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Una de las principales fuentes vivas para el conocimiento de Roberto de las Carreras es Alberto Zum Felde, que fue su secretario, su discípulo (vestía como él, escribía versos decadentes, adoptó entonces el seudónimo de Aurelio del Hebrón) y, más tarde, se convirtió en su memorialista. En Crítica de la Literatura uruguaya (1921) y en Proceso intelectual del Uruguay (1930, 1941) y en una reciente entrevista (El País, Montevideo, setiembre 1.º 1963) se ha referido sabrosamente Zum Felde a Roberto de Las Carreras. En sus recuerdos está parcialmente basada la crónica chismográfica y brillante de Ángel Rama, Un fogonazo sobre la aldea, que se publicó en Marcha (Montevideo, agosto 16 1963), aunque Rama olvide mencionar ésta y otras fuentes. Un delicado tirón de orejas le administra Zum Felde en la entrevista citada, al declarar: «Lo más significativo de su anecdotario que recordaba, ya lo conté verbalmente a amigos, y ya ha pasado a la publicidad de las crónicas periodísticas». Sobre las relaciones de Roberto con Herrera y Reissig ha escrito larga y en general acertadamente Roberto Bula Píriz en su estudio Herrera y Reissig: Vida y Obra, de la Revista Hispánica Moderna (enero-diciembre 1951). Las ediciones originales de Roberto de las Carreras son inaccesibles. Hay una antología, Epístolas, Psalmos y Poemas (Montevideo, Claudio García y Cía., 1944, con un perfil de Ovidio Fernández Ríos y un estudio de Samuel Blixen) que todavía circula por las librerías montevideanas. Se recogen allí algunos poemas sueltos, además de Yo no soy culpable...; Don Juan (Balmaceda) y el inefable Psalmo a Venus Cavalieri, con reproducción de sus ilustraciones originales. Vale la pena consultarlo.