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ArribaAbajo- XLI -


ArribaAbajo   Si los suspiros que ha esparcido el viento,
ausente de mi bien, con mil dolores,
y con ellos mis quejas y clamores
en bajo, triste y doloroso acento;

    si la flaca esperanza cual la siento,  5
puesta en el medio de cien mil temores,
vinieren a noticia de pastores
do llegue el amoroso sentimiento,

    sujeto les será mi triste llanto
por Galatea, y mi pasión tamaña  10
y, en ausencia, mi fe tan verdadera

   pasar continuo y doloroso canto
por todos estos llanos y campaña
del famoso Danubio y su ribera.




ArribaAbajo- XLII -


Demóclito y Heráclito


Demócrito

ArribaAbajo    De tu tristeza, Heráclito, me espanto,
y de nuevo me admiro cada hora
que, viendo el mundo y lo que pasa ahora,
ya no hayas convertido en risa el llanto.

Heráclito

    Yo me admiro, Demócrito, que cuanto  5
en este triste siglo que empeora
crecen más las miserias de hora en hora,
más crece tu placer tu risa y canto.

Demócrito

    ¿Pues quién no reirá si, en paz o en guerra,
el gobierno del mundo y del consejo  10
es todo desconciertos y locura?

Heráclito

    Lo que a ti te da risa a mí me aterra,
eso me tienen ya doliente y viejo,
y eso me llevará a la sepultura.




ArribaAbajo- XLIII -


ArribaAbajo    Siendo por Alejandro ya ordenado
que Lausato ciudad se deshiciese,
como venir su buen maestro viese
a suplicar por ella apresurado,

    en viéndole, juró determinado  5
de no le conceder lo que pidiese;
él pidió entonces que la destruyera,
por do el mísero pueblo fue librado.

    Así, viendo por vos determinada
mi perdición, señora, conocida,  10
estilo mudaré por mudar suerte,

    pidiéndoos contra la costumbre usada,
o que para morir me deis la vida
o que para vivir me deis la muerte.




ArribaAbajo- XLIV -


ArribaAbajo    En muy suave aunque en muy gran tormento
vivo, y arderme siento en dulce fuego,
do en vivas llamas hallo un gran sosiego
y en extrema pasión contentamiento.

    ¿Con qué manera de agradecimiento  5
pagaré amor que en tal desasosiego,
y en le extremo de pasión do llego,
me tiene con su causa tan contento?

    Sólo mostrarme puedo agradecido
en contentarme ahora y en pesarme  10
que me halla Amor tal pena dilatado;

   que pues tal ocasión había de darme,
con razón llamaré tiempo perdido
el que sin padecer se me ha pasado.




ArribaAbajo- XLV -


ArribaAbajo   Mientras de parte en parte se abrasaba
y en vivas llamas la gran Roma ardía,
al alto cielo el gran clamor subía
del pueblo todo, que su mal lloraba;

    sólo en parte Nerón cantando estaba  5
do el clamor miserable escarnecía,
y el incendio mayor más alegría,
y el mayor llanto más placer le daba.

   Así, de en medio el alma donde estáis,
veis, señora, mi fuego y toda en llanto  10
la turba de mis tristes pensamientos;

   y tanto más de verlo os alegráis,
cuanto más ardo y por vos lloro, y cuanto
me llegan más al cabo mis tormentos.




ArribaAbajo- XLVI -


ArribaAbajo    Con la razón en su verdad envuelta
combate de atrevido mi querer,
armado de esperanza, y sin temer
que Amor le engañe o pueda dar la vuelta.

    Acomete animoso a rienda suelta,  5
mi razón, débil contra tal poder,
resiste, mas en fin viene a perder,
y a parar en mi daño esta revuelta.

    Que entonces sin sospecha, este cruel
de mí triunfa y sin temor se extiende,  10
viendo tan suya toda parte mía;

   mas no me acaba, porque está con él
memoria de un gran bien, y me defiende
quien otras mil partes me ofendía.




ArribaAbajo- XLVII -


ArribaAbajo   Amor me dijo en la mi edad primera:
«Seguirás en amar siempre el extremo,
que en tempestuoso mar, sin velo o remo,
va salvo de peligro el que en mí espera».

   Sin recelo le di fe tan entera  5
cuanto muestra la llama en que me quemo,
y sin temor entré donde ahora temo
lo que, no le creyendo, no temiera.

   Que ni callar me vale ni quejarme,
ni puede sufrimiento que es humano,  10
sostener tal pasión ni padecella;

   pues ni quiere que viva ni acabarme,
ni aprovecha dejarme ya en su mano,
ni puedo, aunque procuro, salir de ella.




ArribaAbajo- XLVIII -


ArribaAbajo    Después que a César el traidor de Egipto
dio la cabeza que el peor quería,
encubriendo las muestras de alegría,
en público lloró, como está escrito.

   Y Aníbal, cuando al imperio aflito  5
vio que Fortuna desfavorecía,
rióse entre la gente que plañía,
encubriendo un dolor que era infinito.

   Así a veces el ánimo, cualquiera
pasión que siente, so contrario manto  10
cubre con vista alegre o lastimera;

   por do, si alguna vez, yo río o canto,
es por querer, con el placer de fuera,
encubrir mi secreto y triste llanto.




ArribaAbajo- XLIX -


Soneto a una dama


ArribaAbajo   Obrando claramente la natura
perfección, que parece más que humana,
en vos sola ha mostrado, señora Ana,
que del bien general poco se cura;

    pues hizo que de gracia y hermosura  5
viváis vos sola justamente ufana,
y viéndoos, claro está que es cosa vana
esperar de ver otra tal pintura.

    También sería yo vano en alabaros,
si en la vuestra hermosura hubiera parte  10
que pensase con vos en igualarla;

   pero sólo diré que en el formaros
dejó natura tan vencida el arte,
que vos sola podéis menospreciarla.




ArribaAbajo- L -


ArribaAbajo   Si amor, así como extremó mi pena,
mi estilo en alabaros extremara,
vuestra fama, señora, ya llegara
donde jamás llegó ninguna ajena.

    Y aquella Laura cuyo nombre suena  5
del toscano poeta en voz tan clara
en le nombre tan sólo os igualara,
mas mi bajo decir lo desordena.

    Así, de no emprender obra tan alta
tengo justa disculpa, pues excede  10
tan claro la materia toda historia;

   pero en vuestros loores esta falta,
de poderse igualar, hace que quede
para siempre de vos digna memoria.




ArribaAbajo- LI -


ArribaAbajo   Pude partirme con pensar que fuera
por ausencia menor la pena mía,
y ahora, en verme si el bien que veía,
no sé: quien me detiene que no muera;

   mas sois, señora, vos, que tan entera,  5
en aquel mismo grado que solía,
os tiene esta alma como el mismo día
que me causaste la impresión primera.

   Desde allí dais esfuerzo a lo vencido,
y pueden sustentarse entre mil males  10
el alma y corazón con sólo veros;

   yo vivo sin temor, porque he sabido
que ya no me harán penas mortales
perder tan alto bien como quereros.




ArribaAbajo- LII -


Soneto de Endimión


ArribaAbajo   En una selva, al parecer del día,
se estaba Endimión, triste y lloroso,
vuelto al rayo de sol que presuroso
de la cumbre de un monte descendía.

    Mirando el turbador de su alegría,  5
contrario de su bien y su reposo,
tras un grave suspiro doloroso,
tales palabras contra el sol decía:

    «Luz clara, para mí triste y oscura,
que con furioso curso apresurado  10
mi sol con tu tiniebla oscureciste,

    si te pueden mover en tanta altura
las quejas de un pastor apasionado,
no tarde en volver donde saliste».




ArribaAbajo- LIII -


ArribaAbajo   En leyendo, señor, vuestro soneto,
acabé de saber lo que creía
y afirmé la opinión en que os tenía
de honrado, virtuosos y de discreto;

    mas he hallado en él sólo un defecto,  5
que no es por falta vuestra sino mía,
y es que a un alto decir se requería
igual con las palabras el sujeto;

    mas tanto más ingenio en vos se muestra,
cuanto cosa más baja habéis alzado  10
con estilo delgado y elocuente;

   y yo a la voluntad y virtud vuestra
quedo de corazón tan obligado
cuanto debo quedarlo justamente.




ArribaAbajo- LIV -


ArribaAbajo   Cierto escogí bien peligrosa vía
cuando primero en vos los ojos puse,
pues a pasar tal vida me dispuse
cual vos, señora, veis que ahora es la mía.

    Para más no vivir viví aquel día  5
y, porque el veros todo bien pospuse,
ni sé a quién acusar ni a quién excuse,
ni hallo parte en mí del que solía.

    Mas tomar tanto gusto en muerte ajena,
contra tanta humildad tal aspereza,  10
y obras a muerte tan enderezadas,

    sin dar jamás alivio a tanta pena,
ved vuestras manos, que de tal fiereza
por fuerza se han de ver ensangrentadas.




ArribaAbajo- LV -


ArribaAbajo   Por apartarme un tiempo de pasiones,
me apartaba de amor cuanto podía,
conociendo ya de él que se seguía
con ásperas y, duras condiciones;

   pero de aquella mismas ocasiones  5
por do más a temerle me movía
nacieron, como os vi, señora mía,
justas para seguirle mil razones.

   Así fui suyo sin sospecha laguna
en cuanto me amparó vuestra presencia  10
de los males que causa su cuidado;

   más pesó de este bien a mi fortuna,
y al destierro mortal de vuestra ausencia
me trajo, donde moriré forzado.




ArribaAbajo- LVI -


Soneto a la soledad


ArribaAbajo    Pues se conforma nuestra compañía,
no dejes, soledad, de acompañarme,
que la punto que vinieses a faltarme
muy mayor soledad padecería.

   Tú haces ocupar mi fantasía  5
sólo en le bien que basta a contentarme,
y no es parte sin ti, para alegrarme
con todo su placer, el alegría.

   Contigo partiré, si no me dejas,
los altos bienes de mi pensamiento,  10
que me escapan de manos de la muerte;

   y no te daré parte de mis quejas,
ni del cuidado, ni de mi tormento,
ni dártela osaré por no perderte.




ArribaAbajo- LVII -


ArribaAbajo   «Cantad, pastores, este alegre día
porque en las selvas memorable sea
y, pues tan altamente aquí se emplea,
de amor se canten versos a porfía;

   que hoy hinchen nuestros campos de alegría  5
con su vista la bella Galatea;
hoy huye en parte do jamás se vea
la gran tristeza que sin ella había».

    Así dijo Damón, y los pastores,
al son de sus zampoñas, comenzaron  10
a alabar aquel día tan venturoso;

   la ninfas del Tesín, llenas de flores,
con su suave concepto acompañaron
el canto pastoral dulce y sabroso.




ArribaAbajo- LVIII -


ArribaAbajo   Viendo Tirsi a Damón por Galatea
en un continuo llanto dolorido,
que con ansia mortal, cual nunca ha sido,
campos y montes sin parar rodea,

   porque el alto poder de Amor se vea,  5
como levanta un pastoral sentido,
seis versos en un mármol ha esculpido
do pena y nombre de Damón se lea:

    «Contra el poder del tiempo, señalado
quede este nombre y alto atrevimiento,  10
y permanezca aquí después que muera.

   Damón, que, pastor siendo de ganado,
a poner se atrevió su pensamiento
donde por premio sola muerte espera».




ArribaAbajo- LIX -


Soneto al Marqués de Vasto


ArribaAbajo   Señor, bien muestra no tener Fortuna
empresa alguna por dificultosa,
pues ha osado emprender tan alta cosa
como a vuestro valor ser importuna;

   que ni pudo hallar hazaña alguna  5
que acometer pudiese tan famosa,
ni menos a la fuerza poderosa
de vuestro corazón igual ninguna.

   Así todo su intento ha sido vano,
y su poder, al mundo tan terrible,  10
ha sido para vos poco y liviano,

   que con saber, con ánimo increíble,
con gran constancia y valerosa mano
venciste la que llaman invencible.




ArribaAbajo- LX -


ArribaAbajo   Un novillo feroz y un fuerte toro
lidian delante su becerra amada,
y mirábalos Silvia descuidada,
de gracia y de beldad rico tesoro,

   cuando por la ribera un sacro coro  5
de ninfas ve venir, y en su llegada
fue de ellas mi pastora coronada
de flores, que eran perlas sobre el oro.

   Y como el fuerte vencedor furioso
dio alegre fin a la obstinada empresa,  10
zampoña no quedó que no tocase,

   diciendo: «¡Oh bien nacido y venturoso
Silvano, si tu llanto, que no cesa,
con fin tan venturoso se acabase».




ArribaAbajo- LXI -


ArribaAbajo    Del bien del pensamiento se sustenta
el triste corazón entre mil males
que en mí se tratan como naturales,
y el alma hace ya la misma cuenta.

   El no sufrirlos tiene por afrenta,  5
y por honra y valor sufrirlos tales,
y págase, sintiéndolos mortales,
con sólo consentirle que los sienta.

   Esto por bien muy grande se le niega,
y la vida ha tomado por partido  10
seguir en padecer su estilo usado,

   que llegando al extremo donde llega,
lo que con desearlo nunca ha sido,
no puede por razón serle negado.




ArribaAbajo- LXII -


ArribaAbajo   Un tiempo me sostuvo la esperanza,
y Amor lo consintió porque sintiese,
cuando al estado en que estoy viniese,
que fue para mayor desconfianza.

   En gran fortuna me mostró bonanza  5
y aseguróme porque conociese,
cuando nuevo dolor menos temiese,
que en su seguridad hay más mudanza.

    Pasé con este alivio mi cuidado,
hasta que he conocido de hora en hora  10
que todo fue color para más daño;

    y con haberme ya desengañado,
conozco que hay en mí de nuevo ahora
más aparejo para nuevo engaño.




ArribaAbajo- LXIII -


ArribaAbajo   Sin temer el camino voy contando
los pasos por do a muerte voy derecho
y, con quien trabaja en su provecho,
me voy de paso en paso apresurando.

   Vos, señora, y Amor vais estorbando  5
lo que procuro y, por mayor despecho,
mostráisme este descanso a poco trecho
y tenéisme suspenso, dilatando.

   Pero si bien tamaño no merece
como acabar por vos la triste vida,  10
al menos esforzad el sufrimiento,

   o consentí el remedio que se ofrece,
o moderad congoja tan crecida,
o mandad que no sienta el sentimiento.




ArribaAbajo- LXIV -


ArribaAbajo    Viendo su bien tan lejos mi deseo,
alejóseme tanto por seguirle,
que tuve por difícil reducirle
al derecho camino sin rodeo.

   Y ahora tan mal me tiene, que me veo  5
sin fuerza con que pueda resistirle,
tan forzado me tiene a consentirle,
que soy el que de mí menos poseo.

   Ninguna novedad hay que me aparte
de tal congoja, ni que yo la crea,  10
sino para mayor inconveniente;

   pues siendo yo de mí la menor parte,
por fuerza hace Amor que el todo sea,
sólo para sentir lo que él consiente.




ArribaAbajo- LXV -


ArribaAbajo   En medio del placer que el pensamiento
me causa con mostrárseme presente,
Amor, que por ser bien no lo consiente,
le vuelve por usanza al mal que siento.

    Yo al gusto del primer contentamiento  5
le esfuerzo para el bien do me contente,
mas no me vale, que absolutamente
Amor en sólo el mal le tiene atento.

   Y aunque Amor todo su poder me diese,
no vale contra el vuestro, en siendo mío,  10
ni quiero yo que valga, aunque pudiese.

   Mi bien y mal podéis, de vos lo fío:
bástame el mal, si yo lo mereciese,
que pensar en el bien es desvarío.




ArribaAbajo- LXVI -


ArribaAbajo   Tiempo fue ya que Amor no me trataba
con tamaña aspereza como ahora,
tiempo fue ya que puso en mi señora
honesta compasión, que no mostraba;

   tiempo fue ya que en parte mejoraba  5
todo lo que mis daños empeora;
tiempo fue ya del cual una sola hora
con mil veces morir no se pagaba.

    Háseme vuelto oscura noche el día,
turbóse el tiempo cuando más sereno,  10
el sol, cuando más claro, oscureció.

    Amor tornó a seguir los que seguía,
y el bien que tuve, como bien ajeno,
de absoluto poder me le quitó.




ArribaAbajo- LXVII -


ArribaAbajo   Ajeno fue, pues fue sólo un momento,
y mil años el mal sin acabarse;
instable fue, pues vino a comenzarse
de nuevo el mal tras su contentamiento.

   Para más daño fue, pues su cimiento  5
tan sin firmeza en mí pudo fundarse;
que grave fue mi bien, pues en mostrarse
al parecer fue bien y al ser tormento.

   Bien pudieras, Amor, con tantos males
acabarme de un golpe, pues podías  10
con uno y el menor de los que pruebo,

   sin juntar con mis penas, siendo tales,
el bien que tuve por tan breves días,
para nuevo dolor y caso nuevo.




ArribaAbajo- LXVIII -


ArribaAbajo    Tal novedad me causa haber probado
el bien pasado, que, en el mal que pruebo,
lo mucho que me duelo, a lo que debo,
no puede ser con mucho comparado.

    Y Amor me tiene tan escarmentado,  5
que casi a desear bien no me atrevo;
determino moverme, y no me muevo,
voy vacilando de uno en otro estado.

   De todos vengo a conocer que el mío,
por natural razón, es apartarme  10
del derecho camino que me guía;

   pero cuando en seguirlo más me fío,
hallo que voy por tan contraria vía,
y al cabo escojo por mejor quedarme.




ArribaAbajo- LXIX -


ArribaAbajo   Después, Amor, que me privó tu mano
de aquella vista en que vivía seguro,
es vuelto en escabroso estilo y duro
el mío, que antes era humilde y llano;

    y en tal extremo, que si el más liviano  5
dolor que siento declarar procuro,
voy por áspera peña o alto muro
para haber de llegar al más cercano.

    La lengua al pronunciar está turbada,
que en tantas tan dañosas ocasiones  10
cada cual se le ofrece por primera:

   así sale la voz flaca y cansada,
y tan confusa de entre mil pasiones,
que de ninguna da razón entera.




ArribaAbajo- LXX -


Soneto en respuesta del pasado


ArribaAbajo   Bien os puedo decir, considerando
lo que pruebo del mundo y lo que siento,
que, siendo los trabajos de él sin cuento,
se pueden los descansos ir contando;

   mas el fuerte varón, no desmayando,  5
esfuerza con valor el sufrimiento,
y al sabio da el saber un nuevo aliento
con quien puesto que teme, va esperando.

    Y si hay fortuna en el humano estado,
no es justo que ninguno desespere,  10
pues todo a su mudanza está sujeto;

    mas de remedio estar desconfiado
no se sufre, señor, en el que fuere,
cual sabemos que sois, fuerte y discreto.




ArribaAbajo- LXXI -


ArribaAbajo   Si a decirte verdad voy obligado,
don Martín, pues sé bien la de tu pecho
y estás de mi amistad tan satisfecho
cuanto yo de la tuya confiado,

   te amonesto que dejes el errado  5
camino por do vas, que a poco trecho,
si le sigues, verás el mortal lecho
que para el sueño eterno está guardado.

   No apacientes tu hato en la ribera
del pequeño Sebeto, aunque te sea  10
agradable su agua y campo llano;

   mas huye de su ninfa Galatea,
que, aunque es hermosa, es cruda, ingrata y fiera.
No es Silvia, no, con su pastor Silvano.




ArribaAbajo- LXXII -


ArribaAbajo    Pareciéndome flores los abrojos,
teniendo por atajo un gran rodeo,
corrí tras la esperanza y el deseo,
dejada la razón por los antojos;

    mas la miseria humana y sus enojos  5
me mostraron en fin mi devaneo
de suerte que, no viendo, ahora veo,
que, yendo a despeñarme, abrí los ojos.

   Desde entonces quedé considerando
de cuán débil materia era el cimiento  10
donde fundé mil pensamientos vanos;

    y esfuerza mi flaqueza, procurando
seguir con obras al entendimiento,
mas, señor don Martín, somos humanos.




ArribaAbajo- LXXIII -


ArribaAbajo   ¿En qué puedo esperar contentamiento,
si tras todo mi mal, señora mía,
consiente mi fortuna que a porfía
me venga ahora a dañar cada elemento?

    Mis esperanzas se las lleva el viento,  5
el fuego crece donde arder solía,
llevóme el agua cuanto bien tenía
y la tierra me hará el apartamiento.

    Vos juntaréis con esto el olvidarme,
pues quedar no merezco asegurado  10
del continuo temor de vuestro olvido;

   y no me quejaré por no aliviarme,
que no es justo que quede en otro estado
el que vivo quedó y os ha perdido.




ArribaAbajo- LXXIV -


Damón


ArribaAbajo   Lavinio, al comenzar de mi cuidado,
vi que a mi perdición iba derecho,
pero juzgué tal daño por provecho,
y así lo hubieras tú también juzgado;

   por do el amonestarme es excusado,  5
que, aunque me pone ausencia en gran estrecho,
lo que piensas que sufro a mi despecho,
contento lo padezco y de mi agrado.

   Que si Amor de este mal quiere que muera,
no me podrá quitar que esto no sea  10
remedio de mis males, y el más sano;

    porque, tras haber visto a Galatea,
¿qué bien podrá igualarse al que perdiera
en no padecer muerte de su mano?




ArribaAbajo- LXXV -


ArribaAbajo    Puede en amor la discreción obrarse
cuando se siente amor tibio o ligero,
que no teme peligro el verdadero
ni puede con razones desviarse.

   Es allegarse más el apartarse,  5
y el duro corazón más fuerte y fiero
viene a encenderse más que de primero
con lo que más espera remediarse.

   Por donde, en este mal tan congojoso,
sufrir es el más sano regimiento,  10
pues otro que aproveche no se halla;

   y el que en buscar remedio es presuroso
sé que vendrá a sentir lo que yo siento,
que la salud más cierta es no buscalla.




ArribaAbajo- LXXVI -


ArribaAbajo   Jamás pudo quitarme el fiero Marte,
por más que en su ejercicio me ha ocupado,
que en medio de su furia no haya dado
a Apolo de mi tiempo alguna parte;

   pero quiero, Lavinio, ahora avisarte  5
que ya me tiene ausencia en un estado
do casi yerran el discurso usado
mi estilo, mi razón, mi ingenio y arte.

    Lo que en mí fue cantar silencio sea,
y canten los que esperan de su canto  10
que el amor baste a mejorar su suerte;

   a mí me quede sólo el triste llanto,
pues muero no mirando a Galatea,
y el poderla mirar también es muerte.




ArribaAbajo- LXXVII -


ArribaAbajo   En su fiera grandeza confiando,
los ánimos tan altos levantaban
los gigantes de Flegra, que esperaban
de vencer a los dioses guerreando;

   y contra el alto cielo, no dudando,  5
las belicosas máquinas alzaban,
y a comenzar el hecho ya se estaban
con superbo furor aparejando;

    cuando Júpiter, esto conociendo,
luego quiso que fuesen castigados  10
del bestial movimiento de su guerra,

   y con rayos el aire oscureciendo,
después de todos ser despedazados,
con ellos abrasó toda la tierra.




ArribaAbajo- LXXVIII -


ArribaAbajo   Amor, pues me guiaste a vela y remo
por el dichoso mar de la esperanza,
¿cómo permites que de tal bonanza
se levante fortuna en tal extremo?

   Si el grado en mi esperar fuera supremo,  5
pudiérasle bajar con tal mudanza,
mas dime en qué fundaste tu venganza,
si tanto no esperé cuanto ahora temo.

    Responder se me puede de tu parte
que todo lo que digo y lo que siento  10
es tratar de razón do no hay ninguna;

   mas quiero en pago de esto asegurarte
que nunca mudarán mi pensamiento
tu bonanza jamás, ni tu fortuna.




ArribaAbajo- LXXIX -


ArribaAbajo   Mil veces de tu mano me he escapado
y al punto de la muerte y fin venido,
y tantas he tornado y te he seguido,
Amor, y nunca quedo escarmentado;

   mil veces he propuesto y he jurado  5
de no seguir tu bando y tu partido,
viéndome en tu poder triste y perdido,
y tantas mi palabra y fe he quebrado.

   Ahora, en este trance y mal que siento,
causado de tus manos crudamente,  10
bien justo era cumplir el juramento;

   mas, triste, ¿qué haré, que no consiente
la dura suerte, el áspero tormento,
que el siervo del señor se halle ausente?




ArribaAbajo- LXXX -


ArribaAbajo    Galatea cruel, ¡qué pago has dado,
qué amargo fin a cuanto te he querido,
que hubiera ya de lástima movido
un tigre, y a mí un mármol ablandado!

   ¡Oh duro golpe en pecho desarmado  5
y en sangre de quien nunca te ha ofendido,
si o es culpa ponerse así en olvido
y en ti poner la vida y el cuidado!

   ¡Oh ingratos ojos a los ojos míos!
¡Oh frente para mí nunca serena,  10
corazón sin amor, duro, inhumano!

   ¿Cuándo os acabaréis, de llanto ríos?
¿Cuándo no ha de acabar la mortal pena,
que no la sufre ya el sufrir humano?




ArribaAbajo- LXXXI -


ArribaAbajo    ¡Oh sin ventura yo, oh mal nacido!
¿En qué estrella cruel vine a la tierra
sujeto a tierno llanto, a dura guerra,
a siempre amar sin serme agradecido?

    ¿Cuál hado inexorable me ha traído  5
a las manos de un tigre, en que se encierra
beldad del cielo y crueldad de tierra,
mi alma en el abismo del olvido?

   ¡Ay, enemigo cruel!, ¿y quién creyera
que estaban en mi muerte conjurados  10
tan nueva ingratitud y tal crudeza?

    ¡Ay vida, y tiempo, y horas mal gastadas!
¡No quiera Dios que adore yo a una fiera
que paga tanto amor con tal dureza!




ArribaAbajo- LXXXII -


ArribaAbajo    Ribera un dulce río, a mediodía,
con un peine de plata se peinaba
sus cabellos una ninfa que quitaba
con ellos el poder que el sol tenía.

    Y así podéis juzgar que sentiría  5
un pastor que de lejos la miraba,
que sin poder llegar donde ella estaba,
con suspiros y lágrimas decía:

    «Si tantas como tú tienes cabellos
tuviera vidas yo, me las llevaras  10
colgada cada cual de uno de ellos;

    y pues que tú a quitármelas bastaras,
verás no es mucho darte una por vellos
de tantas como en tantos me quitaras».




ArribaAbajo- LXXXIII -


ArribaAbajo    Apenas el aurora había mostrado
las flores que en la noche había escondido,
cuando un pastor, de amor entristecido,
penoso estaba a un árbol arrimado.

    Hablando con su hato y su cayado,  5
alzó con ronca voz un gran gemido,
diciendo: «¿Para qué dejas perdido
el cuerpo, pues el alma me has llevado,

   pastora desleal? ¿En qué pusiste
el querer que con palabras me mostraste  10
en pago del amor que me ofreciste?

   ¿Por qué tan sin razón, di, me trocaste?
Pues otro mayor bien no pretendiste
que verme muerto aquí do me dejaste».




Arriba- LXXXIV -


Arriba    Pensando en su ganado, a la ribera
del mar, y no de amar, Silvano estaba
seguro, porque el triste no pensaba
que en él toda su fuerza Amor pusiera,

   cuando vio a una pastora que pudiera,  5
con sólo la hermosura que alcanzaba,
hacer que, cuando el sol se nos mostraba
más claro, muy oscuro pareciera.

   Quedó el pastor de sólo aquesta vista
herido de la muerte que aquí pinto,  10
con lágrimas los prados él bañando,

   diciendo: «No hay sujeto que resista,
pastores, a mi mal, porque el distinto
que tengo se me va, triste, acabando».




 
 
FIN DE LOS Sonetos de Hernando de Acuña
 
 


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