Giambattista Vico en la recuperación indigenista del siglo XVIII novohispano
José Carlos ROVIRA
Universidad de Alicante
Fragmentos de Vico para un sistema
La scienza nuova de Vico plantea algunos fragmentos de referencia posible para la reconstrucción de la idea de América en el siglo XVIII. Citaré entre otros32:
470. Ora, ritornando dalle leggi alle storie, riferisce Tacito ne'Costumi de'germani antichi che da quelli si conservavano conceputi in versi i principi della loro storia; e quivi Lipsio, nelle Annotazioni, riferisce il medesimo degli americani. Le quali autorità di due nazioni, delle quali la prima non fu conosciuta da altri popoli che tardi assai da'romani, la seconda fu scoverta due secoli fa da'nostri europei, ne dánno un forte argomento di congetturare lo stesso di tutte l'altre barbare nazioni, così antiche como moderne...33
517.[...] Tacito narra i sagrifizi di vittime umane essere stati solenni appo gli antichi germani [...] E gli spagnuoli gli ritruovarono in America, nascosta fin a due secoli fa a tutto il resto del mondo; ove que'barbari si cibavano di carni umane [...] Talché, mentre i germani antichi vedevano in terra gli dèi, gli mericani altretanto...34
658.[...] Il qual diritto natural eroico si è truovato lo stesso tra gli americani, e tuttavia dura nel mondo nostro ira gli abissini dell'Africa e tra'moscoviti e tartari...35
841. Che i popoli barbari, chiusi a tutte l'altre nazioni del mondo, come furono i germani antichi e gli americani, furono ritruovati conservar in versi i principi delle loro storie, conforme si è sopra veduto36.
— [131]→1095. Finalmente, valicando l'oceano, nel nuovo mondo gli americani correbbono ora tal corso di cose umane, se non fussero stati scoperti dagli europei37.
Los ejemplos, entre tantos más posibles, son suficientespara atender a un sistema vinculativo que introducía a los pueblos americanos en la historia europea y universal de los pueblos bárbaros que, sin embargo, tienen para Vico un nuevo sentido: su universalismo. Los americanos,como los bárbaros de la antigüedad, forman parte de una historia basada en las acciones del género humano, en la evolución de los mismos y en su repetición («corso e ricorso»). Los pueblos se han podido detener en una de sus edades (la de los dioses, la de los héroes y la de los hombres) aunque los americanos, por el descubrimiento europeo, alcanzaron de golpe la última edad evolutiva. Y su decadencia.
No pretendo, por supuesto, escribir un tratado sobre la filosofía de Vico y su entorno (no central, no decisivo) sobre los pueblos americanos. Pretendo situar solamente las referencias que, indiscutiblemente, eran resonancias posibles en la Italia de la segunda mitad del siglo XVIII. Desde luego, estos americanos-germanos de Vico se podrían confrontar con la pretensión degenerativa del hombre americano (Cornelius de Paw, Frangois Raynal o William Robertson). Y su consagración de la poesía como testimonio esencial de la evolución de las sociedades podía animar además a una recuperación de aquellas culturas.
Lorenzo Boturini38
La primera y explicita recuperación de Vico en el ámbito del americanismo no se hace en Italia, sino entre México y Madrid, y es la muy conocida lectura del filósofo napolitano que realiza Lorenzo Boturini Benaducci. La tradición encarnada por Boturini es la que se refleja en su Idea de una nueva historia general de la América Septentrional publicada en Madrid en 174639. Tanto esta obra como la definitiva Historia general de la —132→ América Septentrional, publicada por primera vez en nuestro siglo por Manuel Ballesteros Gaibrois40, forman partede una tradición cultural centrada en Vico. Si bien la obra de Boturini está escrita entre México y Madrid, y el propio autor se presentará siempre como caballero español, Señor de la Torre y de Hono y Cronista Real en las Indias, la raíz italiana, milanesa, de su formación se identifica rigurosamente en La scienza nuova de Giambattista Vico41. Es efectivamente el sistema del filósofo napolitano el que se reproduce en la articulación de las ideas y de los episodios trazados por Boturini, hasta el punto de que, como sabemos, aparecida la Idea... en 1746, el autor será sometido a una campaña difamatoria en la que, ante su proyecto de continuidad de esta obra, es acusado de mera traducción de Vico, sin que los acusadores, que intentaban impedir el trabajo de su Historia General de la América Septentrional, parece que se hubieran asomado a las páginas de La scienza nuova42. El propio Boturini, por otra parte, humildemente declara el origen teórico de su aproximación a América, al comienzo del capítulo II de su Historia:
Juan Bautista Vico, águila y honor inmortal de la deliciosa Parténope, que por espacio de treinta años sucesivos meditó en la común naturaleza de las naciones gentilicias, labrando un nuevo sistema de derecho natural de las gentes sobre las dos columnas de la Providencia y del libre albedrío, y veinte de ellos apartado de toda ocupación dedicó a este solo argumento / dando al público de Nápoles el año 1725 en lengua italiana Los principios de una ciencia nueva, los que a ruego y encargo del conde Juan Artico Porcia [...] y de otros muchos eruditos de Italia, aumentó con otros cinco libros, impresos asimismo en Nápoles el año 1730, es el único que abre camino para penetrar el espeso bosque de la gentilidad43,
Siguiendo con una teoría expositiva y ejemplarizada de las tres edades:
enseñando [Vico] cómo el orden de las ideas de los hombres fue correspondiente al que tenían las cosas humanas; y este convence que después del Diluvio universal, en primer lugar hubo selvas, luego se fabricaron chozas, y mucho tiempo después, aldeas y villas, más adelante ciudades, y finalmente con las artes liberales y mecánicas hicieron las Academias, y así se advierte que los hombres primeramente —[133]→ sienten la falta de lo necesario, después reflexionan lo que les puede ser útil y, andando el tiempo, apetecen la comodidad, más adelante buscan el deleite; de éste pasan a pavonearse con galas ostentosas y, en fin, llegan al desperdicio de las propias haciendas. De cuyos incontrastables principios se sigue que la naturaleza de los pueblos primeramente fue áspera, después severa, luego benigna; de allí pasó a deliciosa y remató en disoluta, etc.
ara llevar esta teoría evolutiva de la humanidad al patrimonio cultural que quiere restituir:
Estos generales presupuestos que se observan en todos los tiempos, y se extienden sin distinción alguna a todas las naciones, por cuanto los gradúa la misma naturaleza, no sólo dan a conocer las costumbres que tuvieron nuestros indios, sino que también manifiestan los principios y perfecciones de sus ciencias, pues de la Naturaleza se puede alcanzar la luz de las cosas y de las ideas comunes de los hombres...
Dos niveles nuevos nos aporta el nombre de Vico aquí: por una parte, el análisis de la obra de Boturini demuestra que es quizá el primero que trabaja siguiendo a Vico en una historia cultural no acumulativa de América, sino basada en un sistema de interpretación en el que busca una razón de ser para lo que va a contar, un entrelazamiento de la temporalidad, y los símbolos de la misma, de la América precolombina con la historia general de la humanidad, para dotar de un sentido a ésta. El recurso a la filosofía de la historia viquiana dota a la obra de Boturini de una condición paradigmática nueva en su explicación de las edades americanas, una explicación en la que pretende corregir los errores de los que se le anticiparon: así, ideas sustentadas por el descriptivo Giro del mondo de Francesco Gemelli Carreri son corregidas en el capítulo X de su Idea..., como son corregidos otros muchos autores con una perspectiva metodológica nueva. La segunda aportación de la presencia de Vico tiene que ver con los límites de la ortodoxia en los que su obra se encuentra.
—134→Francisco Javier Clavijero
En el año 1767 llegaban los jesuitas, expulsados de América, a Italia. Es un episodio cultural que ha tenido múltiples tratamientos, y entre ellos el que sigo considerando central del padre Miguel Batllori. Entre los que se afincaron en Bolonia estaba el grupo de jesuitas mexicanos del que Francisco Javier Clavijero será figura principal, sobre todo por la publicación en 1780, en italiano, de la Storia antica del Messico.44
En el caso de una obra como la de Clavijero tenemos quizá como rasgo original esa decisión sistemática de reconstruir la historia del México antiguo en cuatro amplios volúmenes que se convierten, creo, en el trabajo más nuevo del período. Por otra parte, hay dos rasgos que quiero destacar y que quizá den otro cuerpo a la línea de interpretación que propongo: Clavijero es, efectivamente, un jesuita mexicano que, al perder la patria por la expulsión de 1767, hace un esfuerzo casi sobrehumano de trabajo, por una parte para responder a las afrentas degenerativas de lo americano y, por otra, para reconstruir un pasado de México previo a la llegada de los españoles. La biografía contemporánea que trazó el padre Juan Luis Maneiro45 está llena de pistas de reconstrucción que ha seguido con bastante fortuna Charles Ronan en su monografía sobre Clavijero46. Carente de libros, sólo con sus notas acumuladas en su tiempo mexicano, Clavijero habría desplegado una amplia serie de contactos para proporcionarse los materiales que necesitaba, y realizado una serie de recorridos entre los que se destacan anécdotas como las de ir en un mismo día de Bolonia a Módena para consultar un volumen.
Este sistema cultural que indican las bibliotecas recorridas está en la base de todo su trabajo de reconstrucción histórica y es explicación de su fortuna. Como está en la base también el poder intelectual de la Compañía en el ámbito de Bolonia, aquellas bibliotecas que maravillaron al español expulso Juan Andrés tanto como los «conventos enormes» de su orden. Una reconstrucción masiva de este espacio está en el libro colectivo Dall'isola alla città. I gesuiti a Bologna, aparecido en 198847.
En este marco no es extraña la fortuna de Clavijero en su reconstrucción —135→ sistemática, mediando un esfuerzo de restitución de la historia antigua de la patria abandonada. Y, en ese intento, escribe sus diez libros en los que recorre un espacio múltiple de tradiciones y fuentes culturales. Cuando Francisco Javier Clavijero publica su obra da bastantes referencias de Lorenzo Boturini, que han sido atendidas por los que se han ocupado tanto de la obra de uno como de otro. Entre las referencias, la principal aparece al comienzo del primer volumen cuando da la «Notizia degli scrittori della storia antica del Messico», donde recorre a todos sus precursores desde Hernán Cortés hasta los autores de su época y donde nos da la siguiente nota sobre Lorenzo Boturini Benaducci:
Milanese. Questo curioso, ed erudito Cavaliere si portò nel Messico nel 1736, e vago di scrivere la Storia di quel Regno fece in otto anni, che vi stette, le più diligenti ricerche intorno all'antichità, imparò mediocremente la lingua messicana, fece amicizia cogli Indiani per ottenere da loro delle pitture antiche, e si procacciò delle copie di molti stimabili manoscritti, che v'erano nelle librerie de'Monisteri. Il museo, che ne formò di pitture, e di manoscritti antichi, è stato il più copioso, e il più scelto, almeno dopo quello del chiarissimo Sigüenza, che mai siasi veduto in quel Regno, ma prima di metter mano alla Sua opera, fu dalla troppa gelosia di quel governo spogliato di tutta la sua robba letteraria, e mandato in Ispagna, dove essendosi affato purgato d'ogni sospetto contro la sua fedeltà ed onore, senza però ottenere i suoi manoscritti, stampò in Madrid nel 1746, in un tomo in quarto un saggio della grande storia, che meditava. In esso si trovano delle notizie importanti non mai pubblicate, ma vi sono ancora degli errori. Il sistema di storia, che si era formato, era troppo magnifico, e però alquanto fantastico48.
El sistema «magnífico y fantástico» de Boturini
Clavijero repite esta idea sobre Boturini otras veces; por ejemplo, hay otra advertencia significativa al comienzo de su libro VI, el que trata de la religión de los antiguos mexicanos:
—136→Tra gli Dei particolari da'Messicani adorati, ch'erano molti, benchè non tanti, quanti que'de'Romani, tredici erano i principali e maggiori, ad onore de'quali un tal numero, come vedremo, consacrarono. Esporremo intorno a questi, ed agli altri Dei ciò, che abbiam ritrovato nella mitologìa messicana, non curando le magnifiche congetture, ed il fantastico sistema del Cavaliere Boturini49.
La referencia nos sitúa a Clavijero otra vez en una tradición concreta establecida ya en el mundo italiano y en el mundo hispánico cuando él pretende corregir lo anterior aduciendo su verdad.
Respuesta de un viejo cartesiano
Que Clavijero no cita a Vico es obvio. Que cuando habla de las magníficas conjeturas, o del sistema fantástico de Boturini, rechazándolo, se está refiriendo a la más que impronta viquiana en el mismo, parece evidente. Podríamos explicarlo aduciendo que las actitudes de la Compañía de Jesús ante el filósofo napolitano no parecen favorables, y esto explicaría de nuevo la alusión a las «magníficas conjeturas» y al «fantástico sistema». Podríamos decir también que una parte de la historiografía del XVIII ha insistido una y otra vez (tópica y erróneamente) sobre la no muy amplia fortuna que tuvo entre sus contemporáneos, no pareciendo claro esto si tenemos en cuenta que Boturini lo era, y su obra aparece dos años después de la edición definitiva de La scienza nuova, aunque Boturini partía de la edición de 1730.
Podemos suponer fácilmente, entonces, el final de esta historia: un repaso a la biografía de Clavijero (y, en general, a la de jesuitas americanos como Javier Alegre, o Diego José Abad, Mariano Veytia, Juan Luis Maneiro... y, más en general todavía, a la Compañía de Jesús50) nos situará con fuerza a Descartes en la formación de su preocupación científica y educativa, y en el caso de Clavijero esto es además de una evidencia absoluta. Su biógrafo y amigo Maneiro nos explica los años mexicanos de docencia de filosofía en Valladolid de Michoacán recordándonos su curso:
—137→Explicaba el pensamiento de los filósofos de Grecia, con maravillosa claridad; pero también todo lo útil encontrado por filósofos recientes como Bacon, Descartes y Flanklin. Aquellas novedades para México gustaron, y el maestro que las descubría fue tenido por un genio y por un benemérito de su patria. Clavijero sabía enseñar [...] Era de ver el ardor con el que tomaban la clase aquellos adolescentes. Se les ponía ante la ciencia de las cosas; pues aquello era ciencia de las cosas y no palabrería hueca sobre vaguedades...51
El curso fue impartido el año 1766, desde mayo, justo un año antes del destierro. Pero antes hubo varios destinos (y problemas) en colegios de la Compañía, en los que podemos reconstruir a un sacerdote empeñado en conocer la ciencia y la filosofía moderna, escritor de un Cursus Philosophicus diu desideratus, perdido, del que sólo se conserva la parte llamada Physica Particularis52. Hay otros datos de su aprendizaje de Descartes, Bacon, Flanklin y Gassendi en la biografía de Maneiro, y de su pasión (y sus problemas) por la ciencia y la filosofía en documentos publicados por Jesús Romero Flores53.
La conclusión, insisto, parece obvia. No pudo desconocer a Vico desde la Bolonia de la segunda mitad del setecientos. De hecho, lo conocía a través de Boturini y de sus referencias explícitas. Quien conseguía en México libros de Flanklin a diez años de su publicación en Filadelfia, quien pedía desde Italia libros a todas las ciudades del país y a España, no podía desconocer la polémica anticartesiana que Vico (en De ratione, en De antiquissima54) había generado como base de su filosofía. La razón cartesiana se oponía como sistema al universalismo poético de Vico, la historia de las civilizaciones se fundaba sobre lo verdadero, que era lo geométrico, lo matemático y lo físico, y no sobre aquella poética de lo verosímil que Giambattista Vico habla creado para explicar la cultura, la poesía y la historia de la humanidad.
Imagino ahora al jesuita Clavijero recorriendo las bibliotecas de la Bolonia del último cuarto del XVIII y decidiendo que él, que había escrito antes de Filosofía y de Física, iba a construir entonces la Historia. La del México del que había sido expulsado. La del México antiguo que Boturini —138→ (apoyándose en Vico) había recreado a partir de sus «magníficas conjeturas». En esa decisión omitía al filósofo anticartesiano, para dejar lo fantástico, para construir su sistema real y racional, aunque éste, Giambattista Vico (explicitamente o no), hubiera sido un impulso central para revalorizar la antigua civilización y, en cualquier caso, para propiciar como precedente los dos siglos de recuperación del pasado americano, en los que estamos.