Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
IndiceSiguiente


Abajo

Rosas de la infancia: lectura para los niños

Libro segundo

María Enriqueta Camarillo de Pereyra



Portada





  —5→  

ArribaAbajoPrimera parte


ArribaAbajo - 1 -

La bandera


Ved a esa pobre mujer que viene por la calle con un niño en los brazos.

La mujer viste de negro. Es que ha muerto su esposo. El niño es huerfanito.

La mujer tiene una cara muy triste. Sus ojos están llenos de lágrimas. Ha cruzado penosamente la calle, porque está enferma.

Pero de pronto unos tambores y unas cornetas suenan por la esquina, y el batallón aparece...

Los chicuelos, alegres como pájaros, gritan y corren hacia el fin de la calle.

El batallón avanza.

Los tambores hacen: tan, tant, rataplán, plan, plan...

La mujer que trae al niño en los brazos se detiene también.

El batallón se acerca, se acerca...

  —6→  

La música estalla de pronto, y todas las gentes se detienen para ver el desfile.

Ha llegado, por fin, el hermoso batallón.

Pasan primero algunos soldados; éstos son los que llevan los tambores. En seguida pasa la música. Después más soldados, después más; y de pronto aparece el abanderado, esto es, el oficial que lleva la bandera.

-¡Viva!, ¡Viva! -gritan los muchachas al verla.

-¡Viva!, gritan todas las bocas.

Y la mujer, la triste enlutada, siente un arrebato, y sin contenerlo, avanza hacia la mitad de la calle, alza al niño en sus brazos, y cogiendo una punta de la hermosa bandera, la pone en los labios del niño.

Este, sin saber lo que hace, porque es muy pequeñito, besa la bandera y sonríe...

Pero ese hermoso espectáculo llena de asombro a todos, y pone lágrimas en muchas pupilas.

Ahora el rostro de la mujer, está iluminado por una sonrisa de felicidad.

La bandera, nuestra hermosa bandera tricolor, la ha confortado.

-¡Viva la bandera mexicana!

Debemos respetar y amar nuestra bandera, por que ella representa a la Patria.

  —7→  
Cuestionario

-¿Cómo se llama este cuento? -¿Cuántos colores tiene la bandera? -¿Qué quiere decir tricolor? -¿Qué hizo la mujer cuando vio la bandera? -¿Qué hizo el niño? -¿Por qué estaba enluta da esa mujer?






ArribaAbajo- 2 -

Buen niño


En la casa sólo viven Mauricio y su abuelita. Cuando la criada dice: -«Ya está la sopa en la mesa», Mauricio, que tiene cinco años, corre al cuarto de la abuelita y la ayuda a levantarse del sillón.

La buena señora, apoyada en el niño, va hacia el comedor. Y durante la comida, Mauricio le acerca los manjares y la divierte refiriéndole cosas muy interesantes.

Por la tarde, si la abuelita sale al jardín para tomar el fresco, Mauricio, después de ayudarla a sentarse en el banco, se retira precipitadamente hacia el fondo del patrio.

¿Es que está ansioso por ir a jugar? No. Sigámosle con la vista, y veremos lo que hace. Miradlo: está cortando una azucena. Esa azucena es la más grande, la más blanca, la más linda. Y una vez que la tiene en su mano, corre con ella... ¿hacia dónde? Hacia allá, hacia la sombra de las parras, hacia el banco donde está sentada la abuelita.

Se llega afanoso, contento, y alargando la flor a la señora, le dice sencillamente:

-Abuelita querida, te traigo esta azucena...

Y parece que esa flor es cosa más grande que un tesoro, porque la abuelita, que siempre está preocupada y triste, recibe la flor sonriendo, y después que la mira largamente, la coloca en su regazo, junto al libro de oraciones.

Una mariposa pasa volando, y el niño dice:

-Yo quisiera dártela también.

La abuelita hace en el aire un movimiento con la   —8→   mano, como si fuera a cazar la mariposa, y exclama:

-Ya la tengo aquí...

-¿De veras? -dice el niño.

-¡De veras! -responde la abuelita.

Entonces Mauricio, contento porque la abuelita tiene una mariposa y una azucena, pone su cabeza en el regazo de la señora, y queda allí en reposo, como un pajarito acurrucado.

-¡Buen niño! -dice don Julio, el viejo amigo de la casa, entrando en el jardín.

Y Mauricio, al oír esa exclamación, siente que un hermoso orgullo palpita dentro de su pecho.

No hay orgullo más noble que el de ser bueno.


Cuestionario

-¿Qué regalo hizo Mauricio a su abuelita? ¿Qué hacía el niño cuando la criada avisaba que ya estaba la sopa en la mesa? -¿Cuál es el orgullo más noble? -¿La abuelita cazó una mariposa? -¿Era Mauricio un buen niño?






ArribaAbajo- 3 -

La tortuga sabia


En esa hermosa mañana, la alameda estaba llena de chiquillos que jugaban en las rotondas. Pablo, que se había cansado mucho de correr tras el aro, se acercó a la fuente del centro y se sentó en el borde.

Ya instalado allí, metió las manos en el agua, y vio que una gran tortuga avanzaba hacia él. Retiró las manos y observó en silencio al animal.

  —9→  

La tortuga caminó más y más, y cuando ya es tuvo junto de Pablo, alzó gravemente la cabeza, miró al niño y le dijo con una voz muy extraña:

-Pablo, escucha.

No martirices a los animalillos. No caces mariposas.

No robes los nidos de los pájaros. No rayes el pupitre en la escuela. Cuida tus libros.

Atiende a la voz de tus maestros. No te manches los dedos con tinta. Camina juiciosamente por la calle. Cuida tus juguetes.

No riñas con tus compañeros de colegio. Y da limosna a los pobres.

La tortuga, dicho esto, bajó la cabeza, movió sus patas, giró hacia un lacto, y se alejó gravemente, como había venido, hacia la orilla opuesta de la gran fuente redonda.

Pablo quedó pensativo.

Y después, cuando ya volvía a su casa, un mendigo tendió la mano a Pablo, y éste, sacando de su bolsillo la única moneda que llevaba, la entregó al pobre.

-¡Qué hermosa acción! -dijo una señora que pasaba.

Y el niño pensó para sí: «He aquí lo que puede una tortuga».

No desoigas el buen consejo, aunque éste venga de la boca de una humilde tortuga.


Cuestionario

-¿Qué cosa aconsejó la tortuga a Pablo? -¿Qué hizo el niño al volver a su casa? -¿Tenía mucho dinero en el bolsillo? -¿Era una tortuga sabia la tortuga de este cuento?





  —10→  

ArribaAbajo- 4 -

¡Viva el vencedor!


¡Viva el vencedor!

Con este grito saludaron todos los niños a Roberto Valle cuando éste entró en el colegio a la mañana siguiente, después de haber ganado el premio de un concurso que se había efectuado el día anterior.

Pero, ¡cosa extraordinaria! Roberto, en lugar de estar contento por el éxito, parecía triste, y aquellas felicitaciones lo molestaban.

En su casa, cuando el señor Valle, su papá, le dijo:

-«Hijo mío, estoy muy orgulloso de ti; continúa por ese camino para que sigas haciéndome dichoso», Roberto, volviendo la cabeza hacia un rincón, estuvo a punto de romper en lágrimas.

¿Era modestia de Roberto? ¿Era timidez? No: era remordimiento.

¡Es posible! ¿Remordimiento?... Pero ¿remordimiento de qué?

De esto: de que el problema importante que se le había puesto en el concurso lo había copiado, a hurtadillas, del cuaderno de un alumno que estaba junto de él.

Este problema era la parte difícil del concurso, y habiendo salido bien en él, pudo perfectamente ganar el premio.

Nadie había sospechado el ardid de Roberto. ¡Ah!, pero él no tenía desde entonces ni un instante de reposo.

Por eso ahora que le gritaban sus compañeros:

  —11→  

-«Viva el vencedor», él, en vez de sentirse orgulloso y contento, se sentía humillado y triste...

La tranquilidad y la paz, que siempre estaban con él, habían huido para siempre de su corazón...

Tomad ejemplo de la desventura de este niño, y guardaos bien de cometer un error igual. Huid de la mentira.


Cuestionario

-Si nadie había visto el engaño de Roberto, ¿por qué estaba él tan triste? -¿Sabéis lo que es la conciencia? ¿Qué dijo el señor Valle a Roberto? -¿Qué obligaba al niño a estar tan triste? -¿Qué cosa es el remordimiento?






ArribaAbajo- 5 -

Invierno y primavera


[Invierno y primavera]

En los países fríos, el invierno es muy penoso para los pobres pajarillos.

Por eso se alegran al llegar la primavera.

Ved ese pájaro que canta en la rama deshojada de un árbol: es un gorrión.

¡Qué contento está!

Es que recuerda la primavera y se alegra pensando en ella.

Gorrioncillo, has llegado demasiado pronto. La primavera no viene todavía.

¿Por qué llegas tú tan temprano?

La primavera vendrá, pero no ahora; está hoy muy lejos de nosotros, en los países amados del Sol.

  —12→  

Pero aunque es invierno, las flores no faltan.

¿No veis en los bordes de los senderos unas pequeñas florecillas moradas que parecen sonreír?

Son las violetas.

¿Os gusta su color? ¿Os gusta la forma de estas lindas florecillas?

Dicen que la violeta es la representación de la modestia.

Una niña que es modesta, nunca dice que ella sabe más que sus compañeras de escuela, o que ella escribe mejor sus planas que las demás niñas.

La violeta nunca dice estas cosas, y siempre tra ta de esconderse debajo de las hojas verdes para que las demás flores no la vean.

Las violetas, sin hacer daño a nadie, sonríen y dan su perfume silenciosamente. Ellas nunca han dicho: «Ese olor delicioso que hay en el viento, sale de nuestro cáliz».

Aprended la modestia de la violeta, y procurad ser como ella.


Cuestionario

-¿Cuáles la flor que representa la modestia? -¿Qué hace una niña que es modesta? -¿Y qué hace una que no lo es? -¿Qué pajarillo ha llegado demasiado pronto a la rama del árbol? -¿Dónde está en estos momentos la primavera? -¿vendrá después que pase el invierno?





  —13→  

ArribaAbajo- 6 -

¡Pobrecitos!




El viento del Norte sopla;
vuelven la nieve y el frío,
y los pájaros se quejan.
   ¡Pobrecitos!

De alguna choza desierta  5
buscarán el triste abrigo,
la cabeza bajo el ala,
    ¡Pobrecitos!




ArribaAbajo- 7 -

La madre


La persona a quien más quiero en el mundo, es mi madre.

¡Qué buena es!

Sus miradas son suaves como el cielo en las tardes serenas.

Y su voz es tan dulce como las canciones.

De noche, mientras yo duermo, ella cose a la luz de la lámpara. La he visto alguna vez que he despertado.

¡Qué buena!

De día, cuando volvemos del colegio, nos llama a su lado y nos cuenta unos cuentos muy hermosos,   —14→   donde las hadas bajan del cielo con las manos llenas de regalos.

Después nos parte el pastel de manzanas, y nos da, junto con él, requesón y leche.

Apenas comenzamos a saborear todo esto, el gato viene a pedirnos algo de nuestra merienda. Y si mi hermano, que a veces es malo, da puntapiés al gatillo, mi madre dice:

-No hagáis daño a ese pobre animal, que nada os hace.

Mi madre es tan buena, que no sólo piensa en nosotros, sino hasta en el pobre gato, que es un animalillo espeluznado, muy feo, que siempre está durmiendo en la carbonera.

Mi madre cuida de nuestros alimentos, de nuestros vestidos y de la casa entera.

Si llama a la puerta un pobre, éste nunca se va con las manos vacías.

Una vieja que viene casi todos los días por lo que sobra de la mesa, dice que en nuestra casa siempre seremos felices, porque mi madre es un ángel.

Y yo creo que la vieja tiene razón. Pero mi madre no enseña las alas, porque es modesta, como la violeta.

Hay que amar a las madres con toda el alma.


Cuestionario

-¿Qué hace la madre mientras sus hijos duermen? -Cuando se acerca el gato, ¿qué dice la madre? -¿Cómo es ese gato que viene a pedir algo de la merienda? -¿De qué se compone la merienda de estos niños? -¿Se da limosna a los pobres que llegan a esta casa? -¿Qué dice la vieja? -¿Tienen alas las madres? ¿Por qué las ocultan?





  —15→  

ArribaAbajo- 8 -

Solo hay una madre


(Versos para recitar de memoria)




   Millares hay de estrellas en el cielo,
millares, en el mar, de ricas perlas,
millares hay de pájaros canoros,
millares hay de blancas azucenas;

    millares hay de peregrinas flores,  5
millares de pintadas mariposas,
y millares de perlas de rocío;
pero madre, en el mundo, hay una sola.




ArribaAbajo- 9 -

La vid


La vid es la planta que da la uva.

La vid que nace en el campo y que nadie cuida, se llama «vid silvestre».

Y la vid que crece en los huertos y en los patios de las casas, se llama «vid cultivada». Y se le dice cultivada, porque la riegan y cuidan.

Escuchad esta pequeña, historia:

Una vid silvestre, que crecía en medio de un cercado, decía una vez a la vid cultivada:

-¡Cuánto te compadezco!... Te podan, te molestan,   —16→   te atormentan, mientras que yo crezco libremente y soy feliz.

-Sí, -respondió la vid cultivada-; vives libremente, pero tus frutos, en cambio, son amargos y no sirven para nada, mientras que con los míos se hace un vino que conforta y es útil. Mi felicidad consiste en trabajar para los demás, y en dar todos mis frutos sin exigir ninguna recompensa.

La vid silvestre, avergonzada, nada respondió y se ocultó entre las zarzas que la rodeaban.

Esa planta silvestre, de fruto amargo que a nadie sirve, es semejante al perezoso, al perezoso, al que no quiere dejarse cultivar e instruir. Procuremos parecer nos a la buena vid, que no teme el trabajo, para poder un día dar a todos sus deliciosos frutos.


Cuestionario

-¿Cómo se llama la vid que está cultivada? ¿Y cómo se llama la vid que nadie cuida ni riega? -¿Cuál de estas dos vides es la mejor y más útil? -¿A cuál de esas vides quisierais pareceros? -¿Se avergonzó la vid silvestre de lo que le dijo la vid cultivada? -¿A quién se parece la vid silvestre?





  —17→  

ArribaAbajo- 10 -

Dios


Lilí, la pequeña Lilí, quería saberlo todo.

-¿Qué es eso? -pregunta a su mamá cuando el viento golpeaba la puerta del balcón.

-Es el aire, niña mía -replicaba la señora.

-¿Y eso que se mueve en la pared?

-Es el reloj.

-¿Quién lo hizo?

-Un hombre que se llama relojero.

-Cuando uno es grande, ¿puede hacer relojes?

-Sí.

-Oye, mamá, ¡qué bonito!: las campanas están sonando... ¿De qué son las campanas?

-De bronce.

-¿Quién las toca?

-El campanero.

-¿Quién las hizo?

-Un hombre.

-¿Podrá papá hacer una campana?

-Sí; pero ahora dejemos las preguntas, y ¡a levantarse!...

Lilí, obediente, endereza su gracioso cuerpecillo, y saca por un lado de la colcha, un pie regordete y sonrosado como los bombones.

-Vamos a ver -dice la mamá- ¡a ponerse las medias!

Lilí estira el pie, y la señora comienza a cubrirlo lentamente con la mediecilla azul.

Pero Lilí, al ver la pequeña media, exclama:

-¿Dónde hacen las medias?

-En la fábrica.

  —18→  

-¿Quiénes las hacen?

-Los hombres.

En ese momento entra corriendo Miguelillo, el hermano de Lilí, con una gran rosa blanca en la mano.

-Toma, Lilí -le dice-; acabo de cortarla para ti del arriate.

Lilí, encantada, pone sus ojos radiantes sobre aquella linda rosa, y después de aspirar su perfume, la ve largamente y pregunta en tono grave:

-¿Quién hizo esta rosa?

-Dios -responde al punto la madre.

La respuesta es sencilla; pero Lilí, asombrada, comprende que los hombres no pueden hacer una rosa, y entonces, por primera vez en su vida, detiene su caprichoso pensamiento, y medita en Dios y en su grandeza...

Alabemos al Señor, que está en el cielo, y que es autor de tanta maravilla.


Cuestionario

-¿De qué son las campanas? -¿Un hombre puede hacer un reloj? -¿Y puede hacer unas medias? -¿Qué trajo Miguelillo a Lilí? -¿Quién es el único que puede hacer una rosa? -¿Debemos alabar a Dios?





  —19→  

ArribaAbajo- 11 -

La abeja


(Versos para recitar de memoria)




   La abejita saca miel
      de la rosa,
de la rosa y del clavel;
la abejita es hacendosa.

Una voz nos aconseja  5
que imitemos a la abeja,
porque es útil y oficiosa.




ArribaAbajo - 12 -

Niño malo


Cuando Alfonso está en la casa, se le oye decir a todas horas:

-¡Mamá! mira a Juan, que me está empujando. Pasa un rato, y Alfonso exclama:

-¡Mira, mamá! Lilí me está haciendo gestos.

Más tarde grita:

-Luis me cogió mi lápiz.

Y a poco:

-Mira al perro, que me está mordiendo los zapatos...

En el colegio las acusaciones son incesantes:

-Señor, Pedro me sacó la lengua.

  —20→  

-Señor, María Luisa está haciendo gallitos de papel...

-Señor, Carlos me está dando puntapiés por de bajo de la banca.

-Señor, Lola y Carolina están platicando.

-Señor, Guillermo me dio un codazo.

-Señor, el niño Gómez me está tirando con bolitas de papel.

-Señor, Miguel pidió permiso de salir, y no ha vuelto.

-Señor, el gato se está afilando las uñas en las macetas...

A este niño le huyen sus hermanos; le huyen sus maestros; le huyen sus compañeros; le huyen hasta el perro y el gato...

Es un niño insoportable, que sólo se ocupa en acusar a sus prójimos.

Huyamos de su compañía, y cuidemos de no parecernos a él, para no ganarnos el odio general.

Hay que ser benévolos para contar con la simpatía de los hombres y con el cariño de Dios.


Cuestionario

-¿Cómo se llama ese niño intratable? -¿En qué se ocupaba? -¿No tenía amigos? -¿En la casa se portaba lo mismo que en la escuela? -¿Qué debemos hacer cuando nos encontremos con un chiquillo igual?





  —21→  

ArribaAbajo- 13 -

¡El lobo, el lobo!...


La mamá de Margarita dijo a ésta un día:

-¿Eres tú quien ha dejado abierta la puerta de la cocina? El gato se ha bebido la leche.

-No, mamá, no he sido yo.

-Pues es muy extraño -dijo la señora- por que yo dejé la puerta muy bien cerrada.

Otro día, la mamá dijo así:

-Margarita: ¿has tomado las tabletas de chocolate que dejé sobre la mesa? Ya no están allí.

-No mamá, no las he visto; quizás el gato...

-Hija mía, dijo la señora con tono grave: los gatos no comen dulces. Y yo estoy muy triste, por que faltas a la verdad; esto es, que dices mentiras. Mentir es un horrible defecto que puede traer espantosas consecuencias: escucha esta pequeña historia que voy a contarte:

Había una vez un pastorcillo que cuidaba un rebaño de ovejas. Cierto día, al pastor se le ocurrió gritar fuertemente: «¡El lobo! ¡Viene el lobo! ¡Auxilio!...». Al oír estos gritos, los hombres que trabajaban en los campos cercanos corrieron a prestar su ayuda al pastorcillo, pues ya se sabe que los lobos se comen a las ovejas. Cuando llegaron adonde estaba el pastor, vieron que no había lobo ninguno, y disgustados por aquella mentira, se volvieron violentamente a sus trabajos. Poco tiempo después el pastor volvió a gritar como antes: «¡El lobo, el lobo!». Pero los hombres que primero habían venido con tanta prisa, dijeron al oír el grito del pastor: «Otra vez querrá chasquearnos, mas no lo conseguirá,   —22→   porque no iremos». Y efectivamente no fueron. Pero esta vez el lobo había venido de verdad, y el pastorcillo vio, sin poder evitarlo, cómo el lobo caía sobre el rebaño, y se llevaba entre los dientes a la oveja más tierna y más querida...

El pastorcillo, arrepentido, no volvió jamás a decir ninguna mentira, porque vio las fatales consecuencias que la mentira trae consigo.

No olvidéis esta historia, pequeños.

Huyamos de la mentira, y amemos la verdad y la lealtad.


Cuestionario

-¿Cómo gritaba el pastor? -¿Quiénes fueron en su auxilio? -¿Qué vieron los campesinos al llegar? -¿Y qué hicieron éstos la segunda vez que el pastorcillo volvió a pedir socorro?






ArribaAbajo- 14 -

El álbum


-Abuelita -dicen en coro los tres nietecitos- enséñanos el álbum de los retratos.

-Sí -responde al instante la abuelita-; os habéis portado bien, y, por tanto, merecéis que os dé gusto.

Y dicho esto, saca del ropero el gran álbum azul y dorado.

-Sentaos junto a mí -dice a los niños.

Y comienza a hojear el álbum.

-Ved -dice Clarita- éste es papá grande, con su bastón...

  —23→  

-Aquí está la abuelita -dice Luisillo- con sus anteojos y su tabaquera.

-Miren a mamá -grita con entusiasmo Lolita-; tiene su abanico en la mano y sonríe.

-Miren a papá vestido de cazador.

-¿Conocen a este caballero? -pregunta la abuelita.

-Es tío Leopoldo -gritan en coro los niños solamente que ahora está más delgado.

-Y esta señora, ¿quién será?

-Es mi madrina -dice Clarita con orgullo mirando aquella señora que tiene una rosa en la mano.

-¡Un soldado! -grita Luisillo al volver la página: -¿quién es, abuelita?

-Es un general, amigo de vuestro padre. No lo conocéis porque hace mucho tiempo que vive en el extranjero.

-¿Y este señor gordo, tan simpático, que sonríe con tanta bondad y que tiene un libro en la mano? -¡Ah! Este señor es don Pedro López, un hombre muy rico y muy bueno, que quería mucho a los niños. Ya murió, hijos míos, ya murió.

-¿Ya murió? -dicen los pequeños en tono triste-: ¡pobrecito!

El álbum es muy grueso, y los personajes desfilan por él en actitudes diversas. Los niños no se cansan de volver las páginas y de observar con detenimiento.

De pronto, al dar vuelta a una hoja, aparece un muchacho como de quince años, con el sombrero un poco ladeado y la mirada muy penetrante.

-¿Quién es? -preguntan los tres niños ansiosamente.

  —24→  

A la abuelita se le ensombrece el rostro, y volviendo rápidamente la hoja, responde con una voz muy temblorosa:

-No lo conozco.

¡Ah!, queridos niños. La abuelita sí lo conoce; pero no ha querido nombrarlo: es su hijo, es Alfredo, un mal muchacho, un pícaro que estuvo a punto de matar a disgustos a su pobre madre...

Sed vosotros buenos hijos, para que vuestros padres no se avergüencen de conoceros.


Cuestionario

-¿Os gusta hojear un álbum? -¿Os habéis retratado? -¿Qué personajes desfilaron por el álbum de la abuelita? La madrina de Clara, ¿qué tenía en la mano? -¿Con qué traje estaba retratado el abuelo de los niños? -¿Cómo se llamaba ese señor que había muerto?






ArribaAbajo- 15 -

La garza y la culebra


[La garza y la culebra]

Una garza vieja que andaba de paseo con sus chicuelos, encontró una culebrita que venía en dirección hacia ella, y le dijo:

-Criatura vil, vete de aquí: ¿cómo se atreve a venir a asustar a mis chicuelos un animal sin patas, que tiene que arrastrarse por el suelo? No te despedazo, porque no eres digna de que mi agudo y elegante pico toque tu piel babosa.

La culebrilla enroscó la cola, y alzando la cabeza de la arena caliente en que estaba acostada, respondió a la garza

-Bueno señora, le deseo toda clase de felicidades; nadie la ha llamado por aquí... Váyase a cuidar   —25→   sus polluelos, que están muy debiluchos, y usted misma tome precauciones para no caer, porque con esos zancos puede usted ir al suelo... A las criaturas que caminamos por abajo, no nos hacen daño las caídas.

Al siguiente día Volvieron a encontrarse la garza y la culebra. Pero ¡qué cambio tan notable en tan corto tiempo! La pobre garza saltaba con gran dificultad, pues tenía una pata hecha pedazos, mientras que la culebrilla se deslizaba ligeramente por entre la hierba.

-¿Ya lo ve usted, señora vanidosa y despreciativa? -dijo la culebrilla a la garza-. Ahí está usted coja y hecha una compasión, con la pata mal trecha, partida en tres... ¿Qué cosa le ha sucedido, señora mía?...

-Un muchacho malvado, que me ha tirado una horrible pedrada...

-Y bien -dijo la culebrita- esa misma pedrada pasó silbando sobre mi cuerpo y nada me hizo. Ya se ve, como yo estaba muy bajito, casi pegada al suelo... ¿Se convence usted, señora parlanchina, de que no hay que envanecerse por nada? Dura lección le ha dado la suerte; pero espero que no la olvidará usted, y que otra vez que se encuentre con un animalillo insignificante como yo, sabrá tratarlo con miramiento y consideración, sin volver a burlarse de él.

Las palabras de la culebrilla encierran una profunda verdad. No hay que despreciar a los humildes.


Cuestionario

-¿Qué dijo la garza a la culebrilla? -¿Qué respondió ésta a la garza? -¿Qué pasó poco después? -¿Volvieron a encontrarse la garza y la culebra? -¿Qué fue lo que dijeron las dos entonces?





  —26→  

ArribaAbajo- 16 -

Cumple con tu deber


Un muchacho iba un día por el campo llevando en la mano un paquete. Tenía que andar cinco millas, y el sol estaba alto y ardoroso. Fatigaba el calor, y ya el niño comenzaba a sentirse cansado. Oía cantar las aves en los árboles y veía pasar las mariposas revolando alegremente. Todo le tentaba a detenerse en el camino. A pesar de ello, iba andando muy deprisa convencido de que cuanto más presto caminara, tanto más temprano llegaría a su destino.

De pronto oyó el ruido de un carro que venía detrás de él. Pocos instantes después, el hombre que guiaba el carro se detuvo, preguntando al niño hacia dónde iba.

-Voy al pueblo, señor -dijo el muchacho.

-Pues bien -respondió el carrero- yo voy a llevarte conmigo; trepa inmediatamente al carro.

El chiquillo se alegró muchísimo, y a poco andar, el hombre, que era un excelente labrador, comenzó a conversar con el muchacho.

-¿Sabes -le dijo- por qué te ofrecí llevarte en mi carro?

-No, señor -respondió el niño.

-Pues bien, hijo mío, te vi venir andando deprisa para cumplir con tu deber, y por eso te di asiento. Pero si te hubiese visto con ese paquete en la mano distraído o jugando, de seguro que no te hubiera invitado a venir conmigo. Me da mucho gusto ayudar a todos los que veo cumplir fielmente con sus obligaciones.

  —27→  

Pensad en lo que dijo el labrador. En dondequiera que os encontréis, y sea la que fuere vuestra ocupación, guardaos bien de desatender el trabajo que habéis emprendido.

Cuando os entren deseos de abandonarlo, tened presente el antiguo refrán, que dice: «El que persevera, logra».

Si trabajáis de buena voluntad, recibiréis mayor provecho y ganaréis la favorable opinión de los demás.


Cuestionario

-¿Cuántas millas tenía que andar el niño? -¿Qué llevaba en la mano? -¿No se detuvo el muchacho en el camino? -¿Qué dijo al niño el carrero que encontró? -¿Subió el chiquillo al carro? -¿Cómo dice el antiguo refrán?






ArribaAbajo- 17 -

La vaca




   Tengo una vaca buena,
pintada de rojo y blanco,
vaca que vale un tesoro
por lo noble y por lo manso.

    Me da en su sabrosa leche  5
alimento puro y sano,
que con manzanas maduras,
forma un manjar delicado.

    Me da regocijo verla,
cuando pace por los prados,  10
bañada en luz, recibiendo
caricias del viento vago;
—28→

   cuando sosegada bebe
en un arroyuelo claro
y come en su margen flores  15
y se mira en sus remansos.

    ¡Vaca, generosa vaca!
Ven, ya es hora de descanso.
Ven, que vales un tesoro
por lo noble y por lo manso.  20




ArribaAbajo- 18 -

La chiquilla habladora


Julia es una parlanchina. Durante la clase, en vez de escuchar las lecciones de su maestra y de mirar lo que ella escribe en el pizarrón, Julia se ocupa en cuchichear con sus compañeras.

Ayer estuvo peor que otras veces, pues no cesó de hablar ni un solo momento.

Pero cuando más entretenida estaba en sus pláticas, la maestra le habló de pronto, y sostuvo con ella esta conversación.

-Julia, ¿cuántos oídos tienes?

-Dos, señorita.

-¿Y cuántos ojos?

-Dos.

-¿Y cuántas lenguas?

-Una solamente.

-¿Por qué no tienes más que una lengua, siendo así que tienes dos oídos y dos ojos?

-No lo sé, no lo comprendo, señorita.

  —29→  

-Piensa, reflexiona... ¿Para qué sirven los ojos?

-Sirven para ver.

-¿Y los oídos?

-Para oír, señorita.

-¿Y la lengua?

-Para hablar.

-Pues bien, si tienes dos ojos y dos oídos por una sola lengua, significa que es necesario hacer uso dos veces más de los ojos para ver, y dos veces más de los oídos para oír, que de la lengua para hablar. ¿Comprendes? Hay que oír más, hay que ver más y hay que hablar menos. Espero que habrás entendido la lección.

Julia bajó la cabeza, roja de vergüenza, porque comprendió que hacía más uso de la lengua que de los oídos y de los ojos.

Si la lengua se gastara de hablar, a Julia; no le habría quedado ya sino un pedacillo... La niña hizo esta reflexión, y después de bajar la cabeza, juró corregirse de aquel grave mal, cosa que logró muy pronto.

Moderad vuestra lengua y aprended a callar.


Cuestionario

-¿Cuántos ojos tenemos? -¿Y cuántos oídos? -¿Y cuántas lenguas? -¿Qué significa que solamente una lengua tengamos? -¿Debemos moderar nuestra lengua? -¿Julia se corrigió de su charlatanería? -¿Le dio la maestra una buena lección?





  —30→  

ArribaAbajo- 19 -

El emperador y la camisa



- I -

El emperador de Rusia se sintió una vez muy enfermo.

-Daré la mitad de mi reino a quien me cure dijo.

Los sabios se reunieron para examinar al emperador y observaron su enfermedad.

Esta no era una enfermedad común y corriente. No había dolores en ninguna parte del cuerpo, pero el emperador estaba abrumado por una tristeza invencible, y se llamaba el más desgraciado de los hombres.

Un nuevo médico, que había venido de un país muy lejano, indicó este remedio:

-Que se busque en el campo a un hombre feliz y que se traiga al emperador la camisa de ese hombre. Tan pronto como el emperador se la ponga, quedará curado.




- II -

El emperador quiso seguir al pie de la letra aquel consejo; sus enviados recorrieron toda la Rusia (y hay que tener en cuenta que la Rusia es el país más grande del mundo), pero no encontraron por ninguna parte un hombre feliz.

El uno era rico, pero estaba enfermo; el otro guardaba buena salud, pero estaba pobre; el de más allá, sano y rico, se quejaba de su esposa: el otro, sano y rico y con una mujer muy buena, tenía un   —31→   hijo que le amargaba la vida. Todos deseaban algo que les hacía falta para ser dichosos.

Por fin, una tarde, pasando los enviados del emperador por delante de una humilde choza, oyeron estas palabras:

-Nada me falta; mi mujer es un ángel, mis hijos son la alegría de mi casa; he trabajado bien, he comido bien, he dormido bien: ¡soy dichoso!

-He aquí a nuestro hombre, exclamaron los enviados.

Y acercándose a él, le dijeron:

-Dadnos vuestra camisa, y pedid por ella cuanto queráis.

Pero el hombre respondió sencillamente:

-No llevo camisa.

Este hombre dichoso, el único que había en todo el imperio, era tan pobre, que no tenía camisa.

Esto significa que no es a veces el dinero el que da la felicidad. Nunca seáis ambiciosos.






ArribaAbajo- 20 -

Estudio


¿Cuántas clases de alumbrado existen?

¿Cuál es el mejor alumbrado?

Una vela ¿alumbra tanto como una lámpara?

¿Sabéis cuáles son los animales domésticos? Citad algunos de esos animales.

¿De qué se hacen las llaves de las puertas?

¿Quién las hace?

  —32→  

¿Quién hace las mesas y las sillas?

Los escritores ¿qué hacen?

Decid cuál es la flor más modesta.

¿Hay violetas durante el invierno?

¿Qué flor preferís?

¿Dónde viven las abejas?

Cuando llega el invierno, ¿qué hacen las golondrinas?




ArribaAbajo- 21 -

La oración del niño




    Dios, haz de mi vida
luz brillante y leve,
que a todos alumbre
y a ninguno queme.

   Dios, haz de mi vida  5
flor grata a las gentes,
y que de mi casa
perfume el ambiente.

    Dios, haz de mi vida
cantarcillo alegre  10
que al enfermo anime
y al triste consuele.

    Dios, haz de mi vida
cuerpo que sustente
al niño sin padres  15
y al anciano débil.



Bethan Edwards.



  —33→  

ArribaAbajo- 22 -

El tulipán


Edmundo tenía en su ventana una maceta, y en esta maceta había sembrado una cebolla de tulipán. Todas las mañanas se acercaba al tiesto para ver si la planta había ya asomado a flor de tierra; pero con gran tristeza veía que la planta no asomaba.

Un día se incomodó.

Arrancó la cebolla, la tiró al suelo, y a puntapiés la echó rodando a la calle.

Pasaba en aquel momento un chiquillo que se llamaba Paco. Vio la cebolla rodar por el suelo y esperó a que Edmundo se metiera de la ventana. Cuando éste ya no estaba en ella, Paco recogió la cebolla, se la llevó a su casa (que estaba enfrente de la de Edmundo), buscó una maceta de tamaño regular, la arregló muy bien con tierra de hoja, sembró en ella la cebolla maltratada, y colocó la maceta en el balcón.

Diariamente, con un empeño muy cariñoso, Paco regaba el tiesto.

Una mañana, el niño dio un grito de alegría: en la maceta aparecían las puntas de dos pequeñas hojillas...

Era la cebolla, que comenzaba a nacer.

Pasados unos días, aquellas hojas habían crecido ya, otras salían de la tierra con mucha fuerza.

Y al cabo de otros días más, de entre las hojas verdes se alzó un botón, que fue creciendo lentamente.

Paco, encantado, no dejaba de regar y cuidar su maceta y su planta.

Y al fin, en un hermoso día de sol, el capullo abandonó su escondite, se irguió sobre el tallo y se convirtió   —34→   en una ancha flor que tenía el color de la púrpura.

Y Edmundo, desde su ventana, contempló con envidia la hermosa flor que parecía burlarse de él y decirle:

-Otra vez, ten paciencia. Se necesita tiempo para que la flor brillante brote de su humilde raíz.

La paciencia y la constancia son dos bellas cualidades que, pueden proporcionarnos muchas dichas.


Cuestionario

-¿Qué hizo Edmundo con la cebolla? -¿Por qué se desesperó el niño? -¿Quién pasaba por la calle cuando Edmundo tiró la cebolla? -¿Qué hizo Paco? -¿Cómo se llamaba la flor que nació en la maceta? -¿Desde dónde vio esa flor Edmundo? -¿Qué parecía decir la flor al niño impaciente? -¿Cómo debemos ser?






ArribaAbajo- 23 -

La niña y el rosal


(Versos para recitar)





LA NIÑA

Buenos días rosal,
y respóndeme formal:
para ser yo tan hermosa
como la encendida rosa,
¿qué he de hacer?  5


EL ROSAL

Para que llegues a ser
tan bella, niña querida,
como una rosa encendida,
sólo una cosa has de hacer
crecer, crecer, crecer.  10



Mary Mapes Dodge.



  —35→  

ArribaAbajo - 24 -

Mi encina


Mi encina está hoy bellísima. Amaneció vestida de amarillo.

Sus hojas han tomado el color del oro.

Y el viento viene después para llevárselas. ¿Adónde irán las doradas hojas? Algunas caen al jardín, sobre la hierba.

Son como mantas amarillas que la buena encina echa sobre las flores, porque éstas tiemblan de frío. Es porque la estación del otoño llega.

Violetas queridas, abrigaos bien bajo esa manta. ¡Adiós, hojillas, adiós!

Y tú, buena encina, que por abrigar a las flores te vas quedando sin hojas, ¿qué vas a hacer después con tu tronco desnudo y con tus ramas secas?

La encina calla, y nada me responde.

Pero un pajarillo que en su rama se posa, me dice así:

-La encina es buena, la encina es como una madre que se desabriga para arropar a sus hijos... No te aflijas por ella; sufre con el viento, pero su dolor es placer, porque hace un servicio a las flores y a las hierbecillas que están abajo.

Al oír esto, la encina se me figura más hermosa y más grande.

Y una fuerte racha del viento que pasa, le arranca sus últimas hojas...

Ahora parece levantar sus brazos hacia el cielo; y en esa postura quedará hasta que llegue la primavera   —36→   y la vista nuevamente de hojas color de esmeralda.

Reza, encina, reza; levanta los brazos y pide que pronto vuelva la bella estación.

Aprended de la encina su hermosa caridad, y dad ropa a los pobres para que se abriguen al llegar el invierno.


Cuestionario

-¿Por qué soltaba la encina sus hojas? -¿Qué dijo el pajarillo que estaba posado sobre el tronco de este árbol? -¿A quién se parece la encina? -Una madre ¿es capaz de quitarse el abrigo para arropar a sus hijos? -¿Qué debemos dar a los pobres cuando se acerque el invierno?






ArribaAbajo- 25 -

Adivinanza


Yo bajo de las nubes.

Lavo los árboles y los campos.

Doy de beber a las flores.

Hago correr a los niños y a las personas grandes.

Alegro a las ranas.

Produzco ruido en los paraguas.

Aumento el cantar de los arroyos.

Dejo gotas en los vidrios de las ventanas.

Pongo perlas brillantes en las flores.

¿Quién soy?



  —37→  

ArribaAbajo- 26 -

La liebre y la tortuga


[La liebre y la tortuga]

La liebre es un animal muy ligero.

Puede correr casi tan aprisa como el viento. La tortuga camina muy despacio.

-¡Qué torpe eres! -dijo la liebre a la tortuga-; ¿por qué no corres como yo?

-Probemos -dijo la tortuga- y veremos quién llega más pronto al nogal.

La liebre miró con desdén a la tortuga y dijo: -Vete andando, tortuguita: yo dormiré un buen rato y aun así, llegaré antes que tú al nogal.

Y se acostó a dormir.

La tortuga, arrastrándose sin parar, llegó al árbol.

Y cuando la liebre despertó, corrió ligera hacia el nogal, pero ya estaba allí la tortuga.

Torpe y pesada, ganó la apuesta por constante.

Con la constancia venceremos los trabajos más difíciles. Aprended a ser constantes.


Cuestionario

-¿Quién ganó la apuesta? -¿Qué hizo la tortuga mientras la liebre dormía? -¿Qué hizo la liebre mientras la tortuga caminaba hacia el nogal? -¿Qué cosa debemos aprender?





  —38→  

ArribaAbajo - 27 -

La fuente mansa


(Versos para recitar de memoria)



   Mira esa fuente plácida, Florencio,
que fluye sin rumor, y baña el prado.
Con su ejemplo, enseñado,
haz al prójimo bien, y hazlo en silencio.


Explicación

La fuente sin ruido, esto es, sin ostentación, sin vanidad, hace al prado el beneficio de regarlo con sus aguas. Y el autor de estos versos quiere decir con ellos que hagamos lo que hace la fuente: dar limosnas y hacer beneficios sin referir a nadie esas buenas acciones, sin ostentación, con gran humildad y en silencio. Tan sólo de este modo no pierden su mérito las bellas acciones.






ArribaAbajo- 28 -

La camelia y la violeta


Las mariposas celebran hoy un baile. Todas han venido a la fiesta. Los músicos preparan sus instrumentos en la copa de un hermoso tilo: son ruiseñores, cardenales, mirlos, gorriones.

Al frente se extiende un hermoso jardín sembrado de camelias y violetas, sobre las cuales están posadas las mariposas.

¡Mirad qué hermoso es todo esto!

Los colores vivos de las flores y los tintes bellos de las mariposas se mezclan en confusión lindísima.

Al fin comienza el baile.

Las mariposas blancas bailan con las azules, las amarillas con las verdes, las negras con las rojas.

  —39→  

Aquello parece un carnaval.

Terminada la pieza, todas las mariposas vuelven hacia las flores para tomar descanso.

Una mariposa azul, acomodándose sobre una camelia, dice a la vanidosa flor:

-¡Qué contenta estoy aquí contigo!... Sobre tu tallo tan alto, puedo ver con desdén a todas las florecillas que están junto a la tierra.

-Tienes razón -responde la camelia orgullosa-. Mira esa violetilla insignificante que casi se pierde bajo las hojas.

-¡No vale nada! -dice la mariposa desdeñosamente.

De pronto, un fuerte viento sopla: las nubes se extienden por el cielo, y la lluvia comienza a caer a torrentes.

La fiesta queda suspendida, y las mariposas huyen.

El huracán ruge como león desatado; jardines y valles se envuelven entre los velos de la lluvia, y al llegar la noche todo queda escondido en la sombra. El misterio lo envuelve todo.

A la mañana siguiente, la mariposa viene a buscar a la camelia; pero con triste asombro la encuentra caída en el suelo, bien muerta el huracán ha matado a la vanidosa.

Al estar contemplándola, oye una dulce voz que le dice:

-¡Pobre camelia! Desde aquí la estoy acompañando...

  —40→  

Es la violeta humilde, a quien su modestia ha librado de morir, porque, oculta bajo las hojas, ha resistido la tormenta.

Es la violeta buena, modesta y piadosa, que, sin odios ni orgullos, sólo abre la boca para decir amables palabras.

Seamos modestos, para que podamos salvarnos de los peligros.


Cuestionario

¿Qué fiesta daban las mariposas? -¿Qué flor representa en este cuento la modestia? -¿Y cuál representa el orgullo? -¿Qué castigo recibió la camelia? -¿Debido a qué pudo la violeta escapar del peligro de la muerte? -¿Cómo debemos ser?






ArribaAbajo- 29 -

Gravemente enfermo


Os voy a contar una historia ocurrida a un chiquillo, al cual sólo denominaré con el nombre de X..., pues no quiero que os riáis de ese niño, y como la historia es tan risible... Escuchad: La madre de X... diariamente se acercaba a la cama de su hijo para despertarlo, con objeto de que pudiese estar listo a tiempo para asistir a la escuela; pero el niño siempre encontraba un pretexto para no salir del lecho. Un día tenía un cólico muy fuerte; otro, le dolía horriblemente la cabeza; otro, sentía palpitaciones de corazón...

Pero la madre de X... advirtió al fin que el mal único de que padecía su hijo, era el de la pereza.

Y al contar el caso a uno de sus parientes, que Viera doctor, éste le dijo:

-Tranquilízate, que yo voy a curar a ese niño.

  —41→  

El doctor vino, pues, a ver al enfermo; lo examinó detenidamente; le hizo enseñar la lengua, y, después de un minucioso reconocimiento, declaró que el niño tenía una intensa fiebre.

-Para curar el mal -dijo- es preciso darle una purga de aceite; unas cucharadas que, aunque saben muy amargo, son indispensables; unas píldoras de acíbar (también muy amargas), y, sobre todo, hay que ponerlo a una dieta rigurosísima por espacio de tres días: solamente leche y pan.

El régimen se llevó al pie de la letra.

Cada vez que el niño X... decía: «Quiero un dulce», su mamá respondía precipitadamente: «¡Imposible! ¡Estás enfermo! ¡El médico lo ha prohibido!».

Al tercer día de dieta hubo una gran fiesta en la casa, y una espléndida comida se sirvió a los amigos. El niño X... sólo tuvo permiso para rondar alrededor de la mesa; y cada vez que pedía algo, se le respondía: «No puedes tomarlo: estás enfermo».

Concluido el espléndido banquete, el niño no pudo más, llevó a su mamá a la recámara, confesó su fala, pidió el perdón de ella, y rogó que siquiera unos caramelos le fuese permitido probar.

La madre, al ver ese arrepentimiento, lo perdonó al instante, y llevándolo a la mesa, mandó que se le sirviera una buena ración de frutas y postres.

Y X..., alegre y sonriente, juró para sí, mientras saboreaba tan suculentos manjares, que no volvería   —42→   a dar cabida a la pereza, pues caro le había costado amadrigarla.

Tened presente esta historia, y procurad amar el trabajo.


Cuestionario

¿Qué cosa es dieta? -¿Por qué el médico puso a dieta al niño X...? -¿Qué medicinas le dieron? -¿Recibió el perezoso un buen castigo?






ArribaAbajo- 30 -

Dinero


Fabulilla




Gastó su hacienda un rico
    en dar limosna,
y Dios, en recompensa,
    le dio la gloria.

    Con el dinero,  5
de este modo se puede
    ganar el cielo.



  —43→  

ArribaAbajo- 31 -

Patitas blancas


- I -


-Hija mía -dijo la oveja madre a su pequeña voy a salir, no me tardo; pero mientras estoy fuera de casa, ten cuidado de no abrir la puerta, sino a los amigos. Recuerda que el lobo cruel ronda por los contornos; pudiera venir... cuídate mucho. Ya sabes que la palabra convenida para abrir a los conocidos es ésta: «Miel de obispo». Cada vez que toquen a la puerta, pregunta quién es, y si no responden «Miel de obispo», no abras.

-Está bien, mamá, dijo la ovejita obediente. Y la madre salió, cerrando con llave la puerta.




- II -

El lobo malo y cruel, que espiaba desde la esquina, tan pronto como la oveja madre se alejó, vino corriendo hacia la casa.

-Tan, tan, tan...

Sus patas habían dado esos golpes sobre la puerta, y la ovejilla prudente preguntó desde adentro.

-¿Quién es?

El lobo, endulzando la voz, dijo con acento suave:

-«Miel de obispo».

Pero la ovejilla, que, como ya se dijo antes, era muy prudente, le respondió:

-Mete por el portillo una de tus patitas, y si son blancas, como las de las ovejas nuestras hermanas, te abriré.

  —44→  

El lobo, que ya se relamía los labios pensando en lo sabroso que estaría la carne de la oveja, respondió muy corrido:

-¡Patitas blancas!... Las mías son amarillas... Adiós.




- III -

La oveja, al oír aquello, se persignó con espanto, viendo el peligro que había corrido.

Y cuando su madre volvió y supo el suceso, abrazó a la ovejilla y le dijo:

-La prudencia es una de las más hermosas cualidades; consérvala siempre, hija mía, pues ya ves el inmenso servicio que hoy te ha prestado. A ella debes la vida.

Sed prudentes

y obedientes.




Cuestionario

-¿Cuáles eran las palabras convenidas para abrir a los amigos? -¿Qué dijo la ovejilla al lobo? -Y éste, ¿qué le respondió? -¿De qué color eran las patas del lobo? -¿De qué color las tienen las ovejas? -¿Qué dijo la madre a su hija al saber el terrible suceso?







IndiceSiguiente