Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Sonetos encontrados en diversos lugares

Francisco de Quevedo





Al principio de Conceptos de divina poesía de Lucas Rodríguez, Alcalá, 1599




A Lucas Rodríguez


Abajo   Bien debe coronar tu ilustre frente,
Lucas, el rubio Febo, y, murmurando,
el generoso Henares ir cantando
tu nombre al ronco son de su corriente.

   Y de las perlas que en su seno siente,  5
y va con frío humor alimentando,
hacer lenguas que vayan dilatando
tu nombre por el ancho mar de Oriente.

   Bien te debe la Fama el ocuparse
en sólo celebrar tu nombre y gloria,  10
si su clarín tan gran aliento alcanza.

   Bien te debe (mas no puede pagarse
tal deuda) sus anales la memoria,
y, al fin, todos te deben alabanza.

Al principio de El peregrino en su patria de Lope de Vega, Sevilla, 1604




A Lope de Vega


ArribaAbajo   Las fuerzas, Peregrino celebrado,
afrentará del tiempo y del olvido
el libro que, por tuyo, ha merecido
ser del uno y del otro respetado.

   Con lazos de oro y yedra acompañado,  5
el laurel con tu frente está corrido
de ver que tus escritos han podido
hacer corto los premios que te ha dado.

   La envidia su verdugo y su tormento
hace del nombre que cantando cobras,  10
y con tu gloria su martirio crece.

   Mas yo disculpo tal atrevimiento,
si con lo que ella muerde de tus obras
la boca, lengua y dientes enriquece.

Al principio de La restauración de España, Madrid, 1607



ArribaAbajo   Hoy de los hondos senos del olvido
y negras manos de la edad pasada,
con voz al son de hierro concertada,
el gran varón sacáis nunca vencido.

   Sin duda os juzgará por atrevido  5
quien os viere, entre tanta ardiente espada,
cantar los filos donde fue cortada
la pluma que os sacó de vuestro nido.

   De Tolosa la noble y alta hazaña
cantaste, cano cisne, en verde mayo,  10
obra que nunca el tiempo la destruya.

   Mas hoy, gran Mesa, tanto como España
por su restauración debe a Pelayo,
os debe a vos Pelayo por la suya.

En elogio del Siglo de Oro en las selvas de Erifile, Madrid, 1607



ArribaAbajo   Es una dulce voz tan poderosa,
que fue artífice en Tebas de alto muro,
y en un delfín sacó del mar seguro
al que venció su fuerza rigurosa.

   Compró con versos mal lograda esposa  5
el amante de Tracia, al reino oscuro;
a Sísifo quitó el peñasco duro,
y a Tántalo la eterna sed rabiosa.

   De vos no menos que de Orfeo esperara,
si el pueblo de las sombras mereciera  10
que, cual su voz, la vuestra en él sonara.

   Por oíros, de Tántalo no huyera
el agua, y él de suerte os escuchara,
que, por no divertirse, no bebiera.

En los elogios a la Parte primera de varias aplicaciones y transformaciones de Diego de Rosel y Fuenllana, Nápoles, 1613



ArribaAbajo   Coronado de lauro, yedra y box,
Rosel le quita a Febo su carcax,
pues hace los esdrújulos sin ax,
y a todos los poetas dice ox.

   Es de los hieroglíficos la trox  5
siendo en la ciencia del saber arrax
y es tan claro cual lúcido valax,
y muy más concertado que un relox.

   Al carro del gran Febo sirve de ex,
y es de aquesta Academia el armandix;  10
obedécenle todos como a un dux.

   Es tan veloz cuanto en el agua el pex;
danle las musas nombre de su dix,
pues hizo en todas artes un gran flux.

En alabanza de Lope de Vega. B. N., sig. 12.717, f. 63



ArribaAbajo   Pues te nombra Marcial, Félix y Lope,
Lope Feliz, ¿porqué tanta tristeza
si llenó la Fortuna de riqueza
tu genio y tus escritos hasta el tope?

   Néctar escribes; los demás arrope.  5
No se mida con otro tu grandeza.
Mal tus alas, tu vuelo y ligereza
sigue en flaco rocín corto galope.

   Pues ha de ser de Lope lo que es bueno,
en cualquiera persona, en cualquier trato,  10
a la envidia tu risa dé veneno;

   que la Fortuna, atenta en tu recato,
viéndote de tesoros suyos lleno,
de ti se quejará como de ingrato.

En ocasión de no darle el Duque de Lerma las ferias de una esfera y de un estuche de instrumentos matemáticos, escribió este



ArribaAbajo   La esfera, en que divide bien compuestas
repúblicas de luz rayo elegante,
entre vuestra excelencia y entre Atlante,
uno la tiene a cargo y otro a cuestas.

   Satisfacción, señor, y no respuestas,  5
pide el vil concetillo mendicante.
Haya tres ferias este mes, y espante
el veros añadir al año fiestas.

   Esté la esfera limpia, está lustrosa,
que da lástima el verla tan tomada,  10
en una galería tan curiosa.

   Un Cáncer basta a toda esfera honrada:
que me dicen está muy peligrosa,
más comida del signo que ilustrada.




Receta para hacer soledades en un día


Aguja de navegar cultos...


ArribaAbajo   Quien quisiere ser culto en sólo un día
la jeri -aprenderá- gonza siguiente:
fulgores, arrogar, joven, presiente,
candor, construye, métrica armonía,

   poco, mucho, sí, no, purpuracía,  5
neutralidad, conculca, erige, mente,
pulsa, ostenta, librar, adolescente,
señas, traslada, pira, frustra, arpía,

   cede, impide, cesuras, petulante,
palestra, liba, meta, argento, alterna,  10
si bien, disuelve, émulo, canoro.

   Use mucho de líquido y errante
un poco de nocturno y de caverna,
anden listos licor, adunco y poro.

Que ya toda Castilla,
con sola esta cartilla,
se abrasa de poetas babilones,
escribiendo sonetos confusiones;
y en la Mancha, pastores y gañanes,
atestadas de ajos las barrigas,
hacen ya cultedades como migas.




Batalla campal


ArribaAbajo   Estaba Lisis en campal batalla
resistiendo de Félix el asalto,
que, encendido de amor, de juicio falto,
solicitaba, descortés, gozalla.

   Derribola y no pudo sujetalla  5
porque, al ir con el ansia a dar el salto,
de un respingo le echó Lisis al alto
y a pie juntillas defendió su valla.

   Ya verán que es forzoso que se emperre
Félix amante con tan ruin suceso;  10
no hay que espantar que con amor se yerre,

   si con amor adarme no hay de seso.
En fin, ella se estuvo erre que erre
y el pobre se quedó tieso que tieso.




Soneto inédito


ArribaAbajo   Suelta mi Manso, pastorcillo extraño,
pues otro tienes tú de igual decoro;
vuelve la prenda que en el alma adoro,
perdida por tu bien y por mi daño.

   Ponle su esquila y su grosero paño,  5
no me le engañen tus collares de oro;
toma en albricias este blanco toro,
que a las primeras hierbas hará un año.

   Si pides señas, tiene el vellocino
negro encrespado, y los ojuelos tiene  10
como durmiendo en regalado sueño.

   Sin duda que yo soy su dueño indino,
suelta y vérsale que a mi choza viene,
que aun tienen sal las manos de su dueño.

Del libro de Baltasar Gracián Agudeza y arte de ingenio



ArribaAbajo   Estábasele Efesia cazadora
dando en aljófar el sudor al baño,
en la estación ardiente, cuando el año
con los rayos del Sol el perro dora.

   De sí, como Narciso, se enamora,  5
vuelta pincel de su retrato extraño,
cuando sus ninfas, viendo cerca el daño
hurtaron a Anteón a su señora.

   Agua le echaron todos por cegalle,
sin advertir primero, que era en vano,  10
pues no pudo cegar con ver su talle.

   Trocó en áspera frente el rostro humano,
sus perros intentaron de matalle,
mas sus deseos ganaron por la mano.

Del libro de Baltasar Gracián Agudeza y arte de ingenio



ArribaAbajo   Estábasele Efesia cazadora
dando en aljófar el sudor al baño,
en la estación ardiente, cuando el año
con los rayos del Sol el perro dora.

   De sí, como Narciso, se enamora,  5
vuelta pincel de su retrato extraño,
cuando sus ninfas, viendo cerca el daño
hurtaron a Anteón a su señora.

   Agua le echaron todos por cegalle,
sin advertir primero, que era en vano,  10
pues no pudo cegar con ver su talle.

   Trocó en áspera frente el rostro humano,
sus perros intentaron de matalle,
mas sus deseos ganaron por la mano.




Extensión y fama del oficio de puta


ArribaAbajo   No te quejes, ¡oh, Nise!, de tu estado
aunque te llamen puta a boca llena,
que puta ha sido mucha gente buena
y millones de putas han reinado.

   Dido fue puta de audaz soldado  5
y Cleopatra a ser puta se condena
y el nombre de Lucrecia, que resuena,
no es tan honesto como se ha pensado;

   esa de Rusia emperatriz famosa
que fue de los virotes centinela,  10
entre más de dos mil murió orgullosa;

   y, pues todas lo dan tan sin cautela,
haz tú lo mismo, Nise vergonzosa;
que aquesto de honra y virgo es bagatela.




El inquisidor y la supuesta hechicera


ArribaAbajo   A un viejo inquisidor es presentada
una hermosa mujer que de hechicera,
sin más motivo que la envidia fiera,
ante su tribunal fue declarada.

   Al tenor de los cargos preguntada,  5
los niega todos: mas, con voz severa,
la comprimía el juez de tal manera
que la infeliz mujer, ya sofocada,

   «Ilustrísimo (clama), esto es lo fijo:
yo de hechizos, señor, no entiendo nada;  10
éste es sólo el hechizo que colijo»:

   dice, y alza las faldas irritada;
monta él las gafas, y al mirarlo dijo:
«¡Hola, hola! ¡Pues no me desagrada!»




El paréntesis


ArribaAbajo   Lo menos bello y más apetecido,
lo más oculto y menos ignorado,
aquello a que el deseo aspira osado
e invisible es gozándolo el sentido:

   aquel coral, aquel rubí partido,  5
aquel no sé qué hermoso imaginado,
aquello que, a la fuerza contrastado,
a sangre rompe el gusto más rendido:

   por lo que muere el hombre y nace el hombre;
lo que trueca las ansias en placeres  10
por quien pierde la fama su renombre;

   que imitando a la Luna, si lo infieres
tienes meses y días sin que asombre,
el paréntesis es de las mujeres.




Diligencia amatoria


ArribaAbajo   Esta mañana, en Dios y enhorabuena,
salí de casa y víneme el mercado;
vi un ojo negro al parecer rasgado,
blanca la frente y rubia la melena.

   Llegué y le dije: «Gloria de mi pena,  5
muerto me tiene vivo tu cuidado;
vuélveme el alma, pues me la has robado
con ese encanto de áspid o sirena.»

   Pasó, pasé, miró, miré, vio, vila;
dio muestras de querer, hice otro tanto;  10
guiñó, guiñé, tosió, tosí, seguila;

   fuese a su casa y, sin quitarse el manto,
alzó, llegué, toqué, besé, cubrila,
deje el dinero y fuime como un santo.




Los criados del arzobispo


ArribaAbajo   Casó de un arzobispo el despensero,
y la noche que el novio se acicala
para hacer de la novia cata y cala
y repicar el virginal pandero,

   le dijo el mayordomo: «Por mí quiero  5
que un cañonazo más tire con bala»;
esto dijo el veedor, el maestresala,
un paje, el galopín y el cocinero.

   Fue a su casa, y el caso sucedido
contó a la novia, y trece priscos diole,  10
siete por el, y siete encomendados.

   Íbase ya a dormir tan de rendido...
mas la novia le llama y preguntole:
«¿No tiene el arzobispo más criados?»




Que el goce pide prevención y espacio


ArribaAbajo   Primero es el besalla y abrazalla
y con besos un poco entretenella;
primero es provocalla y encendella
para que entre con brío en la batalla;

   primero es el por fuerza arrezagalla,  5
metiendo piernas entre piernas della;
primero es acabar esto con ella;
después viene el deleite de gozalla.

   No hacer, como acostumbran los casados,
más que llegar y hallarla aparejada,  10
de puro dulce creo da dentera.

   Han de ser los contentos deseados;
si no, no dan placer ni valen nada;
que no hay quien lo barato comprar quiera.




Defensa y caída de plaza sitiada


ArribaAbajo   ¡Señor don Juan, quedito, que me enfado!
¿Besar la mano? ¡Qué entretenimiento!
¡La boca no, don Juan! ¡Qué atrevimiento!
¿Cosquillas? No las hay por ese lado.

   ¿Me remangas, Juanito? ¿Y el pecado?  5
¡Qué malos sois los hombres!... Pasos siento...
No; no es nadie. Pues vaya en un momento,
Juanito mío, no entre algún criado.

   ¡Jesús, qué loca soy! ¡Quién lo diría,
siendo tan recogida y tan cristiana,  10
que a lance semejante me expondría!

   ¡Traidor! ¡Déjame! ¡Vete!... ¿Aún tienes gana?
¡Pues cuando tú lo logres otro día!...
Y qué, ¿no has de volver por la mañana?




Exceso y seso de la señora Venus


ArribaAbajo   Alzó Venus las faldas por un lado,
de que el herrero sucio, enternecido
por el botín que descubierto vido,
quiso al momento dárselo cerrado.

   Arrojó las tenazas, denodado,  5
lleno de tizne y del hollín vestido;
tentó la hornaza do salió Cupido,
y echó las bragas y el mandil a un lado.

   Sintiose Venus porque tal hacía
y al defenderse tuvo manos mancas  10
por estallo la puta deseando;

   por más que dijo que era porquería,
se estuvo queda y alargó las ancas
al ajo y queso de que fue gustando,

   has que, en acabando,  15
dijo la puta: «Bien está lo hecho;
que no cabe en un saco honra y provecho.»




Amor experto quiere dama práctica


ArribaAbajo   El vulgo comúnmente se aficiona
a la que sabe que es doncella y moza,
porque así le parece al que la goza
que la coge la flor de su persona.

   Yo, para mí, más quiero una matrona  5
que con mil artificios se remoza
y por gozar de aquel que la retoza
una hora de la noche no perdona.

   La doncella nunca hace de su parte,
cuando la gozan, cosa que aproveche,  10
ni se mueve ni da los dulces besos;

   mas la otra lo hace de tal arte,
y amores os dirá, que en miel y leche
convierte la medula de los huesos.




Galán goloso y valeroso


ArribaAbajo   Bajábale su mes cada semana
a doña Pelinuda, la ramera,
y esto era en tal exceso y tal manera
la sangre que le sale y de ella mana,

   que no hay a quien le ponga mala gana  5
considerar su sucia delantera;
(y, bien considerada por de fuera,
tiene la cara hermosa y muy lozana).

   Mas uno, aficionado de su cara,
la quiso descubrir su pesadumbre  10
cual suele hacer cualquier enamorado,

   y ella que tal no puede le declara.
Replicó él: «Si es, señora, la costumbre,
corriendo en sangre quiero yo el pescado.»




Cuenta y razón de pagas amorosas


ArribaAbajo   Dar un real a una dama es menosprecio;
dos la daréis, si es prenda conocida:
y tres cuado, conforme a estado y vida,
darla cuatro os parezca caso recio;

   cuatro es el moderado y justo precio;  5
mas si la prenda fuese tan subida,
seis la daréis, con tal que no os los pida
si la diéredes más, quedáis por necio.

   Esta doctrina es llana y resoluta:
ha lugar si la dama que os agrada  10
os pareciese libre y disoluta;

   mas si fuese tan grave y entonada
que menosprecie el título de puta,
si la queréis pagar, no la deis nada.




Sueño deleitable


ArribaAbajo   Esta noche, Dorisa, yo soñaba
(¡si, sueño fue no más!) que, a mi despecho,
a acostarte venías en mi lecho
y el Amor por la mano te guiaba.

   Sanado el dios un dardo de su aljaba,  5
rasga de tu pañuelo el lazo estrecho,
quedando al aire el blanco y duro pecho
que yo con dulces besos adoraba.

   Yo el último deleite te pedía,
tú me lo rehusabas con empeño,  10
el Amor nos miraba y se reía.

   Y hecho por fin de tu hermosura dueño,
a un mismo tiempo entrambos nos venía
el pesar de que todo fuera un sueño.




Que a veces la esperanza engaña y a veces no


ArribaAbajo   A consentir al fin en su porfía
vino una dama con su enamorado,
porque por su nariz hubo juzgado
que tanto a buena cuenta metería.

   Mas al revés salió su profecía,  5
porque él tenía poco, ella sobrado;
de suerte que él quedaba tan holgado
que no sintió si entraba o si salía.

   La dama, mal contenta, dijo: «¡Ay, triste!
¡Cuán mentirosa la nariz ha sido!»  10
Mas él la replicó, como hombre diestro:

   «Ese defecto, amiga, no os contriste;
que si mi gran nariz os ha mentido,
a fe que a dicho la verdad lo vuestro.»




Definición de amor


ArribaAbajo   Rogarla, desdeñarme; amarla, hundirme;
seguirla, defenderse; asirla, airarse;
querer y no querer dejar tocarse
y a persuasiones mil mostrarse firme;

   tenerla bien, probar a desasirme;  5
luchar entre mis brazos y enojarse;
besarla a su pesar y ella agraviarse;
probar, y no poder, a despedirse;

   decirse agravios, reprenderse el gusto
y, en fin, a baterías de mi prisa,  10
dejar el ceño, no mostrar disgusto,

   consentir que le aparte la camisa,
hallarlo limpio y encajarlo justo:
esto es amor y lo demás es risa.




A hembra remilgada, despierto varón


ArribaAbajo   De cierta dama que a un balcón estaba
pudo la media y zapatillo estrecho
poner el lacio espárrago derecho
de un tosco labrador que la acechaba.

   Ella, cuando advirtió que la miraba,  5
la causa preguntó de tal acecho;
el labrador la descubrió su pecho,
diciendo que la vía y contemplaba.

   Mas ella, con alzar el sobrecejo,
le dijo, melindrosa: «Aquesto, hermano,  10
no es más de ver y desear la fruta.»

   El labrador, sacando el aparejo,
la respondió, tomándolo en la mano:
«Pues ver y desear, señora puta.»




Este soneto va por el mismo camino que el pasado


ArribaAbajo   Estábase Teresa de Locía
atando el cenojil, la pierna alzada,
toda patitendida y destapada,
pensándose que nadie la veía.

   Lucas Gil la miraba y pretendía  5
y, viendo la ocasión aparejada,
arremetiola sin decirla nada,
por no guardar lo de hoy para otro día.

   El mozo era pujante de natura
y, mostrándole el basto, dijo: «Envido»,  10
y ella responde: «El diablo te trasquile.»

   Ganó el juego con sola esta figura;
Teresa grita, y Gil la ha respondido:
«Si le parece gordo, no lo hile.»




Y este al revés, que aquí el donaire estuvo en la hembra


ArribaAbajo   Estaba una fregona por enero
metida hasta los muslos en el río,
lavando paños, con tal arte y brío,
que mil necios traía al retortero.

   Un cierto conde, alegre y placentero,  5
le preguntó con gracia: «¿Tenéis frío?»
Respondió la fregona: «Señor mío,
siempre llevo conmigo yo un brasero.»

   El conde, que era astuto y supo dónde,
la dijo, haciendo rueda como pavo,  10
que le encendiese un cirio que traía;

   y dijo entonces la fregona al conde,
alzándose las faldas hasta el rabo:
«Pues sople este tizón vueseñoría.»




Dama de muchos que se vendía por virgo


ArribaAbajo   Paréceme, señora Catalina,
que buscar este virgo es excusado;
que mi pobre rocín, de muy cansado,
menos le halla cuanto más camina.

   Todo el lago y ribera convecina  5
lo tiene ya medido y rodeado
y al fin procura de escaparse a nado
por no ahogarse en la espaciosa mina.

   ¿De qué sirve el venderse por doncella,
si se ha de descubrir tan fácilmente  10
de la trama cubierta el desengaño?

   Allá, dama, esta flor podréis vendella
entre cobarde y temerosa gente;
que un buen carajo no recibe engaño.




Antes muerta que hartura y así acaece a muchas


ArribaAbajo   Entre unos centenales yo vi un día
dos hombres y una moza hermosa entre ellos;
jamás faltaba encima el uno dellos:
cuando acababa el uno, otro subía.

   Cada cual su deber muy bien hacía,  5
mas pudo tanto más ella que ellos,
que, después de cansallos y vencellos,
aun le quedaba brío y lozanía.

   «Cansada (dijo) estoy: cosa es posible,
que no hay tal ejercicio que no canse,  10
por más que sea gustoso y deleitable;

   pero quedar contenta, es imposible:
que el apetito mío es insaciable,
y no consiente el cuerpo que descanse.»




Soneto


ArribaAbajo   ¿Qué captas, noturnal, en tus canciones,
Góngora bobo, con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcibolallas
las reptilizas más y subterpones?

   Microcosmote Dios de inquiridiones,  5
y quieres te investiguen por medallas
como priscos, estigmas o antiguallas,
por desitinerar vates tirones.

   Tu forasteridad es tan eximia,
que te ha de detractar el que te rumia,  10
pues ructas viscerable cacoquimia,

   farmacofolorando como numia,
si estomacabundancia das tan nimia,
metamorfoseando el arcadumia.




Al mal gobierno de Felipe IV


ArribaAbajo   «Los ingleses, Señor, y los persianos
han conquistado a Ormuz; las Filipinas,
del holandés padecen grandes ruinas;

   Lima está con las armas en las manos.
El Brasil, en poder de luteranos;  5
temerosas las islas sus vecinas;
la Valtelina y treinta Valtelinas
serán del turco, en vez de los romanos.

   La liga de furor y astucia armada,
vuestro imperio procura que se trueque;  10
el daño es pronto y el remedio es tardo.»

   Responde el Rey: «Destierren luego a Estrada,
llamen al Conde de Olivares Duque,
case su hija y vámonos al Pardo.»




Bujarrona Penélope


ArribaAbajo   Bujarrona Penélope, ¿qué puto
te dio nombre de casta, pues tenías
muy gentiles capones que comías
estando ausente tu marido astuto?

   A fe que no lo hallara tan enjuto  5
si el comer te faltara cuatro días.
¡Dura necesidad, si tú porfías,
los cuernos pondrá Poncia al mismo Bruto!

   Son todas las mujeres principales;
pero, si alguna su virtud desprecia,  10
necesidad le obliga a casos tales.

   No le dieron dineros a Lucrecia,
que, ¡vive Dios!, a dalla cien reales
ella fuera más puta y menos necia.




Capón que quiere agradar damas


ArribaAbajo   ¿De qué sirve, capón, enamoraros
y en las justas de amor entremeteros
con rocín que en afrenta ha de poneros
y al primer apretón ha de faltaros?

   ¿Quién la necia será que quiera amaros  5
pues no ha de sacar fruto de quereros,
y quién querrá comer los huevos hueros,
pues los frescos y llenos no van caros?

   ¿Y quién tendrá tan ruin entendimiento
que por un seco olivo consumido  10
trueque mirtos floridos que hay sin cuentos?

   ¿Y cómo puede ser que haya prendido
en bragueta que está llena de viento
el encendido fuego de Cupido?




Epitafio a una dueña


ArribaAbajo   Aquí descansa en eternal modorra,
cumplido de su vida el postrer plazo,
la astuta cazadora cuyo lazo
jamás pudo evitar humana zorra.

   Murió de un fuerte golpe que en la morra  5
le dio furioso un atrevido brazo;
que era justo muriese de un porrazo
quien vivió de dar gustos a la porra.

   Caminante: si acaso algún interno
ardor lascivo el corazón te aprieta,  10
echa al punto limosna en ese cuerno;

   que aún te podrá traer esta alcahueta
un demonio con faldas del infierno
a trueque de ganar una peseta.




Mentira y desvergüenza de la deidad venérea


ArribaAbajo   Meona Venus, madre del mocoso
y rapacejo Amor, que ser solías
la que en las africanas puterías
tomaste banco y trato ganancioso;

   y tú, desnudo niño y revoltoso,  5
que de fraguel oculto le servías
procurando también sus granjerías,
a sus mañas ya hecho, codicioso:

   ¿de dónde, enhoramala, habéis tomado
de dioses apellido y nombradía,  10
haciendo a todo el mundo que os respete?

   ¿o quién de entendimiento había privado
al vulgo, que por dioses admitía
a una puta probada y su alcahuete?

Soneto hallado en la antología de Roque Esteban Scarpa A la edad de las mujeres



Arriba   De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!

   De treinta a treinta y cinco no alboroza;  5
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.

   A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;  10

   y cumplido los cincuenta, da en santera,
y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.





Indice