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76-6. En la Crónica de los Cervantistas, año de 1876, Adolfo de Castro da detalles de un suceso interesante acontecido en Sevilla en el año 1565, y que Cervantes pudo muy bien haber presenciado, recordándolo después en el episodio del polaco Ortel Banedre y de su adúltera esposa. Se trata de un tabernero cuya mujer le faltó con un mulato. Según las leyes que regían aún en Sevilla, los adúlteros fueron entregados al marido para que hiciese de ellos justicia. «Encima de un teatro público, a la vista de infinitas gentes», como dice Cervantes, el agraviado esposo sacó un cuchillo y se puso a dar infinitas cuchilladas a ambos delincuentes, hasta que murieron. Mostró una crueldad «la cual -dice el documento- no se acuerdan haberse visto ni oído en semejante caso». A esta terrible costumbre aludiría Cervantes cuando aconseja Periandro al polaco que no limpie su honra con la sangre de sus enemigos «atados y rendidos» públicamente. Véase también a Ramón León Máinez, Cervantes y su época; Jerez, 1901; pág. 328. (N. del E.)

 

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78-3. El texto: «Rajo». (N. del E.)

 

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78-18. Verso 225 de la Egloga I de Garcilasso. Véase, acerca de éste, la página 293 del tomo II de nuestra edición de La Galatea. (N. del E.)

 

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84-2. No de las grullas, sino de los ánades, cuenta Plutarco esta conseja en sus Morales. Citamos el capítulo de la traducción latina: Plutarchi commentarius, terrestriane an aquatilia animalia sint callidiora (sección X). «[Anseres in Cilicia] quando Taurum traiiciunt animalia alioqui vocalia et obstrepera, tum metu aquilarum in os iustae magnitudinis lapide sumpto, taciturnitatem sibi imperant ut fallere in transitu eas possint.» Luego sigue un cuento acerca de la astucia de las grullas, lo cual puede explicar el error de Cervantes. Plutarco repite la conseja en otro tratado de los Morales, titulado De garrulitate (sección XIV), hablando también de los ánades, «quos aiunt cum e Cilicia transvolant Taurum montem aquilarum plenum, singulos, recepto in os iustae magnitudinis lapide, quo tanquam freno, aut claustro, vocem compescant, ita noctu latentes tacite traiicere». De la obra de Plutarco hubo una versión: Morales de Plutarco, traduzidos de lengua griega en castellana, por Diego Gracián, publicándose tres partes en Alcalá en 1548, y otra edición, con la cuarta parte, en Salamanca, 1571. En el folio 264 recto de la cuarta parte principia el tratado «De la industria de los animales, y quales tienen mas sentido e instincto natural, los de la tierra, o los de la mar». Huerta, en su traducción de la Historia Natural de Plinio (lib. X), Madrid, 1624, página 714, trae, entre otras anotaciones, la conseja de los ánsares de Cilicia. (N. del E.)

 

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87-12. No está muy acorde esta doctrina con la que el mismo Cervantes sustentó en el capítulo XXXII de la Segunda parte de Don Quixote, donde dijo: «La afrenta viene de parte de quien la puede hazer, y la haze y la sustenta; el agrauio puede venir de qualquier parte, sin que afrente... Está vno buelto de espaldas: llega otro, y dale de palos, y, en dandoselos, huye y no espera, y el otro le sigue y no alcança; este que recibio los palos, recibio agrauio, mas no afrenta, porque la afrenta ha de ser sustentada. Si el que le dio los palos, aunque se los dio a hurta cordel, pusiera mano a su espada y se estuuiera quedo haziendo rostro a su enemigo, quedara el apaleado agrauiado y afrentado juntamente.» Según esto, Antonio había ofendido, con agravio y afrenta, a su enemigo (compárese el tomo I, pág. 34); pero, según la nueva doctrina, el último sólo quedó agraviado, porque las palabras «fueron con la espada desnuda» (de donde se infiere que, si en vez de espadas, hubieran tenido palos, habría habido afrenta). (N. del E.)

 

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90-3. En vez de tio, debe leerse hermano; se trata de las dos doncellas «hermanas de Antonio». (N. del E.)

 

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90-10. El texto: «de». (N. del E.)

 

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90-12. Tal vez alude Cervantes en este suceso a un episodio parecido de la obra maestra de Calderón, El alcalde de Zalamea. En ella figura también una revuelta que ciertos soldados, alojados en un pueblo, habían tenido con los del lugar. De lo histórico de este episodio trata extensamente Max Krenkel en Klassische Bühnendichtungen der Spanier, tomo III, Calderón: Der Richter von Zalamea nebst dem gleichnamigen Stücke des Lope de Vega; Leipzig, 1887. (N. del E.)

 

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96-29. Este es uno de tantos ejemplos del estilo de Cervantes, donde no concuerda el verbo con el sujeto. En el presente caso, el plural del complemento acusativo influye en la forma del verbo. (Véase a Weigert, Untersuchungen, etc., op. cit., pág. 18, § g.) (N. del E.)

 

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101-8. Así el texto; pero tal vez deba leerse: «pasada». (N. del E.)