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La angustia es el principio de
todas las cosas. |
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Seguramente, Dios inundado hasta el
hartazgo |
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de la déspota soledad que
acompaña y desespera, |
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de la mirada inútil hacia el
horizonte inexistente, |
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de la eternidad que no concibe los
tiempos verbales, |
5 |
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de la unánime
geografía del vacío que puebla, |
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de la sobriedad del concierto del
impenetrable silencio, |
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de la pasividad inquebrantable que
padecen sus manos, |
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de la mudez irrompible que clausura
sus labios taciturnos |
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de la solemnidad de su existencia
de demiurgo sin obras, |
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de la convivencia miserable a solas
con la nada |
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creó el cielo con sus noches
pecosas de estrellas, |
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creó la tierra con sus
días bañados con haces de oro, |
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creó el mar con sus olas
revoltosas y charlatanas, |
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creó el viento con sus
soplos bondadosos e impíos, |
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creó la lluvia con sus gotas
generosas y límpidas, |
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creó las flores y salieron
alegres y hermosas, |
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creó los animales y lo
ignoraron como creador, |
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creó así el Universo
con deseos de compartir su angustia, |
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creó al hombre -por
último- y lo hizo muy triste, |
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como con carne de su propia
tristeza sin tiempo, |
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creyendo aliviar su angustia de
niño huérfano. |
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¡Craso error! Con el hombre
ha multiplicado su angustia. |
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Luego, arrepentido, creó al
mono payaso. |
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La angustia es el principio de
todas las cosas. |
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¿Y qué angustia
habrá hecho nacer a Dios? |
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