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Para la poesía novohispana de la Colonia, véanse ALFONSO MÉNDEZ PLANCARTE (Ed.), Poetas novohispanos, ts. 1 y 2, UNAM, México, 1942, 1944; LUIS DE SANDOVAL Y ZAPATA, Obras, FCE, México, 1986; BERNARDO DE BALBUENA, Grandeza mexicana, Bulzoni, Roma, 1988; y Siglo de Oro en las selvas de Erífile, ed. de José Carlos González Boixo, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1989 (más la muy conocida edición de Grandeza de Porrúa, México, 1971); y la edición de Fernán González de Eslava mencionada supra, nota 3. Tengo un largo capítulo sobre «La poesía popular y la poesía culta», con subcapítulos: «Mujeres poetas de la Colonia», «Bernardo de Balbuena: enlace entre dos épocas», entre otros, que se preparó hace años (coordinador Giuseppe Bellini) y, por fin, publicará la UNESCO bajo la dirección de Amos Segala. Me pregunto si Sor Juana conocería la poesía de González de Eslava, por ejemplo, la de Balbuena, la de Sandoval y Zapata, la de María de Estrada Medinilla... MARGIT FRENK dice que González de Eslava frecuentaba el convento de monjas de San Jerónimo (p. 46), el cual formaba parte de su clientela predilecta, ¿quedarían allí manuscritos? Véanse las obras aquí mencionadas para estos autores novohispanos que también se citan más adelante.

 

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Véase la nota anterior para estos poetas mencionados.

 

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Para los que se interesen por estos aspectos de Sor Juana, remito a mi artículo: «Apología de América y del mundo azteca en tres loas de Sor Juana», Revista de Estudios Hispánicos. Letras Coloniales, Puerto Rico (1992), pp. 267-291.

 

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Es siempre un problema definir lo que se entiende por composición amorosa y qué debe abarcar. Aquí nos atendremos al grupo mencionado de «sonetos amorosos» según la correcta clasificación del crítico mexicano; los sonetos que Méndez Plancarte categorizó como «Histórico-mitológicos», que tienen relación con amores trágicos pero no son de amor en sentido estricto, los hemos analizado en otra parte: «Heroínas de amor trágico en cinco sonetos de Sor Juana»; se publicará en México próximamente (se leyó en el homenaje a Sor Juana, en conmemoración de los tres siglos de su muerte, en UCLA. «Sor Juana Inés de la Cruz and Barroque theatricality»). Nos basaremos en los textos de la edición de Alfonso Méndez Plancarte (MP en lo sucesivo), de SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, Obras completas, t. 1: Lírica personal, y en los de mi edición de Inundación Castálida, Madrid, 1982; dando número y página respectiva (no todas las composiciones que aparecieron en la edición antigua de Inundación Castálida se encuentran en mi edición; IC en adelante) según se advierte en mi «Nota previa», nota l, p. 83. Haremos cambios de puntuación y en el texto con respecto a la edición de MP y, a la mía propia; seguiremos, básicamente, el texto de la edición antigua de Inundación Castálida para los textos que ahí se hallan. Véase lo que digo en mi edición del mismo título, pp. 83-84. El v. o vs. que aparecen en el texto remiten a «verso(s)». Como en el resto de su obra -excepto por algunas composiciones que dan datos históricos- no se ha determinado la cronología de los sonetos de Sor Juana. Tampoco hubo, al parecer, un orden determinado en los escritos suyos cuando se publicaron las distintas ediciones de los tres tomos antiguos. De vez en cuando aparecen pequeños grupos de sonetos del mismo tema (lo que señalaremos) pero no hay un orden sistemático sino más bien accidental. Anoté, en otra parte, que oí decir en un congreso que no se podía contar con los manuscritos de las obras de Sor Juana porque era costumbre -que sólo en casos muy especiales no se seguía- destruirlos una vez publicada la edición; sin embargo, últimamente se me ha aseverado lo contrario.

 

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Los sonetos que Méndez Plancarte agrupó bajo el epígrafe de «satírico-burlescos» son seis, de los cuales el primero, a la rosa (del cual hemos dado unos versos antes, en el texto de este trabajo), tiene cierto tono filosófico: los otros cinco, de carácter amoroso, son anti-petrarquistas, entendiendo por tal lo que vaya contra los conceptos amorosos de Petrarca al presentarles en forma paródica, burlesca o irónica. Vale la pena dedicar trabajos a estas intrigantes composiciones (en todas ellas, MP, núms. 159-163, Sor Juana utiliza voz masculina y de germanía). La poeta lo mismo es capaz de escribir poesía de la más exquisita que, a través de otras composiciones, dejarnos percibir su aspecto burlón e irónico; recuérdese, entre las composiciones anti-petrarquistas, el retrato de Lisarda, donde satiriza al mismo Garcilaso, entre otros, y su afición por el juego de palabras, además de los sonetos burlescos que mencionamos en esta misma nota; sobre ellos, véase FREDERICK LUCIANI, «The burlesque sonnets of Sor Juana Inés de la Cruz», Hispanic Journal, Indiana, 1980, núm. 2, 85-99.

 

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Los números entre paréntesis que aparecen al lado de cada inciso indican el número de sonetos que en él se estudian.

 

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Recordemos que los epígrafes seguramente no pertenecen a Sor Juana sino a los editores de las ediciones donde aparecen estos sonetos que estamos estudiando. Este epígrafe nos dice que el soneto muestra que emplearse en amar a una sola persona es razonable y conveniente.

 

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Réditos: interés; su amor es el capital que produce interés en la persona masculina amada, Fabio.

 

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Como es sabido, el silogismo es un argumento que consta de dos premisas (la mayor y la menor) y una consecuencia que se deduce por la primera a través de la segunda.

 

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La gran erudición de MP explicó los «términos de Escuelas» de este soneto que antes había parecido ininteligible. Se basa en el hilomorfismo (hilemorfismo), doctrina cosmológica de Aristóteles y su desarrollo medieval. Según ella, los cuerpos constan de dos elementos esenciales: «forma» (relativo a lo espiritual del alma) y «materia» (relativo al cuerpo). La materia, siendo substancia «rígida», es determinada por la forma con la cual se combina en una sola substancia. Para Aristóteles, la forma puede existir independientemente de la materia como puro concepto o ser permanente; no así la materia, la cual, al no estar asistida por la forma, se descompone. Sin embargo, esta «composición substancial», al descomponerse, deviene, se «educe» en otra porque nunca pierde la potencialidad, el «apetito» de convertirse en una nueva substancia. Aristóteles creía que los cielos (esferas) y astros eran incorruptibles; de todo esto, la escolástica infirió que la materia de esos cuerpos era diferente a la de los cuerpos sublunares, es decir, de los cuerpos terrestres, o también que esta materia, siendo igual a la terrestre, era «informada», al saciar su apetito, con alguna de las formas celestes. Y todos estos conceptos escolásticos que se explican en los dos cuartetos de este soneto Sor Juana los aplica, alegóricamente, en los tercetos, al amor de Celia. La explicación que antecede sirve, asimismo, para el soneto de Luis de Sandoval y Zapata.

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