Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Sé hospitalario

Comedia en un acto y en verso

Francisco Pi y Arsuaga



Portada



  —2→  
PERSONAJES
 

 
TEODORO    (catorce años), hermano de.
JAIME   (quince años).
RUPERTA   (cincuenta años), antigua criada de los padres de Teodoro y Jaime.
DON LUIS   (sesenta años), tío de Teodoro y Jaime.


 

Época actual

 



  —3→  

ArribaActo único

 

Decoración: Sala pobremente amueblada. Un balcón o ventana. Una chimenea. Puertas laterales y al foro.

 

Escena I

 

TEODORO y JAIME.

 
TEODORO
Habernos quedado solos
en el mundo es cosa triste.
JAIME
No es posible hallar consuelo.
TEODORO
La desgracia nos persigue.
JAIME
¿Dónde hallaremos, Teodoro, 5
dónde encontraremos, dime,
otros padres, otros maestros
que nuestras penas mitiguen,
que nuestros pechos alienten,
que, cual perdidos, miren 10
al porvenir inseguro
que nuestro espíritu aflige,
y, cual ellos, el timón
de nuestra existencia guíen?
TEODORO
¡Oh! ¡Qué pérdida tan grande! 15
Yo catorce años, tú quince,
¡y ya solos para siempre!...
JAIME
Meditarlo al alma aflige.
Sin parientes, sin amigos,
sin alguien que a algo encamine 20
de provecho nuestra vida.
  —4→  
TEODORO
Jaime, somos infelices.
Nuestros padres han dejado
muy poca cosa al morirse.
JAIME
Cuatro muebles en mal uso. 25
TEODORO
Cuatro muebles inservibles.
JAIME
En efectivo, ni un cuarto.
¿Qué haremos?
TEODORO
¿Qué haremos, dices?
Pues buscar pronto un oficio,
si es que no quieres morirte 30
de hambre. Buscar cualquier cosa
y pronto, antes de que expire
ese plazo que el casero
nos ha dado, pues exige
que a mediados de este mes 35
dejemos la casa libre.
JAIME
Nos regala quince días,
TEODORO
Sí, nuestro padre, hombre firme
en cumplir su obligación,
pagó el mes último.
JAIME
Dique
40
no halla mi pena.
TEODORO
Como era
empleado de los que viven
por necesidad al día,
de esos que un sueldo perciben
escaso a esas atenciones 45
precisas e ineludibles
que para eterno tormento
pesan sobre quien existe,
no pudo el pobre ahorrar nada.
JAIME
Así, en miseria terrible 50
nos ha dejado sumidos.
TEODORO
Tal miseria se concibe.
Quería darnos carrera.
Aún mis oídos perciben
las palabras de sus sueños. 55
Decía: «Dejad que porfíe
en la manía que tengo.
Hijos míos, siempre quise
—5→
dejar vuestro porvenir
asegurado. Felices 60
seréis si seguís los dos
la carrera que os indique.
Es muy duro ser empleado.
No queráis a mí seguirme.
No quise abogado ser, 65
y al cabo del tiempo vime
necesitado a acogerme
a este título amovible
que tan poco me produce,
que de tan poco me sirve.» 70
Y su empeño no cumplió.
JAIME
Yo ya bachiller me hice.
TEODORO
Yo aún el título no tengo,
ni he de poder conseguirle
aunque con ardor me afane 75
y por serlo me fatigue.
JAIME
Su manía nos perdió.
TEODORO
Calla.
JAIME
No es que lo critique;
pero di, ¿no hubiera sido
más útil y menos triste 80
que nos hubiera enseñado
un oficio?
TEODORO
Se concibe,
y es disculpable su afán.
JAIME
Jamás lo contrario dije.
TEODORO
Ya sé. Un oficio es tan bueno, 85
tan honrado y tanto sirve
cual literaria carrera.
Fuerza es que el mundo precise
de actividades distintas,
y pues si todos dirigen 90
a unas mismas su afición,
es desusado y punible
que a las demás se abandone,
siendo todas atendibles,
siendo todas necesarias. 95
JAIME
Tienes razón.
TEODORO
Imposible
—6→
me parece que haya quien
deje la tierra en que vive
y que siempre cultivó,
y que en carreras confíe, 100
cuando es la tierra la madre
que en querer más se desvive.
Si yo fuera campesino,
la desgracia que hoy me aflige
no me ahogara, pues la tierra 105
sería pródiga en servirme.
JAIME
Si encontrásemos al tío
que marchó a lejanos países
y de que hablaba papá...
TEODORO
De seguro ya no existe, 110
pues hace ya mucho tiempo
que nada desde allá escribe.
Aún no le hemos conocido.
JAIME
Ha debido de morirse.
TEODORO
Hablemos ya de otra cosa. 115
¿Y Ruperta?
JAIME
Cuando vine
esta mañana expliquela
el caso, y que se anticipe
a buscar cuanto antes casa
la aconsejé.
TEODORO
¿Ella qué dice?
120
JAIME
¿Qué ha de decir? Que nos quiere
con el alma: que es horrible
para ella el abandonarnos;
que su edad ya no resiste
estos embates, y que 125
a do vayamos, nos sigue,
pues no quiere de nosotros
hasta morir despedirse.
TEODORO
Nos sirvió toda la vida;
fue tu nodriza.
JAIME
Describe
130
la pobre cuál nos meció
cuando éramos chiquitines.
Es buena.
TEODORO
Sirviente leal,
  —7→  
JAIME
Sí. Ni siquiera permite,
ni jamás ha permitido, 135
tomar un cuarto.
TEODORO
Es sublime
su abnegación.
JAIME
Una madre
fue con nosotros.
TEODORO
Terrible
es que así la abandonemos.
JAIME
Pero es forzoso, aunque aflige. 140


Escena II

 

Dichos y RUPERTA.

 
RUPERTA

 (Mirándolos.) 

¡Ah! ¿Por qué os encuentro así,
tan tristes y preocupados?
No estéis tan desesperados.
JAIME
¿Y cómo no estarlo, di?
Mas cede ya a la razón: 145
aunque triste y doloroso,
que nos dejes es forzoso.
Aplaca ya esa pasión
que así a nosotros te liga.
Nuestra suerte es harto fiera; 150
no quieras de esa manera
que la desgracia te siga.
Busca tú vida mejor
de la que aquí gozarás.
Tú todavía no estás 155
acostumbrada al dolor.
RUPERTA
De mi existencia en los días.
que ya terminarse siento,
para mi desgracia, cuento
más dolores que alegrías. 160
No os aflija mi pesar,
mis dolores no os aflijan,
mientras ellos no os exijan
sus crudezas remediar.
Y ya, a fuerza de sufrir, 165
—8→
he vertido tanto llanto,
que no me espanta el quebranto,
y aún le puedo resistir.
¡Que os abandone! ¡Dios mío!
¡Abandonaros! ¿Por qué? 170
¡Vuestra suerte seguiré!
Acompañaros ansío.
Yo no os puedo abandonar,
porque os he visto nacer,
y todo el ser de mi ser 175
siempre he dedicado a amar
a los niños cuya cuna
mecí en épocas mejores,
a mis únicos amores;
vosotros sois mi fortuna. 180
Con vosotros he vivido,
con vosotros he soñado,
por vosotros he llorado
y por vosotros sonreído.
Vuestro llanto muchas veces 185
turbó mi amoroso afán.
JAIME
Dolor tus palabras dan.
TEODORO
Calla ya, que me enterneces.
RUPERTA
No, no cedo a mi pasión.
Resistiré vuestro encono: 190
pero yo no os abandono
mientras tenga corazón.
JAIME
Bien está. Sigue la suerte
de tus amos infelices;
pero piensa lo que dices, 195
pero lo que haces advierte.
Mil penas y sinsabores
serán nuestros compañeros.
RUPERTA
No me asustan los más fieros
ni más terribles dolores. 200
JAIME
Pues síguenos.
RUPERTA
Sobre todo,
de la desgracia os quejáis,
y es porque no os comparáis.

 (Asomándose a la ventana, y señalando.) 

¡Mirad, niños, de qué modo
—9→
hay quien arrastra la vida! 205
JAIME
¡Un pobre!

 (Con desdén.) 

TEODORO
¡Cuánta tristeza
me da ver tanta pobreza!
Tiene la faz escondida
entre las trémulas manos.
Empolvado está su traje. 210
JAIME

 (Con desdén.) 

Vendrá de hacer algún viaje.
RUPERTA

  (A TEODORO.)  

Di, ¿le llamamos?
TEODORO
Sí.
JAIME
Vamos
son, Teodoro, alardes tales.
Inútil es tu piedad.
¿Qué va a dar tu caridad, 215
si no tienes más que males?
¿Para qué llamarle quieres
si no le has de socorrer?
¿Quieres más cargas contraer?
TEODORO
Muy caritativo no eres. 220
Aún nos queda, por fortuna,
algo que dar a ese pobre.
JAIME
Yo, Teodoro, que me sobre
no tengo renta ninguna.
TEODORO
Jaime, tú no la tendrás; 225
tampoco yo; mas ¿no crees
que allí donde comen tres
pueden comer uno más?
JAIME
No estamos en ocasión
de hacernos los poderosos. 230
RUPERTA
Pero podéis ser virtuosos.
TEODORO
Ruperta tiene razón.
JAIME
Tu obediencia ya reclamo
y tu virtud compadezco.
TEODORO
Pues, Jaime, no te obedezco, 235
y a ese pordiosero llamo.
 

(Vase RUPERTA.)

 

  —10→  

Escena III

JAIME
No he de recibir muy suave
al mísero peregrino.
De seguro su camino
emprende al verme tan grave. 240
Considero tonto y loco
tan humano ser con él,
porque es mucho más cruel
repartir donde hay tan poco.
Cual mi hermano nunca vi 245
muchacho más testarudo.
Ya de su buen juicio dudo;
pero se acercan aquí.

 (Mirando.) 



Escena IV

 

JAIME, TEODORO, DON LUIS (con el traje sumamente destrozado).

 
TEODORO
Pase usted.
DON LUIS

 (A JAIME.) 

Muy buenas tardes,
 

(JAIME no contesta.)

 
TEODORO
Contéstale.
JAIME
¿Yo? No quiero.
250
DON LUIS
Joven, ya te he saludado,
y que contestes deseo.
JAIME
Para tratarme de ,
¿quién ha dado a usted derecho?
TEODORO
Hermano, depón tu orgullo. 255

 (Aparte.) 

JAIME

 (Con acritud.) 

¿Para qué?

 (Aparte a TEODORO.) 

TEODORO

 (Aparte.) 

No seas soberbio.
DON LUIS
A tratarte con confianza
derecho me da el servicio.
Tú podrías ser mi hijo,
y por eso te tuteo. 260
Y has de respetar mis canas
—11→
por eso mismo que alego.
TEODORO
El señor dice muy bien;
es un anciano, y respeto
debe merecerte, Jaime. 265
JAIME
Lo contrario no sostengo;
pero es tonto traerle aquí,
cuando nada darle puedo,
porque no hay nada.
TEODORO
Ya habrá.
Ruperta ahora traerá un leño 270
y encenderemos la lumbre.
Dolor en el alma siento
cuando tiritar de frío
al mísero anciano veo.
JAIME

 (Con gozo.) 

Ni una astilla hay en la casa. 275
TEODORO
Deja, ya la encontraremos.
Nada sirve este cajón;

 (Cogiendo uno que habrá en el suelo.) 

se rompe y tendremos fuego.

 (Lo rompe, echa unos papeles y enciende la chimenea.)  

Acerque usted más su silla.
DON LUIS
Desde aquí bien me caliento. 280

 (Coge un periódico y se pone leer.) 

TEODORO
Ya Ruperta está encargada
de hacer la comida.
JAIME

 (Con alegría.) 

Creo
que no hay nada en la despensa.
y dinero no tenemos.

 (Tocándose los bolsillos.) 

De manera que no sé 285
qué le darás a ese hambriento.
TEODORO
Cuando hay buena voluntad
todo se arregla. Prometo
que no se irá disgustado
de casa este caballero 290
si benévolo contempla
nuestros propósitos buenos.
JAIME
¿Y dónde le harás dormir?
Mi catre es bastante estrecho.
TEODORO
Pues él dormirá en el mío. 295
  —12→  
JAIME
¿Y tú?
TEODORO
Dormiré en el suelo.
DON LUIS
Me admira tanta bondad,
Vuestros favores acepto,
pues no ignoro que algún día
podré otorgaros el premio. 300
JAIME

 (Con ironía.) 

¿Premio quien así demanda
el amparo de este techo?
TEODORO
El premio está en la conciencia.
DON LUIS
Muchacho, eres muy discreto.
JAIME

 (Con ironía.) 

Yo renuncio generoso 305
a tal recompensa.
DON LUIS
Bueno.
Yo recojo tu palabra.
JAIME
Yo gustoso se la entrego.
DON LUIS
El tiempo se encargará
de humillarte, audaz mancebo. 310
TEODORO
Dejen ya tal discusión,
y distraigamos el tiempo,
nuestras penas y alegrías
unos y otros compartiendo.
DON LUIS
Ya conozco vuestra historia, 315
y por eso mismo siento
que crece mi gratitud
hacia vosotros; y puesto
que ya he sabido quién sois,
quién soy yo voy a exponeros: 320
mi historia es vulgar y corta.
Nací en un mezquino pueblo
de la provincia de Cádiz;
crecí, cual todos crecemos,
entre hermosas ilusiones 325
y entre ambiciosos deseos.
Un día, estando en la casa
de mis padres, miré al cielo,
miré al mar, y al contemplarlos
tan temibles y tan bellos, 330
me pareció que gritaban:
el uno, te doy mis vientos;
el otro: te doy mis olas;
y los dos: acepta presto
—13→
nuestros dones; serás rico, 335
serás feliz, serás bueno.
Sin vacilar contesté:
ya vuestros dones acepto.
De mi hermano y de mi padre,
pues mi madre ya había muerto, 340
me despedí, y en un buque
llegué de la Habana al puerto.
Allí en industrias diversas
logré hacer caudal inmenso.
Pero una noche fatal 345
redujo un voraz incendio
a cenizas las viviendas
donde estaba mi comercio.
En aquella misma noche,
de doloroso recuerdo, 350
mientras con furor horrible
mi fortuna estaba ardiendo,
mi pobre padre en Jerez
exhaló el último aliento.
A trabajar a Madrid 355
vino, según supe luego,
mi hermano. Yo allí seguí
la fortuna persiguiendo
largos años, y logré,
después de muchos tormentos, 360
otra vez hacerme rico.
Al contemplarme opulento,
distribuí mis riquezas
en cien fincas, que aún conservo.
Después emprendí este viaje 365
por encontrar el consuelo
de ver a mi pobre hermano;
pero quizás ya haya muerto,
pues por mucho que le busco,
hijos míos, no le encuentro. 370

 (Se lleva el pañuelo a los ojos.)  

TEODORO
¿Y cómo se halla usted así,
teniendo tanto dinero?
DON LUIS
Apenas llegué, un ladrón
se metió entre los viajeros,
—14→
y aprovechando la bulla, 375
no me dejó un solo céntimo.
Ya veis si soy desgraciado.
TEODORO
Y usted, señor, ¿qué es lo que ha hecho?
DON LUIS
Reclamar; pero es en vano.
TEODORO
¿Y qué piensa usted?
DON LUIS
Ya tengo
380
dada orden de que liquiden
cuanto en la Habana poseo
y lo remitan al Banco.
Pero primero que todo
se arregle pasará tiempo. 385
TEODORO
¿Y cuánto puede tardar?
DON LUIS
Dos o tres meses, lo menos.

 (A JAIME.) 

Recompensar los favores
ya ve usted, joven, que puedo.

 (Con aire burlón.) 

JAIME

 (Con incredulidad.) 

Pamplinas a los canarios. 390
¡Se figura que le creo!


Escena V

 

Dichos y RUPERTA.

 
RUPERTA

 (Preparándose a poner la mesa.) 

Pronto estará la comida.

  (A TEODORO.) 

Un chico trajo esta carta.

 (Le da una carta.) 

JAIME

 (Con disgusto.) 

Me voy; tu bondad me harta.
 

(TEODORO abre la carta y queda suspenso leyéndola.)

 
DON LUIS

  (A JAIME.) 

¡Ay, joven! Tu pecho anida 395
poco noble corazón.
Odias la hospitalidad.
No sientes de la bondad
la dulcísima pasión.
Tu instinto en malvado raya 400
al usar tan malas artes;
antes de que te apartes,
—15→
he de ser yo quien se vaya.
Calma tu furor, si puedes.
Yo tu desprecio perdono. 405
Adiós ya; yo os abandono.
TEODORO

 (Entusiasmado y sin hacer caso.) 

Oigan, óiganme ustedes.

TEODORO   (Lee.)  «Me permito, pues, ofrecer a ustedes dos mil quinientas pesetas de mi bolsillo particular, sintiendo en el alma no poder atender con más a su aflictiva situación y premiar de mejor modo la probidad y amor al trabajo de su honrado padre, mi querido subordinado y amigo, don Elías Fernández de Lozo. -El Jefe del Negociado, RAMÓN VILLET.»

DON LUIS

 (Con asombro.) 

¿Elías Fernández Lozo
era vuestro padre?
TEODORO
Sí.
DON LUIS
El hermano que perdí 410
ese mismo es. Alborozo
al veros el pecho mío
experimenta extasiado.

 (Los abraza.) 

Venid. ¡Oh, cuánto he llorado
por él!
TEODORO
¿Sois, pues, nuestro tío?
415
DON LUIS

  (A JAIME.) 

Yo soy, aunque no te cuadre.
JAIME

 (Aparte.) 

¡Por Dios! A creerlo me avengo.
DON LUIS
Aquí en el bolsillo tengo
un retrato de mi madre.

 (Lo saca.) 

Sin duda él otro tendrá, 420
pues la amaba como yo.
TEODORO
Mil veces nos le enseñó.
Mírele usted. Aquí está.

 (Descuelga de la pared un pequeño retrato.) 

JAIME

 (Comparándolos.) 

¡Iguales! Sí. ¡Tío, perdón!

 (Se arrodilla.) 

Comprendo que os he ofendido. 425
DON LUIS

 (Levantándole.) 

Aunque no lo has merecido,
te lo doy de corazón.
Ahora, a arreglar mis asuntos
con serenidad y calma.
  —16→  
RUPERTA
¡Cuánto placer siente el alma! 430
TEODORO
Viviremos todos juntos.
DON LUIS
Dejad dolores prolijos.
JAIME
¡Cuánta dicha, Santo Dios!
DON LUIS
Ya sois muy ricos los dos,
pues desde hoy seréis mis hijos. 435

  (A JAIME.) 

Por ti no hubiera podido
descubrir tal paradero,
pues antes que caballero,
descortés conmigo has sido.
Olvida ese orgullo loco 440
y parte el pan con el pobre,
aun cuando nada te sobre,
aun cuando tengas muy poco.
Ser virtuoso es necesario.
Ten en tu bien esperanza, 445
pues siempre en el mundo alcanza
su premio el hospitalario.


 
 
(Telón.)
 
 




Indice