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Quizá Usigli se refiera a Carlos Barrera escritor nacido en Monterrey, Nuevo León, el 12 de noviembre de 1888 y fallecido en la Ciudad de México el 23 de junio de 1970. «Hizo estudios en el Colegio Civil y en el Seminario Conciliar de Monterrey; en el Central Business College de Sedalia, Missouri, en los Estados Unidos, en la Escuela de Altos Estudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras) de la Universidad Nacional de México; en la Sorbona de París y en la Universidad de Georgetown, en la ciudad de Washington. Ingresó a la carrera consular prestando sus servicios en puestos diplomáticos en París, Londres, Cristianía, Estocolmo y Washington. / La obra literaria de Carlos Barrera comprende ensayo, narrativa, poesía, obras de teatro y estudios de crítica y teoría literaria, así como innumerables traducciones. Colaboró en la Colección Cultura y, como periodista, en El Porvenir, de Monterrey y en Excelsior, donde publicó su columna "Calendario". Carlos Barrera se distinguió como poeta severo y vigoroso, de briosa entonación lírica; como excelente traductor, y por su obra de más de cincuenta años como periodista», Aurora M. Ocampo (dir.) Diccionario de escritores mexicanos, siglo XX. Vol. I, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1988, p. 142.

 

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Usigli, «Examen..», p. 7.

 

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El texto del final de El estanque en Vacaciones II es el siguiente:

«El joven autor.- (Leyendo) "La madre: 'No podía pintarte nunca mi sufrimiento. No nos entendíamos en nada -nuestra vida era un infierno lleno de flores, de fiestas, de juegos, de trajes de lujo, de amigos de lujo-pero un infierno'. 'La hija: '¿Pero él se mató?'" [...]

«El joven autor.- (Leyendo.) "La madre: 'Todavía no entiendo cómo pude no matarme yo. Cada noche a su lado sentía el mismo impulso de arrojarme al estanque por la terraza. Tú dormías en la pieza contigua, y eras tan pequeña, tan dorada, tan rosa, tan miel, tan linda. Me detuviste tu'. La hija: 'Pero él se mató.'" [...] «El joven autor.- (Leyendo) "La madre: 'Yo lo hubiera hecho todo por ti, compréndelo; todo, menos seguir a su lado, porque no era una solución para nadie -ni para él ni para nosotras. Lo mejor, lo único, era partir.' La hija: 'Pero mi padre se mató.' La madre: 'Lo hubiera hecho de todos modos. No era un hombre normal. Tenía una horrible voracidad de vivir... Ten cuidado con tu velo, hija mía. (La Hija no contesta. La Madre se acerca a ella, le arregla el velo, la mira intensamente.) Eres la novia más linda que he visto. A mí me decían otro tanto las gentes cuando me casé con tu padre, pero no podía compararme contigo.' (Entra una Doncella.) La doncella: '¡Señora, señora, el novio!' La madre: 'Qué avisen a la orquesta. (La Doncella sale.) Vamos hija mía. ¿Estás lista? La novia más linda que he visto.' (Se acerca a ella para besarla) La hija: '¡Déjame!' La madre: '¿Qué dices?' (La Hija se desprende bruscamente de los brazos de su madre, y al hacerlo desgarra su velo de novia.) '¡Tu velo!' (La Hija corre hacia la terraza, desesperada.) '¿Adonde vas? ¡Espera! ¡Espera, hija mía! ¡Por allí no! ¡Por allí no! ¡El estanque! ¡El estanque!' (Corre hasta la terraza y se detiene, llena de espanto. Baja luego a primer término, deshecha, envejecida en un instante, castigada al fin, y, con voz blanca repite lentamente) 'El estanque.' Y cae el telón."» Usigli, Teatro completo. II, pp. 49-50.

 

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Ib., pp. 51-52.

 

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Además de La madre y La hija cuyos parlamentos hemos escuchado en voz de El joven autor, El director dice: «Los hombres son fáciles. Yo haré, desde luego, el viejo verde amigo de la madre... Pedro, ¿no?, porque el galán, en realidad, tiene muy poco que hacer. Pondremos a Gutierritos, tiene buena oreja. El abogado puede hacerlo Ferriz -aire noble, distinguido, etc., y poco que hablar. Los criados, bueno, pues como siempre: N.N. Ahora de mujeres, la madre, doña Mariquita, la hija nuestra gran Torcaza -y la doncella puede hacerla esta niña [...]», ib., p. 53.

 

26

Ib., p. 52.

 

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La escena es la siguiente:

«El apuntador.- [...] Tenemos el teatro libre hasta las cinco.

El joven autor.- ¿De qué habla usted?

El apuntador.- Usted, a la luneta.

El joven autor.- ¿Eh?

El apuntador.- Para dirigir.

La joven actriz.- ¿Entiende usted algo, Antonio?

El apuntador.- No he bebido. Usted, a repasar el papel de Herlinda.

El joven autor.- Explíquese usted, porque...

El apuntador.- Yo a la concha. En otras palabras, vamos a hacer, entre nosotros, un ensayo de su obra, como aquel día, en el hotel de Sonia. En el teatro hay que ensayar mucho. ¿Qué nos cuesta imaginarnos ahora que la obra se representa como usted quería?

Cambian las luces. Una cortina de gasa baja por primer término.

El apuntador.- ¿Listos, muchachos?

Aparecen tres tramoyistas, vestidos con overoles blancos, que se mueven rítmicamente.

El apuntador.- ¡Vamos! Indique usted el decorado.

El joven autor.- (Fascinado) Ventanal al fondo. (Los tramoyistas lo colocan.) Paño con puerta a la derecha. (Mismo juego.) Otro con dos puertas, a la izquierda. (Mismo juego. La Joven actriz pasea de un lado a otro, repitiendo en voz baja su papel.) Los muebles: un sofá al centro. Dos sillones, veladora, mesilla. (Los tramoyistas ejecutan todo.) Un forillo de jardín, con un gran estanque al fondo. (Baja el forillo.) Luz de tarde clara. (Las luces se encienden.)

El apuntador.- Bien. En escena, la madre, sentada en un sillón a la derecha. (La Primera actriz, figura fantasmal de mujer de otoño, vestida con sencilla elegancia, entra y se instala.) El abogado de la familia, Rojas, en el sillón de la izquierda. (Aparece el Primer actor y se instala.) La vieja criada sirve el té. (Entra la Actriz de carácter, adecuadamente vestida, empujando una mesilla de ruedas con servicio de té.) Y Herlinda... ¿lista, señorita?

La joven actriz.- (Trémula) Lista.

El apuntador.- Herlinda, de pie ante el ventanal, mirando hacia afuera. (La Joven actriz se sitúa)

El joven autor.- Letra, ¡vamos, letra!

El apuntador y la primera actriz.- "Me pones nerviosa, niña. Toda la santa tarde no has hecho sino mirar al jardín."

El apuntador y el primer actor.- "Yo creía que tu novio llegaría por la puerta, Herlinda."

El apuntador y la primera actriz.- "¿Qué es lo que miras tanto?"

La joven actriz.- (Sin volverse.) "Me fascina el estanque."

El apuntador y la actriz de carácter.- "¡Ya lo sabía yo! ¡Ave María Purísima!"

El apuntador y la primera actriz.- "¡ Silencio, Micaela! ¿Qué es lo que has dicho, hija?"

La joven actriz.- "Me fascina el estanque."

El joven autor.- ¡Más alto! La voz más blanca, y volviéndose lentamente hacia ellos, para dar desde el principio la impresión de algo irreal, increíble, arrebatado, que no pone los pies en la tierra y que flota, ¡que flota!

La joven actriz.- (Obedeciendo.) "Me fascina el estanque. Desde que volví a esta casa no he podido ver nada más. ¿Por qué? Me fascina el estanque como si fuera mi lugar propio -el único lugar en el que puedo respirar, vivir, ser yo misma..."

Telón lento», ib., pp. 67-68.

 

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En Reynalda... la joven, cuando llega a la finca y antes de ver a su madre, «Se ha quedado a la orilla del estanque» (Usigli, Reynalda..., [1964] p. 9), y al final del «Acto Primero», dice Reynalda: [...] (Más lejana, como esfumándose un poco): Miraba el estanque. Se ve fantástico desde arriba, y me fascina. Desde que volví no he podido ver nada más. ¿Por qué? Me fascina el estanque como si fuera mi lugar propio -el único lugar en que puedo respirar, vivir, ser yo misma... (ib. p. 28). Como vemos entre el texto de La joven actriz (según se ha apuntado en la nota anterior) y el de Reynalda hay muchas semejanzas.

 

29

Rodolfo Usigli, «Reynalda o El estanque», Tramoya, nueva época, núm. 86 (2006) pp. 113-161.

 

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Para referirme a esta edición incluiré entre corchetes, cuando sea necesario, el número [2006].