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  —[102]→     —103→  

ArribaAbajoGirar en descubierto

(1975)


  —[104]→     —105→  

A mi madre. Cuando me enseñó a nombrar las cosas,
me mostró el Amor y la Poesía que estarán en mi sangre
más allá de los hijos de mis hijos.

Ester de Izaguirre

  —[106]→     —107→  


ArribaAbajoInfancia


A Manuel Peyrou

ArribaAbajoHubo un país de cunas y presagios
de guardapolvo blanco y navidades,
de reyes distraídos y cumpleaños fugaces
de estrenos de zapatos y verdades.
Un tiempo en el que el tiempo me sobraba  5
y sobraban la luz y las palabras.
Yo no crecí, se fue achicando el mundo.
Yo no callé,
se impusieron los cantos y pregones.
No envejecí,  10
la vida se me espeja en la mirada.
No soñaba,
había una realidad para los otros.
Sin embargo, seré la que mañana
ya no crezca ni calle, ni envejezca ni ame,  15
y aún así, esencial y despojada,
en un día como hoy de primavera,
mi sombra irá buscando todavía
aquel país en el que estuve entera.

  —108→  


ArribaAbajoCatarsis


Me dijo Graciela: mamá, hoy estás
distraída y no me escuchás.

ArribaAbajoNo te pude decir que la realidad
es un verdugo tenaz de piel adentro,
de sangre incorregible,
de verdades violadas.
Por eso no escuchaba tus palabras,  5
hasta que la poesía, este mar que recorre mis orillas,
y recoge aguas vivas,
y me lava las rocas de tantos desperdicios
arrojados por duendes en la arena,
me libere las manos y la rabia,  10
los ojos, las vigilias, las promesas.
Después podré escucharte,
cuando manche de voces y de gritos
esta página en blanco,
cuando este Cristo de palabras  15
salve al hombre que llevo en las entrañas condenado,
cuando pueda decirle a este setiembre nuevo
que entra como un espía a nuestros patios,
que no soy una planta,
que no participo de la alegría animal de la tierra  20
que espera con las piernas abiertas de sus árboles
el milagro que fecunde sus preguntas.
Ya estoy aquí.
Mi relativa sombra,
todo este amor que soy si no estoy triste.  25
Ahora puedo escucharte, hija querida.

  —109→  


ArribaAbajoA una magnolia muerta


ArribaAbajoSonreías en el patio de las tardes felices
y alguna vez tus voces escuchaba;
decías del misterio, de la tierra,
y de tu alma vegetal menoscabada.
Acaricié tus brazos uno a uno  5
mientras ibas creciendo,
cada hoja nacía una semana,
cada rama era un mes,
cada tronco fue un año de mi vida.
Y nadie se dio cuenta  10
cuando tu verde
se nos volvió amarillo en las entrañas.
Y hoy que toqué tus hojas ya sin sangre,
y hoy que busqué el color que te faltaba,
me dio pena, de pie, ver tu agonía,  15
ver que no tienes sed,
que ni mis lágrimas podrán recuperar tu lozanía.
Si hay caballos y hay perros en el cielo,
si hay campos y hay jardines
y allá está todo lo que fue ternura,  20
allá estarás magnolia de mi casa
iluminando a Dios con tu blancura.




ArribaAbajoAguardo


ArribaAbajoDeja esa puerta abierta para que entren los nadies,
los mendigos,
los soberanos de las madrugadas,
los que lamen los cristales de los cafés cerrados,
los que cuentan la ignominia del minuto  5
y olvidaron la luz de las estrellas.
Los que perdieron a Dios
—110→
porque aprendieron a rezar poemas
y nunca más volvieron a encontrarlo.
Deja esa puerta abierta para que entren los nadies,  10
los que saben de cárceles distintas,
los que no terminaron de nacer,
los que le llaman madre a la fatiga.
Deja esa puerta abierta para que entren los nadies,
mis aguardados  15
cómplices.




ArribaAbajoDónde estabas


ArribaAbajoDónde estabas
que la vida se fue sin que te viera,
en qué resquicio sórdido del tiempo,
en qué mentira gris,
en qué apariencia.  5
Si volviera el verano
y una señal del viento.
Si todo fuera igual
y descubriera en la arena
alguna huella.  10
Dónde estabas
que la vida se fue sin que te viera.




ArribaAbajoA veces creo


ArribaAbajoMe voy de mí hacia ninguna parte,
buscándote en los sueños
que me crecen tal vez de madrugada,
—111→
saturados de árboles con lluvias y columpios
que después se desvanecen con el día.  5
Me parece hallar tus ojos
en un rostro que existe,
ojos que hasta podrían llorar de verdaderos,
y los borran las mentiras de la luz.
A veces creo que tus manos  10
descubren las comarcas de mi piel,
sensitivas honduras de mi carne que siente
como un pájaro ciego.
A veces creo que el cielo está en la tierra,
que hay que ver a los reyes y a la estrella,  15
que mi barro ilumina,
que podríamos honrar a nuestros ídolos,
y juntos, a sus pies, justificar la vida.
A veces creo...
pero habría que nacer y deshacerse,  20
y volver a empezar y destruirse
en un crisol de alas y de esperas,
de cielos y de infiernos.
Habría que ser Dios para quererte
como sueño en mis sueños que te quiero.  25




ArribaAbajoLo de hoy


ArribaAbajoSe me traba el impulso y dice basta,
hay huelga de esperanzas, revolución de ganas,
un balance imposible me pregunta
dónde quedó aquel rostro del espejo
que se llevó un agosto distraído,  5
la imagen sepia de unos muebles viejos
que han tomado la forma de mi cuerpo,
—112→
todo lo que me ciñe y me rodea,
quizás lo que me oculta o me deforma.
Qué mendigo de estrellas se arrodilla,  10
qué sentido las nuevas madrugadas.
Que apaguen los motores, las sirenas de alarma,
la condena del canto y del silencio.
Que me despierte un día sin cadenas
porque hoy el corazón me dice basta.  15




ArribaAbajoAdiós



Señor, cuando anochezca
te necesito mucho.
Tengo miedo al crujido
que hace el pie en el otoño.

Yolanda Bedregal                


ArribaAbajoEn el mar que anidaba nuestros sueños,  5
adiós no es vigilar tiempos y aduanas,
ni un despegue de avión entre la bruma.
Es ver que el sol nos miente de distinta manera,
que si a mi lado se abren los copos del invierno,
allá casi florece feliz la primavera.  10
Adiós es una gota de piel en la mirada,
los nudillos de un viento que gime en la ventana,
adiós es acostarse sobre la tierra húmeda
y apretar bien los dientes,
poner cerrojo al alma  15
para que nadie vea
el triunfo de las lágrimas.

  —113→  


ArribaAbajoVolver


ArribaAbajoMe hundo en la ceremonia del regreso,
como un gran sol detrás de las montañas,
vuelvo en el aeropuerto a saludarme
con la que ayer dejé.
Nos enfrentamos silenciosamente  5
y hacia la antigua casa y la costumbre
regresamos a pie.
Victoriosa del tiempo
me instalo en mi disfraz de realidad
para iniciar el sueño de borrarme  10
y volver a empezar.
El camino quedó en alguna parte;
apenas sé quién soy.
Hay una rueca antigua que hila días,
que está cansada de tejer razón,  15
un silencio anterior que me destina
a ser apenas canto, apenas voz.
Y me entrego a este poco de regreso
ya que no puedo ser todo el adiós.




ArribaAbajoConvicta


ArribaAbajoHoy me entrego.
Ya no tengo la fuerza necesaria
para seguir huyendo.
Hay cadena perpetua para el miedo,
no hay indulto posible para el sueño.  5
La gente me señala:
allá va la disfrazada
de nieblas y tormentas;
en las sombras
—114→
alumbran sus designios  10
y comulga con hostias de palabras.
Calma su sed la lluvia
de las tardes finales,
resucita a la nada en primavera,
y si la noche cómplice regresa,  15
le arranca vivo el corazón al viento.
Porque acepto la cárcel del misterio
la piedad de las rejas me acompaña.




ArribaAbajoObstinación


ArribaAbajoYo beso las paredes de la casa,
baluarte en esta tierra y atalaya,
me adhiero a los sillones,
acaricio la cómoda, el ropero,
pienso en el triunfo  5
de quedarme en ellos
como la misma huella de mis dedos,
y siento la nostalgia de mi ausencia
al escuchar la voz del que mañana
preguntará a la voz que no responda:  10
«... y quién habrá vivido en esta casa
y de quién habrá sido este moblaje».
Que algo de mí responda que he vivido
y algo de mí denuncie que no he muerto.

  —115→  


ArribaAbajoSupermercado Sábado


Uno busca lleno de esperanzas...


Discépolo                


ArribaAbajoLetras en rojo, en verde, en esqueleto,
olor a sobra que dejó la tierra,
vida al revés y para abajo,
vida de dientes, digestión y células.
Supermercado de mi barrio,  5
te faltaron los puestos:
unos metros de cielo,
un buen paquete de estrellitas vivas,
unos gramos de días sin almanaque,
un litro más de sed.  10
Si hubiera hallado, al menos, la mirada
de otro, que como yo, también pidiera
una liquidación de madrugadas.
Ensayo sin querer un tango viejo
y me voy sin comprar lo que buscaba.  15




ArribaAbajoLibre


ArribaAbajoCuando tenés las manos sucias de ansiedades
y sos un crucigrama sin la clave
para vos y los demás;
cuando ya te cansaste
de gustarle la nostalgia a la lluvia,  5
de meterte en el alma de la gente
—116→
como en un continente inexplorado,
con lauros de conquista
y con miedos de muerte;
cuando no te quedan más ni «quiero» ni «retruco»  10
en el juego que perdés con la tramposa
que se guarda las cartas en la manga,
cuando ves que vivir es despedirse
sin caminar hacia ninguna parte,
cuando ya se te ha hecho una costumbre  15
girar en descubierto
y cuando recordás que quisiste alguna vez
sin darte cuenta,
entonces es cuando mirás arriba, convencido
de que te mandarías el cielo en un buen trago  20
de vino y de respuestas,
le ves el ojo a Dios,
el que te espía para ver si aflojás.
Entonces es cuando te nacen alas,
se te cansa el cansancio,  25
se te muere la muerte
y te echás a volar.




ArribaAbajoIndecisión


ArribaAbajoQuiero saber qué hacer,
si volver la mirada hacia otro lado
y entonces preguntar para qué vivo,
o buscar al violador de la pureza,
al que roba el buen nombre de la noche,  5
al que arroja a los campos inmolados por el sol
su mentira de lluvia.
Quiero saber qué hacer con esta savia
que se me va lo mismo.
Quiero saber qué hacer con este grito.  10

  —117→  


ArribaAbajoChau Seaver


Desaparecerá el pasaje Seaver
para prolongar la 9 de Julio.


Crónica de un diario                


ArribaAbajoCalle marina y sola,
te buscaré después en los escombros
para erigirte un recuerdo de juguete
en cualquier veredón del desamparo.
Te buscaré también  5
en la sonrisa nueva de la calle insolente
inaugurada toda de yodo y de martirio.
Te buscarán los pies que te anduvieron,
las soledades que te amancebaron,
los que cazaron sueños en la niebla.  10
Como un mendigo recogiendo un pucho
me rastrearé en los ojos de tu noche,
y las lunas melladas
te darán su rodaja de dioses y milagros.
Cuando hayas partido  15
hacia el país de nadie,
Buenos Aires tendrá una nota menos
en el tango que el barrio silbará,
y el canto que me surge
desde el zanjón abierto a tu costado  20
sabrá también a cuento y a leyenda:
«Hubo una vez la calle con tu nombre,
tenía una escalera sin trasbordo
que ascendía segura al paraíso».

  —118→  


ArribaAbajoLa semana que viene


ArribaAbajoLa semana que viene
comenzaré a pensar en otra cosa.
El lunes, el que viene,
dibujado con gentes
que viven todavía en el domingo,  5
me arrancaré públicamente este rostro confeso
y en última subasta
se irán mis alas que quisieron vuelo
pero que no sirvieron para nada.
La semana que viene  10
sentiré gusto a hierro de cadenas,
me destruiré sin pausa como a fuego,
para después surgirme finalmente
reversible en bolsillos escondidos
desmenuzando estrellas con los dientes.  15
La semana que viene
comenzaré a pensar en otra cosa,
me llamaré cualquiera, nadie, ayer,
habré nacido de un negado sueño,
lograré no morir cuando me llamen  20
y cuando pasen lista a los que cumplen
y trabajan, y esperan, se ilusionan,
los pobres ciegos, razonablemente,
les gritaré desde mi nueva nada:
Ausente.  25




ArribaAbajoPosesión


ArribaAbajoYo quisiera entregarte toda el alma
como se entrega el cuerpo,
—119→
en un solo momento, a cielo abierto,
con un espasmo de dolor y gozo,
con sed de eternidad, de hijos maduros,  5
pero que en vez de sangre tengan sueños
apretados a las células sin tiempo.
Sentir que me fecundas toda el alma
y después nada más.
Como en el cuerpo.  10




ArribaAbajoRomance del despeñadero


El pintor conde Federico Borghini
ha muerto trágicamente en Bolivia el 26-3-61.


De un diario                


ArribaAbajoTe llamabas Federico
y en antinomia de cielo
comenzaste a despertar
en el único sosiego.
Tanto acechar tu mirada  5
el horizonte extranjero
y una tarde americana
te puso cerrojo al pecho.
Vos, que desde que naciste
ya sabías que habías muerto,  10
cayendo desde la altura
donde el cardón tiene un templo.
Te llamabas Federico
Borghini, conde o ensueño,
hoy ya te llamás ausencia  15
y sos pregunta sin réplica
en el abismo del tiempo.

  —120→  


ArribaAbajoAceptación


Y flotar como un corcho sobre la corriente.


Renoir                


ArribaAbajoNaufraga la mañana
y no puedo salvarla.
Hoy para mí la noche es una fábula
que encienden las luciérnagas.
Quiero flotar,  5
no me interesa de dónde viene el río
ni adónde y cómo llevará su rabia.
Yo sólo miro el cielo que no cambia.




ArribaAbajoDónde


ArribaAbajoCinco de enero del cuarentaitantos,
una cifra y un gesto indescifrable,
una arboleda abierta, un gesto amable,
el dolor de nacer, de estar despierta
y aquel cansancio triste de esperarte.  5
Ya empezaba a esperarte. No sabía
en qué lugar del mundo tu vigilia
acariciaba estrellas inquietantes.
Si por lo menos un nombre limitara
tu recuerdo de cosas que no fueron  10
para llamarte a gritos en la noche,
en la costa extranjera de algún río.
Si por lo menos tu figura fuera
la de un hombre de veras,
—121→
con los ojos tallados en la duda  15
con las manos inmóviles de esperas,
si tus pasos llevaran al camino
donde transita el miedo de encontrarte.
He revuelto la tierra,
te he llamado de espaldas  20
y al volverte
me dolió el equívoco del rostro.
Dónde estás hombre-dios para creerte
y dónde tu misterio para amarte.




ArribaAbajoLata de basura


ArribaAbajoPobre Judas, destino lacerado,
el dedo de la noche te señala
ese agujero abierto en el costado
donde te pudo haber nacido un ala.

Áspero tronco, flores de azucenas,  5
aire que llevas cuando queda nada,
siempre liberas porque te encadenas,
perfumas porque mueres asfixiada.

Mientras haya en el mundo cosa impura
tendrás que resignarte al alto rango  10
de librar a la tierra de basura.

Te agradece la vida porque es bella,
gracias a que quitándole su barro
le señalaste el rumbo de su estrella.

  —122→  


ArribaAbajoTodo


ArribaAbajoYo sólo sé que el tiempo me lastima,
no sé si el que se fue o el que no ha sido
todo es tiempo de honduras y de cima,
lo que es bien conservado y bien perdido.

Es tiempo la hidalguía de la rosa  5
que reina en el jardín un corto día,
tiene un cielo fugaz de mariposa
y un largo invierno de melancolía.

Es largo tiempo la ilusión buscada,
que cuanto más se busca más se aleja  10
a la vuelta de cada encrucijada,

y es tiempo esta certeza de la queja
que contra el tiempo ya no puede nada
más que mirar la nada que nos deja.




ArribaAbajoOctubre


ArribaAbajoEl musgo se abre una ascensión de sombras
en esta fugitiva primavera.
Sangra resina el pino hasta las hojas
porque lo ha herido la primera estrella.

El grillo reza una oración pagana  5
y el sauce se prosterna hasta la tierra
para pedir mejor la flor negada
que ni su eterno llanto consiguiera.
—123→

Está la plenitud en esta tarde
en que se escucha palpitar el pecho  10
de un invisible ser en el paisaje.

Y es más vivo el dolor del desencuentro
entre el mundo infinito que me envuelve
y esta cárcel estrecha de mi cuerpo.




ArribaAbajoRastreo


ArribaAbajoSoy dueña de un dolor que desconozco.
Yo sé que es un dolor y que es el mío,
porque el espejo me devuelve hastío
y hay brumas en el lago de mis ojos.

Es lejano y antiguo como el rostro  5
de la piedra agrietada en las montañas.
Con olvidos y máscaras extrañas
disfraza las imágenes que evoco.

Yo rastreo las huellas de mis sueños
limpiándome los ojos empañados  10
que no me dejan ver cuando despierto.

Pero el dolor se oculta en mi garganta,
y en vez de hacerse llanto descubierto
se me vuelve torrente de palabras.




ArribaAbajoTormenta en el campo


ArribaAbajoSiente el verde la pena de ser puro
sobre una tierra inútilmente ajena;
—124→
clausura el horizonte su crepúsculo
con un telón enorme de tiniebla.

Y ya no queda piedra sobre piedra  5
ante el aliento audaz del aguacero
que conquista, reduce, canta y besa
como esclavo y señor al campo entero.

El viento, en su origen desamparo
de caricias de Dios sobre los talas,  10
que se vuelve crueldad de latigazo,

se ovilla como sombra en la osamenta
y estallan los cardales macerados
por el facón servil de la tormenta.




ArribaAbajoTarde de pueblo chico


ArribaAbajoLas magas herraduras del recelo
siembran estrellas en el empedrado
y nuestra iglesia aldeana roba al cielo
su luz dorada y su carmín volcado.

Allá lejos la venda de gramilla  5
le resegó la vista al horizonte,
y el cascoteo igual de la tropilla
deja en el aire su sabor a monte.

Al paso de una anciana, calle abajo,
surge el repiqueteo de un ladrido  10
como de una campana sin badajo.

Y es el pueblo una lámpara que arde
cuando responde adiós, entristecido,
al pañuelo infinito de la tarde.





  —125→  

ArribaAbajoQué importa si anochece

(1980)


  —[126]→     —127→  

A Clara, Patricio y Manuel

  —[128]→     —129→  

ArribaAbajoPrólogo

Hay libros destinados a reflejar con diáfano fluir una intimidad; se podrá decir que todos los libros aspiran a reflejarla -y que de algún modo lo hacen- pues la palabra siempre deja filtrar el repliegue, el sesgo del espíritu que la crea. No nos engañemos; hay casos que podrán admitir el odioso yo -Pascal mediante- o emboscarse en la tercera persona para ocultar, más o menos eficazmente, a la primera, pero sólo dan una imagen desconocida del ser que los ha creado. Nada más alejado de esta apreciación que el libro de Ester de Izaguirre. Qué importa si anochece tiene el aire tranquilo y sereno de una confidencia, articulada con la precisión melodiosa de una pieza de cámara. Las emociones del oficio de vivir -Pavese algo sabía de ello- pasan, por su registro estremecido, melancólico hasta doliente pero que tiene la fortaleza de que se ve vivir en plena conciencia, que no se engaña sobre la ríspida naturaleza de ciertas cosas y que aspira, sobre todo, a cristalizar en el prisma del canto, la multiplicidad del color de la existencia; porque en ella, el poema es unidad de vida, es la consustanciación, la medalla grabada con los años, con el atesoramiento de muchas horas y   —130→   con la ardida, vibrante experiencia que integra, naturalmente, el desaliento de muchos instantes en los que triunfó el dolor. El poema es un ademán de comunicación constante; puede no tener respuesta, lo dice «Teléfono ocupado», puede transitar por toda la gama del adiós insinuado, de la separación en una cruz del camino, «Mentira», «A la hija que se va» saben de ello, pero el deseo está tendido al otro porque sabe bien que no hay yo si no existe . Los adjetivos y los pronombres a los que alude en «Ausencia del poeta», los pronombres que Pedro Salinas elevaba a categorías estelares en el diálogo de la existencia, están allí para decirnos en qué severa medida ella sabe dibujar el sentido de los días que pasan y cavan desencuentros; hay tristeza y llanto, pero no se oculta el vislumbrar de la esperanza; una ilusión puede perderse pero a la ilusión se le entrega una moneda, no la totalidad de un ser. En la percepción de este balance vital, vale siempre la feliz sociedad de mirada y sentimiento; las imágenes pueden proponer claras asociaciones, «mirada lacia», «columpio de la lluvia», y también restaurar vocablos aprisionados en el ayer, «pretal», «socavón», o sumar neologismos, «duendesco», «encresalidé», sin embargo constantemente habrá en su léxico la bruñida voluntad de dar a la palabra su faceta y su estremecimiento. El libro cumple llanamente, con sosegada entereza su misión de testimonio; la presencia que se contempla en el espejo y que adquiere por ello, las dimensiones de su desventura -y como en un poema notable quiere comprar una risa-, es la misma que sabe aún en el perceptible paso del tiempo, en la alusión de Heráclito, la victoria del instante, el presente activo que es una afirmación de vida. Hay un poema, «La flor sobre la alfombra», que lo resume. En todo llanto hay una resurrección y en toda despedida una posibilidad de regreso. Comprenderlo es un acto vital; transmitirlo, un acto de belleza. Líricamente ambos se   —131→   aúnan en la conclusión de plenitud que nos dice: Qué importa si anochece.

Ángel Mazzei



  —[132]→     —133→  


ArribaAbajoQué importa


ArribaAbajoQué importa que la muerte me espere en una esquina
como en alguna cita querida y postergada,
y no importa esta larga fatiga que calcina,
ni los últimos vuelos ni algún ala quebrada.

Qué importa la moneda de cobre cotidiana  5
que nos da de limosna, un dios también mendigo,
si a veces cuando vamos subiendo la mañana,
nos saluda de lejos la mano de un amigo.

Si todavía me asombra la lluvia amanecida,
si los ojos del perro me devuelven confianza  10
en el disfraz absurdo que me miente la vida.

No importa que anochezca si el amor es mi centro,
si del amor me nazco, por el amor escribo
desde el amor existo y en el amor me encuentro.




ArribaAbajoA la hija que se va


ArribaAbajoMe faltaron silencios y juguetes
y todo lo que lograra custodiarte;
—134→
estás naciendo todavía.
Aún estás aprendiendo las palabras
con las que ayer, segura, me nombrabas.  5
El plazo se acabó. Se cumplió el tiempo
de hundirnos solas en las tardes plenas,
de olvidarse a la vida
en las páginas de un libro de poemas.
Un tiempo se acabó, pero comienza  10
el de saber que fuera de la casa
-de tu casa y la mía-
toda la calle, la que fue desierta,
se convierte en un puente, florecida,
y la puerta de calle, en ala abierta.  15




ArribaAbajoNegación


ArribaAbajoYo no busco la boca de los besos
sino la otra, que tienes más adentro,
de donde viene la palabra quiero.
Yo no busco la piel
que puedo acariciar con estos dedos,  5
yo busco la que envuelve tus recuerdos.
Yo no busco más hijos, los que ya no vinieron,
yo me nazco en el río de tu sangre
desde donde hacia el todo me navego.




ArribaAbajoA una joven pareja que se abraza en la calle


ArribaAbajoÁmense ahora
que el amor es como un cuadro
—135→
premiado en la bienal.
Ámense ahora, que toda la tarde es una plaza
donde dejan pasear a la esperanza.  5
Ahora, que aún hay un milagro
perdido en la ciudad.
Y dan un premio al que lo atrape.
Vivo.




ArribaAbajoFechas en rojo y negro


«No se festejará más el carnaval».


De un diario                


ArribaAbajoCuando una vez por año aparecen los ritos
de volvernos distintos,
regreso al pueblo antiguo
y juego a ser comienzo.
Ahora se apagaron las luces de colores,  5
todos los días del año son iguales.
Ya no hay tregua para dejar el rostro,
y esta humana identidad desencontrada;
para usar otro yo quiero, otra mirada.
Ya no hay más carnaval.  10
Nazco de mi palabra y de mi canto,
el lugar de mi infancia
es este verso sin nombre.
Yo podría ser otra.
Yo podría volver a la crisálida.  15
Y aquí estoy sin embargo,
mientras la cruz del almanaque
me señala
con sus siete palabras.

  —136→  


ArribaAbajoVida


ArribaAbajoRecuerdo y no sé a quién.
Quisiera regresar y no sé a dónde,
mientras la muerte lame las cortezas
que vamos arrojando por la borda.
Todo es mar. Todo noche.  5
En qué isla lejana
quedó anclado tu nombre.

Porque el amor es eso:
descubrir los abismos y quedarnos
con los ojos malditos y despiertos.  10
Porque el amor es eso:
un confuso desafío
y un deseo ferviente
de entregarse al olvido.




ArribaAbajoPresencia


ArribaAbajoSe eclipsan las palabras,
se humedecen, germinan
desde un fondo de raíz iluminada.
Te veo en el columpio de la lluvia
porque fuiste a buscarle a la ausencia  5
sus razones de fiebre,
y quedaron los cuerpos dibujados
con el nítido lápiz del silencio.




ArribaAbajoEl canario


ArribaAbajoNo me vigiles más, Dueño de Casa,
ya me domesticaste pero he muerto.
ábreme, al fin, la jaula.

  —137→  


ArribaAbajoTiempo


ArribaAbajoHoy me veo tatuada en los recuerdos
como en la piel de un marinero triste.
Las memorias se van buscando a Dios
pero Él también se convirtió en recuerdo.




ArribaAbajoEl mensaje


ArribaAbajoHoy lo encontré, escondido,
en esta nueva casa que alquilamos.
El amor está en todo:
entre dos que se abrazan
y entre los que quizás se han olvidado.  5
En la palabra gol de los domingos,
en el ojo que no ve las realidades
porque sólo percibe lo que sueña;
en la mano que aprieta una moneda,
en el árbol que espera su disfraz de verano.  10
Y hasta en un mausoleo de papel,
de tinta, de silencios
y de letras.




ArribaAbajoAusencia del poeta


A Julio Nicolás de Vedia y Eduardo Carrol

ArribaAbajoCantabas a las cosas
y todas palpitaban de certeza.
Te fuiste ayer ungido de inocencia,
—138→
o quizás te llevaron
porque trocabas en espejos  5
la opacidad de las preguntas.
Tu voz, en la lluvia de la tarde,
tus gestos de adjetivos esenciales
y pronombres sacrílegos
han creado la frase impronunciable  10
como el signo de Dios.
Poeta; hoy tu nombre es el nombre de la ausencia.




ArribaAbajoRetorno


ArribaAbajoEstás allí otra vez.
Ya no tienes tus ojos
pero estás detrás de ellos
observándome el sueño.
Tu imagen no es la misma  5
pero te reconozco como un libro leído
y olvidado.
Ya me he salvado de la nada
como el perfil de un árbol
cuando la tarde cae.  10




ArribaAbajoLas orillas


ArribaAbajoEs la espalda del hombre que no fue.
Mi mano la recorre.
Como una llaga al aire está la ausencia,
está la mano sin la piel al viento.
Una bandera despiadada y sola  5
me flamea por dentro.
—139→
Mi mano faro.
Mi mano barco,
sin mares,
sin islas,  10
sin orillas.




ArribaAbajoCelebrante


A Victoria Pueyrredon

ArribaAbajoCelebro esto que veo todavía.
Celebro sobre todo las formas de las cosas,
el límite que impide las cenizas y el caos,
la sangrienta mirada del semáforo,
algún jumper celeste que se pierde  5
sobre un cuerpo que ignora su existencia.
Celebro los colores de este invierno que nace,
celebro los rituales de esta calle porteña
desde un bar con miradas de vidriera.
Y los rostros que pasan con abismos  10
a los que no puedo arrojar la piedra
de mi asombro.
Estoy sola.
Entre infinitos cuerpos y lugares,
entre tantas ciudades semejantes  15
yo ya no tengo forma.
Sólo pienso en el vaso,
en el claro cristal que me dibuje
y en el que pueda entera,
derramarme.  20

  —140→  


ArribaAbajoReferencia


ArribaAbajoNo soy protagonista de mi tiempo,
apenas soy la prueba de que los años pasan.
Fue el día en que lo vi con aquel traje,
la tarde del encuentro en algún bar,
fue la mañana de la despedida.  5
Después todo fue igual.
No hubo ayer ni mañana. No hubo tiempo.
Desde que no te veo,
está pasando un día
que no termina nunca de pasar.  10




ArribaAbajoCuando era chica


ArribaAbajoCuando yo era chica
arrojaba piedras a la hondura del pozo
para escuchar el golpe que se ahogaba en el agua.
Hoy arrojo la risa de mis nietos
a la cisterna oscura de mi pena;  5
me detengo a escuchar pero es muy honda.
Sólo se oye la noche con su ronda
de perros que hablan a la luna llena.




ArribaAbajoMadre yo quiero


ArribaAbajoMadre, yo quiero que en la mesa fantasma me presentes
tu cena con sabor a desafío,
sobre el mantel abierto del pasado;
quiero ver tu desvelo que acercaba los días de la infancia
a los cielos prohibidos.  5
—141→
Madre, yo quisiera que en un parque final de diversiones
me compraras una risa
como un trompo mareado de miradas.
Madre, yo quisiera que me desgranaras como un collar
sobre el mar y la tierra.  10
Y me hicieras de nuevo.




ArribaAbajoEstás


ArribaAbajoEs inútil. Ya estás.
En el color del vino,
en el gusto que tiene
este pan cotidiano,
en el camino largo que cruza una mirada.  5
Estás y si te niego
me niego hasta la hondura.
Ven. La vida no es más que esto que se escapa
sobre un río sin dueño y una corriente clara.
Y nunca más retornarán sus aguas.  10




ArribaAbajoComo si nada hubiera sucedido


«En la casa de mi infancia había otra gente,
como si nada hubiera sucedido...».


Los amantes del año I - Película                


ArribaAbajoHasta el aire era extraño. Ya no quedaba nada.
Me busqué en las barrancas que tenían
olor a lluvia verde y miel de otoño.
Reconocí en los ojos de una chica perdida
esa mirada absorta que aguardaba sucesos y milagros.  5
¿Y qué pasó después?
Todavía le pregunto a los cielos
—142→
en los que ya no asoma la violencia del rayo
ni la piedad celeste de un eclipse
por qué no ocurren cosas.  10
No tengo más que un tiempo que se acaba
ni más piel que la que está languideciendo.
En la casa de mi infancia había otras gentes
como si nada hubiera sucedido;
recobraban las aves su linaje de viento  15
sobre el árbol querido que me llenó de signos.
Quiero librar de cárceles al rostro,
de máscaras, de sombras, de imposturas,
para acertar al fin con la respuesta,
para encontrar entera a la criatura  20
que dejé en esta casa arrebatada.




ArribaAbajoSi...


A Nélida Petrocelli

ArribaAbajoSi hay un llanto por mí
cuando me beba las estrellas,
es que me llevo todo con el traje
y es que no dejo nada aquí en la tierra.
Lejos de los patios de la infancia,  5
cerca del hombre entero de la pena,
si alguien me llora
cuando me beba todas las estrellas
es que nadie sabía
que dejo toda el alma en el poema.  10

  —143→  


ArribaAbajoAyer te vi otra vez


ArribaAbajoPasabas por la esquina del asombro,
como el sueño que suele repetirse
y al despertar nos preguntamos cuándo
y para qué y adónde.
Te vi otra vez pasar  5
y oí como el silencio de un rezo impronunciado
que iniciará la procesión del júbilo,
la fiesta de la vida, fiesta pura
y de pura mentira disfrazada.
Ayer te vi otra vez  10
y por una o dos mañanas,
ciega
para ver esta copa, aquella mesa,
mis manos que te escriben sin saberlo.
Ellas ciegas también.  15
También desiertas.




ArribaAbajoCiclo


ArribaAbajoPuedo escuchar el frío
por las calles derrotadas del invierno.
Nadie. Mi sombra y yo
ebrias de soledad andamos.
Y entre las dos, el nombre del ausente  5
aterido, en la niebla.
Es el último invierno el que transito.
Es el final de un ciclo,
la última nota de un grito consumado.
Me he convertido, al fin, en una estatua  10
y la luna desprecia al parque mudo
—144→
en el que yazgo para siempre, quieta.
Mi sombra y yo, ebrias de luz
descansan.
Detenidas.  15




ArribaAbajoDepartamento céntrico


ArribaAbajoHay cuadros en los muros de la jaula
que traen la frescura de la tierra
y el asombro lejano de la lluvia.
De pronto como un llamado antiguo
por una ventana abierta me hace guiños la tarde.  5
Si está allí, si aún existe,
un pedazo de cielo basta y sobra
para poder seguir encarcelado.




ArribaAbajoConquista


ArribaAbajoTe acercaste a mi playa. Era la tarde
y el otoño agrisaba las arenas.
Le pusiste tu nombre a mis orígenes
y al fin mis ojos se volvieron tierra
para aceptar la cruz de tu conquista.  5
Después volvió la historia a ser historia
y la playa de nuevo está desierta.




ArribaAbajoAlivio


A María Luz

ArribaAbajoPara qué si ya todo se ha comprado
en esta pobre feria de despojos.
—145→
Para qué, sobrevivientes del naufragio,
fundar la patria donde nazca otro hombre,
para qué nuestros brazos, flores muertas  5
en un jardín ajeno.
Para qué el infinito de una noche
creada para el olvido.
Ay, dios desencontrado,
cada día, ebria de lágrimas,  10
recompongo la cifra de los primeros sueños.
Ya basta de esperar. Cierro la puerta
y la sombra me ciñe
como un traje de fiesta.




ArribaAbajoLa serpiente


ArribaAbajoEl camino fue largo.
Puedo verlo detrás de mí
como una serpiente inmóvil.
Si pudiera aplastarle los anillos de años,
los ojos de esperanzas apagadas.  5
Aún es largo el camino.
Mirarla es despertar a la tristeza.
Detenerse, erguida de quietud,
es robarle a las estrellas, para siempre,
la luz.  10




ArribaAbajoNirvana


ArribaAbajoHoy ando por los caminos
adonde no llegarán los cantos
de aquel héroe de mi infancia.
Por los eriales nuevos
—146→
donde rumia el silencio los destinos.  5
Hoy voy por los caminos que estrena la existencia.
Nazco de cada huella que marco sobre el barro.
Por el sendero nuevo ya no hay cosas,
ni muebles ni relojes, ni alhajas ni vestigios.
Mi ceguera se quedó como un niño  10
perdido a su costado.
En mi cara no hay ojos sino enormes ventanas,
todo mi cuerpo es casa que camina;
mi corazón es una antorcha viva
que convierte las sombras en hogueras  15
y soy una caricia que germina
al conjuro de antiguas primaveras.




ArribaAbajoEsclavo


ArribaAbajoTe creí como las altas catedrales
que nos obligan a mirar el cielo,
y estás allí,
en un lugar de minuteros rotos
y de resignación encuadernada.  5
Si pudiera arrancarte de tu holgura,
de tu esqueleto esclavo
y de tu sangre obediente,
para gritar el nombre de los días
que inventamos unidos.  10
Si pudiera nombrarte.
Y si al poder nombrarte,
despertaras.

  —147→  


ArribaAbajoA una ilusión arrojada a la calle


ArribaAbajoYo la vi en plena calle. Era la noche.
Y allí murió sin que supieran nada
los que pasaban sin hacer preguntas.
Le arrojé mi limosna de tristeza
por si la precisaba todavía.  5
Una moneda apenas.
No la vida.




ArribaAbajoOlvidos


ArribaAbajoZozobro inclinada sobre el río sin aguas
de la calle Corrientes.
Vago buscando un alma
para contarle tiempos,
para pedirle voces  5
con que llenar silencios.
Ahora sólo evoco este error de ser hombre,
caminarme tan sola
y tener que morir sin haber encontrado.
Y no saber qué buscaba.  10




ArribaAbajoCiudad-mujer


ArribaAbajoTe amortajaron de llegadas tarde ciudad-mujer amada,
malvestida de luces para la noche larga.
Hay algo en tus veredas como una despedida.
Porque arrojaste al río una luna de estreno
y porque había unos baches peligrosos,  5
clausuraron tu calle que va al cielo.

  —148→  


ArribaAbajoMilagro


A Juana Arancibia

ArribaAbajoYo soy toda un milagro y no me creo.
Puedo tocar las llagas restañadas,
pueden mirar mis ojos antes ciegos.
Puedo andar los caminos
que ni los más audaces descubrieron.  5
Vivo una resurrección sin haber muerto.
Yo soy toda un milagro y no me creo.




ArribaAbajoA la casa en venta


ArribaAbajoTe vendimos.
Como se vende un pan.
Como a una esclava en un mercado antiguo.
Y hubo algún vendedor
con barbas de saber bien lo que hacía:  5
señalaba la blancura de tus muros,
manoseaba tus árboles perplejos.
Pude tasar la infancia de mis hijos,
las lluvias y las siestas de veinte años,
las caricias de Negro, de aquel perro  10
que se quedó dormido entre mis brazos.

Y cómo pude ver que, terminada
la ceremonia oscura de la entrega,
otra cara, otra voz, otra mirada
hacia un no sé y un nunca te llevaba  15
entre el rumor creciente de la feria.
Yo debí pasar hambre hasta quedarme
con todo el corazón a la intemperie,
—149→
antes que ver hollados los recuerdos
por pisadas ajenas.  20
Hoy buscaré un mercado, uno cualquiera,
para vender mis culpas.
Y mi pena.




ArribaAbajoA un día de verano nublado y frío


ArribaAbajoEs estío. La tarde se ha nublado
para que canten gallos a lo lejos;
y desorienta al rostro del bañado
la ausencia de cristales y reflejos.

Apenas se estremece el paraíso  5
donde un gorrión ensaya a contramano;
yergue la oreja el perro ante el hechizo
de un día equivocado del verano.

Aparece un silencio dando tumbos
en el tiempo aquietado entre las ramas  10
como una alondra que perdió sus rumbos.

Es este otoño y este invierno agrario
nueva estación del cielo, no grabado
en el papel sin luz del calendario.




ArribaAbajoUn pueblo sin nombre


(Andalucía, 1974)


ArribaAbajoLa herrería, el cura, la farmacia,
el almacén, el bar y un parroquiano;
el burro insomne y de mirada lacia,
las paredes blanqueadas con desgano.
—150→

El callejón angosto, solitario,  5
una anciana enlutada que camina
con un ruido marchito de rosario
desde una muda sequedad de espina.

Pueblito atado en el pretal del mundo
marcado del candor que tiene el nido  10
que le falta a la tierra en que me hundo...

Pueblo sin nombre, cambio el tiempo mío
por un instante solo, detenido
en los bordes antiguos de tu río.




ArribaAbajoLa flor sobre la alfombra


ArribaAbajoApareció una flor sobre la alfombra,
campo sequío donde nunca llueve;
tenía cinco pétalos de nieve,
uno por cada límite de sombra.
Resbaló una semilla estremecida  5
creyendo que en el páramo volcada,
su destino de luz terminaría
con el ala dolida y quebrantada.
Pero tuvo su aurora y su rocío,
tuvo un canto de pájaros de veras,  10
un trasegar de sueños, algún río,
prometidas y ciertas primaveras.
Y el grano tibio se volvió corola,
la alfombra fue una estepa perfumada,
—151→
y se rindió la tarde única y sola  15
también ella feliz y enamorada.




ArribaAbajoEl deshollinador


ArribaAbajoNoche y escoria fue tu descendencia,
tu Atlántida de hollín y chimenea,
tu museo de cera y de inocencia
y hasta el hueco ritual de la galera.

Ayer te vi por Santa Fe y Callao  5
como impreso en un álbum desolado.
Se te voló un saludo de la mano
y una mueca duendesca de soslayo.

Los encrisalidé como el sagrario
esconde en la migaja los misterios  10
del que no está en la ciencia ni en los sabios.

Vestigio de Vulcano y Prometeo,
negativo del tiempo, sepia-humano.
Un deseo de ser. Sólo un deseo.




ArribaAbajoPalabras


A Enrique Anderson Imbert

ArribaAbajoPara que no mueran las palabras yo no quiero la muerte.
Sólo esta móvil boca las pronuncia.
—152→
Estos orbiculares se pliegan redondeados con gestos de bandera.
Sólo esta lengua obliga a la nostalgia que le deja la tierra.
Sólo estos dientes marcan sedientos de perfiles  5
las celdas que me encierran.
Habla todavía, manantial de la voz,
socavón de plegarias.
Habla todavía, sedienta e insaciable,
impotente y cobarde,  10
humana boca mía.




ArribaAbajoPersonaje de cuento


A Jorge Luis Borges

ArribaAbajoLa cifra señalaba la huida de Teseo,
el laberinto,
las palabras en fuga,
la fe en un Prometeo
al que le devoraban el cansancio.  5
Alguno creó entonces un héroe alucinado,
quien a su vez creó a su rabino en Praga.
Cuando anda por las calles de la ciudad porteña
no es verdad su figura,
porque en cualquier momento se hará niebla,  10
del color de esos ojos que sin luz pueden ver
a los que miran con los ojos ciegos.
Observar desde Cambridge el rostro de Ginebra,
medir la vida circular del verbo,
conmensurar las causas esas manos,  15
y el eterno retorno, su búsqueda insegura.
Alguien le arroja flores y academias,
—153→
espadas augurales,
escudos incendiarios,
le acercan un micrófono a los labios,  20
y lo tocan, lo tocan para saber si es cierto.
Los países son cuentas de un singular rosario
que él recorre con sus orantes pies de vagabundo.
Busca al autor del cuento en el que vive
para hacerle preguntas:  25
Por qué fue en Buenos Aires y en América.
Y por qué fue en la tierra.





  —[154]→     —155→  

ArribaAbajoJudas y los demás

(1981)


  —[156]→     —157→  

ArribaAbajoPrólogo

Ester de Izaguirre, a mi juicio la mejor poeta de su generación, se destaca en el cuadro de la poesía contemporánea por el modo de configurar sus sentimientos. Neorromántica, existencialista -en esto, emparentada con otros poetas de la «generación del 40»-, no imitó a nadie. Se sintió vivir, contempló sus vivencias y en un íntimo soliloquio objetivó en formas artísticas su subjetividad. En Trémolo (1960), El país que llaman vida (1964), No está vedado el grito (1967), Girar en descubierto (1975), Qué importa si anochece (1980) hay una gran diversidad de técnicas, temas y tonos. Desde la técnica del soneto endecasílabo hasta la del verso libre, desde el tema de la anécdota familiar hasta el de la pura meditación, desde el tono triste hasta el irónico. En esta aparente diversidad reconocemos siempre la misma voz lírica.

Ester de Izaguirre parece espontánea en virtud de la sinceridad de su canto, pero no lo es si por espontaneidad se entiende indiferencia hacia las formas. Espontáneos son el llanto, la risa y otras señales de esos actos interiores con los que reaccionamos ante los impactos exteriores del ambiente. El poema no es un espontáneo síntoma sino la elaborada representación   —158→   mental de un sentimiento. Más que dar salida a las manifestaciones naturales de sus estados de ánimo, Ester de Izaguirre revela cómo los ha imaginado. Cada uno de sus poemas es un símbolo de su personal intuición de la «vida sentida», de la «forma viviente» o, para decirlo con palabras de Wordsworth, es un símbolo de «the emotion recollected in tranquillity». Ester de Izaguirre no nos comunica conceptos abstractos, ordenados en un discurso lógico, sino que se expresa con imágenes concretas en un proceso que por mucho que se parezca al real proceso de la vida es ficticio, ilusorio. La realidad en sus poemas es tan virtual como un arco iris. Ester de Izaguirre nos conmueve porque crea formas expresivas de su vida sentimental. Las tensiones y distensiones, los conflictos y soluciones, los cambios y permanencias que aparecen en sus poemas son semejantes a las agitaciones en el crecimiento de una planta, un animal o un ser humano; pero Ester de Izaguirre no exhibe experiencias desnudas sino que las reviste de sonidos portadores de imágenes. Su poesía tiene el dinamismo de todo lo que es orgánico y, aun en las circunstancias más difíciles, aspira a la plenitud. Ester de Izaguirre se sobrepone a los tironeos entre la fe y la razón, entre la esperanza y el desengaño, entre la disciplina y la rebeldía, entre la responsabilidad y la bohemia, entre lo cotidiano y lo trascendente, entre la sencillez y la complicación, entre el gusto por la soledad y la necesidad de compañía, entre la paz del hogar y la aventura del viaje, entre la conciencia de los límites de nuestra condición humana y la voluntad irracional de superarlos, entre la gravedad melancólica y la graciosa pirueta. Es la gran poetisa y sacerdotisa del amor (Dios, para ella, es eso: amor), amor a la familia, a los amigos, a la humanidad, a los animales, en fin, a la creación entera, pues su mirada enternecida y afirmativa va salvando del olvido, una por una, las cosas más humildes. Sin embargo, sufre por la búsqueda del amor imposible a un   —159→   ausente, a un fantasma, a un ideal. Su poesía es celebrante: el mundo está bien hecho, cantemos agradecidos a la vida... Sin embargo, en el preciso momento de celebrar la vida, el espectáculo de la fugacidad de cuanto nos rodea la acongoja. Y sobre los estremecimientos de su riquísima sensibilidad, domina la obsesión por el Tiempo: por el tiempo psicológico de nostalgias y anticipaciones y también por el tiempo metafísico de la eternidad.

En esta brillante constelación de emociones aun «los primores de lo vulgar» -pienso, por ejemplo en «Lata de basura»- quedan exaltados en trascendente espiritualidad.

Enrique Anderson Imbert



  —[160]→     —161→  


ArribaAbajoJudas


ArribaAbajoSoy Judas, el traidor,
y te di más que todos,
yo te di más que amor.
Para ellos la merced del heroísmo
y la docilidad de serte fieles,  5
porque ellos no afrontaron tu mirada
allá en Getsemaní.
Ojalá me hubieras dicho: «Te comprendo,
lo estás haciendo bien. Ánimo, Judas».
Ellos navegaban en barcas  10
que el prodigio salvaba de mareas tenaces,
yo me hundí hasta tocar fondo en los abismos
de este mar de ser hombre y acordarse.
Todos vieron los clavos y lloraron,
yo te inmolé para que amanecieras.  15
Convocaron a tantos para el drama,
Caifás, Anás, Herodes y Pilatos,
por qué también a mí. Yo te quería.
Por qué habrán acuñado las monedas,
por qué las profecías.  20
Por qué el árbol aciago
como un ojo hechicero reclamándome
desde la sangre intacta de la Biblia.
—162→
Soy Judas, el traidor,
el que mejor cumplió con su destino.  25
El que entregó al que amaba. Por amarlo.




ArribaAbajoA Dios


ArribaAbajoYo quería encontrarte.
Me equivoqué de puerta.
De las fiestas lejanas, vestido de extranjero,
con señales de una extraña locura
bajabas por las calles de los pueblos agónicos.  5
Atravesé las caras de los otros,
las canciones feroces que callaban:
«Ésa lo anda buscando»,
y los que no entendían me lo explicaron todo:
la Trinidad; las Carabelas de Colón;  10
la Asunción de la Virgen: cabeza, tronco
y también extremidades;
qué son las tres virtudes teologales;
un sistema fluvial de la Argentina,
y el Cielo, el Purgatorio y el Infierno...  15
Se acabó la memoria. Con ella no he vivido.
Lo principal se olvida.
Dios de mi infancia que asustabas mis noches,
la vida se volvió sendero angosto
y todo lo demás, parque prohibido.  20
Ayer pisé tus ojos en el barro
y quedaste pegado a mis zapatos.
Ahora vives en mí, camino adentro.
Me equivoqué de puerta.

  —163→  


ArribaAbajoBrindis


A Ismael Colombo, que convirtió la empresa
editorial en una misión de arte y de belleza

ArribaAbajoBrindo por las oscuras sentencias de los días
que me hicieron encontrarte aquella tarde,
por ese rostro tuyo que es el rostro del futuro
y del recuerdo,
de todo lo que en la vida se ha soñado,  5
de todo lo que antes de tener hemos perdido.
Brindo por la ilusión y el desencuentro,
por este absurdo que hace que el hombre sea más hombre,
por este imposible que hace que la vida sea más vida,
por esa estrella que decimos nuestra  10
sólo porque podemos mirarla cada noche
y a lo mejor no existe, apagada de súplicas.
Brindo por las máscaras tuyas, por las mías,
porque el tiempo no pueda con tu imagen,
porque algún día tomados de la mano  15
nos sorprenda el milagro.




ArribaAbajoTeléfono ocupado


ArribaAbajoEstoy del otro lado de la línea.
Hay un sonido extraño que no es la voz humana
y se plagia a intervalos regulares
como una gota de agua.
—164→
Pero yo, cazadora del vuelo,  5
deseo un sonido desigual de pinos
golpeados por el viento.
Que se rompa la puerta cuidadosa
en un caos de silencio,
para salir al todo de una canción humana  10
que desde el otro lado me haga señas.
Cuelgo.
Y ya no escucho más a la esperanza.
El mundo es un teléfono ocupado.




ArribaAbajoInsólita


A Gladys y Raúl Casal

ArribaAbajoUna paloma apareció en mi cuarto una mañana,
una paloma entera, no le faltó ni el canto.
La rodeaba su bosque
y traía con su vuelo el vestigio de todas las distancias.
Se llegó con su cielo hasta mi casa de elemental ladrillo cotidiano,  5
y en lugar de mirarme en los espejos,
en vez de arrodillarme, de clausurar avara las ventanas,
de acariciarla como se acaricia un minuto,
cuando la vida es sólo ese minuto,
cerré los ojos cuando se alejaba  10
transformada en estrella o en olvido.
Ahora no sé si no habrá sido un sueño
que una paloma apareció en mi cuarto una mañana.
Una paloma entera.
No le faltó ni el canto.  15

  —165→  


ArribaAbajoLa antigua ceremonia


ArribaAbajoAunque sé que el mejor canto está en la página en blanco,
y con cada palabra que te escribo voy marcando la cara del silencio.
Aunque sé que es imposible describir las asperezas de la madera
con que está hecha la cruz que nos señala,
quiero hablar del recuerdo, del pobre desafío a las cenizas,  5
porque busqué tus manos y sólo hallé sus huellas
debo decir buen día, debo ser eficiente en el trabajo
y hablar de eternidad como si en ella estuviera tu nombre;
comprar el pan ácimo que no compartiremos,
caminar por Buenos Aires  10
como si nuestros pasos no la hubieran fundado con banderas de luces
y milagros.
Debo ser razonable y aceptar el fantasma de tus ojos,
la antigua ceremonia de tu voz,
tu pura humanidad y tus despojos.  15
Adaptarme a tu ausencia es nacer al regreso.
Debo ser razonable y transformar tu imagen en una trampa
que quedará en mi mesa hasta que a alguien se le caiga,
se pierda entre los muebles,
se estimule de polvo y telarañas.  20
Debo ser razonable y entender para qué, por qué y adónde
y mirar distraída sin hallar nunca más
el destino sagrado de mi ausente mirada.
Hablar de compañía, recitar a Bernárdez
—166→
y escuchar la palabra amor como si alguien  25
pronunciara la palabra Atlántida.
Sin ecos, sin comentarios vanos, sin respuestas altivas.
El recuerdo no existe. Sólo existe la muerte.




ArribaAbajoLos muchos adioses


ArribaAbajoLa muerte no es la muerte que se lleva la vida,
la verdadera es ésta que precede al sollozo,
del día recordado por una despedida.
La estación es muy sórdida. La conozco.
He vivido en andenes peligrosos  5
despidiendo a las horas.
La ausencia es un paréntesis de sombras,
una semilla amarga,
una cruz que señala el lugar donde no queda nada.
Pensaré en la felicidad como en la infancia.  10
Y hasta es posible que recuerde un nombre.




ArribaAbajoFeria


ArribaAbajoNos han dado un salario de minutos cobardes
y lo hemos derrochado en una feria
donde venden las noches inefables
al precio del olvido.
Y no queda el centavo  5
de aquella mirada irremediable
que arrojamos ayer a la vereda;
después nos sentenciaron los duendes vulnerables
que hurgaron una culpa
entre los basurales de los barrios perdidos.  10
—167→
Nos han dado un salario de minutos cobardes
y no nos ha alcanzado para comprar un sueño.




ArribaAbajoUna semilla muerta


ArribaAbajoPodría ser una fuente exhausta desde hace mucho tiempo,
agotada al conjuro
que me dejó el sigilo de tu paso.
Pero se me llenó de luz el pensamiento,
soy un desierto con las arcas de viento siempre nuevas;  5
me siento inagotable de mí misma,
me doy en brazos de ternura,
como hiedra, a los muros salitrosos
del caserón enfermo de recuerdos.
Si tú existieras  10
ya nada quedaría para la soledad del mundo
que me aguarda.
En vano la indigencia de los huecos del aire
me rogaría que la plenifique
y en vano la irrealidad de mis fronteras  15
se darían en aguas estivales
sobre la sed de todos los que esperan.
Si yo te hubiera amado
sería una guitarra con las cuerdas rotas,
un dolor sin destino navegando,  20
una semilla muerta
sobre el surco mendigo de la tierra.




ArribaAbajoDespedida


ArribaAbajoAdiós no es vigilar tiempos y aduanas,
es ver que el sol nos miente de distinta manera,
—168→
es una gota de piel en la mirada,
los nudillos de un viento que gime en la ventana,
adiós es acostarse sobre la tierra húmeda  5
y apretar bien los dientes,
poner cerrojo al alma
para que nadie vea
el triunfo de las lágrimas.




ArribaAbajoColeccionista


ArribaAbajoYo elegí los caminos extraviados de magia
y la vida me puso este incómodo traje para noches
no va de fiesta.
Yo que hubiera querido sorprender
en las islas ignoradas por el viento,  5
a los duendes que conocen el enigma
de todas las esfinges,
estoy en una red insobornable
contemplando mis manos convertidas
en gestos de coral;  10
yo que hubiera querido ser hiedra,
ya no tengo ni brazos
para asirme a las cosas.
Yo que hubiera querido simplemente vivir,
o morir cada noche con las muecas que dejan en los labios  15
los pactos de los hombres con sus ídolos,
soy una piel con rasgos imprecisos
y mi dueño es el látigo del tiempo.
Yo que estaba enamorada del camino
porque creí que conducía al mundo  20
—169→
donde se besa el agua con el fuego,
encontré que una ciudad es parecida a todas las ciudades
y en todas hay lugares semejantes y casas razonables.
Yo elegí los caminos extraviados de magia
y la vida me puso este estrecho vestido de persona feliz.  25
Dios fue un coleccionista que acechaba
mi vuelo sobre absurdas corolas,
me aprisionó en un límite con las alas abiertas
y un alfiler clavado de mi pecho a la tierra.




ArribaAbajoLos duendes


ArribaAbajoCuando juegan los duendes de la siesta
y anda suelta la magia
por los patios celestes de la casa,
salgo de mí, como antes,
con los ojos apenas más cansados  5
y juego a la rayuela,
ensayo a la mujer con los tacones
y un poco de carmín sobre los labios,
puedo mirar las alas de los ángeles
que vagan por las calles.  10
Cuando llegan los duendes de la siesta
vuelve mi perro con sus ojos puros
a devolverme el alma en la mirada,
lo acaricio y sentimos que los días
que pasamos sin vernos desde entonces,  15
los soñé en una noche interminable.
En una larga noche equivocada.

  —170→  


ArribaAbajoFiesta


ArribaAbajoTengo ganas de irme de la fiesta,
arrancarme el disfraz
y colgar mi cansancio en una percha.
Destruir en un brindis de miradas
la absoluta vanidad de la esperanza.  5
Huir sin saludar, sin dejar nada,
decir adiós a dos o tres personas,
las que encuentre de paso hacia la calle
y arrojarme a la noche
como una estrella más,  10
irrescatable.




ArribaAbajoPodré


ArribaAbajoSe me cae mi piel de calendario,
se me desborda el río que me trepa
desde no sé qué mundo de cansancio.
Y voy cada vez más buscando el sitio
desde donde mis ojos sin miradas  5
podrán ver el revés de los domingos,
su trama sin historia y su sol calculado.
Podré saber qué piensan las estatuas
en sus cárceles de parques solitarios,
qué cosa es el amor, por qué se anuncia  10
y se esconde en las dudas y en los miedos;
podré saber de mí
como si fuera un cuadro,
descorrer mis telones
aplaudirle a mi teatro  15
cuando se acerque el fin.
Podré mirar la vida con ojos alquilados.

  —171→  


ArribaAbajoMiedo


ArribaAbajoTengo miedo al susurro
de los pasos inciertos
en la noche de mayo, por la ciudad dormida.
Tengo miedo a la mano que adivino
muy cerca de la mía.  5
Miedo a la lluvia mansa
que se parece mucho a tantas cosas;
tengo miedo de no estar despierta
cuando lleguen los pájaros azules
a los campos sagrados.  10
En toda mi geografía hay un río de miedo.
Desbordado.




ArribaAbajoIgnorancia


ArribaAbajoYa nada sé de mí,
sé más del viento,
de la tarde que huye
mientras gira la ronda de mi propio misterio.
Yo intento detenerla para saber quién soy,  5
quiero mirar mi cifra,
resolver mis tinieblas,
quiero que alguien me presente,
y responderme con una buena frase:
«Gusto de conocerla, ya era tiempo».  10
Y después desandarme como un camino abierto.

  —172→  


ArribaAbajoLa casa ya no está


Calle general Díaz entre Alberdi y 14 de Mayo.
Asunción del Paraguay

ArribaAbajoYo nací en esa calle.
La casa ya no está.
Si he quedado al nacer adherida a sus muros,
ya soy arena repatriada al viento,
el suelo transformado en otro suelo;  5
pero aquellas miradas, las primeras,
las que iban descubriendo los mínimos misterios,
el guaraní que hablaba a las muñecas,
todo lo que pensaba cuando mamá-guazú
me contaba leyendas de fantasmas...  10
Yo no recuerdo nada y sin embargo
cuando vuelvo a mi tierra
llamados inaudibles me congregan
en torno a alguna mesa,
con un mantel intacto,  15
con guayabas maduras
y naranjas tan vivas como días de sol.
Porque hay allí una plaza, una oficina,
nadie sabe al pasar por la vereda
que el aire está completo,  20
que ya no cabe nada,
ni voces
ni fatigas
ni realidad
ni tiempo.  25




ArribaAbajoRedentor


ArribaAbajoYo tengo miedo de inventar un hombre,
vago temor de crearle un escenario
—173→
donde no quepa todo este santuario
y en que no pueda ni rezar su nombre.

Miedo al amor total y necesario,  5
de empezar un camino, que me nombre,
hacia el misterio donde no me asombre
que mi piel sea oración y relicario.

Como ciego habituado a la ceguera
que llega a amar su eclipse cotidiano  10
me quedaré en mi nada prisionera,

mientras se muere en este templo humano
una sombra de Dios, clavada entera
sobre el calvario estéril de mi mano.




ArribaAbajoImpotencia


ArribaAbajoNo tengo qué decir.
El tiempo me ha robado las palabras.
Rastreo en la guarida del sustantivo piedra
y queda sólo arena que la marea lame acompasada.
No quedan más que el grito, el gesto.  5
Y así no puedo hacer la balsa a que otro náufrago
se aferre en la tormenta.
Lo inexpresable se está muriendo adentro.
Se nos escapa el zumo de la vida
por la llaga letal de las palabras;  10
el Odio es una espada de metal herrumbrado,
la Belleza un artificio inalcanzable,
el Amor es un poema innominado.