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«Éramos la pandilla que andaba a la busca de amores y a la espera de olvidos; porque la España aquella tenía en la cárcel, no sólo a los mejores, sino también a los mejores sueños» («Recuerdo de las jardineras», de Debiste haber contado otras historias, ob. cit., p. 85). El título de este libro procede de un verso del poema «Otro tiempo distinto a este...» de Sin esperanzas, con convencimiento (Barcelona, Collioure, 1961), de Ángel González: «...vendrá distinto a este. / Y alguien dirá: / ‘Hablaste mal. Debiste haber contado / otras historias’; / violines estirándose indolentes / en una noche densa de perfumes...» (ob. cit., p. 9). Este poema puede leerse en Poemas de Ángel González, edición del autor (Madrid, Cátedra, Letras Hispánicas, 121, 1980, p. 54).

 

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«Aquellas gentes fueron sórdidas, ¿verdad?, fue una ciudad sin generosidad con los vencidos ni con los hijos de los vencidos. Había una gran crueldad en aquel Oviedo, ¿verdad, Ángel?» («En la cabeza un lío», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., pp. 124-125).

 

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«En la Librería Cervantes vendíamos estampas de Franco, de José Antonio, la Virgen de Covadonga, Isabel y Fernando, que los maestros compraban para colgarlas en las aulas.

La estampa de Franco era más grande que las otras.

Vendíamos también lo que llamábamos ‘Crucifijos escolares’» («Estamos solos», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 231).

 

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«Íbamos caminando por el Oviedo más viejo los cinco amigos, con quince años sobre el alma, tan viejos, sin embargo, como Oviedo; tan viejos como la derrota de sus padres, tan abandonados y tan jodidos» («Oh, Brasil», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 161).

 

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«Esto se terminó», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 193.

 

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«-Es que los cinco amigos no hemos visto ganar una guerra. Primero fue la Revolución de Octubre; después la Guerra Civil; más tarde, cuando ganaron los aliados, también perdimos» («Los claros clarines», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 301).

 

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«Hacia el último capítulo», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., pp. 293-295. No se olvide que Paco Ignacio Taibo I es autor de un Breviario de la fabada. Afirmación apasionada de un manjar (Madrid, José Esteban, editor, 1981; reedición: Oviedo, ALSA, 1985; edición mexicana: México, La Letra Editores, colección La caldera insaciable, 1988).

 

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«Cuando supimos que habían fusilado, en el año 1937, al hijo de don Leopoldo Alas, que era rector de la Universidad de Oviedo, nadie dudó un instante: -Una venganza de los curas» («¿Viste cómo te miró?», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 169).

 

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«El parque o el campo de San Francisco limita a la izquierda, según se contempla desde la calle Uría, con Ken Maynard. Desde lo alto de la colina en blanco y negro, Ken Maynard nos saluda agitando su enorme sombrero de cow-boy. (...) Antes de iniciarse la película en el Teatro Principal, hay que ponerse en pie y cantar los himnos» («Sobre una colina», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 41).

 

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«A los diez años mi familia fue zarandeada por la Revolución de Octubre y yo aprendí algo que más adelante me serviría para defenderme; que ninguna derrota es la derrota» («Los amores primeros», de Para parar las aguas del olvido, ob. cit., p. 47).