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ArribaJornada III

 

Salen HERNÁN GARCÍA, ALVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS.

 
CASTELLANO 1.º
¿Este descuido, Hernando, esta desidia
es el alivio que esperar debiera
un Reino, que tan graves infortunios
padece?
CASTELLANO 2.º
¿Así se cumplen las promesas 5
en cuya fe libraba su esperanza
el Pueblo Castellano?
CASTELLANO 1.º
¿Qué torpeza,
Alvar Fáñez, oprime los alientos
en tan fuerte ocasión?
CASTELLANO 2.º
¿Qué indiferencia
tan odiosa en tan grave coyuntura 10
os suspende? ¿Sabéis que Raquel reina?
¿Que Alfonso, de su encanto seducido,
más que nunca a su arbitrio se sujeta?
¿Que el Trono de Castilla venerable
ocupa ya Raquel? ¿Que la sentencia 15
del general destierro del Hebreo
está ya revocada? ¿Que con fiestas
celebra el Israelita y con aplausos
por Toledo su triunfo y nuestra mengua?
¿Es éste de Raquel el exterminio? 20
¿Esas, Hernando, son vuestras ofertas?
¿Sabéis que a su rigor quedan expuestos
los Vasallos de Alfonso? ¿Qué violencias
no intentará, creyéndose ofendida?
¿Quién seguro estará de su soberbia? 25
¿Para esto conspiró nuestro denuedo?
¿Así se logra el fin? No; no consienta
nuestro valor ultraje tan indigno.
Muera Raquel; quien por leal se tenga,
abrace la ocasión de acreditarse. 30
Y pues se advierte tanta indiferencia
en los Nobles, la hazaña que a otros toca,
de la abatida Plebe empresa sea.
ALVAR FÁÑEZ
No así culpéis de omiso, Castellanos,
mi valor. ¿Presumís que la Nobleza 35
descuidar puede sus obligaciones?
¿Juzgáis que del Plebeyo las miserias
puede ver sin que exponga en su remedio
toda su autoridad? Ya está resuelta
la ruina de Raquel; vuestros enojos 40
sean el instrumento; de la empresa
ha de ser Alvar Fáñez el caudillo.

 (Echando mano a la espada, y pasándose al bando de los CASTELLANOS.) 

Muera Raquel; armad la invicta diestra,
Castellanos, y acabe esta ignominia
de una vez nuestro acero.
CASTELLANOS

  (Echando mano a las espadas.)  

¡Muera, muera!
45
GARCÍA

 (Deteniéndolos.) 

¿A dónde así corréis precipitados?
¿Qué furor os impele? ¿Qué imprudencia
os obliga a tan grave desacierto?
¿Así rompéis de la naturaleza
las leyes sacrosantas? ¿De Españoles 50
se creerá acción de tanto oprobio llena?
¿Así de este lugar los privilegios
se traspasan, profanan y atropellan?
¿Sabéis la inmunidad de aqueste sitio?
¿Sabéis que el Cielo y la razón condenan 55
a quien le pisa menos reverente?
¿Y tú, Alvar Fáñez, que advertir debieras
mejor la gravedad del desacato,
así llevarte de su furia dejas?
¿Qué es esto, Castellanos valerosos? 60
Reportaos; el limpio acero vuelva
a su lugar, que males de esta clase
los remedia el consejo, no la fuerza.
ALVAR FÁÑEZ
¿Tú, Fernando, te opones al intento?
¿Cuando en la muerte de esa vil Hebrea 65
tratamos de la vida del Monarca,
así el hecho acriminas y motejas?
Fernando, ¿esto es lealtad?
GARCÍA
¿Quién os ha dicho,
oh multitud ilusa, que se pueda
ofender a Raquel, sin que de Alfonso 70
la autoridad y pundonor padezcan?
ALVAR FÁÑEZ
Pues si Raquel a Alfonso tiraniza,
quien quebranta sus hierros y cadenas,
quien a su rey liberta de un desdoro,
¿no obra como leal?
GARCÍA
Y quien intenta
75
que un delito castigue otro delito,
¿obra con equidad y con prudencia?
No oscurezcáis así vuestras hazañas;
confiésoos la razón de vuestras quejas:
no niego de Raquel la tiranía. 80
Yo mismo sus excesos y violencias
acabo de sufrir; el miserable
estado de la Plebe los vocea.
Las Naciones extrañas, todo el Mundo
que el Castellano Imperio considera, 85
piden satisfacción. Yo, yo entre tantos,
soy el que más que todos la desea.
Pero ni yo, ni el Mundo, ni el Estado
podremos aprobar que se cometa
contra el honor de Alfonso un desafuero. 90
¿Y cuál será la vil cobarde diestra
que se atreva a esgrimir la injusta espada
contra Raquel? ¿Será gloriosa empresa
de un Castellano acero, cuyos filos
fueron horror de huestes Agarenas, 95
teñirse con la sangre desdichada
de una infeliz mujer? ¿Será proeza?
ALVAR FÁÑEZ
¿Qué mudanzas son éstas? ¿Tú, Fernando,
en este mismo instante no confiesas
la justicia y razón que nos asiste? 100
¿No eres tú quien dispone, quien ordena
de este mal el remedio? ¿Para el hecho
tú mismo con tus voces no me alientas?
¿Cómo, pues, ya te opones?
GARCÍA
Engañado
enormemente estás, si acaso piensas, 105
Alvar Fáñez, que puedo retraerme
de este intento jamás. Vida y hacienda,
tranquilidad y todos cuantos bienes
tiene el humano ser, al punto diera
por redimir a Alfonso y a Castilla. 110
A esta plausible, a esta gloriosa empresa
os animé; para esto con vosotros
conspiró mi lealtad, mas con reserva
del decoro del Rey, que es en los Nobles
el cuidado primero.
ALVAR FÁÑEZ
¿Pues nos queda,
115
para lograr el fin, otro recurso?
¿Resta otro medio alguno?
GARCÍA
Sí, otros restan.
Y cuando otros no hubiera, ¿quién haría
uso del que decís, que leal fuera?
ALVAR FÁÑEZ
Quien vea que sus voces no se escuchan; 120
que sus ruegos e instancias se desprecian,
y que es su tolerancia y su silencio
fomento del rigor y la soberbia.
GARCÍA
¿Y esa razón excusará el delito?
ALVAR FÁÑEZ
Quien culpe nuestra acción, también es fuerza 125
confiese que con ella se redime
de este Reino el baldón, del Rey la afrenta.
GARCÍA
¿Y esto no podrá hacerse sin que manche
el Castellano nombre acción tan fea?
ALVAR FÁÑEZ
Cualquiera menos fuerte será inútil; 130
tú, Fernando, tú tienes la experiencia.
GARCÍA
Clausuras hay, que roben a los ojos
de Alfonso el fuerte hechizo que los ciega.
ALVAR FÁÑEZ
¿Y no habrá aduladores que descubran,
mérito haciendo de la diligencia, 135
el lugar donde esté, por más remoto
que se procure? ¿La voraz hoguera
de amor no deshará muros altivos,
recios candados y robustas puertas?
GARCÍA
Países hay extraños y remotos 140
en que Raquel sepulte su belleza.
ALVAR FÁÑEZ
Si a un amante vulgar nada contiene,
¿qué habrá que a un Rey amante le contenga?
GARCÍA
El presidio, que entrando va en Toledo,
pudiera acaso...
ALVAR FÁÑEZ
¿Así las tropas nuestras
145
agravia, quien las vio obrar tantas veces?
¿Son forzadas, venales o extranjeras?
¿No son gente escogida en los concejos
de Adaja, de Arlanzón y de Pisuerga?
GARCÍA
¿Qué en fin estáis resueltos, Castellanos? 150
CASTELLANO 2.º
Querernos contener es vana empresa.
GARCÍA
Pues, supuesto que estáis determinados
y no es posible haceros resistencia,
sólo pretendo suspendáis la furia
un breve espacio. Doble culpa fuera 155
atreverse a Raquel, estando Alfonso
presente a sus ultrajes; ni pudiera
vuestra intención acaso conseguirse
si por ventura Alfonso a comprenderla
llegase. Y pues que suele con el noble 160
recreo de la caza partir treguas
en la guerra de amor, esta oportuna
ocasión esperad, porque con ella
vuestra acción se asegure, y que de Alfonso
menor sea el dolor, menor la ofensa. 165
ALVAR FÁÑEZ
Discurres bien, García; y porque notes
que sólo el bien del Reino nos alienta,
y de Alfonso el honor, suspenderemos
por ahora el intento; mas se entienda
que ha de morir Raquel precisamente. 170
CASTELLANO 2.º
Dispón cuanto juzgares que convenga,
como a verter su sangre se dirija.
ALVAR FÁÑEZ
Sí, Castellanos; su maldad perezca.
 

(Vanse ALVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS.)

 
GARCÍA
¡Oh fiera multitud, cómo se engaña
quien sobre ti tener arbitrio piensa! 175
Mas, pues he suspendido sus enojos,
aprovechemos la ocasión estrecha.
Sepa Alfonso el peligro a que su ciego
amoroso delirio tiene expuestas
su autoridad y de Raquel la vida; 180
que por ventura si a saberlo llega,
de sí la apartará, por libertarla.
De esta suerte Castilla se sosiega;
de Alfonso no padece el real decoro;
su vida esta infeliz también conserva, 185
que aunque tan ofendido y agraviado
me tiene, esto le debo a mi nobleza.
 

(Sale MANRIQUE.)

 
MANRIQUE
Mucho siento, García, haber de darte
un disgusto y pesar.
GARCÍA
¡Qué necio fuera
quien esperara menos que pesares 190
en tan infames días, en que reina
la iniquidad, y están entronizadas
la maldad, la injusticia y la violencia!
Di, Manrique, cuál es: nada me asusta;
nada me admira ya.
MANRIQUE
Raquel ordena
195
salgas hoy de Toledo desterrado.
GARCÍA
¿Desterrado? ¿Y por qué?
MANRIQUE
Porque fomentas
sediciones contra ella, y...
GARCÍA
Sella el labio,
porque me irrita más que tú te atrevas
a proferir calumnias semejantes, 200
que el proceder injusto de esa Hebrea.
¿Yo muevo sediciones? Vive el Cielo
que miente quien lo dice y quien lo piensa.
¿Qué hubiera sido de la infame sangre
de esa mujer, si yo leal no hubiera 205
contenido los ánimos feroces
que ya volaban a saciarse de ella?
¿Quién es, quién de su vida ha sido escudo?
¿Y quién acaba de...? ¡Pero qué necias
satisfacciones! Di a Raquel que Hernando 210
dice que tiene Rey a quien venera;
que sólo sus preceptos obedece;
que los demás los oye y los desprecia;
y que no es de la clase desdichada
de aquellos que por medio de vilezas 215
pretenden sus aumentos, como hace
alguno, de su crédito con mengua.
Y dila que si juzga que en Toledo
incomodarla puede mi asistencia,
está muy engañada: que entre tanto 220
que ella su perdición busca y fomenta,
busco yo modos de librar su vida
de los continuos riesgos que la cercan;
que vele sobre sí, pues de contrarios
poderosos la cólera resuelta 225
contra su vida se arma nuevamente.
Débame esa cruel esta advertencia:
corresponda a un agravio un beneficio,
que así, Manrique, Hernán García se venga.
MANRIQUE
Mi obligación, Hernando...
GARCÍA
La de un Noble,
230
y la de un Castellano fiel debieras
mirar mejor.
MANRIQUE
Los Laras de leales
siempre fueron espejo.
GARCÍA
Bien lo prueba
el haber entregado a Alfonso en Soria
de su tirano tío a la tutela. 235
Nuño Almejí, que supo rescatarle,
dirá vuestros elogios.
MANRIQUE
Fue violencia.
GARCÍA
Conveniencia dirías propiamente;
pues os valió del Reino las tenencias.
MANRIQUE
Siempre Laras y Castros se estimaron. 240
GARCÍA
Mi padre lo diría, si viviera,
de quien, porque en la vida no pudisteis,
la venganza tomasteis en la huesa.
MANRIQUE
Pero yo de vos siempre...
GARCÍA
El enemigo
habéis sido; ya sé vuestras cautelas; 245
ya sé cuánto me honráis; ya lo comprendo;
y supuesto que el Rey aquí se acerca
con Raquel, repetid vuestros oficios,
reiterad sumisiones e indecencias,
obsequios afectad interesados, 250
mientras yo espero a Alfonso, donde pueda
darle avisos que más a mi honor cuadren,
que liberten su Solio de una ofensa,
que sosieguen disturbios y alborotos,
que ésta es mi lealtad, ésa es la vuestra. 255

 (Vase.) 

MANRIQUE
Corrido estoy.
 

(Salen ALFONSO, RAQUEL, RUBÉN y acompañamiento.)

 
RAQUEL

 (Llorando.)  

¿En fin, determinado
estáis, Señor, a hacer más placenteras
las orillas del Tajo con pisarlas,
en medio de los sustos que me cercan?
ALFONSO
Sí, Raquel. ¿Mas tú lloras? ¿Tú suspiras? 260
¿Qué temes, Raquel mía? ¿Qué recelas?
¿No mandas ya en Castilla? ¿No se rigen
a tu arbitrio mis reinos? ¿Ya tu diestra
no es el móvil de todo? ¿En mis dominios
no te obedecen todos y respetan? 265
¿No tienes ya poder para vengarte,
si hay alguno tan necio que te ofenda?
¿No reinas como siempre en mi albedrío?
¿Tus órdenes Toledo no venera?
Y en fin, ¿no eres del todo el absoluto 270
dueño?
RAQUEL
Sí, Alfonso; y sólo así pudiera
contemplarse de vos menos indigna
mi humildad. Hoy, Señor, veréis que acierta
amor en la elección que de mí hace,
y que no siempre son sus obras ciegas. 275
ALFONSO
Sí, Raquel mía: amor te ha coronado.
Y porque tengas desde luego pruebas
de la estabilidad de tu gobierno,
y cuán segura estás aún en mi ausencia,
al placer ordinario de la caza 280
intento no negarme. Nuevas fuerzas
a las Guardias se aumenten de Palacio
a mayor prevención. Así desecha,
Raquel hermosa, esos recelos vanos,
que te causan pesar. Contigo queda 285
el alma, que te adora; y pues me brindan
del Tajo ya las plácidas riberas,
adiós, bella Raquel.
 

(Vase ALFONSO con el acompañamiento.)

 
RAQUEL
El Cielo os guarde.
¡Cuánto, ay de mí, que os ausentéis me pesa!
¿Qué es esto, congojado pecho mío? 290
¿Corazón, qué temor te desalienta?
¿Qué sustos te atribulan? ¿Ya Castilla
a mi arbitrio no rinde la obediencia?
Pues, corazón, ¿qué graves sobresaltos
son los que te combaten y te aquejan? 295
Sin duda debe ser que como el Cielo
no te crió para tan alta esfera,
como es el Solio regio, mal se halla
tu natural humilde en su grandeza.
Tomen ejemplo en mí los ambiciosos, 300
y en mis temores el soberbio advierta
que quien se eleva sobre su fortuna,
por su desdicha y por su mal se eleva.
¿Mas cómo así me agravio neciamente?
¿Mi valor, mi hermosura, las estrellas, 305
el Cielo mismo, que dotó mi alma
de tan noble ambición, y la fomenta,
no confirman mi mérito? ¿Pues cómo
me puedo persuadir que exceso sea
de la suerte el supremo, el alto grado, 310
en que está colocada mi belleza?
El frívolo accidente del origen,
que tan injustamente diferencia
al noble del plebeyo, ¿no es un vano
pretexto, que la mísera caterva 315
de espíritus mezquinos valer hace
contra las almas grandes, que en las prendas
con que las ilustró pródigamente
el Cielo, las distingue y privilegia?
No hay calidad sino el merecimiento: 320
la virtud solamente es la nobleza.

 (Sentándose.) 

Esto supuesto, ¿habéis, Rubén, mandado
disponer mis Decretos?
RUBÉN
Ya la Hebrea
Nación por mí las gracias te tributa
por lo mucho, Raquel, que te interesas 325
en su alivio. Los pechos que pagaba,
los servicios, las cargas y gabelas
están ya suspendidas, y dispuesto
el reintegro también de todas ellas
a costa del Erario, como mandas; 330
y porque éste tampoco así padezca,
al Pueblo Castellano se duplican
los impuestos.
RAQUEL
¿Razón acaso fuera
que cuando de este Reino los Vasallos
en riquezas abundan y en haciendas, 335
repartiesen con pobres extranjeros,
cuya industria y trabajo son sus rentas,
las cargas del Estado? Fuera injusta
política.
RUBÉN
También, según ordenas,
el bando se ha dispuesto que prohíbe 340
que dentro de Toledo nadie pueda
armas traer sin el real permiso;
y aunque con la noticia descontenta
está la gente ardiente y belicosa
viéndose desarmar, que efecto tenga 345
el mandato a su tiempo, no lo dudes.
RAQUEL
Así se humillará tanta soberbia.
RUBÉN
Las cabezas del público alboroto
se buscan, pues se sabe con certeza
que no le fomentó Fernán García, 350
para que se haga un escarmiento en ellas.
RAQUEL
Está bien; mas de Hernando las audacias
se deben castigar.
RUBÉN
Ya le destierras.
MANRIQUE
Y yo, Raquel, que le he notificado
el orden, soy testigo de la fiera 355
altivez con que a ti y a tus decretos
vilipendió.
RAQUEL

  (Levantándose.) 

Pues luego se le prenda;
como a reo de Estado se le trate,
y probada su torpe inobediencia,
hoy le vea Toledo en un cadalso, 360
donde a un verdugo rinda la cabeza.
RUBÉN
Corto castigo a tanta demasía.
Aqueso sí, Raquel: todo perezca
cuanto a tu elevación contradijere,
cuanto pueda oponerse a tu grandeza. 365
Haz que Castilla sienta tus rigores;
de sangre criminal las calles riega;
y no quede Castellano sospechoso
que no adore tu planta o que no muera.
RAQUEL
¡Cómo adulan mi oído esas palabras! 370
¡Cómo, Rubén...!
CASTELLANOS

 (Dentro.)  

Sin nota de vileza
ya sufrir más la lealtad no puede.
RAQUEL
Rubén, ¿qué nueva confusión es ésta?
GARCÍA

  (Dentro.)  

Reportaos, Castellanos: no desdore
vuestra fama y renombre acción tan fea. 375
CASTELLANOS

  (Dentro.) 

Es tiranía, ya sufrir no puedo
la lealtad sin nota de vileza.
MANRIQUE
Voces son del Pueblo alborotado.
RAQUEL
¿Del Pueblo? ¿Qué pretende?
RUBÉN
Acaso intenta
demostrar con su pública alegría 380
que en tus elevaciones se interesa.
(¡Cuánta fuerza me hago al pronunciarlo!
Mucho temes, Rubén, mucho recelas.)
RAQUEL
¡Ah de la Guardia! ¿Pero qué es aquesto?
¿Nadie me oye? ¡Ay de mí! ¿Todos me dejan? 385
Examina la causa de este exceso,
Manrique.
MANRIQUE
Al Rey con la mayor presteza
buscaré; que sabiendo tanto insulto
volará a remediarle.

 (Vase.) 

RAQUEL
Ya más cerca
el rumor se oye.
CASTELLANOS

  (Dentro.) 

Ya sufrir no puede
390
la lealtad sin nota de vileza.
RUBÉN
¡Ay de mí!, ¿qué es aquesto? El pueblo todo
segunda vez se arma en nuestra ofensa.
¿Dónde me esconderé que el riesgo evite?
RAQUEL
¡Ay de mí triste!¿Qué desdicha es ésta? 395
¿Qué es aquesto, Rubén? ¿No has escuchado?
RUBÉN
Estas son las funestas consecuencias,
que por más que esforzaba el artificio,
temí de mi ambición y tu soberbia.
Del extremo peligro en que nos vemos, 400
ella ha sido la causa; considera
el triste fin que las maldades tienen,
y huye de tanto riesgo como puedas.
No pongas más en mí la confianza;
que no valen ya astucias ni cautelas. 405

  (Vase.) 

RAQUEL
¡Oh caduco traidor! ¡Qué tarde llego
a conocerte! Tus inicuas reglas,
tus consejos mi mal han producido.
¿Y ahora de mí huyes y me dejas?
Mas ¡ay de mí! ¡Oh Alfonso descuidado, 410
con cuán justa razón lloré tu ausencia!
¿Qué haré? Dame remedio, ingenio mío.
Mas ¡ay! que la atrevida voz sangrienta
entre quejas me intima mi desgracia,
diciendo que el sufrir es ya vileza. 415
Ya el tirano cuchillo, que el airado
brazo contra mí esgrime, me amedrenta;
y ya parece que en copiosas fuentes
el humor se desata de mis venas.
¡Qué horrorosa es la imagen de la Parca 420
a un alma enamorada! ¡Oh, quién pudiera
revocar con el aire de un suspiro
a Alfonso! Pero ya que se decreta
mi muerte, el contemplar que es por amarle,
menor hace el dolor, menor la pena. 425
Y vosotros, ministros injuriosos
de la ferocidad y la inclemencia,
llegad apresurados. ¿Qué os detiene?
Dad la muerte a Raquel, que ya la espera.
 

(Sale GARCÍA.)

 
GARCÍA
La vida vengo a darte, no la muerte; 430
aunque no fuera extraño lo temieras,
cuando ofendes mi honor con tanto ultraje.
El Pueblo (ya lo escuchas) la sentencia
fulmina contra ti, y en mil espadas
te amenaza la muerte; su fiereza 435
ni atiende mi valor ni mi respeto.
La misma guarnición, que en tu defensa
ha llegado, común hace la causa.
Tomadas están ya todas las puertas
para lograr su intento. Yo, que a Alfonso 440
venero con la fe más verdadera,
que cuido del honor de su corona
y sólo su servicio me desvela,
cuando todos tu muerte solicitan,
guardo tu vida; mi lealtad atenta, 445
al salir a la caza, le esperaba
para avisarle de la torpe y fiera
resolución del pueblo; mas él, ciego,
por adular tu indignación proterva,
no sólo no me oyó, pero ni quiso 450
admitirme siquiera a su presencia.
Y aunque pudo el desaire retraerme
de mi designio, válgate el ser prenda
de mi Rey y Señor, el ser yo noble,
el ser leal Vasallo: mis querellas 455
personales pospongo a su decoro;
que esto manda el honor y la nobleza.
RAQUEL
¿Cómo, aleve traidor...?
GARCÍA
Raquel, no es tiempo
ni de satisfacciones ni de quejas.
Yo soy leal; jamás tu muerte quise, 460
y si lo quieres ver, tienes la prueba.
Resuélvete, Raquel: a esos jardines
de la Torre vecina da una puerta
que el no uso tiene ya casi olvidada.
Criados y caballos que me esperan, 465
prevenidos están; el inminente
riesgo salvemos; demos así treguas
a que volviendo Alfonso, se remedie
tan grave mal.
RAQUEL
Ya alcanzo tus cautelas.
¿Quieres valerte tú de ese artificio 470
para hacer tu venganza más secreta?
GARCÍA
Mira, Raquel, que el tiempo se malogra.
RAQUEL
Muera yo, como nada a ti te deba.
GARCÍA
Advierte que tu muerte es ya precisa.
RAQUEL
Si te creyese, más precisa fuera. 475
GARCÍA
¿Qué, en fin, quieres perderte?
RAQUEL
No te escucho.
GARCÍA
¿No me quieres seguir?
RAQUEL
Estoy resuelta.
GARCÍA
Así mueres sin duda.
RAQUEL
¿Y si te sigo,
será acaso mi muerte menos cierta?
GARCÍA
Pues si hubiera artificio en mis palabras, 480
y aspirara a vengarme, ¿no lo hiciera
impunemente por ajena mano
en tanta confusión?
RAQUEL
En vano empleas
razones que no pueden persuadirme;
si falsas, porque es bien guardarme de ellas; 485
y si son verdaderas, porque el hecho
me llena de rubor y de vergüenza.

 (Vase.) 

GARCÍA
¡Válgame Dios, cómo permite el cielo
que los malos se cieguen, cuando intenta
castigar sus delitos y maldades! 490
¿Pero qué podré hacer? Ya la violencia
penetra hasta este sitio.
 

(ALVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS, con las espadas desnudas.)

 
ALVAR FÁÑEZ
Castellanos,
muera aquesta tirana.
CASTELLANOS
Muera, muera.
GARCÍA
Bárbaros, cuyo insulto a sacrilegio
pasa ya: ¿qué furor os atropella? 495
¿no contiene ese Solio vuestras iras?
¿Del lugar lo sagrado no os refrena?
¿Sois Castellanos? ¿Sois...?
CASTELLANO 2.º
Porque lo somos,
de este lugar vengamos las ofensas.
ALVAR FÁÑEZ
Y porque nos preciamos de leales, 500
borrar queremos las indignas huellas
que le profanan, con la sangre misma
del sujeto que obró la irreverencia.
Ea, pues, Castellanos, examine
nuestro cuidado hasta las más secretas 505
Cámaras de este Alcázar; y tú, Hernando,
no hagas a nuestro intento resistencia,
pues tu valor expones a un desaire
y tu fidelidad a una sospecha.

 (Vase.)  

GARCÍA
¡Oh ilusión temeraria! En el delito 510
cifráis la lealtad. ¡Oh, quién pudiera
contener el exceso! Mas si a Alfonso
corro a avisar, Raquel expuesta queda;
si en su defensa expongo yo mi vida,
¿podré lograr acaso con perderla 515
librar la suya? ¡Oh extremos infelices!
¿Si acaso, viendo el riesgo, se aprovecha
de mi aviso Raquel? Hacia el postigo
parto veloz con intención resuelta
de libertarla, aunque mi vida arriesgue. 520
Pero Rubén...
 

(Sale RUBÉN huyendo.)

 
RUBÉN
¡Oh horror!, ¡oh muerte!, ¡oh tierra!
¿cómo a este desdichado no sepultas?
Tus profundas entrañas manifiesta,
y esconde en ellas mi cansada vida:
líbrame de los riesgos que me cercan. 525
¡Qué susto!, ¡qué pesar! ¿Nadie se duele
de mí?
GARCÍA

  (Sacando la espada.) 

Sí, infame.
RUBÉN
Tu rigor modera;
ten, Fernando, piedad; no me des muerte.
GARCÍA
Vil consejero, horrible monstruo, fiera
cuyo aliento mortal inspiró tantas 530
máximas detestables a esa Hebrea,
que por fin su desdicha han producido,
y la tuya también; aunque merezcas
bien la muerte crüel que estás temiendo,
sabe que aqueste acero en tu defensa 535
arma mi brazo.
RUBÉN
Cielos, ¿qué he escuchado?
GARCÍA
Y que a Raquel, si el Cielo no lo niega,
he de librar a costa de mi vida.
No por ti, infame Hebreo; no por ella:
por ser leal, por ser García de Castro, 540
y porque el mundo por mis hechos vea
que el noble, noblemente ha de vengarse;
y que cuando del Rey el honor media,
a su decoro deben posponerse
propios agravios y privadas quejas. 545

 (Vase.)  

RUBÉN
¡Oh palabras terribles! ¡Cuánto engaño
padece aquel que juzga de apariencias!
¡Quién tal creyera de su altanería!
Mas ¡ay de mí!; la débil planta apenas
puedo fijar. ¡Qué sustos, qué congojas 550
me oprimen! ¡Oh ambición, cuánto acarreas
de males al que necio te da entrada!
Ya sin duda a Raquel la furia ciega
habrá dado la muerte; ya la mía
se apresura, ¡ay de mí! ¿Pero no es ésta? 555
¿No es Raquel la que huyendo hacia aquí viene?
¡Oh, si evitar pudiese que me viera!
 

(Retírase detrás del solio. Sale RAQUEL.)

 
RAQUEL
¡Oh mujer desdichada! A cada paso
el corazón desmaya, el pie tropieza.
¡Oh peligro!, ¡oh dolor! De mil espadas 560
huyendo vengo; ni en la fuga acierta
mi confusión; el miedo me deslumbra.
Ya el tropel se avecina; ya no queda
refugio a mi temor. Lugar sagrado

 (Al solio.) 

cuya ambición es causa de estas penas, 565
sed mi asilo esta vez, si otra vez fuisteis
teatro de mi orgullo y mi soberbia:
encubridme a lo menos... Mas ¿qué miro?
¡Tú aquí, Rubén!, ¡tú, infame!; ya no espera
remedio mi desdicha, pues no pueden, 570
donde esté tu maldad, faltar tragedias.
Ya ves cómo se lucen tus doctrinas,
maestro infame, que en tu torpe escuela
el arte me enseñaste de perderme.
Castellanos, volad; nada os detenga; 575
aquí a Raquel tenéis, que ya gustosa
morirá, si Rubén muere con ella.
RUBÉN
¿Cómo, Raquel?... Si el cielo... Mas ¿qué escucho?
ALVAR FÁÑEZ

  (Dentro.) 

Entrad, no os detengáis; romped las puertas,
si estorbasen la entrada.
RAQUEL
¡Ay de mí triste!,
580
¡qué confusión!, ¡qué susto!
 

(Salen ALVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS, con las espadas desnudas.)

 
CASTELLANOS
¡Muera, muera!
RAQUEL
Traidores... Mas ¿qué digo? Castellanos,
Nobleza de este Reino, ¿así la diestra
armáis con tanto oprobio de la fama
contra mi vida? ¿Tan cobarde empresa 585
no os da rubor y empacho? ¿Los ardores
a domar enseñados la soberbia
de bárbaras escuadras de Africanos,
contra un aliento femenil se emplean?
¿Presumís hallar gloria en un delito, 590
y delito de tal naturaleza
que complica las torpes circunstancias
de audacia, de impiedad y de infidencia?
¿A una mujer acometéis armados?
¿El hecho, la ocasión, no os avergüenza? 595
¿Será blasón, cuando el Alarbe ocupa
con descrédito vuestro las fronteras,
convertir los aceros a la muerte
de una flaca mujer, que vive apenas?
¿Qué causa a tal maldad os precipita? 600
¿Qué crueldad, qué rigor, qué furia es ésta?
ALVAR FÁÑEZ
El hábito, Raquel, de hacer tu gusto,
y tu misma maldad hacen no veas
las causas, los principios de este enojo;
bien lo sabes, Raquel; bien lo penetras, 605
y bien tu disimulo nos confirma
la justicia y razón que nos alienta.
RAQUEL
¿Pues mi delito es más que ser amada
de Alfonso?, ¿que pagar yo su fineza?
¿En cuál de estas dos cosas os ofendo? 610
¿Está en mi arbitrio hacer que no me quiera?
Si el Cielo, si la fuerza de los astros
le inclinan a mi amor, ¿en su influencia
debo culpada ser? ¿Puede el humano
albedrío mandar en las estrellas? 615
Mas ya sé que diréis que mi delito
es el corresponderle. Cuando intenta
la malicia triunfar, ¡oh, cómo abulta
frívolas causas, vanas apariencias!
¿Pude dejar de amarle siendo amada? 620
Si un Rey con sólo su precepto fuerza,
a su imperio juntando las caricias,
su amor, su halago, las heroicas prendas
que le hacen adorable, ¿bastaría
algún esfuerzo a hacerle resistencia? 625
Juzgad con más acuerdo, oh, Castellanos;
ved que el enojo la razón os ciega;
remitid esta causa a más examen;
atended...
ALVAR FÁÑEZ
Ya está dada la sentencia.
RAQUEL
Mirad que es la pasión quien la fulmina. 630
ALVAR FÁÑEZ
No, tirana: tu culpa te condena.
RAQUEL
¿Que en fin he de morir? Aqueste llanto...
ALVAR FÁÑEZ
No nos mueve, Raquel; no tiene fuerza.
RAQUEL
¿Lo negro de la acción no os horroriza?
ALVAR FÁÑEZ
Si de la Patria el bien se cifra en ella, 635
timbre la juzgarán, y si de Alfonso
el honor restauramos, es proeza.
RAQUEL
¿Y su honor restauráis, cuando atrevidos
muerte le dais? ¿Sabéis que se aposenta
su alma con la mía?, ¿que es mi pecho 640
de su imagen altar?, ¿que de las fieras
puntas que penetraren mis entrañas,
es fuerza que el dolor las suyas sientan?
¿No veis que él morirá si yo muriere?
ALVAR FÁÑEZ
El rayo del furor la torpe hiedra 645
abrasará, sin que padezca el tronco
que ella aprisiona con lascivas vueltas.
RAQUEL
¿El amarle llamáis...?
ALVAR FÁÑEZ
Amor te mata;
si él te ofende, Raquel, de amor te queja.
RAQUEL
No, traidores; no, aleves; no, cobardes; 650
y si porque amo a Alfonso me sentencia
vuestra barbaridad, no me arrepiento;
nada vuestros rigores me amedrentan.
Yo amo a Alfonso, y primero que le olvide,
primero que en mi pecho descaezca 655
aquel intenso amor con que le quise,
no digo yo una vida, mil quisiera
tener, para poder sacrificarlas
a mi amor. ¿Qué dudáis? Mi sangre vierta
vuestro rigor. Al pecho, que os ofrezco 660
tan voluntariamente, abrid mil puertas;
que no cabrá por menos tanta llama,
tanto ardor, tanto fuego, tanta hoguera.
RUBÉN

  (Sacando el puñal.)  

A lo menos Rubén sin defenderse
no ha de morir.
ALVAR FÁÑEZ
Matadlos. Mas no sea
665
nuestro acero infamado con su sangre.
Este Hebreo que el Cielo aquí presenta,
ha de ser, Castellanos, su verdugo.
Tú, Rubén, si salvar la vida intentas,
pues consejero fuiste de sus culpas, 670
ahora ejecutor sé de su pena.
RAQUEL
¡Oh, cielos, qué linaje de tormento
tan atroz!
RUBÉN
¡Yo...!
ALVAR FÁÑEZ
Rubén, no te detengas,

  (Poniéndole la espada al pecho.) 

si pretendes vivir.
RUBÉN
Pues si no hay medio,
conserve yo mi vida, y Raquel muera. 675

 (Hiérela.) 

RAQUEL
¡Ay de mí!
ALVAR FÁÑEZ
Pues está ya herida, huyamos.

 (Vanse ALVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS.) 

RAQUEL
¿Tú me hieres, Rubén? ¿Tú? ¿Satisfecha
no estaba tu maldad con haber sido
la causa de perderme -¡dura pena!-
sino que eres, infame, el instrumento 680
de mi muerte también? Mas no es tu diestra,
Hebreo vil, la que me da la herida:
amor me da la muerte. ¡Qué torpeza
mis miembros liga! ¿Amado Alfonso mío,
dónde estás? ¿Qué descuido así te aleja? 685
¿Así morir consientes a quien amas?
¿En tanto mal a quien te adora dejas?
Vuela, Alfonso, ¡ay de mí! ¡Oh amor! ¡Oh muerte!

  (Apoyándose en la silla.)  

Y tú, oh Trono, que causas mi tragedia,
ayuda a sostener el cuerpo débil, 690
que el alma desampara; Alfonso, vuela,
y recibe este aliento, que el postrero
es de mi vida. ¡Ay Dios! ¡Qué mal se esfuerza
el corazón! Alfonso... amado Alfonso...
¿Qué te detiene? ¿Cómo a ver no llegas...? 695
 

(Cayendo al pie de la silla. Salen ALFONSO y MANRIQUE, escuchando.)

 
ALFONSO
Cierta es ya mi desdicha. Mas ¿qué veo?

 (Precipitado hacia RAQUEL.) 

¡Raquel! ¡Ay infeliz! ¡Raquel! ¿Tú muerta?
RAQUEL
Sí; yo muero; tu amor es mi delito;
la plebe, quien le juzga y le condena.
Sólo Hernando es leal; Rubén, ¡qué ansia!, 700
me mata. Y yo por ti muero contenta.
ALFONSO
¡Ay infeliz de mí! ¡Oh amor! ¡Oh golpe
duro y mortal! ¡Oh mano infame y fiera!
Raquel mía, mi bien, ¿quién de esta suerte
de púrpura tiñó las azucenas? 705
¿Cuál fue el aleve, cuál el fiero brazo
que la flor arrancó de tu belleza?
¿Qué tempestad furiosa descompuso
tu lozanía? ¿Qué envidiosa niebla
abrasó los verdores de tu vida? 710
¿Qué venenoso aliento, qué grosera
planta infame ultrajó tus perfecciones?
¿Quién el cobarde fue que en tu inocencia
ensangrentó el acero? Dueño amado,
mi Raquel, ¿no me oyes? ¿Tú te niegas 715
a Alfonso? Dadme muerte, penas mías.
Contigo glorias los pesares eran,
y sin ti ya, ¿qué puedo prometerme
que no sea dolor, pesar no sea?
¿Mas muerta tú, yo vivo y no te vengo? 720
¿Qué es aquesto, dolor? ¿Qué es esto, ofensas?
¿Pero no dices tú: Rubén me mata?
¿Cuál el motivo fue? Pero qué necias
mis dudas son, Raquel. ¿Tú no le acusas?
Pues muera este traidor y con él mueran 725
cuantos... Mas, ¡cielos... Oh cruel! ¿alarde

 (Reparando en RUBÉN.) 

haciendo estás de tu delito?
RUBÉN
Templa
el furor un momento, mientras digo,
Alfonso, mi disculpa.
ALFONSO
¿Puede haberla,
traidor, para una acción tan horrorosa? 730
RUBÉN
De tus mismos Vasallos la violencia,
el temor de la muerte y su amenaza
me han obligado a hacerlo.
ALFONSO
¡Oh vil empresa!

  (Tómale el puñal.) 

¿Y ésa es disculpa? Amado dueño mío,
en venganza recibe de tu ofensa 735

 (Hiérele.) 

la vida de este aleve por primicias
de otras muchas. Las lóbregas tinieblas
del infierno sepulten tus maldades.
RUBÉN

  (Cayendo.) 

Quien con ellas vivió, muera por ellas.
 

(Sale GARCÍA.)

 
GARCÍA
Alfonso... ¿Pero qué es lo que estoy viendo? 740
ALFONSO
La más infame hazaña, la más fea,
la maldad más oscura y detestable.
Muerta ves a Raquel a la violenta
furia de mis vasallos.
GARCÍA
¡Qué desdicha!
Yo, Alfonso...
ALFONSO
Tu lealtad y tu nobleza
745
sé ya, Hernando: Raquel la ha publicado.
MANRIQUE
Sí, García: muriendo la confiesa.
ALFONSO
Más al Cielo protesto, que es testigo
de acción tan inhumana y tan sangrienta,
a los hombres, que el hecho escandaliza, 750
al mundo, que le culpa y le detesta,
a la fidelidad de los leales,
a mí mismo, a este Trono, cuyas regias
prerrogativas se hallan ultrajadas,
y a ti, oh Raquel, que con tu sangre riegas 755
de este lugar el trágico distrito,
la más atroz venganza, porque vean
los que tengan noticia de la injuria,
que si hubo quien osase cometerla,
también hubo quien supo castigarla. 760
Venganza, amor: quien te ha ofendido muera.
 

(Salen ALVAR FÁÑEZ y CASTELLANOS.)

 
ALVAR FÁÑEZ

  (De rodillas.)  

Dices, Alfonso, bien; y si pretendes
satisfacción tomar de esta que ofensa
acaso juzgarás y por servicio
reputamos nosotros, las cabezas 765
a tus pies ofrecemos, que no importa
morir cuando tu honor vengado queda.
ALFONSO

  (Poniendo mano a la espada.)  

¿Cómo, traidores? ¿Cómo, desleales...?
GARCÍA

  (Deteniéndole.) 

Señor, si con vos tiene alguna fuerza
mi ruego, reprimid vuestros enojos; 770
a la justicia remitid la queja.
Mirad, Señor, que el Cielo los disculpa.
ALFONSO
Tienes razón, que el santo Cielo ordena,
por más atroz que sea su delito,
que quien le cometió, disculpa tenga. 775
Yo tu muerte he causado, Raquel mía;
mi ceguedad te mata; y pues es ella
la culpada, con lágrimas de sangre
lloraré yo mi culpa y tu tragedia.
Yo os perdono, Vasallos, el agravio: 780
alzad del suelo, alzad. Sírvaos de pena
contemplar lo horroroso de la hazaña
que emprendisteis en esta beldad muerta.
TODOS
Confusión y dolor causa su vista.
GARCÍA
Escarmiente en su ejemplo la soberbia; 785
pues cuando el cielo quiere castigarla,
no hay fueros, no hay poder que la defiendan.



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