Poesías
Poesías sagradas
- II -
La resurrección de Nuestro Señor
- III -
La ascensión de Nuestro Señor
- IV -
Al santísimo Sacramento
- V -
La Natividad de Nuestra Señora
- VI -
La concepción de Nuestra Señora
- VII -
Al nacimiento de Nuestro Señor
- VIII -
La conversión de los godos en el reinado de Recaredo
- IX -
El sacrificio de la esposa
- X -
El canto del esposo: en una profesión religiosa
- XII -
A Silvio: en la muerte de su hija
Líricas profanas
- I -
A la Restauración de Buenos Aires en 1806
- IX -
A la juventud estudiosa de Cádiz
- X -
En loor de don Juan Meléndez Valdés, restaurador
de la poesía española en el siglo XVIII
- XI -
A la muerte de don Juan Meléndez Valdés
- XIII -
A Dalmiro: el genio de su amigo Anfriso no es para la poesía
sublime
- XIV -
A Dalmiro: Imitación de Horacio
- XV -
A Aristo: la tranquilidad de los alumnos de las Musas. Imitación de Horacio.
- XVI -
A Eutimio: que disipe los pesares con el vino
Poesías filosóficas
- II -
La bondad es natural al hombre
- V -
Los sentimientos de la humanidad no son incompatibles con
la profesión militar
- IX -
A Berilo, rogándole que vuelva al Betis a los brazos
de sus amigos
- XI -
A Tirsi: el temor de lo venidero inútil
- XII -
A Dalmiro: deben abandonarse los cuidados
- XIII -
A Albino: la felicidad consiste en la moderación
de los deseos
- XIV -
Invocación del poema de Lucrecio: De Rerum natura
- XV -
Poder de la imaginación en el sueño
- XVII -
A Fileno: el sosiego de la virtud
- XX -
El triunfo de la tolerancia
Poesías amorosas
- III -
El convite del pescador: Traducción del Metastasio
- IV -
Debe gozarse de la juventud
- VI -
La queja imitando el estilo de Calderón
- X -
El convite de estío
- XV -
A don Diego Montero, mi amigo
- XVI -
La reconciliación imposible
- XXI -
A Aletino que abandonó el estudio y las Musas por
el amor
Sonetos
- XVI -
A la muerte de D. Ramón de la paliza, mi amigo
- XXIX -
La belleza: Traducción del Petrarca
- XXX -
La timidez: Traducción del Petrarca
- XXXI -
La querella: Traducción del Petrarca
- XXXIII -
Regalo a una nueva esposa: Traducción del Bondi
- XXXIV -
La necedad: Traducción del italiano
- XXXV -
El amor perfecto: Traducción del Zappi
Romances
- I -
A Eutimio en la muerte de su madre
- II -
En la al Excmo. Señor Duque de Frías, muerte
de su esposa, la Excma. Señora Doña María
de la Piedad Roca de Togores
- IX -
El respeto: Traducción del inglés
- X -
La victoria inesperada
- XII -
La primavera: Traducción del Metastasio
Idilios
- VI -
A un árbol: Traducción del francés
- IX -
La jardinera: Anacreónticas
- X -
El sueño: Traducción del francés
- XIII -
El primer amor: Traducción del Metastasio
- XVI -
Filis, separada de su amante
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A Dios, adorada ingrata: A el ara sacra del amor divino A ti, sublime Aurelio, que el romano Al alma enamorada Al dios celebremos, ¿Al primer asalto mía? Alaben otros de la sabia Atenas Alcino, quien los ásperos rigores Aletino, ya en fin de amor anhelas Alma beneficencia, ya te canto: Amante pastor de Filis, Amante pecho mío, Amo a Leucipe: aunque Leucipe ignora Amor, ya libre respiro Amor, ¿quién entiende tus fieros engaños, Amoroso suspiro, Aquí yace el gran Tito, que elegido Aquí, do de Vendoma la alta gloria Arrojas de tu gremio, pueblo insano, Asaz de nieve y hielo Así en continua acción la fantasía Así la amable diosa, ¡Ay Dios! ya, mi dulce amado, ¡Ay! cuándo brillarás, felice día, ¡Ay! ¿dónde huyeron Bendice mil veces, bendice, alma mía, Borrar del pecho quise, Cantemos al Señor. Desde la cumbre Como el ave, del rayo devorante Con horrible agüero fuiste Corazón, guarda tu llama ¿Cuál desusado canto, lira mía, Cual la selvosa cumbre de Apenino ¡Cuál silba en el otero Cual suele venciendo su margen riscoso ¡Cuán sereno esplendor el sol hermoso Cuando a los campos sales, bella Elisa, Cuando amanece al angustiado mundo Cuando el planeta, que embellece el día, Cuando el rigor, bien mío, Cuando Febo en los piélagos de Atlante Cuando tú alabas, Filis, de Cratilo Dame, dulce Talía, De la hervorosa Sirte se desata De la miseria en el profundo seno De la regia amistad por fruto adquiere De mil sospechas cercado De tu triunfo es el día, Deja siempre una parte Deja, oh madre del Amor, Del álamo de Alcides Del almo Pindo la mansión gozaba Descanso pide al cielo el navegante, Desciende a mí, consolador Morfeo, Desde los mares de mi patria suena Desprendiose aquilón del polo umbrío: Después de tan larga ausencia Dime por todos los dioses, Dirige, Atrida, un numen enemigo Do el bárbaro habitó choza mezquina Doctas Pimpleas, que las verdes faldas ¿Dónde cogió el Amor o de qué vena Donde el regio Manzanares ¿Dónde, santa amistad, tu pura llama Dulce es a la codicia, cuando alcanza Dulce esperanza, del prestigio amado El Amante sagrado, El duro remo en la cansada mano El himno santo de amistad rebosa El que escapó del piélago violento, En los jardines de Gnido En tus hermosos ojos templar pudo En vano, Elisa, describir intento En vano, traidora Elisa, Entre las cimas del Alpe Es hoy el fausto día, Es tarde ya para que amor me prenda Esta es la mansa y cristalina fuente, Esta, que aún lleva la encarnada espina, Estos son los preciosos momentos Expuesto fue del Nilo en la corriente Feliz el alma que huye Fernando, honor del trono, tú el primero Fileno cantará, Dalmiro mío, Filis, tu amistad hiciera Filis, tus adoradores Himnos de honor las puertas eternales Hora que callan cielo, tierra y viento, Huyó del polo el aquilón sombrío Huyó el sañudo invierno, Huyó la nieve fría: Injusto es tu enojo, querido bien mío: Invierno erizado, Jamás, Filis hermosa, La bella Narcisa ilustra La gloria de Dios vivo La ilusión dulce de mi edad primera, Lamento, infiel, lamento, Las lides, por tantos años Las Musas, caro Aristo, dulcemente Lazo de blandas flores Madre de los romanos, alma Venus, Me agraviaste y pretendes, Me amaba ayer con furor, Modera, dueño mío, Mueres, Enrique, y en la tumba encierra Mueve la luna el carro soñoliento Mujer, que destrozó con furia impía Nace la aurora, y el hermoso día No hay diosa, que iguale No muere el genio, no. Pudo la tumba No te contentes, Fabio, ¿No ves cómo blanquea ¿No ves, Fileno, en la florida espalda Noble Sully, tú osaste ser humano Nunca esperes, ingrata, ¡Oh mil veces feliz quien del profano Pan y circenses pide el pueblo fiero, Partió mi bien a la lejana aldea. ¿Pensaste, oh Bruto, que a nacer volviera ¿Perdiste, pueblo ingrato, la memoria? Pide al viento sus alas, Plácido vuelve el delicioso día ¿Por qué no tienes ojos, dulce niño, ¡Qué bien dijo, Amor, quien dijo ¿Qué hechizo derrama el cielo, ¡Qué horror! La fiera noche ¿Qué lloras, Serafina? El caro esposo, ¿Qué te importa, si el galo belicoso ¿Quién fue, quién fue el primero, Quien las penas de Amor ha sentido, ¿Quién roba de mi cítara suave Rayo de amor, celeste simpatía, Rayo de la elocuencia, ¿por qué truenas, Reclinado está el amor Reina inmortal de la tercer esfera, Reina ya en nuestros climas: la ribera, Renace estación de los amores, Rompe la niebla el sonrosado día Ruiseñor amoroso, ¿Sabes, hermosa Emilia, Salve, oh alcázar de Edetania firme, Se exhalan ya de mi vergel frondoso Si alguna vez de afanes olvidado, Si ardientes suspiros, Si es cierto, que amistad blanda Si las tranquilas ondas de occidente Si me niegan la dicha Si pudo el llanto mío Si quieres ver, Zaide amigo, ¿Si será de amistad, Filis hermosa, Si tu desdén, bien mío, Si vi tus ojos, Delia, y no abrasaron Sobre las cuerdas de mi lira vuela Suele al mirar la nave zozobrando Sufriste mis desdenes Tal vez, amor, bajo el sagrado velo Tiende, noche benigna, Tronco infeliz; desnudo y sin verdura, Tronó la alzada cumbre de Pirene, Tú del bien de mi vida Tú del sacro Helicón, mi dulce Albino, Tú, Gonzalo inmortal, fuiste el primero, Tú, querido Dalmiro, tú conmigo Un desdén agradable, Un retrato formó el cielo Ven, hermosa serrana, Ven, mi pastora: los templados rayos Ven, primavera, ven; y antes que dores Ven, suspirado mayo: ya en las urnas Ven, ya baja la noche, amada mía; Vi a Baco, sí, (generación futura, Vive el inicuo, y logra sosegado Vuela, Virginia, por la vez postrera Vuelve, adorada Filis, vuelve al seno ¿Y eres tú el que velando ¿Y quién podrá, mi Silvio, el lloro triste Ya de fulgentes flores se adorna primavera, Ya el ave de la noche Ya el rayo declina, ya Febo el último otero Ya Filis del Gers odioso Ya, caro Anfriso, de la flecha impía Ya, dulce Albino, deshojó el noviembre Yo desdeñé celoso
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