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Ramos pasó fugazmente por las juventudes de Izquierda Republicana respaldado por Molina, antes de afiliarse en la CNT (1937). Durante la guerra fue sanitario y miliciano de cultura. Según alambicada explicación suya, el dolor de la confrontación le hizo recuperar la fe religiosa y la emoción de la España tradicional, de modo que catolicismo y españolismo se constituyeron en sus pilares espirituales e ideológicos «al margen de los vencedores y de sus doctrinas» que, según él, desconocía en 1939. En 1943 bautizó miméticamente como «Grupo de amigos en poesía» a los impulsores de Intimidad poética, al tiempo que configuró en Alicante -a imagen calculada de la Musa musae- una ideologizada Academia de la Hispanidad, que el interesado definió abiertamente como «eficaz salvo-conducto que utilicé en mis empresas literarias» (López 44). Reincidió en 1951, al imitar la fórmula oral de «Alforjas para la poesía», con un «Mensaje literario» cuyas sesiones quincenales pretendían consolidar una élite cultural civil, en apariencia ajena al Movimiento, pero manteniendo buena sintonía con los mandatarios locales.

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Dado el gran número de actividades llevadas a cabo conjuntamente por Ramos y Molina, muchos corresponsales epistolares les fueron comunes, por lo que el cotejo de los fondos epistolares que comento y los depositados en el «Centro de Estudios e Investigación Vicente Ramos», en Guardamar del Segura, son complementarios. En una reciente relación de los corresponsales de este último (Maciá 186), se omite el nombre de Molina pese al notorio intercambio de cartas entre ambos.

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El llamado delirio sensitivo paranoide de Ernst Kretschmer se incluye dentro de desarrollos delirantes producidos por causas externas.

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Fue en diciembre de 1936, antes de que Molina, junto a Carlos Fenoll y Jesús Poveda, abandonaran Madrid, a donde acudieron alistados como milicianos voluntarios en defensa de la capital: los futuros cuñados desde Orihuela y Molina desde Alicante. Aleixandre evoca esta visita en otras cartas posteriores.

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La polémica provocada por la aparición de la Obra escogida en la editorial Aguilar, a principios de 1952, fue orquestada por Federico García Sanchiz en el diario Madrid. A ella se unieron El Pensamiento Navarro, Ya y la revista Ateneo, con sonadas intervenciones de Manuel Pombo Angulo y Jorge Vigón (Hoyo 15-16). Tuvo repercusión en Alicante donde Relevo, revista del SEU local, arremetió en marzo de dicho año contra el «poetastro apátrida» Miguel Hernández, y contra la admiración bobalicona y palurda de la pedantería semi-intelectual provinciana (Ramos 134-138).

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El editor Losada envió a Madrid las galeradas de Miguel Hernández, destino y poesía para que fueran revisadas por M.ª de Gracia Ifach y Francisco Ribes en previsión de errores de bulto. «Aunque literariamente el libro es discutible -escribía este a Molina (25-5-1958)- en cuanto a los hechos -por lo que llevamos leído- son irrecusables. Parece haberse guiado por el libro de Concha Zardoya, que ya sabes es bien concienzudo, y nada grave hay que objetar hasta ahora».

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«No sé si te diría Josefina que escribí (para que ella la firmara), al editor Seghers hablándole de la posibilidad de recibir aún sus derechos por la edición de L'Enfant laboureur; la redacté amistosamente, a fin de dejar la puerta abierta, por si le interesa publicar alguna antología traducida al francés, de Miguel. Ya veremos. Hay que ayudar a Josefina en lo que esté a nuestro alcance... Te agradezco tu información sobre ese libro de Miguel, Los hijos de la piedra, que han editado pirateando su obra. Nada sabe tampoco Josefina de esa copia que han facilitado con mala intención, a la Ed. Quetzal. Así que vamos a dirigirnos a la tal Editorial, reclamando en nombre de la viuda y por encargo de ella. Lo hará "Alida", Agencia literaria, para que tenga más cariz oficial la cosa. No hay derecho...» (carta 31-7-1959).

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Simón Latino (seud. de Carlos H. Pareja) -poeta colombiano exiliado en Buenos Aires donde editaba la colección «Los mejores versos»- fue presentado a Molina por Celaya quien le aconsejó colaborar con él en la preparación de una breve antología de Miguel Hernández, porque además de «proporcionarle algunas pts. a su viuda» podía servir para airear «cartas o poemas poco difundidos que tú puedas aportar, además de un prólogo o unas notas que serían importantes, teniendo en cuenta que lo que hizo Guerrero Zamora es una birria (a mi parecer)» (carta 2-10-1957). El 8 de diciembre de 1958 el cuaderno estaba en manos de Celaya que -ajeno a la cicatería del editor- escribía a Molina: «¡Es una tremenda satisfacción para mí haber servido de puente entre él y tú, y haber contribuido así a que este proyecto se realizara!».

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Sobre las dificultades del cincuentenario de Hernández, Celaya escribía a Molina que el llamamiento quedó «hecho cisco por la censura. Entre otras cosas han tachado la invitación a celebrar un acto junto a su nicho. Pero ¿no podríais organizar algo ahí? Quizás de aquí, si nos avisáis con tiempo, podríamos organizar unos autobuses. Hay que hacer más cosas, muchas más cosas...» (carta 14-11-1960).

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