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41

Ibid., p. 343.

 

42

Dámaso Alonso, Góngora y la literatura contemporánea, en Estudios y Ensayos gongorinos, Ed. Gredos, Madrid, 1960, p. 559.

 

43

Véanse también Dos trabajos gongorinos de Alfonso Reyes y, por supuesto, Góngora y la literatura contemporánea, en Estudios y ensayos gongorinos. Sobre concomitancias entre Darío y Góngora, destacamos asimismo el artículo de Francisco Sánchez-Castañer: «El tema del tiempo. Coincidencia poética de Góngora y Rubén Dario», en Cuadernos hispanoamericanos, n.º 212-213, agosto-septiembre 1967.

 

44

A. Reyes, Obras completas, vol. I, Fondo de Cultura Económica, México, 1955, p. 74.

 

45

Aunque, como bien ha señalado Dámaso Alonso, Darío fracase cuando intenta gongorizar al pie de la letra, tratando, por ejemplo, de construir hipérbatos, lo cierto es que su poesía tiene una carga gongorina que fue muy bien percibida por sus contemporáneos. Así Emilio Ferrari se refería al modernismo como «esa jerga soberana / que es Góngora vestido a la francesa / y pringado en compota americana» (E. Ferrari, Obras completas, Madrid, 1908). Con independencia de la peyorativa intención del juicio, hay que reconocer que la definición es agudísima. Otro tanto podría decirse acerca de la clarividencia con que Leopoldo Alas asociaba, antes de la fecha a que corresponden los versos de Ferrari, las vinculaciones existentes entre gongorismo, simbolismo y modernismo: «Juan Pablo Richter, Carlyle, Góngora, fueron simbolistas y muy simbolistas. ¡Y pensar que Rubén Darío tal vez lo ignora!» (en Grafómanos de América, Madrid, 1902, pp. 17-22). Citados por Donald F. Folgequist en Españoles de América y americanos de España, Ed. Gredos, Madrid, 1968, pp. 59 y 54.

 

46

D. Alonso, Estudios y ensayos gongorinos, p. 548.

 

47

P. Neruda, Latorre, Prado y mi propia sombra, II, p. 1103.

 

48

P. Neruda, Inaugurando el año de Shakespeare, II, p. 1113.

 

49

R. Barthes, «Sarduy, la faz barroca», en Mundo nuevo, n.º 14, París, agosto 1967. La penetración del gongorismo en el simbolismo francés está, a nuestro modo de ver, implícitamente reconocida en las siguientes consideraciones sobre éste hechas por Roland Barthes en este estudio y que le son sugeridas precisamente al comentar la obra de Sarduy, uno de los más exaltados neobarrocos hispanoamericanos: «Hubo que esperar a Mallarmé (en Francia) para que nuestra literatura llegara a concebir un significante libre, sobre el cual ya no pesará la censura del falso significado e intentara la experiencia de una escritura libre por fin de la represión histórica en que la mantenían los privilegios del "pensamiento"».

 

50

P. Neruda, Plenos poderes, II, p. 447.