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1.       Esta poesía es original del padre Alarcón, y fue leída en una solemnidad semejante a la que aquí describimos.

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2.       Advertimos desde luego al lector, que ni en este ni en ninguno de los personajes que se presentan en los muchos episodios históricos de esta novela desempeñando cargos oficiales, se ha querido retratar ni aun siquiera aludir a los que realmente hubieran podido ocupar aquellos cargos en la época a que nos referimos. Por más que disten mucho ciertas personalidades de sernos simpáticas, nos inspiran a lo menos compasión, y al fustigar sin piedad al vicio y al escándalo, nos guardamos muy bien de ensañarnos con persona alguna determinada, a que puede el arrepentimiento haber colocado ya al abrigo de toda censura. Con más razón que Crévillon podemos decir: Jamais aucune fiel a empoisoné ma plume.

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3.       ¡Adelante, Tom, adelante!... ¡Atraviesa!... ¡Arróllalos!...

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4.       «Llámase en Inglaterra Nursery al departamento especial en que viven los niños con sus criados completamente aislados del resto de la familia.»

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5.      Â«Â¿Qué es esto, Miss?... Hay que estudiar la lección de piano hasta las ocho.»

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6.       «Histórico.»

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7.       «Histórico todo.»

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8.       «Sabido es que la emperatriz Eugenia, antes de casarse, llevaba por su ilustre familia el título de condesa de Teba.»

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9.       «Suponemos que el lector comprenderá que los juicios sobre personas determinadas que aparecen en boca de los personajes de esta novela no son juicios del autor, sino reflejo de los que formaban en aquella época la parte de la sociedad que dichos personajes representaban. El autor, que tan sin escrúpulos de ningún género ataca de frente al vicio y a la insolencia, se reserva siempre su juicio sobre individuos determinados, y se halla muy distante de pretender herir personalidad ninguna, por despreciable que le parezca.»

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10.       «Amén.»

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11.      Â«En la vida del R. P. Eusebio de Nieremberg se cuenta que solía disciplinarse con uno de esos instrumentos de garfios de hierro llamados gatos, y sin duda a este gato y a este varón son a los que alude el tío Frasquito.»

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12.      Â«Este cuento y el siguiente son antiquísimos cuentos populares de Andalucía, recogidos por el autor e inventados por el gracejo, profundo a veces, de los campesinos de aquella tierra. La sencillez misma de su forma y lo manifiesto de su inocente al par que picaresca intención, excluyen de ellos toda otra idea irreverente.»

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13.      "El análisis técnico de esta ópera está tomado de un artículo crítico del señor Peña y Goñi."

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14.       «Varias fueron las asociaciones de señoras que se fundaron en aquel tiempo con el fin de socorrer a los heridos del Norte, siendo la que más benéficos resultados produjo la presidida por la ilustre y virtuosa señora marquesa de Miraflores, cuyo nombre ha aparecido siempre unido a todas las obras buenas y caritativas. Excusado nos parece advertir al lector que la asociación que nosotros suponemos no tiene nada que ver con ninguna de estas, y que, aunque tomada del natural parte de su fisonomía, es, en su conjunto, pura invención nuestra,»

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15.      Â«Esta cláusula está tomada literalmente del testamento citado, sin otra variación que la de introducir en ella el nombre supuesto de la Marquesa de Paracuéllar.»

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16.      Â«Â¡Padre san Ignacio..., sálvalos!»

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17.      Â«Â¡Padre San Ignacio... adiós!»

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18.      Â«La muerte de este santo anciano, acaecida al mismo tiempo que la de la persona que auxiliaba, es un hecho rigurosamente histórico.»

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19.      Â«Formaban este primer gabinete alfonsino, bajo la presidencia de don Antonio Cánovas del Castillo, los señores Castro, Cárdenas, Jovellar, Salaverría, marqués de Molins, Romero Robledo, Ayala y marqués de Orovio. Excusado nos parece advertir que, al fingir nosotros un señor Gallego y un señor Laguna formando parte de este Ministerio, no aludimos para nada a ninguno de los señores que en realidad lo formaron. Y ya que de alusiones hablamos, bueno será hacer constar, una vez más, que yerran por completo los que han creído ver en algunos personajes de la presente novela retratos de personas harto conocidas, que sin duda lo fueron muy poco de los que tal juzgan, cuando encuentran semejanza entre unos y otros. Nuestros personajes no son retratos de individuos determinados, sino tipos de caracteres sociales; y si puede halagar la vanidad del artista que resulten sus creaciones tan reales que no pueda concebírselas sin un modelo vivo, debe de repugnar ala delicadeza y aun a la conciencia del escritor honrado al convertir por este medio un libro escrito con altos fines morales en un intencionado libelo.»

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