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En realidad, en I, 1 a doña Beatriz se la ve acompañada por una Clara, criada, que se esfumará tan pronto como acabe la escena sin que se la vuelva a mentar jamás.

 

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Parte XXIX (publicada en Valencia) y Parte XXX (publicada en Zaragoza) de la colección Diferentes autores.

 

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F. Antonucci-M. Vitse, «Algunas observaciones acerca de las dos versiones de la tercera jornada de La dama duende», Criticón, 72, 1998 (Siglo de Oro y reescritura. I. Teatro, ed. M. Vitse), pp. 49-72 [69]. El que V represente una refundición no autorial de P, como traté de defender en la parte por mí firmada del trabajo citado (pp. 49-64), y en «Contribución al estudio de la historia textual de La dama duende» (Criticón, 78, 2000, pp. 109-136); el que por el contrario V sea la primera versión autorial de La dama duende, luego refundida por el mismo Calderón, como defiende Vitse («Sobre los espacios en La dama duende», p. 20 y passim; «Algunas observaciones», pp. 64-71); todo esto son hipótesis que se han formado en ausencia de datos textuales certeros. Faltando tales datos, hay que aceptar un residuo de incertidumbre acerca de una cuestión tan crucial como la de si el texto de La dama duende que leemos en la editio princeps autorizada por Calderón, y que yo he tomado como base primera de mi análisis, corresponde (aun después de todas las enmiendas necesarias) al texto que salió por primera vez de la pluma del dramaturgo en 1629.