Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

291

Wilma Newberry, The Pirandellian Mode in Spanish Literature, Albany, State University of New York Press, 1973, págs. 145-150; y Charles H. Leighton, «Alejandro Casona’s Pirandellism», Symposium, XVII, 3 (otoño 1963), págs. 202-214.

 

292

Véase las palabras de Casona citadas en J. Rodríguez Richart, óp. cit., pág. 149.

 

293

Bien ha dicho Rodríguez Richart que se trata de una comedia extraña, distinta a las demás de Casona ya que es «la historia de una verdad que destruye y no, como otras veces en su obra dramática, la biografía de una ilusión que salva» (óp. cit., pág. 147).

 

294

Phyllis Zatlin Boring, «Alejandro Casona and Nikolai Evreinov», Modern Drama, XXII, 1 (1979), pág. 80.

 

295

Véase Federico Carlos Sainz de Robles, «Prólogo», O. C., I, óp. cit., pág. XL; y Joaquín de Entrambasaguas, art. cit., pág. 35.

 

296

Juan Rodríguez-Castellano, «Doctrinas pedagógicas de Alejandro Casona», Hispania, XLIII, 1 (1960), págs. 25-29.

 

297

Ibíd., pág. 26.

 

298

Charles H. Leighton, «Alejandro Casona and Suicide», Hispania, LV, 3 (1972), págs. 436-445. Según Leighton, sólo dos personajes de Prohibido suicidarse en primavera presentan motivaciones válidas para el suicidio de acuerdo con los resultados de las investigaciones de Menninger, quien ha estudiado los suicidas y los presuntos suicidas: el Padre de la otra Alicia, quien se siente culpable por haber hecho morir a su hija, una paralítica que él asistía con abnegación, al creer con certeza, pero erróneamente, que él mismo iba a morir y no poder asistirla más, y Juan, el hermano de Fernando, el rival que siempre le quitó todos los amores. Juan quizá pudiera matarse para hacer que su hermano se sintiera culpable por el suicidio. Según Leighton la pedagogía del doctor Roda apoya una autoterapéutica cuyo resultado es la catarsis u otros métodos que se emplean en la psicoterapéutica moderna. Véase Karl Menninger, The Human Mind, New York, 1947. Es importante notar que en el mundo poético de La dama del alba la muerte de Angélica es un deber con el que ella tiene que cumplir para que los demás vivan felices. La muerte de Uriel de La casa de los siete balcones no es un suicidio. Es simplemente que su hora ha llegado, como ha llegado también la de Angélica.

 

299

Juan Rodríguez-Castellano, «Doctrinas pedagógicas de Alejandro Casona», pág. 26.

 

300

Díez Taboada, Juan María, pág. 73. A pesar de los presuntos suicidas salvados, Casona pone en boca de Chole, de Prohibido suicidarse en primavera, un aviso serio sobre los peligros de una institución donde «coquetean con la muerte, burlándola ingeniosamente» (O. C., I, pág. 519). Para Chole, quien ha llegado al Hogar por pura casualidad y no había pensado antes en el suicidio, la muerte se presenta demasiado «hermosa», demasiado «fácil». Le advierte al doctor que su terapéutica es un «juego peligroso» y le insta a que cierre la casa y emplee su talento «donde los hombres viven y trabajan» (O. C., I, pág. 520).

Del mismo modo, Isabel, de Los árboles mueren de pie, acaba desilusionándose con los métodos de la institución dirigida por Mauricio cuando ella tiene que abandonar, al final de la comedia, la casa de la Abuela y el papel de esposa del nieto. Isabel le pregunta a Mauricio, de quien se ha enamorado: «¿A tu casa cómoda y tranquila? ¿A divertirnos fabricando sueños que tienen este despertar?». Isabel no quiere salir de la «vida inventada» para volver con Mauricio «a otra tan falsa como esta» (O. C., I, pág. 1036). Prefería volver a la soledad en que existía antes que acudir a la institución de Mauricio. Le explica a éste: «Siete días duró el sueño, y aquí tienes el resultado: ahora ya sé que mi soledad va a ser más difícil, y mis geranios más pobres y mi frío más frío. Pero son mi única verdad, y no quiero volver a soñar nunca por no tener que despertar otra vez» (O. C., I, pág. 1037).