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Pájaros y flores

Comedia en un acto y en verso

Francisco Pi y Arsuaga



Portada



PERSONAJES
 

 
DOÑA ROSARIO,   madre de Amalia y María.
DON ANTONIO,   padre de Amalia y María.
AMALIA,    de nueve años.
MARÍA    de diez años.
UNA CRIADA.
 

Época: la presente.

 



  —3→  

ArribaActo único

 

Una habitación de la casa de DON ANTONIO amueblada a capricho de los actores. En primer término, dos macetas de claveles. Colgadas del techo, dos jaulas, con un pájaro cada una.

 

Escena I

AMALIA
Esto de castaño pasa
y ya me aburre y me acosa;
apenas hago una cosa,
se sabe en toda la casa.
Poco ha, bajo la labor 5
puse abierta una novela,
y después, con gran cautela,
fui leyendo a mi sabor.
Con desusada alegría
cantaba en mi afán fingido 10
porque no se oyese el ruido
cuando las hojas volvía.
Cosía si me miraban;
si no me miraban, no;
y así la tarde pasó. 15
Las amigas me llamaban
alegres a jugar ya,
e iba ya con grato modo,
cuando, «Amalia, lo sé todo»,
me dijo seria mamá. 20
¿Quién se lo pudo, decir?
¿Quién se lo pudo contar?
¡Si lo llego a averiguar,
cómo me he de divertir!

 (Con espontaneidad.) 

Ella, y mi audacia no adulo, 25
no pudo haberlo observado,
—4→
porque tuve buen cuidado
de hacerlo con disimulo.
Sabe, y con razón me quejo,
cuanto en ocultar confío, 30
si no rezo o me sonrío
y si me miro al espejo.
Y si, cansada, me irrito
y digo: «¿Quién lo ha contado?»,
me responde con enfado: 35
«Me lo ha dicho un pajarito».
¡Un pájaro delatar
a una niña! ¡Qué congoja!

 (Con ironía.)  

Lo que es como yo le coja,
no ha de volver a piar. 40


Escena II

 

AMALIA. MARÍA, con una jarra de agua en la mano.

 
MARÍA
¿Has regado ya tus flores?
AMALIA
¡En eso voy a pensar...!
Ahora me voy a ocupar
en otras cosas mayores.

 (Se pone al espejo y comienza a arreglarse el pelo.) 

MARÍA
No me explico tus quehaceres 45
cómo tantos pueden, ser,
y así te han de entretener
de tus más grandes deberes.
Mira qué mustias están
las flores que tú no riegas. 50
Mientras tú gozas y juegas,
las pobres se secarán.
Contempla, en cambio, las mías:
gusto da ver su hermosura,
su fragancia, su frescura. 55
AMALIA
Mirándolas te extasías.
—5→
Tu ser en su amor se abisma.
Lo comprendo. Son muy bellas;
mas no por pensar en ellas
has de olvidarte a ti misma. 60
MARÍA
Dejarlas morir es cruel.
AMALIA
Y amarlas cual tú, simpleza.
MARÍA
Ellas son de la pureza
imagen hermosa y fiel.
AMALIA

 (Sin dejar de mirarse al espejo.)  

Mas, con toda esa poesía, 65
si no me imitas a mí
y sigues, hermana, así,
estarás peor cada día.
Andas siempre desgreñada,
mal puesta en esos furores; 70
entre el coser y las flores
no te dejan hacer nada.
MARÍA
¿Que no hago nada dijiste?
Tu afirmación me ha asombrado.

 (En son de reproche.) 

¿Tú qué haces? Vamos, ¿has dado 75
a tu pájaro el alpiste?
AMALIA

 (Descolgando una de las jaulas.) 

A propósito. Le voy
a castigar.
MARÍA
¡Qué descoco!
AMALIA

 (Vaciando el cajoncito del alpiste, que saca de la jaula.) 

Todavía queda un poco.
Mi venganza empieza hoy. 80

  (Aparte.)  

Sin duda éste debe ser
quien todo lo ha de contar.
Hasta que aprenda a callar
se quedará sin comer.

 (Cuelga la jaula, y se vuelve al espejo.) 

MARÍA
Eres cruel en demasía. 85
Nada en tu furor dispensas.
—6→
¿Qué te propones, qué piensas?
AMALIA
Oye un instante, María:
pienso en parecer hermosa;
mis acciones esto explica; 90
en casarme, en ser muy rica
y en ser condesa.
MARÍA
¡Orgullosa!
Con paciencia no te escucho,
que ya a mi razón se esconde
tú afán.
AMALIA
El hijo del conde
95
dice que me quiere mucho.
MARÍA
Amalia, el tiempo no andes
de esa ilusión al abrigo.
AMALIA
Pues se casará conmigo
cuando seamos más grandes. 100
Muy amigo es su papá
del nuestro, y, según infiero,
no habrá de ser un grosero
y a esa unión accederá.
MARÍA
Discurre tú de ese modo; 105
mi vida no he de dejar;
pero al fin he de anhelar
que te salga muy bien todo.
AMALIA

 (Con satisfacción.) 

Mi pensamiento has sabido.
Dichosa con él me encuentro. 110

 (Pavoneándose.) 

Vaya, me voy allá dentro.
Voy a echarme otro vestido.

 (Vase.) 



Escena III

 

DOÑA ROSARIO. MARÍA.

 
DOÑA ROSARIO
Así me gusta, María.
¿Estás regando tus flores?
y Amalia, ¿regó las suyas? 115
MARÍA
Las regará luego.
  —7→  
DOÑA ROSARIO
¿En donde
está, que aquí no la veo?
MARÍA
Hace un instante marchose.
DOÑA ROSARIO
Esa niña me disgusta.
Sus deberes desconoce 120
y entretiene los momentos
en pueriles distracciones.
Jamás se acuerda de nada.
No estudia, borda ni cose.
¡Oh! No será como tú, 125
mujer hacendosa.
MARÍA
Es joven.
Dentro de dos o tres años
cambiará mucho.
DOÑA ROSARIO
No; entonces
trabajará menos que ahora.
Porque no es que me incomoden 130
esas faltas, que sus años
están disculpando a voces,
pues la inocencia, si peca,
es justo se la perdone;
es que esa niña, María, 135
no siente las afecciones
naturales a su edad;
es que, en demasía precoces,
van bullendo en su cabeza
ideas que mis temores 140
afirman y justifican.
Perdidas las aficiones
al trabajo y la virtud,
no es fácil que se recobren;
y afea tanto a la mujer 145
la carencia de esos dones,
que sin virtud una niña
es como un campo sin flores,
como rosas sin perfume,
como interminable noche 150
sin estrellas y sin luz,
—8→
como erial maldito, donde
sólo las espinas crecen
entre pantanos innobles.
Pero, ¿han llamado a la puerta? 155


Escena IV

 

Dichas. CRIADA.

 
CRIADA

 (Con un parte en la mano.) 

Señora, ha venido un hombre
y me ha entregado este parte.
DOÑA ROSARIO
A ver, démele usted.
CRIADA

 (Entregándosele.) 

Tome.
MARÍA
Será de papá.
DOÑA ROSARIO
Sin duda.
MARÍA
Ábrele pronto; ¿qué pone? 160
 

(DOÑA ROSARIO abre el parte.)

 
DOÑA ROSARIO

  (Leyendo.) 

«Llego por la tarde el diez.»

 (Recitando.) 

Hoy mismo.
MARÍA
¡Jesús, qué goce!
¿Y a qué hora llega, mamá?
¿Llegará, quizás, de noche?
DOÑA ROSARIO
No, hija; esta misma tarde. 165
MARÍA
¡Qué alegría!   (Saltando.) 
DOÑA ROSARIO
Niña, ponte
el traje nuevo, y que Amalia
haga lo mismo.
 

(MARÍA se va a marchar.)

 

 (Deteniéndola.) 

Pero, oye.
Aun el parte dice más.

 (Leyendo.) 

«Por el correo de las doce 170
ayer remití detalles.
A esa va conmigo el conde.»

 (Recitando.) 

Pues no tardará la carta.
  —9→  
MARÍA
Pronto vendrá.
CRIADA
Retrasose
hoy el cartero, sin duda, 175
pues viene siempre a las once
y hoy no vino todavía.
MARÍA
Lo siento. Ya se conoce
que prisa, cual yo, no tiene.
DOÑA ROSARIO
180

  (A la criada.)  

Mas pongamos todo en orden.
Cual merece recibamos
a tu buen padre.
MARÍA
Y al conde.
DOÑA ROSARIO
Sí; mucho nos ha servido.
Le debemos mil favores, 185
y la gratitud es, hija,
el más bello de los dones.
Pero el conde irá a su casa.
Le aguardará Enrique.
MARÍA
¡Pobre!
Él creía que su papá 190
no venía.
DOÑA ROSARIO
Equivocose.
Mas vamos pronto, que el tiempo
nunca espera y siempre corre.

  (Aparte.)  

Después de tan larga ausencia,
ya es justo que al hogar torne. 195
 

(Vanse DOÑA ROSARIO y la CRIADA.)

 


Escena V

 

MARÍA. AMALIA, con otro traje más nuevo.

 
MARÍA
Amalia, viene papá.
AMALIA
¡Ah! ¿De veras?
MARÍA
Ya lo creo.
Mamá ha recibido un parte.
AMALIA
¿Y en él qué dice? 200
MARÍA
Llego   —10→  
el diez. Me acompaña el Conde.
Detalles por el correo.
Conque ya ves como viene.
AMALIA

 (Con énfasis.) 

No sabes cuánto me alegro. 205
MARÍA
Dice mamá que hemos de
ponernos el traje nuevo.
AMALIA
A su afán me he adelantado,
pues ya ves que me lo he puesto.
MARÍA
Si en todo fueras solícita 210
como ahora has sabido serlo,
ni abundaran los regaños
ni reinara el descontento.
AMALIA
¡Bah! ¡Bah! De sermones déjame.
Hago siempre lo que puedo. 215
Voy a echar agua a las flores.

  (Cogiendo la jarra que antes dejó MARÍA.)  

Hoy, que viene papá, quiero
que gocen como yo gozo
y revivan cual deseo.
MARÍA
En vano riegas, Amalia. 220
Su tallo se encuentra seco,

 (Señalando a las flores.) 

y el agua no resucita
flores que marchita el tiempo.
Tantos días las dejaste
abandonadas al fiero 225
martirio de la sequía,
que ya ese abundante riego
llega tarde. Si siquiera
al balcón hubieras puesto
tus flores, benigno acaso 230
y compadecido, el cielo
hubiera mandado lluvia
para humedecer sus pétalos,
sol para darles calor
y para mecerlas, viento; 235
pero ni las has cuidado...
  —11→  
AMALIA

 (Con enfado.)  

Basta ya. ¿Murieron? ¡Bueno!
Pues para explicar que yo
fui la causa del suceso
no es preciso ese discurso. 240
¿No las cuidé? No lo niego.
¿Se han secado y tú lo sientes?
Pues yo no lo siento menos.
Ahora vamos a otra cosa...
Condené a ese bribonzuelo, 245

 (Señalando a la jaula de su pájaro.)  

por hablador, al ayuno;
pero ya tampoco quiero
extremar este castigo.
Por esta vez le concedo

 (Bajando la jaula.)  

mi perdón; pero a la otra 250
me las paga, lo prometo.
MARÍA

 (Examinando la jaula.) 

¿Tu pájaro, dónde está?
AMALIA
¡Calla! Tampoco lo veo.
MARÍA
Mira, está en aquel rincón
desmayado sobre el suelo, 255
los ojitos apretados,
las alas y el pico abiertos.
¡Ay! ¡Pobrecito, qué lástima!
AMALIA

 (Sacándole.) 

¡Qué desmayado! ¡Está muerto!
MARÍA
¿Muerto dices?
AMALIA
Sí, María.
260
MARÍA
¡Qué corazón!
AMALIA
Yo no tengo
la culpa. No murió de hambre.
MARÍA
¿Pues de qué?
AMALIA

 (Con disgusto.)  

De aburrimiento.
Ya ves, hasta esta mañana 265

 (Mirando al suelo.) 

no le he castigado. Aun veo
—12→
del alpiste que tenía
ahí esparcidos los restos.
MARÍA
A ver.

 (Mirando.) 

¡Si son cascarillas!
Tan sólo Dios sabe el tiempo 270
que al pobre le habrás tenido
condenado a ese tormento.
AMALIA

 (Con ingenuidad.) 

¡Calla! Pues tienes razón;
el jueves, o a lo menos
en el cajón del alpiste 275
no hice el debido renuevo.

 (Con seriedad.) 

A pesar de eso, ya ves
que no es para haberse muerto.
MARÍA
Hoy es, Amalia, domingo.
AMALIA

 (Con disgusto.) 

Estos bichos son tan memos, 280
que por no comer tres días
se mueren; ¡vaya un talento!
Y que ha muerto, es lo gracioso,
sin estar siquiera enfermo.

 (Transición.) 

Ahora tú no digas nada. 285
La taza le llenaremos,
y haré creer a mamá
que murió de puro lleno.

 (Preocupada.) 

Al fin me voy explicando
por charlar su afán inmenso, 290
Aunque, si hablaba, ¿por qué
no gritaba? ¡que no tengo
alpiste ni cañamones!
Pero más no cavilemos.
Ha hecho bien en morirse; 295
tengo un enemigo menos.

  —13→  

Escena VI

 

Dichas. DOÑA ROSARIO, que entra llena de alegría con una carta en la mano.

 
DOÑA ROSARIO

 (Enseñando la carta.)  

Que llegase quiso Dios.
MARÍA
Mamá, de contento salto.

 (Saltando.) 

AMALIA
¿Va usted a leerla?
DOÑA ROSARIO
Sí.
MARÍA
Muy alto.
La escucharemos las dos. 300
DOÑA ROSARIO
 (Leyendo.) «Querida esposa: pronto
estaré otra vez a tu lado».

 (Sigue leyendo confusamente. De pronto recitando.)  

¡Qué miro! ¡No puede ser!
Que estoy confundida, creo.
O no dice lo que leo, 305
o yo no acierto a leer.

 (Leyendo.) 

«Como ves, es absolutamente necesario que vuelva en seguida a emprender una nueva peregrinación; pero en este segundo viaje me acompañarás tú y una de las niñas, pues las dos es imposible que vengan por razones poderosísimas, que ya te explicaré».

AMALIA
¿Qué has leído? ¡Cuánta tristeza!
MARÍA
¡Separarnos! ¡Imposible!
AMALIA
Esto no parece creíble.
MARÍA
Causa dolor y extrañeza. 310

 (Le quita la carta a DOÑA ROSARIO y continúa leyendo.) 

«En cuanto llegue, buscaré un buen colegio, donde ha de quedarse en calidad de interna hasta que, terminado mi negocio, podamos volver a Madrid, la que más necesite perfeccionar su educación y menos pueda servirte de útil compañía. Para   —14→   decidir, pues, cuál ha de venir con nosotros y cuál no, mediré la solicitud y buenas disposiciones de las dos, condiciones que me será fácil examinar fijándome en la lozanía de la planta de claveles que al marchame regalé a cada una, así como en el estado de los dos ruiseñores que les entregué también en la misma ocasión.»

 

(MARÍA suspende la lectura y se queda mirando a su hermana.)

 
DOÑA ROSARIO

 (Lo mismo a AMALIA, que estará cabizbaja y avergonzada mirando sus flores marchitas.)  

Al fin expiarás así
tu desidia y desaliento.
MARÍA

 (Con extrañeza.) 

Hermana, ¡cuánto lo siento!
DOÑA ROSARIO

 (Id.) 

María, vamos: de aquí.
 

(Vanse.)

 


Escena VII

 

AMALIA.

 
 

(Mirando, respectivamente, a las flores y a la jaula, según lo indica el verso. En todo lo demás queda este monólogo encomendado a la buena interpretación de la actriz.)

 
AMALIA
Flores por mi mal marchitas; 315
jilguero que por mi mal
no cantas amantes cuitas,
mis penas están escritas
en vuestro sino fatal.
Él mis ilusiones mata, 320
él al dolor mi alma liga,
él mis planes desbarata,
mi ventura me arrebata
y mi abandono castiga.
Canta, precioso jilguero, 325
—15→
como hacerlo antes solías;
canta, que impaciente espero;
salúdame placentero
y endulza las penas mías.
Vosotras, fragantes flores, 330
a este beso que os envío,
entonad vuestros colores,
consoladme mis dolores,
perdonadme mi desvío.
Despierta mi alma dormida 335
la voz del remordimiento.
Me encuentro ya arrepentida.
¡Si pudiera daros vida,
si os pudiera dar aliento!
 

(Suena un fuerte campanillazo. Se oye mucho ruido dentro. Voces de ¡Padre! ¡Esposo! AMALIA aplica el oído y queda un momento en expectativa.)

 
¿Qué anuncia el campanillazo? 340
Papá acaba de llegar.

  (Mirando.)  

Ya todos forman un lazo.
Tras un abrazo, otro abrazo.

 (Con desesperación.)  

Todos ríen. Yo..., a llorar.

 (Se sienta en una silla y esconde la cara entre los brazos.) 



Escena VIII

 

AMALIA. DON ANTONIO; detrás DOÑA ROSARIO y MARÍA.

 
DON ANTONIO
¡Hija mía!

 (Dirigiéndose precipitadamente a AMALIA.)  

AMALIA

 (Levantándose y tendiéndole los brazos.) 

¡Padre mío!
345
DON ANTONIO
Al fin cumplí mi deseo.
¿Lloras?

 (Con extrañeza.) 

AMALIA
En tu amor confío.
  —16→  
DON ANTONIO
Saber el motivo ansío.
¿No me contestas? ¿Qué veo?
Explícate, ¿qué ha pasado? 350
Me tienes dudoso, incierto.
¿Qué es lo que así te ha angustiado?
AMALIA
Que mis flores se han secado
y mi pájaro se ha muerto.
Aunque el pasado no abone 355

 (Suplicante.)  

las bondades de mi vida,
en mí tu afán no se encone;
que tu piedad me perdone,
ya que estoy arrepentida.
DON ANTONIO
¡Oh! No ha sentido jamás 360
mi pecho tanta tristeza.
Sé que arrepentida estás.
Pero ¿qué hacer? Sufrirás
el castigo a tu pereza.
AMALIA
Pena el corazón rebosa. 365
DON ANTONIO
Hija, el placer poco dura.
Sé en el estudio afanosa,
procura ser muy virtuosa
y acabará tu clausura.
En la próxima semana 370
entrarás en la pensión.
MARÍA
Lloraré tu ausencia, hermana.
AMALIA
Al ver mi suerte cercana
se me oprime el corazón.
DOÑA ROSARIO

 (Al público.) 

Niñas del lance testigos, 375
no olvidéis que Amalia peores,
que, libres hoy de enemigos,
deben ser vuestros amigos
los pájaros y las flores.


 
 
FIN
 
 




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