, quedando el «dende a ocho meses» sin explicar si no quiere el enmendador leer veinte y ocho meses y partir de la separación.

En cuanto a lo que dice de la licencia dada por el rey en Alcalá, vuelve el testigo en seguida a decir que era el obispo Fonseca quien los despachó, y creemos que no se fijaba en el hecho de que importase la diferencia. (Bien sabemos que en realidad era el Obispo.) Pero en cuanto a la fecha de la capitulación -capitulación que, desgraciadamente, nos falta-, lo que se deduce es de interés. La corte estaba en Alcalá desde noviembre de 1497 hasta abril de 1498, con parte también del mes de mayo; después de la cual fecha no volvió allí hasta 1503. Es verdad que los Reyes pasaron la primavera de 1499 en Madrid, y que desde allí habrían podido pasar a Alcalá por unos días; pero son tan poquísimos los días cuando no consta su presencia en Madrid119.3.1, que creemos, que el testigo tiene que referirse al año anterior, o sea 1498; y que Ojeda ha debido de ocuparse con sus preparativos por un año entero. Nótese que si esto es verdad, entonces Ojeda recibió la capitulación mientras que el Almirante estaba todavía en España.

Y como si no fuesen bastantes estos problemas, hay que explicarnos también lo que dice Juan de Xeres de haber estado ya en la Española cuando salieron Niño y Guerra. Dice (Pl. I, pág. 302):

«Al tiempo que Pedro Alonso Niño y Cristobal Guerra fueron a descubrir, este testigo estaba en la Española, e quando fue a Castilla este testigo los fallo en Sevilla... e queste testigo vido las perlas en Sevilla.»



Aquí hay dos dificultades. Para el viaje de que se trata en la pregunta, salieron Guerra y Niño muy poco después de Ojeda y Cosa (por lo que dice el testigo Nicolás Pérez, hubo unos quince días entre las dos salidas), y si Juan de Xeres estuviese entonces en la Española, hay que tenerlo en cuenta para lo que dice de Ojeda. Léase otra vez el testimonio susodicho sobre Ojeda; si no lo afirma, seguramente indica la presencia del testigo en Sevilla. Pero, además de eso, si estuviese en la Española volvió a tiempo para alistarse con Pinzón; es decir, mucho antes que el regreso de Niño y Guerra; y «cuando fué a Castilla» tiene que interpretarse con referencia a una segunda ida después del viaje al Brasil. Cuando volvió Pinzón, aquéllos ya habían estado con sus perlas en España varios meses; pero eso no impugna lo que dice de hallarles en Sevilla; es la frase «quando fué» la que nos parece tan rara. Considerando estas dos dificultades, nos parece difícil que hable del viaje sobre el cual le preguntan, es decir, si recuerda bien; porque siempre hay la explicación muy sencilla de que un testigo haya olvidado o confundido en su memoria los muchos hechos parecidos de su vida de navegante.

 

119.3.1

Las únicas veces cuando hay cinco días seguidos para tal visita Alcalá son desde 13 hasta 17 de marzo de 1498, y desde el 30 de marzo hasta 3 de abril. Decimos eso empleando sólo lo que tenemos a mano sobre las estancias de estos meses; y tenemos pocas dudas de que, con algo de estudio, podríamos hallar a los Reyes en Madrid en estos dos intervalos.

 

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Quizás no será fuera de propósito acordarnos de lo confuso o contradictorio e imposible que son los escritos que llevan firma de Amérigo. Ni los que más creen en su viaje de 1497 pueden creer que los detalles de sus cuatro viajes están bien separados. Por otra parte, ni los que le creen embustero pueden señalar la ventaja que entonces sacaba este amigo de Colón por engañar acerca de sus viajes. Y se trata aquí de hombres de letras, hombres que debían apreciar lo que es la exactitud además de la veracidad. Si tales confusiones les fueron posibles, ¿qué no será posible en las palabras de grumetes y de marineros, muchos años después de los acontecimientos de que hablan?