La lluvia suprime
los árboles con una melodía. Viene después el
silencio y suprime la lluvia. Más tarde, los pájaros
suprimen el silencio y vuelven a los árboles.
Sosiego
Otro día de fútbol
(en el césped
rapado y militar) con
jugadores
a los que la tv confirma
audiencia.
Por una vez, ay, no, basta de
goles.
Procédase a un domingo
sosegado.
5
Luz de persiana (veneciana),
luz
de un domingo de tregua
semanal.
Almuerzo largo y digestiva
siesta.
Un día para Mozart, Buda,
Bach.
Tirada floral
Muro y musgo, jazmín y
pacholí, dulce rosa
y amarga tuberosa.
Ylang-Ylang, flor de
perfumista.
¿Para descansar la vista?
Lirio colirio.
Lirio, flor que también
llaman azucena.
5
—73→
Lecho y literatura
C'est un livre qu'au lit on
lit
Apollinaire
El futuro durmiente, si es
sincero,
dormita o lee un rato, luego
duerme
como si entrara en el último
sueño.
Es grato y oportuno leer así
en la cama.
No, no depende tanto del
libro,
5
cuenta más una buena
almohada,
poesía hay siempre en las
estrellas
que caben en un tomo de
bolsillo
o en un formato de ventana.
Leer, leer con gusto en la
divina
10
presencia compañera que nos
dice:
«Léeme ahora el
cuerpo, bien, sin prisa».
El
sol naciente
Vive el Japón en muchas
lenguas
y lo hace con pocas palabras:
ayer kimono y kamikaze,
origami hoy, e ikebana.
Casita como ejemplo
Ejemplo inútil, porque la
ciudad no quiere
ser como ella.
La ciudad es un espejismo de
arquitecto.
—74→
Es un oasis ladrillero y es un
botín de banda.
Banda bandida bandideando por todas
partes.
5
Monedas en juego
a Francisco
Luna Pastore
La vida money, la gran vida moni o
mani,
que duerme en Singapur, despierta y
sigue tan
campante,
¿no fue otra cosa
antes? ¿No fue real, peso,
bolívar?
Sin fuerzas, reducido y
numismático,
5
el guaraní se extingue en
muchas cuentas.
La realidad y el miedo no se
divorcian todavía
frente a su vasto cementerio de
cemento y números,
de países y números,
de números y números
con una bocanada de aire
10
y un destello en pizarras
instantáneas
o en pantallas globales.
La industria telenovelada cambia de
manos,
se abre camino al desempleo
con una lágrima, con un
sobre, con un revólver.
15
Y los discursos premian al
ausente
mientras el dólar cae,
soplando para arriba
al marco y a la libra con el franco
y la lira,
a los escudos, a la telúrica
peseta,
a la rupia y al yen, a la corona
sueca.
20
Quien algo apuesta en contra,
pierde.
Quien todo apuesta en contra,
muere.
Quien sólo pierde, sobrevive
con migraña.
—75→
Generosa
La luna de hoy recuerda
a cielos anteriores.
(Asilo de murciélagos
y dos o tres peatones.)
Conducta
Remábamos
ayer en las aguas de un sueño y, por temor a que el
sueño acabase, no me atrevía yo a preguntar el rumbo.
No sé si es el mismo sueño, sigo remando, me niego al
vino avinagrante que riega la conversación y la curiosidad
en la mesa de algunos desvelados.
Enigmas
Este viaje me ha
llevado muy lejos y ya contemplo el cielo sin ser la mía un
alma contemplativa. Vuelvo a los enigmas de la noche, vuelvo a mi
estrella entre otras a las que también puedo llamar de igual
manera.
Repeticiones
Despierta la
ciudad, el sol busca una plaza para dormir todavía. Una vez
más, desde una ventana, canta el silencio. Una vez
más, una mujer bebe una taza de café mientras el
día se despega de un lento minuto. Es una mujer hermosa, a
la manera de las mujeres dulces y obesas.
—76→
La
percepción del pan
Humo, sombra y silencio
en una calle semidesierta
del centro casi muerto.
Pan duro y manos hurgasobras
en los zaguanes mudos.
5
Pan, pan en una plaza para
pájaros.
(Rima por conjunción de
canto y miga.)
Ave hambrienta de cielo,
una mirada vuela,
irremediablemente lejos.
10
Y, mientras tanto, por
aquí,
siendo las cinco de la tarde
del domingo que nos congrega,
la percepción del pan
es como ya se ha visto:
15
no encuentra rémoras,
y sí vestigios,
el simple sentimiento
del más elemental
alimento.
—77→
Simón septuagenario en el taller
y en la trastienda
Elocuentes, digamos, las
herramientas,
la mesa de trabajo, los
clientes
y la pared y el almanaque
con su rubia sin duda
pornográfica.
Muchos clavitos, chismes
también.
5
Y dale, dale con el martillo
a una montaña de
zapatos.
Es casi feliz cuando comienza,
tras breve ducha en mínimo
interludio,
la noche en la trastienda.
10
Horas o cosas, todo en
círculo:
un pensamiento, un vaso de agua, la
noche
con el viento redondo de un
ventilador.
Carbón
El mercado es un
dédalo de calles y recuerdos. Y puede no ser una calle ni un
recuerdo, puede ser carbón echado por arrobas frente a una
sombra sentada en una carretilla.
Oro
El sol, el viejo
del atardecer, el rico por acumulación de grillos en
jardines y baldíos, se aleja. Cielo digno de mi
emoción y de la nochecita: cabe en una mirada y en unas
pocas palabras.
—78→
Balada
El fuerte sol de aquellas
islas
se nos ofrece con su fuego,
su dorada ceniza, su recuerdo.
En San Vudú, Ciudad
Trujillo
o en la Villa Batista de
entonces,
5
amose una pareja un tiempo.
Eligieron un barrio policial
para dar siempre el mal
ejemplo.
¿Huir? Huir no pudo
Eurídice.
Y Orfeo, por aquellos
años,
10
cantaba en cualquier sitio,
incluso en el infierno.
Mi
trago
Ron de náufrago y mar de
canción.
Quizá no sea muy original,
pero
tampoco soy un sobreviviente
(quiero decir) profesional.
Itaipú
Ahora viene un joven que no
sabe
cómo se hizo la
represa.
viene a estudiar el río
prisionero,
—79→
el diseño, la roca, la
construcción.
En este caso, la historia le
interesa
5
porque el hombre pudo más
que el río.
Más que las muchas boas de
ciego
en el abrazo de sus remolinos.
Más que su
irresistible,
divina fuerza resistida.
10
Un dios de agua y olvido;
un río, el
Paraná,
apenas por un tiempo desviado
y alzado para siempre a nuevas
alturas.
Ya vive el río lejos de la
selva.
15
Y el joven mira lejos,
pero no puede oír una queja
distante.
Además, nadie sabe
si ella viene de un hombre,
de un tapir, de un
tucán.
20
Noticias
Se ahogó la luna
en su laguna.
Lloran los sapos
en otro charco.
Alguien tirita
5
por pura rima.
En fin, que sea,
como Dios quiera,
—80→
este naufragio
con obituario.
10
Vidas paralelas
Panípos era un músico
de antaño,
famoso en su quizás
arcádica ciudad,
que, para oír el canto de
las sirenas,
llegó una tarde adonde es
dulce el mar.
Mi vida, sin ser tan
mítica,
5
es igualmente musical.
La
gaviota invisible
Si llegas en el
verano y al alba, la niebla es apenas un recuerdo de la noche
anterior. En las primeras horas de la mañana, se prodiga la
luz en el mar, golpean mejor las olas y emergen los techos de la
tristeza sardinera. Son los techos en el aire (azul a ratos) de la
gaviota invisible. Ave de factoría, ave de quienes; nunca la
ven por estar mirando los pescados que limpian e hierven, hierven y
enlatan.
Homenaje a Federico Fellini
Deja de flotar el
sol, el atardecer se aleja siguiendo a un barco lleno de sombras.
Deja de flotar el sol, alguien cierra los ojos y o rescata, alguien
se ilumina por dentro con la llama de un naufragio.
—81→
Pausa
En mínimas aceras,
en idénticos charcos,
perdida en el ruido
y afónica entre faros,
algo dice la lluvia.
5
¿Es tarde? No lo es
para escuchar un rato,
para seguir después.
Belleza de ayer
La puerta de calle
tenía la magia de su número. Y el árbol frente
a la puerta, en los días de viento dulce, soltaba un
recuerdo de las Hespérides. Casa grande, alta, quizá
muy honda. Casa vieja, el techo era una viñeta de otros
años, de otros años era el patio enjardinado con un
rosal. La frecuentaba mi admiración, aunque siempre de paso
y desde la acera. Desapareció en mil novecientos ochenta y
seis, la mató la fiebre edilicia.
Excusas
Si no
comuniqué/comunicaba
como debí/debía en su
momento
fue por usar un código de
verbos
censurados tal vez con una
barra.
—82→
El
jefe y supretoriano favorito
Día de huelga legal y pesca
obligatoria.
Día mudo en la cadena de los
días radiofónicos.
Jornada no palaciega,
el jefe visita la tumba de su
pueblo.
A la salida de todos los
años de juerga,
5
Tongo, viejo pretoriano,
aguarda en un bar de la mente.
Espera al jefe, no piensa mientras
tanto.
Alfredo envejece
La efigie sustentada
por mil portaestandartes
pierde fuerza y color.
Los años atenúan
el rictus militante
5
y el gran perdonavidas
se muestra viejo al sol.
Rimas totalitarias
El único partido
político admitido.
El de la gente muda
y servicial, oscura.
Recordada en metáforas,
5
melopeas o anáforas.
—83→
Vacancia
Triste escriba sin paga
al sol de un ditirambo.
(Faraón que
abdicó
es Nilo embalsamado.)
Noche cantada en asunción
después del golpe de la Candelaria
a Lorenzo
Livieres Banks
Se fue Alfredo al exilio.
¿Cuántos muertos y
heridos?
Junto a lápidas y
periódicos
brotan políticos.
Asunción es la herencia del
ausente,
5
siendo una inmensa
y apenas evitable sonrisa
electoral.
Asunción es olvido.
(Perdón y olvido y
bebetráfico.)
Es la misma mansión
10
de nadie en alquiler.
Es el mismo alquitrán, el
mismo par
de mocasines empantanados
al pie de un muro con
jazmines.
Sin embargo, una noche,
15
unos meses después del
golpe,
hermosa, vehemente y
desconocida,
una mujer dejó en el aire de
una plaza
palabras que eran cifra
de mi canción y mi
esperanza.
20
—84→
No he vuelto a verla.
No sé si es hoy edila o
concejala
o simplemente miss. Me alejé,
la noche se perdía
también en otras calles.
Al ritmo de mis pasos, el eco iba
igualando
25
sincerísimas hurras y
vítores venales.
Dos amigas
¿Qué fue de aquella
vida
y qué de aquellos juegos?
¿Qué,
qué fue de la amistad de dos
niñas?
Detrás de una mirada
limpia,
después de una sonrisa
puente
5
y más allá del
estirón
(medido con un lápiz),
los días y las noches
hicieron su trabajo.
Carmencita-florcita-para-suela-de-zapatos
y
Teresa-maleza-yuyo-de-culebra
10
se casaron con dos hermanos.
Al caducar los plazos
conyugales,
la primera quedó
perfectamente viuda,
la segunda quedó viuda
nomás.
Adagio
Un día entre los muchos
días grises,
volviendo de quién sabe
dónde,
pasé por unas calles
tristes, tristísimas.
Puertas que nadie
abría,
—85→
ventanas contra un cielo
abolido
5
y flores viejas a la vera de un
bar.
Fue inútil ofrecerme
entonces
a la musa del llanto.
Fue tan inútil que no
pude
dar mi voz a una queja
siquiera.
10
El amor, la pasión, la
canción,
todo era de un violín
invisible,
un violín allá
lejos.
De mí sólo
salían silencios.
De mí, con la esperanza de
otros días.
15
Ceniza de catálogo
a Marcos
Sanjurjo
La oscura biblioteca insuficiente y
pública,
previo trámite gótico
de firma y rúbrica,
nos ofrece las páginas mejor
conocidas
de autores ya difuntos y autoras
fallecidas:
Neruda, Eluard, Claudel, Borges y
Vinicius
5
de Moraes, Virginia Woolf y Ted
Licius.
Recuérdalos ahora, si vienes
a leer
con un poco de duda y otro poco de
fe.
Changas
Entre pares apenas, entre
canes
geófagos, huesudos,
periféricos,
más, más gente del
mundo perro
asciende a la ciudad pan.
—86→
Y todo a cambio de una changa
5
diaria en el muy poblado
asfalto.
Asfalto con ribetes y rubores
y visos y borrones
de realidad y cuenta nueva.
Imágenes africanas vía
satélite
Estricta jovencita
muerta después de larga
inanición.
Y nadie mira al cielo.
Uncido al yugo de su
esperanza,
arando va la tierra
estéril
5
el padre de aquella muchacha.
O su hermano mayor.
O su tío por parte de
madre.
Gente saharizada,
sahélica,
trueca penas endémicas
10
por pronto olvido y fosa
común.
Yo no olvido, yo rimo contra el
olvido.
Tierra cansada de fotógrafos
Siempre el mismo lapacho en flor,
el mismo
caminito de tierra
colorada.
Siempre el mismo rostro
indígena según el
mismo artesano de la
imagen.
Siempre el mismo ángulo para
los techos con
5
palomas.
—87→
Siempre los mismos inundados por la
crecida
del río,
Siempre en blanco y negro cuando la
vida
tiene color, siempre
multicolor
10
cuando la vida es en blanco y
negro.
Elsa
Era una hormiga del contrabando
hormiga.
Vivía mimetizada,
vivía en el puerto que lleva su nombre.
Creía en la Virgen y en las
promesas que se pagan el 8 de
diciembre.
Creía, rezaba.
5
Envejeció en paz,
vivió entonces del trabajo de su
descendencia.
Murió de muerte
pacífica, quizá natural.
En
la frontera
El río y los gendarmes a la
vista.
Papeles, más papeles.
Frontera lenta, como siempre.
Saluda una mujer de pueblo
a un viejo camionero del
éxodo.
5
¿Angélica? Tal vez
María.
María machucada por el
folclor
o por las circunstancias.
Cierro los ojos,
quiero saber si todavía
recuerdo
10
el rostro, el cuello, el
busto,
la estatura y el peso
aproximado
—88→
de esta mujer que apenas
conozco,
de esta hipotética y
peregrina
María. No quisiera
olvidarla;
15
mía es también la
vida que me rodea
sin insistir en mí.
—89→
Adiós a la cigarra
(1997)
Rústicos verdes humildes,
por menudos pies pisados.
Manuel Altolaguirre
—90→—91→
Este libro tiene un poco de muchas
cosas: ciudad, campo, medios de comunicación,
geografía, sentimiento, pensamiento, pintura, poesía,
amor y nostalgia
El
mundo de aquel joven
Un pájaro, una nube,
caballos, la llanura,
el aire de la aurora y un temblor
de hojas.
Y una palabra antigua, terrible:
rebelión.
Y un amor más que peligroso,
el primer amor.
Al otro lado de las vías del
tren sin tren,
5
amanece y comienza de nuevo la
aventura.
El sol, ahora solidario, pasa una
cuerda
y el joven sube, sale del pozo de
su noche,
honda noche vivida con temor y
esperanza.
Los arrancados
La luna vuelve con un
parpadeo.
Los techos aparecen
después,
cuando el recuerdo abre los
ojos,
las ventanas, las puertas.
Son unas casas, se diría,
para tropezar
5
y demorarse y conversar con
ellas.
¿Dónde estuvieron? En
sí mismas,
como caídas en
silencio,
como abatidas. Se van
incorporando
y ya conversan: casas
corpóreas,
10
—92→
hogares mínimos, pensiones
baratísimas,
sótanos novelables,
inolvidables áticos,
Lugares con un poco de
historia.
Casas que dicen sí, fue
aquí,
de aquí los arrancaron en la
noche.
15
Hace tiempo, que es como hace en
estos casos.
Y cada año hace un
año más.
Un
árbol
El sauce es apenas un árbol,
pero llora
como lloran las dríades, las
náyades,
los elfos en el viento, en el
río
y en los desmemoriados días
de quien pasa
sin pensar que su amor es
pasajero.
5
Ceremonia
Y bien, amigos míos,
la diplomacia sobrevive.
Esa palmera asfáltica,
embajadora del desierto,
anuncia con un poco de viento
5
la lenta llegada de su emir.
De su líder, quise
decir.
Alguna vez vendrá el
desierto
y de arena serán las
mortajas.
El enigma persiste.
10
¿Serán de plata las
estrellas
o de luz, como siempre?
—93→
Tendencias
En la ventana, marco de la
luna
que es casi un abanico en este
cuadro,
se encienden las estrellas,
se lee algún presagio.
Apenas participo de tan
etéreo evento,
5
no quiero astrología, quiero
calle,
quiero saber adónde va la
gente,
hago como quien dice una
encuesta.
Y pregunto a la gente
nocturna,
noctámbula,
noctívaga,
10
nochera y también
trasnochadora
en Asunción, ciudad muy mal
iluminada.
Pregunto a un periodista,
a un erudito desahuciado,
a una crisálida
bisexual.
15
El polibandi es parte de mi
encuesta.
El bandi es arte y parte.
Hierve la sangre en una
narcofritanga,
en un bar, en el bus-bus de la
omniterminal.
¿Y después
qué? ¿Después dónde?
20
De niño y aun de joven,
creía yo que la noche
era el hogar de todos los
sueños
y de todas las esperanzas.
Ahora me contento con menos,
tengo bastante con saber las
tendencias.
25
—94→
Asociación nocturna
Terraza, piano, nube.
En alguna ocasión,
álbum.
Otras veces, rueda
o moneda o ficha de ruleta.
Cosas simples, frecuentes,
5
que nos recuerdan a la luna
de la Ceca a la Meca,
de la timba a la tumba.
Sobre el origen periodístico de
algunos poemas
Abre un hombre el periódico
del lunes
y se emociona con una
página,
con un epígrafe, con el gran
gol de la noticia,
con el arquero tirado al
frente,
tirado inútilmente frente a
la cámara.
5
Como busca ese hombre una
imagen
que rescate su ayer dominguero y
deportivo
en el diario del lunes, busco yo la
palabra
que pueda rescatar algún
instante de poesía
entre tantos instantes de cualquier
otra cosa.
10
Y por eso también la busco
en el diario,
el olvidado diario nuestro de cada
día.
La busco en un crucigrama
y en una nota sobre jardines.
Llevado por Eclesiastés, a
través
15
del denso suplemento social,
la busco en una página
bailable.
—95→
(Lector agradecido soy, se me
advierte
que será vanidad de
vanidades
la vida clúbica con
debutantes.)
20
La busco en los anuncios
de no avara dicción aunque
esquemáticos,
y en una columna borrosa, y en
otra
ensangrentada por la guerra
o por una pandilla, la busco
25
en una historieta cuyo héroe
dice pst.
Paul Gauguin, por ejemplo
Pintor del paraíso
terrenal.
Además, gran
contestatario.
Nunca pudieron coronarlo
con un casco de corcho
colonial.
Pinceles
Pintura, no retórica ni
ciencia.
Colores y no hipérbole con
neuma.
Perdón, sí, te
agradezco la paciencia.
Y disculpa también a Quiasmo
y Zeugma,
admirables pintores
académicos.
5
Lo inhibe a uno el tedio, a otro el
reuma.
—96→
Hablemos de un pintor acaso
edénico.
Gaugin, para pintar el
paraíso,
lloraba sangre y consumía
arsénico.
(Amigo de Gauguin, el insumiso
10
Vincent pintaba, ya desorejado
de un navajazo muy Van Gogh,
preciso.)
Atardecer
a Lucy
Yegros
En los países del calor sin
mar
y de la fe con romería,
diciembre
suele pintarse con pigmentos
de homilía. Dejemos que el
pincel
navegue como pueda, vivamos
5
otro lento naufragio del sol
en un vaso de whisky con
hielo.
La luz desciende de una nube,
de una estela, de un cielo
parecido
al techo inexistente de los
patios.
10
Es luz, es música y es
bálsamo.
Sentimiento del circo
Es el primer domingo de abril,
aunque bien puede ser el
último
de los cuatro domingos de
marzo.
Este entuerto dominical
—97→
no me acorta el descanso
5
ni me priva de la acaramelada
tristeza
propia de los domingos
profanos.
Y la tarde me lleva al circo;
me deja entre las duras,
oscuramente cómicas
trompetas;
10
me acerca a los timbales del
suspenso.
Miro el trapecio y veo mi ninguna
red abajo.
Es verdad que la red aparece
luego,
cuando acaba su breve
número
circense el sentimiento.
15
Catarsis
Si es que la sed compite
con el buen apetito
y es Doña Teletonta
quien nos hace el servicio;
si es así, te lo digo,
5
será mejor que apague
el fuego y la tevé.
Ni atisbos de banquete
quiero en tal circunstancia.
Me desconecto, basta,
10
los medios ya cumplieron
su misión, el mensaje
ha llegado a destino.
Y yo, yo no sé nada.
No, no sé si beber,
15
si comer, si reír,
si dormir, si esperar,
—98→
con el alma en un hilo,
que las cosas mejoren,
si entregarme al silencio
20
o ponerme a cantar.
Y tira, tira el canto.
El canto es formidable
recurso contra el caos.
Es purificación.
25
Es entretenimiento.
Es también, también
es
invitación al ripio
o ripio a toda vela.
Es, entonces, distancia.
30
Es aire aligerado.
Es un gorrión, un tero.
Es otro pitogüé,
que la Academia ignora
o llama benteveo.
35
Yo canto, por catarsis,
a pájaros que cantan
por puro amor al cielo.
Leguas
Un enrubiado y ceniciento
techo de paja al sol
me dice que estoy cerca.
Con su alargado canto austero,
me lo repite un tero.
5
Ya cae el sol.
No sé cuánto camino
me queda
—99→
y en verdad poco importa;
estar cerca no es un destino,
es una sensación.
10
Tonada
Se veía venir, yo lo
sabía por la luna,
pedagoga nocturna, maestra de
luciérnagas.
Yo lo sabía por una flor en
el camino.
Por esa flor que te conoce, mi
amor,
que conoce tus pasos, tus
sandalias,
5
el roce de un tobillo. Se
veía venir,
yo lo sabía por el viento,
por el fuego,
por el rubí que brilla en
una copa de vino,
por un rincón oscuro, por la
noche.
Y por tu blusa, imán para
mis dedos
10
tan desabotonadoramente tuyos.
Invierno delicado
La fina escarcha que la aurora
teje
en Itauguá, en Itá o
en Yaguarón,
y deja entonces a la vera del
camino,
tal otra artesanía sin
valor,
es una manta para pocas horas.
5
Y la mañana es
todavía fresca,
al mediodía da su golpe el
sol.
Más allá del tinglado
más reciente
y del taller mecánico que
suelta,
si acaso, un tentempié a su
gente,
10
—100→
comienza un pastizal, el
frío vuelve.
Y el frío llega con la
tarde.
Como si nunca hubiera visto el
pasto
con un ranchito intruso y un
ternero,
acampa el fuego.
15
Canciones anteriores a una boda o el
valle de la caña dulce en el Paraguay