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ArribaAbajoLa desvergüenza

Poema jocoserio



ArribaAbajoAdvertencia de la edición de 1856

Más de cuatro años hace ya que de primera mano concluí este opúsculo, y más de tres han corrido desde que recibió el último toque de lima. Alentado con la aprobación de jueces muy competentes, y por la buena acogida que varios fragmentos del poema han obtenido al ver la luz en diversos periódicos literarios, he estado en más de una ocasión dispuesto a publicarlo íntegro; pero por desconfianza del acierto unas veces, otras por indolencia, o por falta de salud, o por sobra de ocupaciones, lo he ido difiriendo de mes en mes y de año en año. Hoy por fin más desocupado, aunque no más satisfecho de mi tarea, resuelvo darla a la prensa tal como mi humilde musa entonces la produjo. Muchos y graves son los acontecimientos y notables las peripecias que ha presenciado España en dicho tiempo; pero éste no es tanto ni nuestra regeneración tan completa, que falte a mis cuadros morales, ya que de otro carezcan, el mérito de la oportunidad; y tanto menos, cuanto que en ellos me propuse bosquejar imparcialmente lo que me pareció censurable, no en un solo partido, sino en todos; no en personas determinadas, sino en la sociedad entera.



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ArribaAbajoPrólogo



I

ArribaAbajo    He aquí, caro lector, un poemita
(El título que lleva no te asuste)
Que toda tu indulgencia necesita,
Tanto es menguado de invención y fuste;
Mas aunque del maestro Estagirita  5
No a los famosos cánones se ajuste,
Creo al menos que, a falta de otra prenda,
Sana y recta moral lo recomienda.


II

    La España de esta fecha en él te pinto
Tal como yo la veo; te lo juro.  10
Si a veces el color pasa de tinto
(Otro diría de castaño oscuro),
Yo bien la mejorara en tercio y quinto
Y no con otro objeto la censuro;
Mas si Dios la hizo así, ¡pobre de mí!,  15
¿Puedo yo remediar que sea así?


III

    Los vicios combato en general,
Porque yo no sé hacer su apología;
Mas ni un solo retrato individual
Asunto ha dado a la paleta mía.  20
Si a pesar de protesta tan formal
Te escuece alguna frase, con impía
Mano puedes tacharla, y adelante.
Omnia sub correctione ecclesiae sanctae.
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IV

    De fijo, si eres hombre de partido  25
Y del tuyo el espíritu te ciega,
De parcial culparás mi colorido;
Mas si tú dices alpha y otro omega,
Porque es de opuesto bando, y resentido
También de alguna cláusula reniega,  30
Probaréis uno y otro de consuno
Que yo no me he casado con ninguno.


V

    Para unos será larga esta monserga
Y otros la acusarán de diminuta;
Quién dirá: «Lo importante se posterga  35
Y lo accesorio y frívolo se escruta;»
Quién de promiscua tildará mi jerga;
Quién dirá (sobre gustos no hay disputa):
«Para epopeya, hay poca poesía;
Para sátira, la hay en demasía.»  40


VI

    Confieso esta verdad; pero mi tema
Pide de suyo un género mestizo
Que alterne con la chanza el anatema;
Y si a algún aristarco escandalizo
Al ver que con el nombre de poema  45
Este modesto opúsculo bautizo,
No entienda que hombre arme en el Parnaso
Con Virgilio presumo o con el Taso.


VII

    En su acepción más lata uso la voz
Que adapto a mi rimado desaliño,  50
Y no en ajena mies meto la hoz,
Ni tus sagradas ínfulas me ciño,
Alma Caliope, con descaro atroz;
Antes, para mostrar que me constriño
A no pasar los lindes de tu imperio,  55
Añado el adjetivo jocoserio.
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VIII

    «Bien; poema en buen hora se intitule,
Replicará algún tétrico erudito;
Mas que el autor satírico articule
Contra la desvergüenza airado grito,  60
Y en épicas octavas nos formule,
Sin perdonar ni el prólogo, su escrito,
Pecado es de poética y prosodia
Mayor que cuantos muestra su rapsodia.»


IX

    Y el adusto censor que así deplora  65
Mi métrica licencia ¿qué dirá
Cuando mi impenitencia rimadora,
Fechando cual si fuese un albalá
Mi librejo infeliz, le diga ahora
Que principiado fue diez meses ha  70
Y lo acabé en Abril, año de Dios
Mil ochocientos y cincuenta y dos?


X

    No porque al canto de ínclitas hazañas
Propio han hallado de la octava el uso
Valbuena, Ercilla y ciento en las Españas  75
De acuerdo con el ítalo y el luso;
Cuando las más inmundas musarañas,
Gran versificador aunque difuso,
Cantó Villaviciosa en este son,
Vedado sea a don Manuel Bretón.  80


XI

    No porque tal estancia o tal medida
Se adapte más que a otra a tal materia,
Sea de las restantes excluida,
Ahora que somos libres en Iberia.
La epístola Ad Pisones no se cuida  85
De emular con la Eneida altiva y seria,
Y sacó Humano capiti del yunque
La talla y el compás de Arma virumque.
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XII

    Y si quisiera ejemplos semejantes
Acumular en prueba de mi aserto,  90
Sin registrar catálogos y estantes
Lo haría a mi placer. No los inserto,
Porque yo, con perdón de los pedantes,
En esto de rimar tengo por cierto
Que, bien sea batista o bien retorta,  95
No la tela, el cosido es lo que importa.


XIII

    Y pues en verso corto ambas Castillas
Así han narrado glorias como amores,
Y todo un Lope en gárrulas quintillas
Cantó de san Isidro los loores,  100
Y hasta el romance ha obrado maravillas,
Mal que pese a indigestos preceptores;
Bien podrá alguna vez musa plebeya
La clámide vestir de la epopeya.


XIV

    Cual de Ilión la catástrofe y la hoguera,  105
Cual la guerra de Arauco o de Acapulco,
Cual la nao de Gama en lucha fiera
Con el marino Dios de arpón trisulco,
Bien puede la moral llana y casera
Que en mis endecasílabos inculco  110
Tres veces alternar dos consonantes
Y casar los dos números restantes.


XV

    Si alguna vez mi canto se sublima,
De molde le vendrá la veste sacra;
Cuando Delio mis ímpetus reprima  115
Y haga amainar la vela a mi polacra,
Piadoso manto me será la rima
Que cubrirá tal vez más de una lacra,
Como tantas mucetas y uniformes
De el Miño al Turia, desde el Segre al Tormes.  120
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XVI

    Resta saber si la sonora octava
Antes que auxilio insuperable escollo
Fue para que a la cría que incubaba
Diese mi llueca musa desarrollo,
Cuando era fuerza que, aun sin esa traba,  125
Tísico le saliera más de un pollo.
Lo ignoro. Que lo digan los del arte.
Yo no he de ser a un tiempo juez y parte.


XVII

    Por Ossa y por Pelión juro, no obstante,
Que no a mi vena lecho de Procusto  130
Ha sido el inflexible consonante;
Y si alguno, oh lector, no es de tu gusto
Porque de raro pasa a extravagante,
También tener en cuenta será justo,
Si el plan que me he propuesto consideras,  135
Lo que va de las burlas a las veras.


XVIII

    No a perorar ex trípode propendo
En tono de inspirada pitonisa;
Y hace más guerra al vicio (así lo entiendo)
En franco estilo sazonada risa,  140
Que aparato retórico estupendo
Perdido con el eco en la cornisa.
Desnuda ofende la verdad más santa,
Pero en tono de chunga a nadie espanta.


XIX

    Ni pestañas y cejas me chamusco  145
Pidiendo al lexicón una antigualla
Y las rimas solícito rebusco,
Como suele entre cantos y morralla
Arqueólogo tenaz, ora el etrusco
Relieve, ora la céltica medalla.  150
Ellas suelen venir con el concepto,
Y si lo expresan mal, no las acepto.
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XX

    Pero en voces y cláusulas y giros
Es rico cual ninguno nuestro idioma,
Ya se eleve a los célicos zafiros,  155
Ya se amolde a la jácara y la broma,
O ya a dulces y eróticos suspiros;
Y hasta cierta anarquía en él asoma
(Fruta quizás indígena del clima)
Que es una bendición para el que rima.  160


XXI

    Ahora bien; pues dos voces, tres o cinco
Consonando entre sí me da el dialecto,
Creo de buena fe que no delinco
Si lo trivial pospongo a lo selecto.
No puedo remediarlo; doy un brinco  165
Como si me picase algún insecto
Cuando un poeta flojo y sin enjundia
Ora en endo, ora en ando me gerundia.


XXII

    Cuanto es menos vulgar la consonancia
Tanto más en el ánimo se imprime,  170
Ya la sal de un concepto y la elegancia,
Ya la oportuna máxima sublime.
¿Hay cosa más insulsa que una estancia
En que la musa bajo el peso gime
De osos con abas o con aras eras  175
Y no sale de azotes y galeras?


XXIII

    Y aun pase tal incuria en una estrofa
Si con otros primores se rescata;
Mas que otras ciento de la misma estofa
La sigan en narcótica reata,  180
Y esa locuela exuberante y fofa
Nos dé en limpio una insigne patarata,
¿Cómo ha de tolerarlo a ningún socio
El que no tenga orejas de beocio?
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XXIV

    «Pero con esas trabas se encanija  185
El estro y la labor se dificulta:
Con ellas no es posible que transija
Del siglo del vapor la lira adulta;
Cantar es, no pulir, nuestra partija...»
Esto responderá la turbamulta,  190
Que siendo tan difícil, aun al paso,
Viajar quiere en telégrafo al Parnaso.


XXV

    Así la patria lengua se destroza;
Así suple al estudio la hojarasca;
Con tanto y tanto ripio y tanta broza  195
Así Hipocrene límpida se atasca;
Así el lauro de Apolo es ya coroza
Y cada hermana suya una tarasca.
Mas ¿qué digo? Sin duda a este dibujo
Preside de la hipérbole el influjo.  200


XXVI

    Si plebe hay en el Pindo castellano
(¿Y cuándo entre poetas no la hubo?),
De muchos el ingenio soberano
La fama anuncia con sonoro tubo.
Ellos, si en balde yo sudo y me afano  205
Y antes ruedo de un tramo que lo subo,
Ganan la cumbre adonde nunca llego
Y allí alimentan el sagrado fuego.

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ArribaAbajoCanto primero


Invocación



I

ArribaAbajo   No tú, cándida Virgen que del Cielo
Tras del primer pecado descendiste;
Hija de la Inocencia, cuyo duelo
El ser te dio que póstuma adquiriste;
No tú, que un tiempo pudibundo velo  5
Fuiste a la humana faz pálida y triste,
Mi numen serás hoy...; porque, en resumen,
Si tal numen existe, que me emplumen.


II

   Tal vez allá en el siglo de Saturno,
Del cual sólo el extracto está vigente,  10
Pisó este amargo valle tu coturno;
Mas cuando Astrea huyó de entre la gente,
Pronto, oh niña, entrarías en el turno;
Que, si la recta lógica no miente,
Do la Justicia a declinar comienza  15
¡Échele usted un galgo a la vergüenza!


III

   No negaré (que de imparcial blasono)
El mérito de Porcia ni el de Arria,
Ya las alzase de la gloria al trono
Virtud celeste o cívica fanfarria:  20
La pudicicia30 en la vestal abono
De antigua Roma o de moderna Alcarria;
Si bien el que rebusque cronicones
A la regla hallará sus excepciones.
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IV

   Mas si la prez de incólumes doncellas  25
En más tuvieron que el mundano plaustro,
Tal vez la fosa atroz contuvo a aquellas
Y a estas las llaves, cien de austero claustro.
Yo su pudor pondría en las estrellas
Expuesto a luna y sol, Céfiro y Austro;  30
Mas dijo bien el otro que decía:
«¿Si votos, a qué reja y celosía?»


V

   Castas matronas hubo en Roma, en Grecia,
Dignas de adoración con mirra y casia.
¿Quién ¡oh Artemisa! tu dolor no aprecia?  35
¡Viuda sublime, admiración del Asia!
Virtud, aunque tardía, hubo en Lucrecia,
Entre tantas discípulas de Aspasia,
Y ¡honor a ti, oh Penélope valiente,
Fiel cuatro lustros al marido ausente!  40


VI

   Mas si a este mundo pecador volviera,
¿Qué, diría de Erífile Anfiarao?
¿Qué de aquella gitana zalamera
El que a la gloria prefirió su nao?
Diga de Troya mísera la hoguera  45
Quién la consorte fue de Menelao;
¡Y ahí es cosa que vale dos cominos
Lo que hizo en Creta la mujer de Minos!


VII

   Y Fedra a su entenado persiguiendo
Digna fue de tal madre y tal maestra;  50
Y la fe conyugal te recomiendo
Que guardó al Rey de reyes Clitemnestra;
Y las Danaides, que el puñal horrendo
Clavaron (menos tú, fiel Hipermnestra)
Después del gaudeamus (esto es ovio)  55
Cada cual en el pecho de su novio.
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VIII

   Mas aún quedaba de pudor un resto,
Que al menos con el manto de la noche
El tráfago cubría deshonesto,
Temeroso del público reproche;  60
Todavía el estupro y el incesto
No ostentaban su cieno en áureo coche;
Todavía el pecar no era tan vándalo
Que hiciese gala y pompa del escándalo.


IX

   Faltabas tú, infiel cónyuge de aquel  65
Emperador estólido infeliz;
Tú que osaste ¡oh rubor! en un burdel
La diadema manchar de emperatriz;
Tú que de Juvenal la santa hiel
Provocaste, y augusta meretriz,  70
Diste a tu nombre privilegio tal,
Que es ya infame adjetivo proverbial.


X

   Desde entonces la tímida modestia
Fue en la tierra el fenómeno más raro;
Tratada fue de hipócrita y de bestia  75
La que al vicio decía: ¡Verbum caro...!;
La virtud fue ridícula molestia,
Y el insolente y cínico descaro
Se llamó gentileza y donosura,
Gracia el insulto, el crimen travesura.  80


XI

   Cundió la peste hasta el ignaro vulgo,
Y en Londres o París, Roma o Sigüenza,
De pamplina se apoda o de repulgo
De empanada ¡oh vergüenza! a la vergüenza;
Y no soy yo el primero que promulgo,  85
Aunque adagio tan ruin no me convenza,
Aquello de: Era verde y un borrico
Con ella regaló su torpe hocico.
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XII

   ¿Y quién hará olvidará los audaces
Lo de fortuna juvat timidosque...?  90
¿No oyes a lenguas mil decir procaces,
En la ciudad lo mismo que en el bosque:
«Gocemos; que las horas son fugaces;
Do pique a cada quisque, allí se cosque,
Porque honra y pro no caben en un cesto  95
Y a prior nunca llega fray Modesto?»


XIII

   Por tanto, aunque te rinda por de dentro
Mi pío corazón férvido culto,
Acobardado en él lo reconcentro,
¡Almo pudor! ¿Por qué? Porque tu bulto  100
Tanto se esconde ya, que no lo encuentro,
Y porque temo al pueblo, que en tumulto
Lloverá sobre mí piedras y apodos,
Si solo yo peleo contra todos.


XIV

   Sigo pues la corriente, y como el Diablo  105
Fama es que un día en hábito francisco
Predicó con angélico vocablo
Por volver las ovejas al aprisco,
Inversa yo predicación entablo
Erigiendo al Pecado un obelisco;  110
Bien que al contraste falta lo esencial;
El ser yo querubín o cosa tal.


XV

   No es dado ya como in diebus illis
Tempestar sin rebozo contra el vicio;
Mas, sin mojar la pluma en atrabilis,  115
Quizá ¡oh virtud! trabajo en tu servicio
Si entienden los discretos el busilis
De este poema que burlando inicio;
Que a favor de la chanza o la ironía
Sátira suele ser la apología.  120
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XVI

   Hecha esta salvedad, ¡sus! yo pregono
¡Oh DESVERGÜENZA! tu poder inmenso,
Y parias rindo a tu infestado trono,
Y a tu escuálido altar tributo incienso,
Y las sienes de pámpanos corono,  125
Y el tirso empuño, y entre el humo denso
Del crapuloso vino y el cigarro,
Tus gracias cuento y tus proezas narro.

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ArribaAbajoCanto segundo


Justa reparación



I

ArribaAbajo   ¡Viva la desvergüenza omnipotente,
Emperatriz del universo mundo!
Mas primero, al estímulo obediente
Que mi conciencia aguija en lo profundo,
Lo que dije en el canto antecedente  5
Quiero rectificar en el segundo;
Que de consejo, dicen, muda el sabio
Y a la mujer yo debo un desagravio.


II

   «Mitad preciosa del linaje humano,
Triste mujer esclavizada al hombre,  10
Que tu escudo nació, no tu tirano,
Yo a vindicar tu mancillado nombre...
Et caetera.» Esto en verso castellano
Dije años ha, y es justo que te asombre
Ver al que tanto en tu defensa dijo  15
Hoy tus flaquezas denunciar prolijo.


III

   No empero a desamor y grosería
¡Oh Mujer! mi filípica atribuyas.
Soy tu amigo y devoto desde el día
En que dejando trompo y aleluyas,  20
Imberbe rapazuelo todavía,
A adorar aprendí las gracias tuyas;
Y aún las adoro y el adusto Octubre
Mal de mi Abril perdido el fuego cubre.
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IV

   Mas como al hombre, tu cruel verdugo,  25
Bien que suele a tus plantas hilo a hilo
Hasta humillarte bajo el férreo yugo
El llanto prodigar del cocodrilo,
Responsable de su honra hacerte plugo,
Al paso que proclama en torpe estilo  30
Que eres de frágil vidrio vaso infecto
Y animal, bello sí, pero imperfecto;


V

   No en virtud de una máxima inconcusa,
Sino la usada fórmula siguiendo,
Te apostrofó mi rutinaria musa;  35
Y si tu nombre en la apariencia ofendo,
Cuando mi pluma cáustica te acusa
En ti a la entera humanidad reprendo:
O más bien, y lo digo sin empacho,
No a la hembra ¡pobrecita!..., sino al macho.  40


VI

   Que si él es fuerte en músculos y nervios
Y tú de tierna y delicada fibra;
Si él dotado de instintos más soberbios
Sobre corcel brioso el asta vibra,
Y si él las leyes forma y los adverbios,  45
Y hace y deshace y rompe y equilibra;
O es fuerza que confiese su impotencia,
O a él solo ha de aplicarse la sentencia.


VII

   No diré yo que a la mujer amable,
Por quien mi musa enamorada aboga,  50
De duro casco ciña y fiero sable,
O revestida de severa toga
Consienta que en el foro juzgue y hable,
O que en templo cristiano o sinagoga
Ejerza el venerable sacerdocio...  55
Y haga con las conciencias su negocio.
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VIII

   Que si la fama glorias inmortales
De Semíramis canta y de Cenobia,
Esas bravas matronas y otras tales,
Ya nazcan en la Asiria, ya en Segovia,  60
Son paréntesis breve en los anales,
Y los dengues y plácemes de novia
Sientan mucho mejor a una muchacha
Que el bonete o la cota o la garnacha.


IX

   No sin designio próvida natura  65
(Poblado el mundo de hombres y mujeres)
A cada sexo ha dado la estructura
Más apta a sus recíprocos deberes;
¡Y harto funesto don es la hermosura!;
Que el hombre sólo es parte en los placeres,  70
Y a la mujer no arrienda la ganancia
De la preñez y el parto y la lactancia.


X

   Y es fuerza que ella contra el cielo peque
Que le manda que crezca y multiplique,
O mal podrá asaltar un hornabeque  75
Cuando tierno mamón al seno aplique;
Ni es razón que, cargado su jabeque,
Cante nos tibi semper et ubique...,
O la sorprenda el consabido achaque
Haciendo centinela en el vivaque.  80


XI

   Mas del tirano que en su pro confisca
Golillas y bengalas y prebendas
Tal es la avara condición arisca,
Que invade las cocinas y las tiendas,
Usurpando a Jerónima y Francisca  85
Hasta aquellas pacíficas haciendas
Que propias son del femenino sexo
Y a las cuales el fuerte es inconexo.
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XII

   Él cose y peina y guisa y borda y teje,
Faenas todas a su brío extrañas;  90
Ni aun puedes sin su atroz tejemaneje
El fruto dar a luz de tus entrañas,
Pobre mujer; ni aun logras que te deje
El monopolio de torrar castañas;
Y ¡oh baldón! (ya lo dije y lo reitero)  95
Yo he visto hacer calceta a un granadero.


XIII

   Y si a tan oprobiosa dependencia,
Egoísta varón, tú las reduces,
¿Por qué niegas al menos tu indulgencia
A la mujer que oprimes o seduces?  100
Si tuyo es el poder, tuya la ciencia,
¡Vive Dios que te portas y te luces
Cuando, sin mejorarla en una tilde,
Tú propio infamas a tu sierva humilde!


XIV

   ¿Y acaso de ellas sólo es patrimonio  105
La mísera flaqueza que reprendes?
¿Y acaso tú también, hombre o demonio,
No prostituyes tu honra, no la vendes?
¿No basta de tu mengua en testimonio
Saber (y aquí no hay fábula de duendes)31  110
Cómo irritaste al Dios de Jericó32
Cuando a Sodoma inmunda destruyó?


XV

   ¡Y es a tus ojos capital delito
Que, dejando la escoba y el pespunte
Moza ambulante esgrima su palmito,  115
Y el columpiado tallo descoyunte,
Y hasta que alguno caiga en el garlito
Tosa a cualquier cristiano transeúnte,
Y aunque sea más áspero que un oso
Le diga a media voz: «¡A Dios, hermoso!»  120
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XVI

   Tú al menos no reniegas de quien eres,
Mujer; ¡y el hombre insano se mutila!
Monstruo maldito de hombres y mujeres,
Cuando sus fuerzas propias aniquila
Y renuncia al amor y a sus placeres,  125
Que ablandaran a un Jenjis y a un Atila,
No es austera virtud quien se lo manda,
Sino avaricia sórdida y nefanda.


XVII

   Así celoso y suspicaz el turco
De su precioso harem le hace custodio;  130
No así el turbante le alzará bifurco
De intruso amante lúbrico episodio.
De agria, lampiña tez múltiple surco
Sólo inspira desdén y mueve al odio;
¿Y a quién que de odios viva, a quién asombra  135
El hombre que a sí propio se deshombra?


XVIII

   ¡Horror! ¿Dónde está el ave, dónde el bruto
Del Alpe frío o de la Libia ardiente
Que así ¡oh Naturaleza! tu estatuto
Destroce con la garra o con el diente?  140
¿Cuál no se goza en el amado fruto
Que le retrata alígero o mugiente?
¿Por qué el hombre es más bárbaro y más fiero
Que esquiva hiena o buitre carnicero?


XIX

   ¿Quién de tu vida ¡oh niño! en el proemio,  145
Quién, más que Herodes exicial verdugo,
Da a tus caricias tan inicuo premio?
¿Será la madre, a quien gozosa plugo
Del propio vientre en el arcano gremio
Guardarte, y de su pecho el almo jugo  150
Prodigar, bien ajena a tal agravio,
Con blanda risa al sitibundo labio?
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XX

   Rea nunca jamás será una madre
De tal depravación, de furia tanta,
Que así su propio corazón taladre  155
En el hijo que engendra y amamanta:
Sólo al hombre. es posible que le cuadre,
Cuando insana codicia le atraganta,
Tan de piedra tener los entresijos,
Que propine tal récipe a sus hijos.  160


XXI

   ¡A su egoísmo atroz todo se inmola!
Cual rebaño de ovejas o camellos
A vil precio en Guinea y en Angola,
No de vosotras merca, sino de ellos,
Nave, ya lusitana, ya española,  165
La abyecta prole estúpida. Sus cuellos
Sujeta el hombre a la servil coyunda;
No la que llora porque fue fecunda.


XXII

   ¿Qué le importa, cobrado el estipendio,
La marca de sus hijos y la argolla,  170
Señal de perdurable vilipendio?
Si así de ruin manjar llena la olla,
¿Qué se le da del pestilente incendio
Con que tifo mortal se desarrolla
En hombres que, prensados como arenques,  175
Alzados ven, si chistan, los rebenques?


XXIII

   Y si allí bajo climas tan adustos
Los hijos que debieron tan amarga
Vida a padres tiránicos e injustos
Son, como irracional bestia de carga,  180
Más desgraciados cuanto más robustos,
No es orillas del Caspio menos larga
La lista de doncellas candorosas
Más desgraciadas cuanto más hermosas.
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XXIV

   Plantel perene es la región caucasia  185
Del rijoso agareno a la lujuria.
Vírgenes de Mingrelia y de Circasia
Que, a consentirlo Betis, Ebro y Turia,
Fuerais de la belleza antonomasia,
Vosotras ¡ay dolor! cual raza espuria  190
Perdéis, siervas de un déspota sombrío,
Hasta la libertad del albedrío.


XXV

   Al menos al bozal de Mozambique
No se veda en el índico hemisferio
Que sus amores oiga y gratifique  195
La que con él comparte el cautiverio;
No a su libre elección muro ni dique
Del amo opone el absoluto imperio;
Y al fin si es negro y su fortuna negra,
También lo son la cónyuge y la suegra.  200


XXVI

   Mas ¿qué dolor a tu dolor iguala.
Expatriada, indefensa criatura,
Que condenada en arabesca sala
A aborrecida, insólita clausura,
De amor forzado alumna y colegiala,  205
Por premio a tu fatídica hermosura
Ni oyes tu habla nativa ni a tu mano
Juntas la de un amigo o de un hermano?


XXVII

   Nace también de la común desgracia
Dulce fraternidad. La suerte esquiva  210
Que por diverso rumbo os lleva a Tracia
Os une en obligada comitiva;
Mas el hijo de Agar en su autocracia
Aun del fraterno amor ¡sátiro! os priva;
Que si en la servidumbre sois iguales,  215
De hermanas su capricho hace rivales.
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XXVIII

   Tiende la raspa en la mullida pluma,
Y una el café le sirve, otra la pipa,
Otra peina su barba y la perfuma,
Otra a agitar el viento se anticipa  220
Si el calor o algún tábano le abruma;
Y todas al antojo, a la chiripa
Son en aquella impura mezcolanza
Deudoras de una efímera privanza.


XXIX

   Ni apenas desarruga el ceño torvo  225
En pro de la hermosura preferida,
Como quien dice: «De entre tanto estorbo
Hoy sola tú en mi gracia hallas guarida,
Y cuando puedo de mi alfanje corvo
Víctima hacer tu miserable vida,  230
De tu amor son mis brazos recompensa.
Bendice ¡esclava! mi bondad inmensa.»


XXX

   Alguna habrá que el prepotente labio
Más aborrezca cuanto más sonría,
Y alguna que agradezca a su astrolabio  235
Entre tantos de horror un fausto día;
Mas ora tal favor repute agravio,
Ora con él su vanidad se engría,
No impune ha de gozar del privilegio;
Que en odio la tendrá todo el colegio.  240


XXXI

   Que, por más que repugnen las caricias
De importuno amador, rústico o necio;
Si yerto el corazón no pide albricias
De triunfos que no anhela, harto más recio
Que brindarle con fiestas y delicias,  245
Harto más fiero golpe es el desprecio
A una mujer sensible, y más a aquella
Que empadronada ha sido como bella.
—370→


XXXII

   Por dicha el beso y el desdén alternos
Sus varias sensaciones neutralizan,  250
Y a fuerza de veranos y de inviernos,
O sus almas al fin se metalizan,
O acaban por formar vínculos tiernos
Las que en el noviciado se hostilizan;
Que es muy grande el poder de la costumbre  255
Y nadie muere ya de pesadumbre.


XXXIII

   Gozosas cacarean las gallinas
Con un solo marido entre la parva,
Que tal vez galantea a las vecinas
Después que en su corral triunfa y escarba.  260
Tal suerte os cabe, hermosas concubinas:
¡Paciencia! Uno con cresta, otro con barba,
No hay diferencia entre el sultán y el gallo,
Y quien dice corral dice serrallo.


XXXIV

   Ni es mucho que a la impúbera rapaza,  265
Que aun de amor no sintió la flecha aguda
Cuando se vio vendida en una plaza,
Más amable parezca y menos ruda
Que su avarienta y detestable raza
La que de tosca jerga la desnuda  270
Y de seda la viste y de brocado
Y con perlas guarnece su tocado.


XXXV

   ¿Qué portento si, mansa a quien la halaga,
Herido del amor late su seno?
De patria impía la memoria vaga  275
¿Será triaca al plácido veneno?
Si los suyos le dan tan mala paga
Y hace Edén su prisión el sarraceno,
Y si al fin el o es dulce y grato,
¿Qué mucho que obedezca su mandato?  280
—371→


XXXVI

   Él de infelice sierva adocenada
Puede hacerla sultana favorita.
Hoy la que ayer salía de la nada
Cuanto cumple a su gusto facilita;
Hoy al solo fulgor de su mirada  285
Tiemblan el babilón y el troglodita,
Mientras muere quizá de hambre y cansancio
El padre atroz que la vendió a Bizancio.


XXXVII

   Ni tanto es menester para que adore
Tarde o temprano a su señor y amante;  290
Basta que en sus entrañas atesore,
Trasunto de papá, cándido infante
Que crezca y se rebulla y nazca y llore,
Y pida teta o que el ro-ró le cante,
Y ora su labio angélico sonría,  295
Ora charle en donosa algarabía.


XXXVIII

   Que no hay pasión que el ánima trasporte
Como el materno amor, ni amarga pena
Que bálsamo tan dulce no conforte;
Y aunque, por culpa suya o por la ajena,  300
Muchas hay que aborrecen al consorte
Con quien el sí nupcial las encadena,
Ninguna madre en corte ni en cortijo
Deja de amar al padre de su hijo.


XXXIX

   Madre o no madre, en tanto, la odalisca,  305
Que asegurada tiene la pitanza,
Transige con su estrella, y ríe, y trisca,
O toma el fresco en celestial holganza,
O juega, ora al bisbís, ora a la brisca,
O pone faltas a la que entra en danza,  310
O del bajá se mofa y del eunuco
Saboreando golosa un almendruco.
—372→


XL

   Pero esto no del monstruo disminuye
La horrible iniquidad, la torpe infamia,
Que a la inocente niña prostituye,  315
Y de ángel puro la convierte en lamia,
Y con su propia sangre contribuye
De un alarbe a la muelle poligamia.
¡Fuego de Dios en él!, que no en la moza,
Ni en el que la ha comprado si la goza.  320


XLI

   Y pues ya el pabellón de la mujer
He defendido y puesto en su lugar;
De ese apacible y regalado ser
Sin el cual fuera un yermo nuestro hogar,
Y añadiré si fuere menester  325
Que cada hembra es digna de un altar;
Rezando por mi parte el parce mí
La digresión resumo y digo así:


XLII

   Ya que imparcial a la mujer no loe,
No el hombre lenguaraz la desvirtúe;  330
Cuando la fama femenina roe
Cuide de que la propia no fluctúe,
Y de sus culpas el proceso incoe
Antes que a Mirra o Lais desconceptúe;
Y saque sus trapitos a Agripina,  335
Y escupa y excomulgue a Mesalina.