Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoEl conde Fernán González y la exención de Castilla

Drama histórico original en cinco actos y en verso


Por Don Mariano José de Larra

PERSONAJES
 

 
FERNÁN GONZÁLEZ,    conde de Castilla.
DOÑA SANCHA,    su mujer.
DON SANCHO EL GORDO,    rey de León y Oviedo.
DOÑA TERESA SANCHA,    su madre.
EL CONDE DON NUÑO ANSÚREZ,    privado del rey.
DON GONZALO DÍAZ,    privado de Fernán González.
DON OSORIO,    conde de Monzón.
SISEBUTO,   secretario de Fernán González.
DON DIEGO LAÍNEZ,    rico-hombre de Castilla.
DON NUÑO LAÍNEZ,   rico-hombre de Castilla.
El Alcaide de la torre de León.
Un heraldo.
Ricos-hombres de Castilla.
Ricos-hombres de León y Oviedo.
Soldados castellanos.
Soldados de León.
Un criado de Palacio.
Pueblo de León.
 

La escena es en León, Corte del REY DON SANCHO.

 

ArribaAbajoActo I

 

El teatro representa el palacio del REY, unido al monasterio de San Salvador. A la derecha, una puerta; a la izquierda la entrada al monasterio y en el fondo salida a la calle.

 

Escena I

 

DON NUÑO ANSÚREZ, el CONDE DE MONZÓN.

 
NUÑO
    Grande imagino, buen conde,
que debe de ser el gozo
del rey don Sancho, mi amo,
por no esperaros tan pronto
en su Corte de León.5
MONZÓN
    Nunca me halló perezoso
ni su espada en las batallas
ni su cetro al pie del trono.
¿Y sabéis, don Nuño Ansúrez,
qué nuevo azar de los moros,10
qué necesidad del reino
nos llama, cuando hace poco
que a otras Cortes convocados
fuimos ya?
NUÑO
Conde, lo ignoro.
Sólo entendí por señales15
de su mal velado rostro
que han de ser feliz presagio
para sus vasallos todos.
¡Gran día para sus reinos!
Con impaciencia, entre otros,20
es esperado en las Cortes
ese rayo contra el moro,
el conde Fernán González,
cuyo brazo poderoso
si es dique de Abderramén,25
escudo es del cetro godo.
MONZÓN
    Mucho al conde se le debe
y a su pecho generoso,
que si es Marte en la campaña
sabe templar los enojos30
de la guerra en las virtudes
de su noble pecho adorno.
De los grandes el más grande,
más bueno que poderoso,
afrenta de los cobardes,35
de los valientes desdoro.
NUÑO
    El rey sale; podéis verle,
que ahora pasa a su oratorio
a su rezo.


Escena II

 

Dichos, el REY DON SANCHO.

 
MONZÓN
Gran señor,
pues que tanta dicha gozo40
de vuestra Alteza los pies...
REY
   Alzad, conde de Monzón;
no esperaba yo en León,
pues que tan anciano es,
veros hoy, y pronto os hallo45
a acreditar vuestra ley.
MONZÓN
    Para servir a su rey
nunca es viejo el buen vasallo.
Que quien con gran diligencia
dio su sangre en campos rasos,50
puede andar algunos pasos
a dar muestra de obediencia.
REY
    Bien conozco vuestra fe
y vuestro esfuerzo, buen conde,
y así ella sola os responde55
que siempre os estimaré.
Decid, vos, ¿qué respondieron
los demás grandes, don Nuño,
a las cartas de mi puño?
¿A esta hora, cuántos vinieron?60
NUÑO
    Ya los más, señor, llegaron.
El de Astorga, el de Palencia,
hicieron gran diligencia;
puesto que rivalizaron
el de Nájera, el de Arlanza,65
el de Abelda, el de Viguera,
y el de Osma, y el de Junquera,
el del Bierzo, el de Berganza,
el de Lugo, el de Viseo,
el de Prusios y Zamora...70
estos condes sin demora,
dando espuelas al deseo
de servir a vuestra Alteza,
su gran lealtad acreditan
y la audiencia solicitan.75
REY
    Gran gozo de su presteza
recibo y podréis decirlos
que en finando la oración,
del palacio en el salón
saldré luego a recibirlos.80
Y mucho me maravilla
que hoy ande tan perezoso
quien estoy más deseoso
de que llegue: el de Castilla.
Ya Fernán González tarda.85
MONZÓN
    No es mucho; acaso en sus lazos
le tienen los tiernos brazos
de su esposa, que le guarda.
REY
    Mucho fuera anteponer
a tan gran necesidad90
el amor a la lealtad
y la afición al deber.
El mejor amigo mío
siempre fue, Monzón, el conde;
por él su lealtad responde:95
mucho en su consejo fío.
Y tanto quiero obligarlo
que aunque me dio con amor
su buen caballo y su azor,
nunca yo quise aceptarlo.100
Sobre tomarlo pagado,
aun quise que cada día.
Que en pagarlo tardaría
fuese su precio doblado.
¿Hay más, Nuño?
NUÑO
Señor, ésta
105
del obispo de León
don Velasco; en su misión,
a vuestra Alteza contesta
que el rey de Córdoba insiste
en que el mártir no se ceda,110
San Pelagio, que allí queda,
cuyo cuerpo le pediste.
REY
    ¿Eso dice Abderramén?
NUÑO
    Así la carta lo reza.
REY
    ¡Ocasión de gran tristeza!115
Mas quejarme no está bien.
Mal sentirme de él podría
que con ser yo su enemigo,
como cristiano, él conmigo
usó de cortesanía,120
cuando le pedí licencia
de buscar en sus estados
sus médicos afamados,
y curarme la dolencia
por la que don Sancho el Gordo125
me apellidaron los míos,
quitándome el reino impíos;
y él a sus intrigas sordo,
aunque moro, caballero,
me dio en Córdoba hospedaje,130
sin exigir vasallaje,
donde con saber certero
un médico me sanó
con raras hierbas, y cuando
cobré el trono peleando,135
con su poder me ayudó.
Acaso con más bondad
ese cuerpo deseado
que hoy le niega a mi enviado
otorgue otra vez: entrad.140

 (A MONZÓN.) 



Escena III

 

Dichos, CRIADO de palacio y después SISEBUTO.

 
CRIADO
    Gran señor, un enviado
del de Castilla aquí llega.
SISEBUTO
    Gran rey, que bese humildoso
tus augustas plantas deja.
Mi amo y señor, el gran conde145
de Castilla, que en la vega
inmediata, con sus grandes
y otros condes suyos queda,
a solicitar me envía
para entrar en León venía.150
REY
    Decid al conde que en mucho
precia el rey su diligencia,
y que bien puede en mi Corte
llegar a entrar cuando quiera.
 

(Vase SISEBUTO.)

 


Escena IV

 

REY, CONDE DE MONZÓN, DON NUÑO.

 
REY

 (A DON NUÑO.) 

    Y vos, puesto qué los grandes155
y obispos con tal presteza
llegaron, podréis decirles
que las Cortes se comienzan.
Que los grandes alborotes
que en Galicia se despiertan160
de que es causa don Gonzalo,
que así tan mal mis finezas
paga; y los disturbios todos
que aun en mis provincias nuevas
de Vizcaya se suscitan165
sostenidos por don Vela;
y el moro enemigo fiero
ya de León a las puertas,
llaman nuestra vigilancia
sobre nuestro estado. Es fuerza170
que los obispos con celo
a la religión atiendan
también, porque ningún reino
se gobierna bien sin ella,
que sólo a su rey acata175
quien a Dios teme y respeta.
Y dad orden, Nuño, presto,
que antes que la noche venga
el mejor de mis caballos
se aderece, que, pues llega180
hoy el gran Fernán González,
le quiero dar una muestra
de cuánto le estimo y quiero,
igualándole a mi alteza,
con salir a recibirlo.185
En más su heroica braveza,
en más su invencible brazo
León y Castilla precia,
contra el feroz Almanzor
que a la cristiandad aqueja,190
que cien escuadras unidas,
que cien mil huestes guerreras
harto bien en Piedra-Hita
tan grande verdad se muestra
cuando el conde solamente195
con unos ciento y cincuenta
infantes, y cuatrocientos
caballos, allí a sesenta
mil moros, que armó Almanzor,
y la gente de don Vela,200
rompió en desigual combate
haciendo en ellos horrenda
carnicería. ¿Y quién sabe,
si por su brazo no fuera,
si de nuevo hasta Gijón,205
como en otro tiempo, hubiera
cien mil veces penetrado
el moro? Y en fin, su fuerza,
su grande virtud me imponen
que por mi amigo le tenga,210
que sólo a los pechos nobles
los nobles pechos aprecian.


Escena V

 

DON NUÑO.

 
NUÑO
¿Qué pretenderá de mí
diciendo doña Teresa
que aquí la esperase cuando215
entrase el rey en la iglesia?
Mucho será que no salgan
mis sospechas verdaderas.
Ella al conde de Castilla
le juró venganza eterna:220
mas ya viene.


Escena VI

 

DOÑA TERESA, DON NUÑO.

 
NUÑO
Gran señora,
don Nuño tus plantas besa.
TERESA
    Levantaos. ¿Al oratorio
mi hijo entró?
NUÑO
Ya entró su Alteza.
TERESA
    Decid que aquí no entre nadie,225
que a vos sólo hablar desea
mi cuidado.
NUÑO
Así será
como manda tu grandeza.
TERESA
    ¿Sabéis, don Nuño, que en mis venas corre
la ilustre sangre de don Sancho Abarca?230
¿Sabéis que en el palacio de sus reyes
vi la luz, en Pamplona de Navarra?
¿Que su fausto dejé cuando mi lecho
vine a partir con el que fue en Simancas
vencedor, y que en ello don Ramiro235
más de mi padre con la ilustre alianza
ganó también que si vencido hubiera
al fuerte Abderramén en cien batallas?
NUÑO
    No ignoro, gran señora, que este enlace
su corona, ya débil, afianzaba240
mucho en León.
TERESA
Don Nuño, y a mi padre,
a don Sancho, ¿sabéis quién le matara?
NUÑO
    Sé que le dio la muerte en lid sangrienta,
con sólo un bote de su fuerte lanza,
el conde Hernán González de Castilla,245
el herido quedando, allá en Gollanda.
¿Quién pudiera ignorarlo?
TERESA
¿Y sabéis, Nuño,
que su sangre vertida sin venganza,
viviendo su hija con oprobio y mengua,
venganza al cielo, inexorable clama?250
NUÑO
    Sé que más justo el conde en la pelea
con el favor del cielo hubo ventaja.
TERESA
    No tanto os pregunté. Justo o no justo,
yo, conde, ha tiempo que debí vengarla.
Sí; desde entonces, Nuño, ¡cuántas veces255
votos al cielo por su muerte alzara!
Nunca, ni un día, ni una hora, un punto
yo dejé con ardor de desearla.
Su perdición juré; si juzga alguno
que ya en mi pecho de vengarse el ansia260
pudo extinguirse con el tiempo acaso,
pudo nunca mirarse amortiguada,
¡Oh, cuál mi fiera condición ignora!
Romper su corazón, ver sus entrañas
allí en su sangre palpitando, rotas,265
humeantes aún; y a su alabanza
un término poner, esa, don Nuño,
oídlo ya, si lo ignoráis, el ansia
fue que yo tuve. Le aborrezco, le odio,
y aun odio más que a él a doña Sancha.270
Sabedlo, en fin. Si su poder divide
hoy en Castilla con mi propia hermana,
sola la causa fui: y el rey García,
nunca pensó mi hermano, el de Navarra,
que así pudiera con oprobio suyo275
dar a Fernán González doña Sancha
su mano, si antes por mi voz no oyera
que era tan sólo de matarle trama.
Yo así la urdí, yo...
NUÑO
¿Vos?
TERESA
Yo.
NUÑO
¿Vos, señora?
TERESA
    Yo imaginé que solo, sin sus armas,280
entre la alegre pompa de Himeneo,
pues que intentar vencerle en las batallas
inútil fue mil veces, fácil fuera
vengar la muerte de don Sancho Abarca.
Yo la boda tracé; ¿quién pensaría285
que el éxito engañase a mi esperanza?
Cuando preso en Pamplona, entre cadenas,
la víctima miré junto a las aras,
viole mi hermana, y en su amor ardiendo
traidora le salvó. ¡Cielos! ¡Qué rabia!290
¡Oh, cuántas veces al amor maldije,
y maldije con él a doña Sancha!
NUÑO
    ¿Y qué intentáis? ¿Acaso también ahora
cuando a estas Cortes la nación le llama
habéis pensado...?
TERESA
Asegurar el golpe
295
pienso, en esta ocasión, de mi venganza.
NUÑO
    ¿De qué suerte?
TERESA
¿Me debes obligaciones?
NUÑO
    Yo cuanto soy os debo.
TERESA
¿Y recordarlas
necesito a don Nuño?
NUÑO
Gran señora,
las tiene aquí don Nuño bien grabadas.300
TERESA
    ¿Lo que puedo en la Corte yo ensalzarle
sabe?
NUÑO
Lo sé.
TERESA
¿Y el mal que, si faltara
a lo que espero de él, hacerle puedo
sabe también?
NUÑO
Lo sé.
TERESA
Dame palabra.
¿Puedo contar con él?
NUÑO
Aquesa duda
305
de vuestra boca mi lealtad agravia.
TERESA
    Pues oye. Hoy mismo sin su gente debe
llegar Fernán González a este alcázar.
¿Tienes, Nuño, valor?
NUÑO
¿Cuál es tu intento?
TERESA
    Tengo, su perdición asegurada.310
El rey mi hijo don Sancho ha de prenderle
Pues yo le he de probar que arma asechanzas.
Toma: entre grillos, humillado, ociosa
para su gran valor su fuerte espada,
yo te le entrego: si las honras quieres315
conservar por mi influjo antes logradas,
si otras mayores conseguir deseas,
el corazón del pérfido traspasa.
NUÑO
    Guardad, reina, guardad vuestros honores
para otra alma más vil y mercenaria.320
¡Corrido estoy, por Dios! Sí, los desprecio
si he de comprarlos con mi propia infamia.
¿Quién fue el osado que os mintió que Nuño
pudiera nunca con cobarde traza,
cual ratero ladrón, borrón tan grande325
echar sobre su honor, tan torpe mancha?
¿Cuándo me visteis con puñal aleve,
como asesino vil, en la emboscada
su víctima acechar? ¿En qué combate
visteis a Nuño huir? ¿Cuál en mi cara330
brilla señal de la traición infame?
¡Oh! Si pudo algún tiempo dar entrada
a tan torpes indicios, ved mi pecho,
tomad, señora, mi luciente espada.
Si en tantas veces como el campo moro335
bañó en sangre enemiga por la patria,
no alcanzó a dar a su infelice dueño
mayor blasón, ni más ilustre fama,
dad otro empleo a su tajante filo,
o bien mi pecho traspasad... ¿qué aguardas?340
Aun dentro alienta en este pecho un noble
corazón español.
TERESA
¿Y aquesto aguanta
quien tanto puede? Huid de mi presencia.
Yo enfrenaré, don Nuño, vuestra audacia.
¿Sois vos el caballero? ¿Sois el firme?345
¿Sois vos aquel que la ocasión demanda
de perecer por mí, y aquel que tanto
su fe hasta el cielo y su lealtad levanta?
¡Ah! Mal que os pese morirá ese conde
y vos con él. Huid. ¿Así se paga350
quien tanto hizo por vos? Cuando mi padre
os armó caballero allá en Navarra
ante los grandes de su reino todos,
yo misma, ¡necia! ¿No os ceñí la espada?
¿Este el pago será de tanta deuda?355
¿Es esto gratitud? ¡Cuán mal vuestra alma
su bajo temple esconde! ¿Qué? ¿Aun atado
el gran Fernán González os espanta?
¿Tan grande es su poder? ¿Queréis acaso
que envuelto ya os le den en la mortaja360
para matarle? Pues veréis mi brazo:
a una débil mujer más alentada
para el riesgo veréis: nada su esfuerzo
le impone a mi valor.
NUÑO
Basta ya, basta.
Mandadme luego que en su tienda busque365
allí en el centro de su tropa armada
al feroz Almanzor; que su cabeza
sobre la punta de mi fuerte lanza
yo ponga a vuestros pies; que la corona
luego a León de Abderramén os traiga;370
vereisme al punto más feroz que nunca
romper su hueste, en su cerrada escuadra
bañarme en polvo y en la sangre mora,
nuevo Pelayo, y sobre rotas armas,
y cotas y paveses penetrando,375
débil amparo serle las murallas
de Córdoba, y sembrando luto y muerte,
hasta las anchas vegas de Granada
la España recorrer; cetro y cabeza
pronto veréis rodar a vuestras plantas380
o yo en la empresa moriré.
TERESA
Don Nuño,
pues si ese mismo sois y si os halaga
tanto, Nuño, el poder, tomad el hierro:
¿Pensáis corresponder a mi esperanza?
o temed...
NUÑO
¿Yo? Jamás: antes del cielo
385
un rayo me confunda... Óyeme... aguarda.
Deja a los viles la traición y el dolo.
A los cobardes abandona esa arma.
Tengo espada; valor Fernán González:
yo cuerpo a cuerpo reñiré, y quien salga390
del duro acero del contrario libre,
ese libre será. Responde. ¿Callas?
TERESA
Es grande su valor.
NUÑO
Y es invencible
quien por las damas y el honor batalla.
TERESA
    Fuera yo loca y necia, ¿Vos vencerle?395
¿Sabéis, don Nuño, vos, de quién se trata?
Yo os dejo: ya os conozco, y os advierto
solamente que el labio, si es que aun ama
algún tanto la vida, cual la tumba
calle: y mirad que si indiscreto hablara,400
no ha de faltarme... pero, en fin, yo quiero
fiarme aquí de vos. ¿Daisme palabra
de sepultar lo que sabéis...? ¿Juraislo?
Vamos.
NUÑO
(¡Cielos! Ni sé lo que me pasa.)
Sí, juro.
TERESA
Sea en buen hora. ¿Conoceisme?
405
NUÑO
    Demasiado.
TERESA
Pues bien. Así descansa
mi pecho; y si calláis, a mi cuidado
queda el conde. Temblad si...
NUÑO
Juré y...
TERESA
Basta.

 (Vase.) 



Escena VII

NUÑO
    ¡Confuso quedo y loco! ¿Qué he escuchado?
¡Oh! ¿Qué mujer es ésta? ¡Mi esperanza410
encomiendo a los cielos!... ¡Infelice
conde ¡Él ignora lo que en León le aguarda!
Que para el tigre que su sangre anhela
perezca el conde, aunque perezca España.