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ArribaAbajoLa calle del violín allá lejos

(1996)



¡Oh bienaventurado
albergue a cualquier hora!


Góngora                


  —70→     —71→  

ArribaAbajoInvierno



ArribaAbajo Un techo rojo
de tejas en los ojos.

Un clap-clap
salido de ambas manos.

Un beso largo, un largo abrazo.  5

Y tantas mandarinas caídas
de una bolsa de mandarinas
en la escalera.




ArribaAbajoSoneto y retrato de la mujer amada



ArribaAbajo Antes de encaminarme a la blancura
de tu blusa, de un lirio, de otras flores,
cuando nada sabía de colores,
de falsa perspectiva, de pintura;

antes de verte a ti dejar la oscura  5
noche encendida en dulces miradores
y de entender por qué unos resplandores
iluminan el trazo que hoy me apura,

algo de ti sabía que entreveo
ahora, en este instante, cuando pienso  10
al pie del verso que mi pluma pinta,
—72→

al pie de un cuadro que en mi verso veo:
goza la luz bañándote en lo inmenso
y en tu figura al sol, hecha de tinta.




ArribaAbajoCiclo

La lluvia suprime los árboles con una melodía. Viene después el silencio y suprime la lluvia. Más tarde, los pájaros suprimen el silencio y vuelven a los árboles.




ArribaAbajoSosiego


ArribaAbajo Otro día de fútbol (en el césped
rapado y militar) con jugadores
a los que la tv confirma audiencia.
Por una vez, ay, no, basta de goles.
Procédase a un domingo sosegado.  5
Luz de persiana (veneciana), luz
de un domingo de tregua semanal.
Almuerzo largo y digestiva siesta.
Un día para Mozart, Buda, Bach.




ArribaAbajoTirada floral


ArribaAbajo Muro y musgo, jazmín y pacholí, dulce rosa
       y amarga tuberosa.
Ylang-Ylang, flor de perfumista.
¿Para descansar la vista? Lirio colirio.
Lirio, flor que también llaman azucena.  5



  —73→  

ArribaAbajoLecho y literatura

C'est un livre qu'au lit on lit


Apollinaire                



ArribaAbajo El futuro durmiente, si es sincero,
dormita o lee un rato, luego duerme
como si entrara en el último sueño.
Es grato y oportuno leer así en la cama.
No, no depende tanto del libro,  5
cuenta más una buena almohada,
poesía hay siempre en las estrellas
que caben en un tomo de bolsillo
o en un formato de ventana.
Leer, leer con gusto en la divina  10
presencia compañera que nos dice:
«Léeme ahora el cuerpo, bien, sin prisa».




ArribaAbajoEl sol naciente


ArribaAbajo Vive el Japón en muchas lenguas
y lo hace con pocas palabras:
ayer kimono y kamikaze,
origami hoy, e ikebana.




ArribaAbajoCasita como ejemplo


ArribaAbajo Ejemplo inútil, porque la ciudad no quiere
       ser como ella.
La ciudad es un espejismo de arquitecto.
—74→
Es un oasis ladrillero y es un botín de banda.
Banda bandida bandideando por todas partes.  5




ArribaAbajoMonedas en juego

a Francisco Luna Pastore



ArribaAbajo La vida money, la gran vida moni o mani,
que duerme en Singapur, despierta y sigue tan
    campante, ¿no fue otra cosa
antes? ¿No fue real, peso, bolívar?
Sin fuerzas, reducido y numismático,  5
el guaraní se extingue en muchas cuentas.
La realidad y el miedo no se divorcian todavía
frente a su vasto cementerio de cemento y números,
de países y números, de números y números
con una bocanada de aire  10
y un destello en pizarras instantáneas
o en pantallas globales.
La industria telenovelada cambia de manos,
se abre camino al desempleo
con una lágrima, con un sobre, con un revólver.  15
Y los discursos premian al ausente
mientras el dólar cae, soplando para arriba
al marco y a la libra con el franco y la lira,
a los escudos, a la telúrica peseta,
a la rupia y al yen, a la corona sueca.  20
Quien algo apuesta en contra, pierde.
Quien todo apuesta en contra, muere.
Quien sólo pierde, sobrevive con migraña.



  —75→  

ArribaAbajoGenerosa


ArribaAbajo La luna de hoy recuerda
a cielos anteriores.
(Asilo de murciélagos
y dos o tres peatones.)




ArribaAbajoConducta

Remábamos ayer en las aguas de un sueño y, por temor a que el sueño acabase, no me atrevía yo a preguntar el rumbo. No sé si es el mismo sueño, sigo remando, me niego al vino avinagrante que riega la conversación y la curiosidad en la mesa de algunos desvelados.




ArribaAbajoEnigmas

Este viaje me ha llevado muy lejos y ya contemplo el cielo sin ser la mía un alma contemplativa. Vuelvo a los enigmas de la noche, vuelvo a mi estrella entre otras a las que también puedo llamar de igual manera.




ArribaAbajoRepeticiones

Despierta la ciudad, el sol busca una plaza para dormir todavía. Una vez más, desde una ventana, canta el silencio. Una vez más, una mujer bebe una taza de café mientras el día se despega de un lento minuto. Es una mujer hermosa, a la manera de las mujeres dulces y obesas.



  —76→  

ArribaAbajoLa percepción del pan



ArribaAbajo Humo, sombra y silencio
en una calle semidesierta
del centro casi muerto.

Pan duro y manos hurgasobras
en los zaguanes mudos.  5

Pan, pan en una plaza para pájaros.
(Rima por conjunción de canto y miga.)

Ave hambrienta de cielo,
una mirada vuela,
irremediablemente lejos.  10

Y, mientras tanto, por aquí,
siendo las cinco de la tarde
del domingo que nos congrega,
la percepción del pan
es como ya se ha visto:  15

no encuentra rémoras,
y sí vestigios,
el simple sentimiento
del más elemental alimento.



  —77→  

ArribaAbajoSimón septuagenario en el taller y en la trastienda


ArribaAbajo Elocuentes, digamos, las herramientas,
la mesa de trabajo, los clientes
y la pared y el almanaque
con su rubia sin duda pornográfica.
Muchos clavitos, chismes también.  5
Y dale, dale con el martillo
a una montaña de zapatos.
Es casi feliz cuando comienza,
tras breve ducha en mínimo interludio,
la noche en la trastienda.  10
Horas o cosas, todo en círculo:
un pensamiento, un vaso de agua, la noche
con el viento redondo de un ventilador.




ArribaAbajoCarbón

El mercado es un dédalo de calles y recuerdos. Y puede no ser una calle ni un recuerdo, puede ser carbón echado por arrobas frente a una sombra sentada en una carretilla.




ArribaAbajoOro

El sol, el viejo del atardecer, el rico por acumulación de grillos en jardines y baldíos, se aleja. Cielo digno de mi emoción y de la nochecita: cabe en una mirada y en unas pocas palabras.



  —78→  

ArribaAbajoBalada



ArribaAbajo El fuerte sol de aquellas islas
se nos ofrece con su fuego,
su dorada ceniza, su recuerdo.

En San Vudú, Ciudad Trujillo
o en la Villa Batista de entonces,  5
amose una pareja un tiempo.

Eligieron un barrio policial
para dar siempre el mal ejemplo.
¿Huir? Huir no pudo Eurídice.

Y Orfeo, por aquellos años,  10
cantaba en cualquier sitio,
incluso en el infierno.




ArribaAbajoMi trago


ArribaAbajo Ron de náufrago y mar de canción.
Quizá no sea muy original, pero
tampoco soy un sobreviviente
(quiero decir) profesional.




ArribaAbajoItaipú


ArribaAbajo Ahora viene un joven que no sabe
cómo se hizo la represa.
viene a estudiar el río prisionero,
—79→
el diseño, la roca, la construcción.
En este caso, la historia le interesa  5
porque el hombre pudo más que el río.
Más que las muchas boas de ciego
en el abrazo de sus remolinos.
Más que su irresistible,
divina fuerza resistida.  10
Un dios de agua y olvido;
un río, el Paraná,
apenas por un tiempo desviado
y alzado para siempre a nuevas alturas.
Ya vive el río lejos de la selva.  15
Y el joven mira lejos,
pero no puede oír una queja distante.
Además, nadie sabe
si ella viene de un hombre,
de un tapir, de un tucán.  20




ArribaAbajoNoticias



ArribaAbajo Se ahogó la luna
en su laguna.

Lloran los sapos
en otro charco.

Alguien tirita  5
por pura rima.

En fin, que sea,
como Dios quiera,
—80→

este naufragio
con obituario.  10




ArribaAbajoVidas paralelas


ArribaAbajo Panípos era un músico de antaño,
famoso en su quizás arcádica ciudad,
que, para oír el canto de las sirenas,
llegó una tarde adonde es dulce el mar.
Mi vida, sin ser tan mítica,  5
es igualmente musical.




ArribaAbajoLa gaviota invisible

Si llegas en el verano y al alba, la niebla es apenas un recuerdo de la noche anterior. En las primeras horas de la mañana, se prodiga la luz en el mar, golpean mejor las olas y emergen los techos de la tristeza sardinera. Son los techos en el aire (azul a ratos) de la gaviota invisible. Ave de factoría, ave de quienes; nunca la ven por estar mirando los pescados que limpian e hierven, hierven y enlatan.




ArribaAbajoHomenaje a Federico Fellini

Deja de flotar el sol, el atardecer se aleja siguiendo a un barco lleno de sombras. Deja de flotar el sol, alguien cierra los ojos y o rescata, alguien se ilumina por dentro con la llama de un naufragio.



  —81→  

ArribaAbajoPausa


ArribaAbajo En mínimas aceras,
en idénticos charcos,
perdida en el ruido
y afónica entre faros,
algo dice la lluvia.  5
¿Es tarde? No lo es
para escuchar un rato,
para seguir después.




ArribaAbajoBelleza de ayer

La puerta de calle tenía la magia de su número. Y el árbol frente a la puerta, en los días de viento dulce, soltaba un recuerdo de las Hespérides. Casa grande, alta, quizá muy honda. Casa vieja, el techo era una viñeta de otros años, de otros años era el patio enjardinado con un rosal. La frecuentaba mi admiración, aunque siempre de paso y desde la acera. Desapareció en mil novecientos ochenta y seis, la mató la fiebre edilicia.




ArribaAbajoExcusas


ArribaAbajo Si no comuniqué/comunicaba
como debí/debía en su momento
fue por usar un código de verbos
censurados tal vez con una barra.



  —82→  

ArribaAbajoEl jefe y supretoriano favorito


ArribaAbajo Día de huelga legal y pesca obligatoria.
Día mudo en la cadena de los días radiofónicos.
Jornada no palaciega,
el jefe visita la tumba de su pueblo.
A la salida de todos los años de juerga,  5
Tongo, viejo pretoriano,
aguarda en un bar de la mente.
Espera al jefe, no piensa mientras tanto.




ArribaAbajoAlfredo envejece


ArribaAbajo La efigie sustentada
por mil portaestandartes
pierde fuerza y color.
Los años atenúan
el rictus militante  5
y el gran perdonavidas
se muestra viejo al sol.




ArribaAbajoRimas totalitarias



ArribaAbajo El único partido
político admitido.

El de la gente muda
y servicial, oscura.

Recordada en metáforas,  5
melopeas o anáforas.



  —83→  

ArribaAbajoVacancia


ArribaAbajo Triste escriba sin paga
al sol de un ditirambo.
(Faraón que abdicó
es Nilo embalsamado.)




ArribaAbajoNoche cantada en asunción después del golpe de la Candelaria

a Lorenzo Livieres Banks



ArribaAbajo Se fue Alfredo al exilio.
¿Cuántos muertos y heridos?
Junto a lápidas y periódicos
brotan políticos.
Asunción es la herencia del ausente,  5
siendo una inmensa
y apenas evitable sonrisa electoral.
Asunción es olvido.
(Perdón y olvido y bebetráfico.)
Es la misma mansión  10
de nadie en alquiler.
Es el mismo alquitrán, el mismo par
de mocasines empantanados
al pie de un muro con jazmines.
Sin embargo, una noche,  15
unos meses después del golpe,
hermosa, vehemente y desconocida,
una mujer dejó en el aire de una plaza
palabras que eran cifra
de mi canción y mi esperanza.  20
—84→
No he vuelto a verla.
No sé si es hoy edila o concejala
o simplemente miss. Me alejé,
la noche se perdía también en otras calles.
Al ritmo de mis pasos, el eco iba igualando  25
sincerísimas hurras y vítores venales.




ArribaAbajoDos amigas


ArribaAbajo ¿Qué fue de aquella vida
y qué de aquellos juegos? ¿Qué,
qué fue de la amistad de dos niñas?
Detrás de una mirada limpia,
después de una sonrisa puente  5
y más allá del estirón
(medido con un lápiz),
los días y las noches hicieron su trabajo.
Carmencita-florcita-para-suela-de-zapatos
y Teresa-maleza-yuyo-de-culebra  10
se casaron con dos hermanos.
Al caducar los plazos conyugales,
la primera quedó perfectamente viuda,
la segunda quedó viuda nomás.




ArribaAbajoAdagio


ArribaAbajo Un día entre los muchos días grises,
volviendo de quién sabe dónde,
pasé por unas calles tristes, tristísimas.
Puertas que nadie abría,
—85→
ventanas contra un cielo abolido  5
y flores viejas a la vera de un bar.
Fue inútil ofrecerme entonces
a la musa del llanto.
Fue tan inútil que no pude
dar mi voz a una queja siquiera.  10
El amor, la pasión, la canción,
todo era de un violín invisible,
un violín allá lejos.
De mí sólo salían silencios.
De mí, con la esperanza de otros días.  15




ArribaAbajoCeniza de catálogo

a Marcos Sanjurjo



ArribaAbajo La oscura biblioteca insuficiente y pública,
previo trámite gótico de firma y rúbrica,
nos ofrece las páginas mejor conocidas
de autores ya difuntos y autoras fallecidas:
Neruda, Eluard, Claudel, Borges y Vinicius  5
de Moraes, Virginia Woolf y Ted Licius.
Recuérdalos ahora, si vienes a leer
con un poco de duda y otro poco de fe.




ArribaAbajoChangas



ArribaAbajo Entre pares apenas, entre canes
geófagos, huesudos, periféricos,
más, más gente del mundo perro
asciende a la ciudad pan.
—86→

Y todo a cambio de una changa  5
diaria en el muy poblado asfalto.

Asfalto con ribetes y rubores
y visos y borrones
de realidad y cuenta nueva.




ArribaAbajoImágenes africanas vía satélite


ArribaAbajo Estricta jovencita
muerta después de larga inanición.
Y nadie mira al cielo.
Uncido al yugo de su esperanza,
arando va la tierra estéril  5
el padre de aquella muchacha.
O su hermano mayor.
O su tío por parte de madre.
Gente saharizada, sahélica,
trueca penas endémicas  10
por pronto olvido y fosa común.
Yo no olvido, yo rimo contra el olvido.




ArribaAbajoTierra cansada de fotógrafos


ArribaAbajo Siempre el mismo lapacho en flor, el mismo
       caminito de tierra colorada.
Siempre el mismo rostro indígena según el
       mismo artesano de la imagen.
Siempre el mismo ángulo para los techos con  5
       palomas.
—87→
Siempre los mismos inundados por la crecida
       del río,
Siempre en blanco y negro cuando la vida
       tiene color, siempre multicolor  10
cuando la vida es en blanco y negro.




ArribaAbajoElsa


ArribaAbajo Era una hormiga del contrabando hormiga.
Vivía mimetizada, vivía en el puerto que lleva su nombre.
Creía en la Virgen y en las promesas que se pagan el 8 de
       diciembre.
Creía, rezaba.  5
Envejeció en paz, vivió entonces del trabajo de su
       descendencia.
Murió de muerte pacífica, quizá natural.




ArribaAbajoEn la frontera


ArribaAbajo El río y los gendarmes a la vista.
Papeles, más papeles.
Frontera lenta, como siempre.
Saluda una mujer de pueblo
a un viejo camionero del éxodo.  5
¿Angélica? Tal vez María.
María machucada por el folclor
o por las circunstancias.
Cierro los ojos,
quiero saber si todavía recuerdo  10
el rostro, el cuello, el busto,
la estatura y el peso aproximado
—88→
de esta mujer que apenas conozco,
de esta hipotética y peregrina
María. No quisiera olvidarla;  15
mía es también la vida que me rodea
sin insistir en mí.





  —89→  

ArribaAbajoAdiós a la cigarra

(1997)



Rústicos verdes humildes,
por menudos pies pisados.


Manuel Altolaguirre                


  —90→     —91→  

ArribaAbajoEste libro tiene un poco de muchas cosas: ciudad, campo, medios de comunicación, geografía, sentimiento, pensamiento, pintura, poesía, amor y nostalgia


ArribaAbajoEl mundo de aquel joven


ArribaAbajo Un pájaro, una nube, caballos, la llanura,
el aire de la aurora y un temblor de hojas.
Y una palabra antigua, terrible: rebelión.
Y un amor más que peligroso, el primer amor.
Al otro lado de las vías del tren sin tren,  5
amanece y comienza de nuevo la aventura.
El sol, ahora solidario, pasa una cuerda
y el joven sube, sale del pozo de su noche,
honda noche vivida con temor y esperanza.




ArribaAbajoLos arrancados


ArribaAbajo La luna vuelve con un parpadeo.
Los techos aparecen después,
cuando el recuerdo abre los ojos,
las ventanas, las puertas.
Son unas casas, se diría, para tropezar  5
y demorarse y conversar con ellas.
¿Dónde estuvieron? En sí mismas,
como caídas en silencio,
como abatidas. Se van incorporando
y ya conversan: casas corpóreas,  10
—92→
hogares mínimos, pensiones baratísimas,
sótanos novelables, inolvidables áticos,
Lugares con un poco de historia.
Casas que dicen sí, fue aquí,
de aquí los arrancaron en la noche.  15
Hace tiempo, que es como hace en estos casos.
Y cada año hace un año más.




ArribaAbajoUn árbol


ArribaAbajo El sauce es apenas un árbol, pero llora
como lloran las dríades, las náyades,
los elfos en el viento, en el río
y en los desmemoriados días de quien pasa
sin pensar que su amor es pasajero.  5




ArribaAbajoCeremonia


ArribaAbajo Y bien, amigos míos,
la diplomacia sobrevive.
Esa palmera asfáltica,
embajadora del desierto,
anuncia con un poco de viento  5
la lenta llegada de su emir.
De su líder, quise decir.
Alguna vez vendrá el desierto
y de arena serán las mortajas.
El enigma persiste.  10
¿Serán de plata las estrellas
o de luz, como siempre?



  —93→  

ArribaAbajoTendencias


ArribaAbajo En la ventana, marco de la luna
que es casi un abanico en este cuadro,
se encienden las estrellas,
se lee algún presagio.
Apenas participo de tan etéreo evento,  5
no quiero astrología, quiero calle,
quiero saber adónde va la gente,
hago como quien dice una encuesta.
Y pregunto a la gente nocturna,
noctámbula, noctívaga,  10
nochera y también trasnochadora
en Asunción, ciudad muy mal iluminada.
Pregunto a un periodista,
a un erudito desahuciado,
a una crisálida bisexual.  15
El polibandi es parte de mi encuesta.
El bandi es arte y parte.
Hierve la sangre en una narcofritanga,
en un bar, en el bus-bus de la omniterminal.
¿Y después qué? ¿Después dónde?  20
De niño y aun de joven, creía yo que la noche
era el hogar de todos los sueños
y de todas las esperanzas.
Ahora me contento con menos,
tengo bastante con saber las tendencias.  25



  —94→  

ArribaAbajoAsociación nocturna


ArribaAbajo Terraza, piano, nube.
En alguna ocasión, álbum.
Otras veces, rueda
o moneda o ficha de ruleta.
Cosas simples, frecuentes,  5
que nos recuerdan a la luna
de la Ceca a la Meca,
de la timba a la tumba.




ArribaAbajoSobre el origen periodístico de algunos poemas


ArribaAbajo Abre un hombre el periódico del lunes
y se emociona con una página,
con un epígrafe, con el gran gol de la noticia,
con el arquero tirado al frente,
tirado inútilmente frente a la cámara.  5
Como busca ese hombre una imagen
que rescate su ayer dominguero y deportivo
en el diario del lunes, busco yo la palabra
que pueda rescatar algún instante de poesía
entre tantos instantes de cualquier otra cosa.  10
Y por eso también la busco en el diario,
el olvidado diario nuestro de cada día.
La busco en un crucigrama
y en una nota sobre jardines.
Llevado por Eclesiastés, a través  15
del denso suplemento social,
la busco en una página bailable.
—95→
(Lector agradecido soy, se me advierte
que será vanidad de vanidades
la vida clúbica con debutantes.)  20
La busco en los anuncios
de no avara dicción aunque esquemáticos,
y en una columna borrosa, y en otra
ensangrentada por la guerra
o por una pandilla, la busco  25
en una historieta cuyo héroe dice pst.




ArribaAbajoPaul Gauguin, por ejemplo


ArribaAbajo Pintor del paraíso terrenal.
Además, gran contestatario.
Nunca pudieron coronarlo
con un casco de corcho colonial.




ArribaAbajoPinceles



ArribaAbajo Pintura, no retórica ni ciencia.
Colores y no hipérbole con neuma.
Perdón, sí, te agradezco la paciencia.

Y disculpa también a Quiasmo y Zeugma,
admirables pintores académicos.  5
Lo inhibe a uno el tedio, a otro el reuma.
—96→

Hablemos de un pintor acaso edénico.
Gaugin, para pintar el paraíso,
lloraba sangre y consumía arsénico.

(Amigo de Gauguin, el insumiso  10
Vincent pintaba, ya desorejado
de un navajazo muy Van Gogh, preciso.)




ArribaAbajoAtardecer

a Lucy Yegros



ArribaAbajo En los países del calor sin mar
y de la fe con romería, diciembre
suele pintarse con pigmentos
de homilía. Dejemos que el pincel
navegue como pueda, vivamos  5
otro lento naufragio del sol
en un vaso de whisky con hielo.
La luz desciende de una nube,
de una estela, de un cielo parecido
al techo inexistente de los patios.  10
Es luz, es música y es bálsamo.




ArribaAbajoSentimiento del circo


ArribaAbajo Es el primer domingo de abril,
aunque bien puede ser el último
de los cuatro domingos de marzo.
Este entuerto dominical
—97→
no me acorta el descanso  5
ni me priva de la acaramelada tristeza
propia de los domingos profanos.
Y la tarde me lleva al circo;
me deja entre las duras,
oscuramente cómicas trompetas;  10
me acerca a los timbales del suspenso.
Miro el trapecio y veo mi ninguna red abajo.
Es verdad que la red aparece luego,
cuando acaba su breve número
circense el sentimiento.  15




ArribaAbajoCatarsis


ArribaAbajo Si es que la sed compite
con el buen apetito
y es Doña Teletonta
quien nos hace el servicio;
si es así, te lo digo,  5
será mejor que apague
el fuego y la tevé.
Ni atisbos de banquete
quiero en tal circunstancia.
Me desconecto, basta,  10
los medios ya cumplieron
su misión, el mensaje
ha llegado a destino.
Y yo, yo no sé nada.
No, no sé si beber,  15
si comer, si reír,
si dormir, si esperar,
—98→
con el alma en un hilo,
que las cosas mejoren,
si entregarme al silencio  20
o ponerme a cantar.
Y tira, tira el canto.
El canto es formidable
recurso contra el caos.
Es purificación.  25
Es entretenimiento.
Es también, también es
invitación al ripio
o ripio a toda vela.
Es, entonces, distancia.  30
Es aire aligerado.
Es un gorrión, un tero.
Es otro pitogüé,
que la Academia ignora
o llama benteveo.  35
Yo canto, por catarsis,
a pájaros que cantan
por puro amor al cielo.




ArribaAbajoLeguas


ArribaAbajo Un enrubiado y ceniciento
techo de paja al sol
me dice que estoy cerca.
Con su alargado canto austero,
me lo repite un tero.  5
Ya cae el sol.
No sé cuánto camino me queda
—99→
y en verdad poco importa;
estar cerca no es un destino,
es una sensación.  10




ArribaAbajoTonada


ArribaAbajo Se veía venir, yo lo sabía por la luna,
pedagoga nocturna, maestra de luciérnagas.
Yo lo sabía por una flor en el camino.
Por esa flor que te conoce, mi amor,
que conoce tus pasos, tus sandalias,  5
el roce de un tobillo. Se veía venir,
yo lo sabía por el viento, por el fuego,
por el rubí que brilla en una copa de vino,
por un rincón oscuro, por la noche.
Y por tu blusa, imán para mis dedos  10
tan desabotonadoramente tuyos.




ArribaAbajoInvierno delicado


ArribaAbajo La fina escarcha que la aurora teje
en Itauguá, en Itá o en Yaguarón,
y deja entonces a la vera del camino,
tal otra artesanía sin valor,
es una manta para pocas horas.  5
Y la mañana es todavía fresca,
al mediodía da su golpe el sol.
Más allá del tinglado más reciente
y del taller mecánico que suelta,
si acaso, un tentempié a su gente,  10
—100→
comienza un pastizal, el frío vuelve.
Y el frío llega con la tarde.
Como si nunca hubiera visto el pasto
con un ranchito intruso y un ternero,
acampa el fuego.  15




ArribaAbajoCanciones anteriores a una boda o el valle de la caña dulce en el Paraguay




- 1 -

Villa Vieja

ArribaAbajo Han pasado los años
y, suburbanizándose al sol
con las últimas casas visitadas
por una vaca cerca de algún tambo,
bucólico no es, pero da gracias  5
el ya laureado poeta lugareño.
Gracias da por el pan,
por el vino, por el perejil
que bien verdea el río de la mesa,
y muchas gracias por la siesta,  10
el siempre oculto nido de la tarde.
Llega la tardecita, trae sombras.
Trae la melodía de costumbre
a la ciudad pequeña cada vez más oscura
con su teatro vacío, su tienda sin surtido,  15
su club de ausentes y de naipes.
—101→
Llega la tardecita,
levanta el viento el polvo del camino.
Villa Viajera, Villa Olvidada, Villa Vieja.
Hay un poco de luz.  20
El sastre plancha un traje.
El médico rural se ruraliza.
El farmacéutico apolíneo
se adueña de la dueña del hotel.
El joven ideal y el ideal joven  25
se reconocen, se saludan.
Un niño duerme en brazos de su madre.
Duerme profundamente, duerme como quien amó.


- 2 -

Correspondencia

La plaza era un baldío con una calesita
entre verdes vestigios de arboleda o de quinta.  30
Ahí, después de algunos meses,
después de algunas cartas quizá breves
y siempre con dibujos y promesas,
ella y él se encontraron.
Fue la noche final de aquellas cartas.  35
Con un beso, con una bendita lágrima,
se podía leer en el cielo
y la luna era casi caligráfica.
—102→


- 3 -

Brindis

Amigo, bebe un trago conmigo,
y otro más, aunque sea  40
en este caso un pleonasmo.
Ahora, como dice Virgilio,
cantemos algo más elevado.


- 4 -

Epitalamio


ArribaAbajo Oirán los dos un canto
puntual, inevitable:  45
gorriones de jardín
donde es jardín un patio.

Ahí mismo, el desayuno
al iniciar el día,
que habrá de concluir  50
con una cena juntos.

Serán ambos, un rato,
un deseo en dos cuerpos;
la noche reproduce
el barro originario.  55

¿Un tanto primitivos?
Pactar esta rutina
—103→
es como abrir la puerta
de un verde paraíso.




ArribaAbajo¡Qué ramito!


ArribaAbajo Bellas flores carnívoras
del jardín en la mesa.
Eran tres, y rollizas.
Eran también opíparas.




ArribaAbajoAnécdota de la costa


ArribaAbajo Una noche de tragos y de luna escondida
en la costa central del siempre cálido Brasil,
la brisa acariciaba y desaparecía,
Una mujer pisó la arena entonces,
iba cubierta sólo por una toalla  5
y los senos miraban a la gente
como si devolvieran una mirada cortés.
A la vera del mar pasaba una ambulancia.
Pasaban pirañitas de la calle.
Pasaban chupanoches,  10
comepanchos y chupanoches.




ArribaAbajoImprovisación

a Raquel Chaves



ArribaAbajo Una actriz, sospechosamente madura,
coincide con el esplendor del verano.
—104→
¿Y por qué el esplendor? ¿Eh?
¿No puede ser el fin del verano?
Puede, sí, pero la verdad y lo verosímil  5
no congenian en esta comedia.
Resignada, la actriz improvisa
bajo el cielo tan irreal del teatro.
Clava los ojos en una butaca vacía,
en un rostro de cera,  10
en un palco antipático, suspira
y termina diciendo adiós a la invisible,
ya inaudible cigarra compañera,




ArribaAbajoEl desembarco


ArribaAbajo Depuesto al modo pretoriano,
pif-paf, el ex
exige su restauración
e insiste, insiste en Nueva York,
negocia, grita, acepta  5
acuerdos con bloqueo y escasez,
escuadra y tiburón destripanáufragos.
¿Cuándo, cuándo será el desembarco?
Radioadicto confeso, puntual televidente
del noticiero contundente, lo sabré  10
sin duda gracias a otro medio
de comunicación transparente.
Mientras espero, pienso en ella,
isla pequeña y triste,
pequeña hermana de la mala suerte.  15
Así, desde la más remota infancia,
desde la curia con dedeté,
—105→
con Papacito Doc
o con Tía Unicef.
Y luego ese tipo: Cedrás, Raúl.  20
Y el electo depuesto.
Y las cebollas que no alcanzan
para la sopa de cebollas y vudú.




ArribaAbajoVerde pradera interminable


ArribaAbajo La quieren los labriegos sin tierra.
La regatea un gran terrateniente.
La ficha un hi de pu en un ministerio.
La sobrevuela un cuervo.
Mirándola, recuerdo estas palabras  5
y al tirano que ayer las decía:
«La tierra es buena, el hombre es bueno».




ArribaAbajoEl sueño americano


ArribaAbajo Tierra del cactus y el desempleo juntos,
donde se sueña en español,
lengua onírica si las hay,
el sueño americano de una América lírica.
Y no iremos más lejos, por ahora,  5
de una calleja que cualquiera imagina
con ayuda del sol. En una de esas casas
despierta el alba a un hombre,
a su mujer y al muy menor de sus dos hijos.
Precisamente, entonces, el mayor,  10
veinteañero y con unos dólares,
—106→
clandestino, a Los Ángeles viaja.
Evita el paso de Tijuana,
por algo ha de rimar con mariguana,
y sigue siempre al norte, al norte siempre.  15




ArribaAbajoA un gordo, sinceramente


ArribaAbajo Acepta mi consejo,
di no a las francachelas,
no serás Pantagruel.
Y Sísifo no fueras,
llevando una cuchara  5
en lugar de su piedra.




ArribaAbajoEl mundo según Jacinto Rivero


ArribaAbajo Casitas humilladas
que el silencio congrega.
Un perro del tamaño
de un cachorro de sombra.
Un cocotero escuálido  5
con el buey de un arado.
Un político, un vándalo,
manchas como personas.
En suma, un mundo, un mundo
para ver en grabados  10
y pensar en Jacinto
Rivero, grabador,
—107→
que es historia y es arte,
que nació, que murió,
que grabó en la madera  15
madre de este papel
entintado en paisajes,
en campos, bueyes, gente.
Me vuelvo observador
y ya encuentro una nube  20
que ahí voy señalando
por hábito de dedo,
por azar de costumbre.
Una nube armoniosa,
hermosa, solitaria,  25
grabada sobre un techo.




ArribaAbajoBuena estampa


ArribaAbajo Monógama, feliz y maternal con críos,
cruza la calle y entra en este recuerdo
con el sol en una canasta,
con zanahorias, con rabanitos
y con yuyitos para la salud en general.  5




ArribaAbajoNocturno con un tema de Poe


ArribaAbajo ¿Un crimen? No tanto, pero más
de la mitad de un crimen fuera
rasgar el silencio de la noche
aun con un laúd.



  —108→  

ArribaAbajoAventura


ArribaAbajo En un país de bosques, en un pueblo de cántaros,
el sol jugaba con los árboles
y las mujeres eran numerosamente dulces.
Permíteme la ociosa pregunta de quien sabe
esperar no esperando una respuesta.  5
¿Hubo alguna vez algo que no fuera nostalgia?
Cabe la duda porque había cosas que...
Había tren y barco y puerto y yacaré
y canoas, cerveza negra, chalecos, pólvora.
¿Y qué más? La memoria es oscura,  10
pero el cielo recuerda y resplandece.
Las hojas caen, el verano muere
más cerca del otoño, naturalmente,
que de otra derrumbada primavera.







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