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La propagandista firma un libro por primera vez desde antes de casarse: La mujer ante la República (1931). El único libro de María firmado por Gregorio durante la República es un tomo de ensayos feministas, Nuevas cartas a las mujeres (1932).

 

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La pequeña Carlota es cuidada y adorada no sólo por su madre sino también por su institutriz inglesa. El profesor llama «Isis» a su mujer, relacionándola así con la conocida madre naturaleza egipcia. El apodo de Isabel, las dos madres y la ingenua y espontánea Carlota evocan personajes e ideas de aquella gran expresión del instinto maternal, Canción de cuna (1911).

 

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En este período, María aclara algo su situación económica y su relación con Catalina. Al preguntarle un periodista si cobraba derechos por las obras que firmara su difunto esposo, María contesta:

Sí. Los comparto con una hija de Catalina y Gregorio. Era tan bueno y, en ocasiones, tan ingenuo. Nunca le fui simpática a Catalina. A mí me parecía que era una mujer encantadora de ver, pero eso era todo lo que tenía. Sin embargo, como digo, no podía soportarme.


(«La vida comienza a los ochenta», sin página)                


 

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Después de fijar su residencia en Argentina, María publica dos obras semiautobiográficas. Una mujer por caminos de España (1952) es sobre sus activadas socio-políticas durante la República. En el segundo, Gregorio y yo, medio siglo de colaboración (1953), recuerda los momentos felices de su vida con Gregorio y los buenos amigos de ambos. Aunque el subtítulo parece prometer detalles sobre la colaboración, el lector encontrará sólo referencias poco específicas a una compenetración intelectual y literaria. Algunos individuos, sin embargo, que vieron mal que María siquiera aludiese a una colaboración estando ausente Gregorio, la atacaron. Tampoco faltaron los que salieron en su defensa.

 

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Cuatro días antes de morir ella, el periodista dice de María: «era pequeñita, suave, de irradiante simpatía; se esforzaba por ocultar una íntima tristeza que, a su pesar, se transparentaba en sus silencios meditativos, en la entrega total a su trabajo...» («María Martínez Sierra: su fallecimiento», sin página).

 

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«Las horas serenas» era el título escogido por ella como título para Gregorio y yo. Rechazado por la editorial, se quedó relegado al prólogo en el que la autora se explaya brevemente sobre su propia filosofía vital.

 

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Carmen Martín Gaite, «Pesquisa tardía sobre Elena Fortún», en Elena Fortún, Celia lo que dice, Madrid, Editorial América Ibérica, 1993.

 

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Todas las citas de la novela pertenecen a la edición señalada.