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ArribaAbajoActo III

 

El teatro representa un ángulo exterior de los muros de Zamora sobre peñas, arbustos y maleza, cuyos obstáculos impiden que los interlocutores situados a la parte izquierda del proscenio sean vistos desde el adarve.

 

Escena I

 

(Es de noche.)

 
 

FORTÚN. FROILA.

 
 

(FORTÚN está de centinela sobre el adarve y pasea cantando. Al concluir la copla aparece FROILA por la parte de la villa con una tea encendida, que entrega a FORTÚN para que le alumbre; afianza en el muro una escala de cuerda cubierta con yedra y musgo, y asegurado de que está firme, desciende por ella con la tea en la mano a los riscos en que estriba la fortaleza.)

 
FORTÚN

 (Cantando.) 

«Prometido a doña Sancha,
hermana de don Bermudo,
el buen conde don García
parte a León desde Burgos.»
FROILA

 (Disponiéndose a bajar.) 

Firme está. Dame la tea, 5
y pues la ocasión es calva,
antes que despunte el alba
daré fin a mi tarea.

 (Bajando por la escala.) 

¿Nos observan? No haga el diablo...
FORTÚN
Ni del campo ni del muro. 10
Bien puedes bajar seguro.
FROILA

 (Desde los últimos peldaños.) 

Échame acá ese venablo.
  —318→  
FORTÚN

 (Tomando uno que habrá en el adarve.) 

¿Lo tiro?
FROILA
¡Bestial pregunta!
Descuelga, que bien alcanzo,
y no me saques, mastranzo, 15
algún ojo con la punta.
FORTÚN

  (Sentado en el muro alarga el venablo a FROILA.)  

Mira tú cómo lo tomas,
ten caridad y conciencia;
que si tiras con violencia
y voy detrás, me deslomas. 20
FROILA
Alarga, ¡pese a tu madre!...
FORTÚN
No alcanzo más, vive Cristo.
FROILA
Ya lo tengo. Suelta.
FORTÚN
Listo.
 

 (Vuelve a ponerse de pie y a pasearse sobre el adarve.) 

FROILA

 (Acaba de bajar, apoyándose en el venablo.) 

Hasta la vuelta, compadre.

 (Hablando para sí.) 

Ahora bien, ¿es bueno o malo 25
lo que voy yo a hacer ahora?
¿Quién vive? ¿Sancho o Zamora?
¿Qué merezco? ¿Gloria o palo?
Soy ignorante y sencillo,
y pues no sé lo que intenta, 30
ajuste con Dios la cuenta
el que me dio este bolsillo.

 (Desaparece por su izquierda.) 



Escena II

 

FORTÚN.

 

 (Canta.) 

¡No fíes, Conde infeliz,
en los vítores del vulgo!
¡Arma el brazo, guarda el pecho, 35
que hay cien traidores ocultos!»


Escena III

 

FORTÚN. FROILA.

 
FROILA

 (Con la tea y sin el venablo.) 

Entre el cambrón y la piedra...
Bien.
FORTÚN
Froila vuelve.
FROILA
Cumplí.

 (A media voz.) 

¿Estamos seguros?
FORTÚN
Sí.
FROILA
Vuelvo a trepar por la yedra. 40

 (Subiendo al muro por la misma escala.) 

Ojo a la villa, Fortún.
FORTÚN
No temas, que vela Mendo.
FROILA
¿Y Garci-Pérez?
FORTÚN
Durmiendo
borracho como un atún.
FROILA

 (Ya en lo alto del muro.) 

¡Cómo sudo!
FORTÚN

 (Riéndose.) 

No es el lance
45
para menos.
FROILA
Seó gallina,
no he ganado la propina
cual tú, cantando un romance.
FORTÚN
Decir que canto o que rezo
no me servirá de nada 50
si por ser tu camarada
me acarician el pescuezo.
FROILA

 (Mirando al cielo.) 

Ya será tarde.
FORTÚN
A fe mía,
si no es, Froila, aquel lucero
tanto como tú embustero, 55
muy pronto será de día.
FROILA
Si el aloque no me engaña,
distingo hacia allí dos bultos
entre las ramas ocultos...
FORTÚN
Sí: ya está el moro en campaña. 60
Apaga esa tea.
FROILA

 (Lo hace.) 

Apago,
y, pues guardas tú a Zamora,
voy a saludar la aurora
con otra mano de trago.


Escena IV

 

FORTÚN.

 

 (Cantando.) 

«¡Mira que velan los Velas 65
rencorosos y perjuros;
mira que el conde Rodrigo
ya aguza el puñal sañudo!»
 

(Aparecen por la derecha del actor y por la parte de abajo VELLIDO y el REY.)

 


Escena V

 

El REY. VELLIDO. FORTÚN.

 
VELLIDO
(La voz de Fortún es esa.)
Ya al pie del muro os halláis. 70
REY
Cantaba una voz...
VELLIDO
Sin duda
del centinela será;
y pues canta descuidado,
es evidente señal
de que no nos ha sentido; 75
ni desde allí nos verá,
—319→
que nos ocultan del muro
las peñas y el matorral.
REY
¿Falta mucho?
VELLIDO
Poco falta;
mas sentaos si os cansáis, 80
que como ha sido forzoso
al salir del arenal
apearnos porque el ruido
no descubriese...
REY
En verdad
que en lo que emprendo no sé 85
si hago bien o si hago mal.
VELLIDO
Ningún peligro amenaza,
y quien hizo ya lo más...
REY
Una mina, me habéis dicho...
VELLIDO
Obra fue de un musulmán. 90
Por el campo al pié del muro
cubre la puerta un sillar
que está en falso. El subterráneo
derecho al alcázar va.
Una dama de la Infanta, 95
que por deudo y amistad
está obligada a servirme,
me reveló...
 

(Empieza a amanecer y, por grados, se va iluminando la escena hasta el fin del acto.)

 
REY
¿Qué esperáis?
Ya empieza a rayar el alba,
y nos pueden observar. 100
Si por vos gano la villa,
pedidme cuanto queráis;
pero si fuereis perjuro,
¡Vellido Dolfos, temblad!
 

(Dan algunos pasos y el REY se para y hace detener a VELLIDO oyendo cantar a FORTÚN.)

 
FORTÚN

 (Cantando.) 

«¡Ay! Ya lo hiere a traición 105
el inhumano verdugo,
y el canto nupcial suspenden
los gritos del moribundo.»
REY
¿Qué canta ese hombre? Traición...,
verdugo..., grito mortal... 110
VELLIDO
Algún romance sin duda.
(¡No le pudiera arrancar
la torpe lengua!...)
REY
El romance
¿será un aviso quizá
del cielo con que reprende 115
mi loca temeridad?
VELLIDO
¿Cómo, Señor! ¿Vos creéis
en agüeros? ¡Pesia tal...!
REY
No sé. Si creer en ellos
es, Vellido, necedad, 120
no es tal vez mucha cordura
de advenedizos fiar.
VELLIDO
¡Habláis conmigo, Señor!
REY
Quien fue una vez desleal...
VELLIDO
¡Eso decís, y mi vida 125
en vuestras manos está!
Sin peto que me defienda
y sin lanza ni puñal,
¿cómo fuera yo traidor
a quien me puede matar? 130
¡Yo no tiemblo desarmado,
y vos con armas tembláis!
REY

 (Amenazándole con el venablo.) 

¡Temblar!...

 (Con resolución y retirando el venablo.) 

Gula, aunque me lleves
al infierno. ¡Yo temblar!
FORTÚN

 (Cantando.) 

«Teneos, clama la niña. 135
Sea mi pecho su escudo...
Tarde llegó la cuitada.
¡Don García era difunto!»
REY
¿No es la historia de mi madre
la que cantan?
VELLIDO
Sí, en verdad,
140
y la traición de los Velas
cuando al llevarla al altar
su primer marido...
REY
Basta.
Canten lo que quieran. Ya
nada me arredra. ¡Mil muertes 145
primero que un paso atrás!
 

(Vanse por donde FROILA desapareció cuando bajó del muro.)

 


Escena VI

 

FORTÚN.

 

 (Cantando.) 

«¡Doncella, casada y viuda
en un día, en un minuto!
Humo son, y polvo, y nada
los placeres de este mundo.» 150
VELLIDO

 (Dentro.) 

¡Muere, tirano!
REY

 (Dentro.) 

¡Ah... traidor!
 

(Llega el REY mal herido, da algunos pasos apoyándose en su venablo, y cae sobre unas matas hacia la derecha, donde pueda ser visto desde el muro: al mismo tiempo aparece VELLIDO, dirigiéndose por entre las peñas adonde está la escala. Lleva en la mano el venablo que bajó FROILA del adarve, lo suelta luego y empieza a subir por la escala.)

 

  —320→  

Escena VII

 

El REY. VELLIDO. FORTÚN.

 
VELLIDO
¡Don Sancho, descansa en paz!
REY
¡Asesino!
VELLIDO
Dame el nombre
que cumpla a tu voluntad.
Mi brazo ha sido instrumento 155
de la ira celestial.
REY
¡Morir!... ¡Aquí!... ¡Sin venganza!...
¡Socorro!...
FORTÚN

  (A VELLIDO.)  

Por san Millán,
apresuraos.
VELLIDO
¡Morir,
y morir en tierna edad, 160
y dar el último aliento
sobre inculto pedregal
el Rey de tantas ciudades,
y por una eternidad
adiós, corona, decir, 165
adiós, púrpura real!
 

(Acaba de subir al muro; y desprendiendo FORTÚN, la escala, la arroja al monte.)

 
REY
¡Villano, líbrame al menos
de tu vista!
FORTÚN
¡Despachad!
Oirán sus gritos... Huyamos...
VELLIDO

 (En lo alto del muro.) 

Maldice ahora, rapaz, 170
tu temeraria ambición
y tu imprudencia fatal.


Escena VIII

 

El REY.

 
¡Oh perfidia! ¡Oh desventura!...
Y esta horrible soledad...
¡Castilla!... ¡Favor!...
ORDÓÑEZ

 (Dentro.) 

Pie a tierra,
175
que allí no pueden llegar
los caballos.
REY
Siento pasos...
Sí. Quien quiera que seáis...


Escena IX

 

El REY. El CID. ORDÓÑEZ. ÁLVAR FÁÑEZ. CABALLEROS. SOLDADOS.

 
 

(Van llegando sucesivamente.)

 
ORDÓÑEZ
Sonaba una voz...
REY
Amigos
o enemigos, ¡amparad 180
a un desventurado!
ORDÓÑEZ

 (Acercándose.) 

¡Cielos!
¡Es el Rey! ¡Herido está!
CID

 (Llegando con ÁLVAR FÁÑEZ.) 

¿Qué decís! ¡Herido el Rey!
REY
¿Es Rodrigo de Vivar?
CID
Yo soy, Señor. Socorredle... 185
Acudid...
REY
¡Es tarde ya!
CID
¡Oh infamia! ¡Oh traición!...
REY
¡Vengadme!
Mi injusticia perdonad.
CID
Rey don Sancho, yo la olvido;
que erais bravo capitán 190
y excusaba vuestros yerros
inexperta mocedad.
Sí, yo os perdono. ¡Así Dios
en su eterno tribunal
con misericordia os juzgue! 195
Mas ¿cuál fue la mano audaz,
cuál fue la mano sacrílega
que hirió con dardo mortal
ese pecho valeroso?
REY
Mi funesta ceguedad... 200
Vellido Dolfos... Zamora
le acoge en sus muros...
ORDÓÑEZ
¡Ah!
Bien lo temía, que siempre
fue mi corazón leal.
¡No me creísteis, Señor! 205
Partir en la oscuridad
solo con él... No quisisteis,
por mi mal y vuestro mal,
que os siguiera...
CID
Diego Ordóñez,
ya es inútil ese afán. 210
Pues salvarle no es posible,
procurémosle vengar.
ORDÓÑEZ
¡Venganza!
TODOS
¡Venganza! ¡Guerra!
VOCES

 (En la villa.) 

¡Al muro!
REY
¡Dios de Abraham!...
 

(Suenan dentro voces e instrumentos de guerra y va coronándose el muro de SOLDADOS.)

 
SOLDADOS

 (En el muro.) 

¡Traición! ¡Al muro!
LOS DE ABAJO
¡A las armas!
215
REY
¡Tened... de mi alma... piedad!
 

(El REY expira. Llegan al muro con otros CABALLEROS y SOLDADOS. ARIAS GONZALO y PEDRARIAS.)

 

  —321→  

Escena X

 

El CID. ORDÓÑEZ. ÁLVAR FÁÑEZ. ARIAS GONZALO. PEDRARIAS. CABALLEROS. SOLDADOS.

 
GONZALO
Antes que asaltéis los muros,
si tanto osareis, aquí
moriréis todos. ¿Así
guardáis la tregua, perjuros? 220
ORDÓÑEZ
¿Así la guarda Zamora,
que, sobre acción tan impía,
con infame alevosía
nos viene a insultar ahora?
ÁLVAR
¿Aún osa invocar la ley 225
el que a violarla se atreve?
Vuestra fue la mano aleve
que ha dado muerte a mi Rey.
PEDRARIAS
¡Muerto el Rey!
CID
Traidora lanza
vertió su sangre. ¡Mirad! 230
 

(El CID, ORDÓÑEZ, ÁLVAR FÁÑEZ y otros dos CABALLEROS que rodeaban al REY se separan mostrando su cadáver a los del muro.)

 
Y tan horrenda maldad
al cielo pide venganza.
En esa faz macilenta
que la muerte descolora
mirad, hijos de Zamora, 235
el sello de vuestra afrenta.
Paz os había jurado,
y por Dios que me arrepiento,
mas ya me alza el juramento
ese cuerpo ensangrentado. 240

  (A ÁLVAR FÁÑEZ.)  

Llevad de aquí sus despojos
donde yagan con honor.
¡Quizá en él su matador
recreando está los ojos!
 

(Cuatro SOLDADOS retiran el cadáver del REY por la derecha. Le acompañan ÁLVAR FÁÑEZ y otros CABALLEROS.)

 


Escena XI

 

El CID. ORDÓÑEZ. ARIAS GONZALO. PEDRARIAS. CABALLEROS. SOLDADOS.

 
GONZALO
También cadáver le llora 245
quien vivo le combatió.
Si un traidor muerte le dio,
culpa al traidor, no a Zamora.
Tú me conoces, Rodrigo,
tú que en más de una victoria 250
las fatigas y la gloria
partiste un día conmigo.
Si la causa que defiendo
en este muro me encierra,
no soy yo quien de la guerra 255
la antorcha fatal enciendo;
y esta causa es harto bella,
aunque el Cid no lo confiese,
para que yo consintiese
tal borrón echar en ella. 260
Mas ¿quién sabe, noble Cid,
si en ese monte desierto
el Rey de Castilla ha muerto
a traición o en buena lid?
Si el golpe, en fin, fue traidor, 265
¿quién sabe si el asesino
del muro sitiado vino
o del campo sitiador?
ORDÓÑEZ
Con odiosa villanía,
no lidiando en buena ley, 270
le han muerto; que el mismo Rey
lo declaró en su agonía,
y el que su nombre infamó
con perdurable mancilla,
de los muros de esa villa 275
espía doble salió.
PEDRARIAS
Yo no aplaudo al homicida
ni defenderle procuro,
mas ¿cómo al pie de este muro
perdió don Sancho la vida? 280
¿Qué cristiano pensamiento
de noche aquí le traía
cuando Zamora dormía
fiada en su juramento?
Decid que su mala estrella 285
le trajo a la perdición;
que quien ama la traición...
no es mucho que muera en ella.
ORDÓÑEZ
No oséis injuriar su nombre
con sospechas temerarias. 290
Solo Dios juzga, Pedrarias,
los pensamientos del hombre;
mas la vil atrocidad
que Castilla en cara os echa
no es temeraria sospecha, 295
sino triste realidad.
GONZALO
Mas ¿quién el trásfuga ha sido
y el traidor que nos infama?
ORDÓÑEZ
Vellido Dolfos se llama.

 (Sensación en el muro.) 

SOLDADOS
¡Vellido Dolfos!
OTROS
¡Vellido!
300
PEDRARIAS
¡El que hacía tanto alarde
de constancia y valentía,
con tan negra felonía
mancha su mano cobarde!
GONZALO
Si el agresor es Vellido, 305
dio, por cierto, brava muestra
de virtud. Por dicha nuestra,
en Zamora no ha nacido.
PEDRARIAS
Ni es cómplice, no, la villa
del falaz aventurero: 310
por la fe de caballero
—322→
lo juro a Dios y a Castilla.
GONZALO
Yo ignoro su fuga, Conde,
y quién su espalda guardó,
y si está en Zamora o no, 315
y el lugar en que se esconde.
PEDRARIAS
Aunque le oculte el abismo,
yo respondo...
GONZALO
Hacéis muy mal.
Bastante hará cada cual
en responder de sí mismo. 320
Si el delito ve probado,
Zamora sabrá muy bien,
sin que lecciones le den,
lo que ha de hacer del culpado.
Ella el premio y el castigo 325
se reserva de un vasallo,
y no ha de dictar su fallo
la lanza del enemigo.
Al que su nombre desdora,
que al más alto nombre igualo, 330
así responde Gonzalo,
así responde Zamora.
CID
¿Así Zamora responde?
¿Eso dice su caudillo?
Pues oídme, zamoranos, 335
y Dios me sea testigo.
Quien duda culpar a un reo
de traición y regicidio;
quien en vez de perseguirle
le da protección y asilo, 340
no está lejos ya de ser
cómplice de su delito.
Si el delito es evidente,
lo diga el cadáver frío
del malogrado Monarca, 345
que dando el postrer suspiro
en mis brazos pronunció
el nombre del asesino;
don Diego Ordóñez lo diga,
y Álvar Fáñez, mi buen primo, 350
y esos nobles caballeros...,
y dígalo en fin yo mismo;
que no ha menester probanzas
lo que afirma don Rodrigo.
Si quiere lavar Zamora 355
el ron que le ha caído,
y no quiere ser de España
mengua, escándalo y ludibrio,
antes que el naciente sol
esconda en el mar su brillo; 360
que mañana será tarde;
lo juro a Dios uno y trino,
sobre el matador aleve
y sus cómplices inicuos
caiga en justa expiación 365
el acerado cuchillo.
Si tal no hacéis; si hoy no veo
la cabeza de Vellido
sobre una almena clavada,
pasto de buitres carnívoros, 370
¡oid, oid!, yo os declaro
villanos y fementidos,
sin Dios, sin ley, sin honor
y ruines como judíos.
Yo, Rodrigo de Vivar, 375
a todos os desafío,
a pie, a caballo, en el campo,
en el muro, en todo sitio,
uno a uno, ciento a ciento...,
o yo solo contra cinco. 380
A ti el primero, Gonzalo,
y a los que de ti han nacido,
y a cuantos cobran tu sueldo,
deudos, parciales y amigos;
y a todos los de Zamora, 385
ancianos, mozos y niños,
y al pechero y al hidalgo,
y a los pobres y a los ricos,
y a sus hijos y a sus nietos,
y a los nietos de sus hijos, 390
y hasta a las mieses del campo
y hasta a los peces del río;
y no comeré a manteles,
ni bajaré del estribo,
ni rasuraré mi barba, 395
ni mudaré de vestido
hasta que caiga en cenizas
Zamora con su castillo,
y en sus ruinas solitarias
ni fieras busquen abrigo, 400
y horror y escarmiento sean
a los venideros siglos.
 

(Quedan solos los del muro.)

 


Escena XII

 

ARIAS GONZALO. PEDRARIAS. CABALLEROS. SOLDADOS.

 
PEDRARIAS
¿Qué haréis?...
GONZALO
Cumplió su deber.
Yo sabré cumplir el mío.
 

(Baja a la villa con PEDRARIAS y los CABALLEROS. Los SOLDADOS le siguen en tumulto.)

 
SOLDADOS
¡Sálvese Zamora!
OTROS
¡Caiga
405
el traidor!
OTROS
¡Muera Vellido!



  —323→  

ArribaActo IV

 

La decoración del acto primero.

 

Escena I

 

VELLIDO. RAMIRA.

 
RAMIRA
¡Tan presuroso, Vellido,
y cuando empieza a lucir
el sol apenas! ¿Qué nueva...?
VELLIDO
Feliz, Ramira, feliz,
y no lo debes dudar, 5
pues a Zamora volví.
RAMIRA
¡Nuncio de nueva dichosa,
y en vez de alzar la cerviz
con orgullo y regocijo
cual vencedor adalid, 10
mortal palidez te cubre
y abatido, inquieto...!
VELLIDO
Sí.
La fatiga, el sueño...
RAMIRA
¿Acaso...,
no lo ocultes, de la lid
vienes herido? Tu sangre... 15
VELLIDO
No, mi sangre no vertí,
ni impelido cual solía
por el eco del clarín,
a combatido mi brazo
con esfuerzo varonil. 20
Aquí, dentro de mi pecho,
no fuera del muro, aquí
la lid está; ¡y cuán horrible!
RAMIRA
No sé qué pensar. Si al fin
la nueva es feliz...
VELLIDO
¡No he dicho
25
que lo sea para mí!
La Reina triunfa; Zamora
sin miedo a yugo servil
ya respira, y sonarán
cantos de alegre festín 30
donde las sierpes rugían
de la discordia civil;
mas yo, Ramira, que en hora
maldita de Dios nací,
entre tantos venturosos 35
¡yo solo seré infeliz!
RAMIRA
¿Por qué?
VELLIDO
¡No me lo preguntes!
RAMIRA
¿Eso merezco de ti?
VELLIDO
¡La Reina!... Verla deseo.
Pero en lecho de marfil 40
dormirá...
RAMIRA
¡Cómo te engañas!
¿Puede tranquilo dormir
quien siente acosado el pecho
de mil zozobras y mil?
Ansiar el albor del día 45
una y otra vez la oí,
y más que ella perezosas
fueron al verle venir,
las palomas en la torre,
las flores en el jardín. 50
VELLIDO
¡Velaba también la Reina!
Decidme, oh cielos. decid
si algún recuerdo... ¡Ah! Perdona,
perdona mi frenesí.
RAMIRA
¡Vellido!
VELLIDO
Llámala presto,
55
Ramira.
RAMIRA
Y... ¿puedo pedir
albricias...
No sé.
RAMIRA
(¡Qué extraño
misterio...!) Espérala aquí.


Escena II

 

VELLIDO.

 
¡Crueles remordimientos,
de mi corazón huid! 60
Él merecía la muerte;
yo su destino cumplí...
y el mío. ¡Murió! ¿Qué importa
si le dio muerte el ardid
o el valor? Era enemigo. 65
Si aleve en matarle fui,
no lo fue menos don Sancho
cuando la codicia vil
ahogó la voz de la sangre
en su corazón. ¡Huid, 70
remordimientos! ¿Acaso
ha armado mi brazo el ruin
interés? No. Me animaba
pasión más noble. Es pueril
mi escrúpulo. Los tiranos 75
deben acabar así.

  —324→  

Escena III

 

DOÑA URRACA. VELLIDO. RAMIRA.

 
DOÑA URRACA
Bienvenido seáis, valiente Dolfos.
VELLIDO
Vuestros pies...
DOÑA URRACA
Levantad. En este alcázar
no tan presto creí tornar a veros;
mas si mi fiel Ramira no me engaña, 80
pues nuncio sois de venturosa nueva,
bien en dármela hacéis tan de mañana.
VELLIDO
Corona y vida prometí salvaros:
se ha cumplido, Señora, mi esperanza.
Libre sois. Los armados escuadrones 85
que cercaban ayer estas murallas,
respetarán de hoy más vuestros derechos;
que culpable ambición, fraterna saña
harto tiempo, con gozo del alarbe,
mancillaron la gloria castellana. 90
DOÑA URRACA
¿Será verdad? ¡Oh Dios! Tanto prodigio
no acierta a concebir absorta el alma.
¿Qué potestad del cielo os ha inspirado?
¿Qué virtud es la vuestra sobrehumana,
que dentro de aquel pecho empedernido 95
más prestigio ha tenido que mis lágrimas,
más poder que el instinto de la sangre
y la alta voz de la justicia santa?
¿Cómo en las aras de la paz hermosa
Sancho depone la iracunda lanza? 100
VELLIDO
No le hablé yo de paz; que harto sabía
a qué precio, Señora, os la otorgaba;
y paz tendréis, pero a despecho suyo.
DOÑA URRACA
¿Será que en mi defensa se declaran
Diego Ordóñez..., el Cid...
VELLIDO
Sólo a mi brazo
105
y al cielo que protege vuestra causa
trono debéis y libertad y vida.
DOÑA URRACA
Mi asombro hacen mayor esas palabras.
¿Habéis vencido a la contraria hueste?
¿Cómo pudisteis a tan grande hazaña 110
dar cima solo vos? ¿Cómo Zamora
en gritos no prorrumpe de alabanza
y gloria al vencedor?
VELLIDO
¡Gloria a su Reina!
Yo no tengo derecho a reclamarla.
DOÑA URRACA
¡Ah! ¿Qué decís, Vellido?
VELLIDO
La victoria
115
tal vez, Señora, sin lidiar se alcanza.
La suerte de los pueblos y los reyes
no siempre se decide en las batallas.
DOÑA URRACA
¿Qué habéis hecho? ¡Acabad!
VELLIDO
Salvaros.
DOÑA URRACA
¿Cómo?
VELLIDO
Dando la muerte a quien la vuestra ansiaba. 120
DOÑA URRACA
¡La muerte! ¿A quién? ¡Oh Dios!... ¿Será posible?...
VELLIDO
Verdugo más que hermano...
DOÑA URRACA
¡Ah! ¡Calla, calla!
¡Sancho infeliz! ¡Le has muerto, fementido,
y del golpe sacrílego te jactas,
y vienes a anunciarme su agonía, 125
—325→
y a tanto llega tu cruel audacia,
que su sombra y mi llanto escarneciendo
llamas verdugo al que alevoso matas!
VELLIDO
¿Fui yo el primero por ventura, oh Reina,
que ese nombre le di? ¿Fue mi venganza 130
la que juré o la vuestra? En ese labio
¿no resonó fatídica, sagrada,
la voz de maldición? Y maldecirle
¿no era abrir a mi acero sus entrañas?
DOÑA URRACA
Si ciega le maldije en mi despecho, 135
no imaginé que un tigre me escuchaba.
Quejarme yo de injusta tiranía,
llorar con amargura mi desgracia,
no era pedir su muerte. Si el delirio
de una triste mujer desesperada 140
recuerdas, hombre atroz, ¡ay! ¿cómo olvidas
que esa triste mujer era su hermana?
¿Cómo olvidaste en el combate horrible
que era mi sangre la que allí brotaba?
VELLIDO
Juré su muerte, y al cumplir mi voto 145
yo no vi ni un hermano ni un monarca;
vi sólo un enemigo de mi Reina.
Y no lidiando con iguales armas,
y en campo abierto, y a la luz del día,
y rostro a rostro le mató mi rabia; 150
que afianzar vuestro solio con su muerte,
no laureles ni aplausos codiciaba.
¡Me llamarán cobarde y asesino!
¿Qué importa? Con morir en la demanda
nada hacía por vos. Cierto era el triunfo 155
inmolando mi honor en vuestras aras.
DOÑA URRACA
¡Oh, insensato Vellido, y yo mil veces
más demente que tú! ¡Fatal, aciaga
la hora en que te vi! ¡Monstruo!, si tanto
te gozas en la sangre que derramas, 160
digna es también de tu valor mi muerte.
Hunde en mi corazón la infame daga.
VELLIDO
¡Oh! ¿Qué decís! ¡Sobre mi frente odiosa
del cielo vengador el rayo caiga;
que no será a mis ojos tan terrible 165
como ese llanto que los vuestros baña!;
¡como esa indignación que es mi suplicio
y con tardo pesar me quiebra el alma!
Sí, monstruo soy atroz, abominable.
La venda de mis párpados se rasga. 170
No es disculpa a mi bárbara fiereza
la funesta pasión que me avasalla,
ni mi fe, ni mi anhelo de serviros;
no: vos me condenáis, y eso me basta.
¡Miserable de mí, que desde el lodo 175
levanté a vuestro solio temeraria
la frente, y no cegué! ¡Desventurado,
que como ángel del cielo os adoraba,
y altivo y deslumbrado, con la vuestra
osé medir mi condición villana! 180
¡Maldito yo que a una alma generosa
cual grato don el crimen y la infamia
pude ofrecer! ¡Remordimiento horrible
mi corazón corroe y despedaza!
¡Y en justa expiación de mi delito, 185
sola una vida de baldón cargada
os puedo dar! ¡Oh sol, por qué me alumbras?
¡Oh tierra, por qué sufres de mi planta
—326→
la huella criminal? ¡Oh infierno, infierno,
por qué tu negro abismo no me traga? 190
DOÑA URRACA
¡Aún me harás, malhadado, si te escucho,
tener de ti misericordia! Aparta.
¡Tu vista es mi tormento!
 

(Suena un vocerío confuso a lo lejos.)

 
RAMIRA

 (Acercándose a una ventana.) 

¿Oís, Señora?...
Suenan gritos. La villa amotinada...
DOÑA URRACA
¡Cielos!...
VOCES

 (Dentro.)  

¡Muera el traidor! ¡Vellido muera!
195
VELLIDO
¡Yo te bendigo, celestial venganza!
DOÑA URRACA
¡Ah! ¡Perdida mi villa!... El enemigo...
RAMIRA

 (Asomándose a la ventana.) 

No temáis, que la enseña zamorana
en los muros ondea.
VOCES

 (Más cerca.) 

¡Muera Dolfos!
VELLIDO
Sí, daré a vuestros filos mi garganta. 200
Adiós quedad, ¡oh Reina! ¡Mi cadáver
ludibrio sea de la plebe insana
y cebo de las aves carniceras
sus miembros insepultos!
DOÑA URRACA
¡Tente! ¡Aguarda!
Quizá más delirante que perverso... 205
VELLIDO
¡No! Indigno de perdón...
RAMIRA
Si de este alcázar
salir te viera el vulgo fascinado,
quizá a la Reina cómplice juzgara.
VELLIDO
¿A la Reina? ¡Jamás!
DOÑA URRACA
Cesa el tumulto...
VELLIDO
¿Y qué dirá si su piedad me salva? 210
RAMIRA
Entraste sin ser visto. Hay un secreto
postigo... El oro comprará a los guardas.
DOÑA URRACA
Huid. ¡No me perdáis! Huid; salvaos,
¡pues así lo ha querido mi desgracia!
VELLIDO
¡Oh! ¡Dejadme morir!
DOÑA URRACA
Idos. Lo ordeno.
215
VELLIDO
Mi voluntad fue siempre vuestra esclava.


Escena IV

 

DOÑA URRACA.

 
Sí, el fatal desvarío de su mente
al crimen le arrastró. Y acaso incauta
yo agucé su puñal. ¡Tanto la ira,
y tanto el necio orgullo me cegaban! 220
¡Ay trono! ¡Ay corazón!... ¿Por qué en tu fondo
recelo penetrar? Oigo pisadas...
Todo me hace temblar. Aquí se acercan...
GONZALO

 (A la puerta.) 

¿Dais licencia, Señora?
DOÑA URRACA
Entrad, don Arias.

  —327→  

Escena V

 

DOÑA URRACA. ARIAS GONZALO. PEDRARIAS. CABALLEROS.

 
GONZALO
¿Sabéis que el Rey vuestro hermano 225
es cadáver?
DOÑA URRACA
¡Ay! Lo sé.
GONZALO
¿Sabéis, Señora, que fue
muerto por traidora mano?
DOÑA URRACA
Ramira me daba ahora
la nueva infausta, y mi duelo... 230
GONZALO
Justicia demanda el cielo,
justicia pide Zamora.
DOÑA URRACA
Pero la pide en tumulto,
y mientras yo reine aquí
nada alcanzarán de mí 235
la amenaza y el insulto.
GONZALO
Si el pueblo en ira se inflama
contra el feroz regicida,
en ello le va la vida
y con la vida la fama. 240
Para calmar su furor
yo le he jurado, y no en falso,
que hoy rodará en el cadalso
la cabeza del traidor.
DOÑA URRACA
¿Y quién el traidor ha sido? 245
GONZALO
¿Lo podéis vos ignorar
cuando el clamor popular
culpa y condena a Vellido?
Sabéis que Sancho murió,
llorando estáis su agonía; 250
¿y no sabéis todavía
la mano que le mató?
¿Eso, Señora, responde
Vueseñoría a mi fe,
cuando el traidor, yo lo sé, 255
en este alcázar se esconde?
DOÑA URRACA
¿Qué decís, Arias Gonzalo!
¿Me juzgáis cómplice vos
de ese hombre?...
GONZALO
Líbreme Dios
de pensamiento tan malo. 260
Contra el fallo de Zamora,
que no osó esperar tranquilo,
pudo aquí tornar asilo
sin dársele vos, Señora.
En nombre, no de esa grey 265
cuyo grito no me espanta,
bien que en razón lo levanta,
sino en nombre de la ley,
os demando el criminal;
y advertid que yo no soy 270
el que este nombre le doy:
se lo ha dado el tribunal;
que, aunque detesto a Vellido,
hasta probar su mancilla
contra Zamora y Castilla 275
le hubiera yo defendido.
Mas ya entre cadenas gimen
maldiciendo su destino
y llamándole asesino
dos cómplices de su crimen; 280
y, pues le acusa la ley,
por la ley clamo yo ahora...,
¡y no fue el muerto, Señora,
ni mi hermano ni mi Rey!
DOÑA URRACA
Humillarme el Rey quería 285
bajo su yugo opresor,
y si hoy fuera vencedor
piedad de mí no tendría;
mas yo le olvido tirano
y desgraciado le lloro, 290
y al cielo por él imploro;
porque al fin era mi hermano.
En rescate de su vida
daría mi vida yo;
que a mi corazón llegó 295
la aleve punta homicida;
mas si el reo aunque inhumano,
invocando mi piedad
se acoge a la inmunidad
de este alcázar soberano, 300
¿será justo que mi encono...?
GONZALO
Sí; que la ley le ha proscrito,
y no hay fuero a su delito
ni en el sagrado del trono.
DOÑA URRACA
Quizá perdió la razón, 305
y frenético en mal hora
vio la salud de Zamora
donde ella ve su traición.
Vos, don Gonzalo, vos mismo
le acusabais de demencia, 310
¿y no es digno de clemencia
si su ciego fanatismo...?
GONZALO
¡Oh!... No prosigáis, por Dios,
y si piedad tan funesta
ha de ser vuestra respuesta..., 315
yo responderé por vos.
Yo con mi noble hidalguía
cubriré vuestra flaqueza;
yo que ofrecí una cabeza...
daré al verdugo la mía. 320
DOÑA URRACA
¡Vos, tan leal caballero,
vos, prez y honor de Castilla!
¡Vos !... ¡Ah! La horrible cuchilla
caiga en mi frente primero.
PEDRARIAS
Yo no he de sufrir, señor, 325
ni remedia nuestro mal
que la sangre del leal
redima la del traidor.
¿Olvidáis que airado el Cid,
si hoy no castiga la ley 330
al asesino del Rey,
nos provoca a horrenda lid?
Esa sangre que sin tasa
dais por el honor ajeno,
la reclama a vuestro seno 335
el honor de vuestra casa.
Morid, mas lidiando sea;
muramos todos con vos;
mas no digan ¡vive Dios!
que excusamos la pelea. 340
Así lavará la villa
—328→
el borrón que la desdora;
sólo así podrá Zamora
dar un mentís a Castilla;
y pues menos mereció 345
que merece un parricida,
caiga, perezca vencida;
pero deshonrada, no.
DOÑA URRACA
Mi causa a la suya uní,
y en esta fatal querella 350
¿qué mancha caerá sobre ella
que no caiga sobre mí?
No, yo no quiero la muerte
de ese pueblo honrado y fiel
y sabré morir con él 355
si así lo ordena la suerte;
mas ¡ay! si pudierais ver
mi ulcerado corazón,
os moviera a compasión
esta mísera mujer. 360
¡Ah Dolfos!... ¡Su atroz delirio
no visteis cual yo lo vi;
vos no le oísteis aquí
pedir don ansia el martirio,
y en su infausta ceguedad 365
aplaudirse de la horrenda
traición y llamarla ofrenda
de amor y fidelidad!
¡Huye, le dije, insensato!
Bañada en tu sangre impía, 370
mi mano se macharía
con más vil asesinato.
GONZALO
¡Traidor cobarde! ¡Y burló
la humana justicia así!
¡Y huyó!...


Escena VI

 

DOÑA URRACA. VELLIDO. ARIAS GONZALO. PEDRARIAS. RAMIRA. CABALLEROS.

 
VELLIDO
De la Reina, sí,
375
pero de Zamora, no.
 

(Murmullo de sorpresa e indignación entre los CABALLEROS.)

 
PEDRARIAS
¡Vellido!
VELLIDO
Sí; Vellido. ¿Qué os admira?
Quien provocar ha osado la del cielo
no teme, zamoranos, vuestra ira.
He aquí la aleve mano 380
que hizo lanzar de la agonía el grito
al infeliz monarca castellano.
Cuál fuera la ocasión de mi delito,
cuál fuera mi designio o mi esperanza,
sólo a Dios lo diré compareciendo 385
de su justicia al tribunal tremendo
que a todos pesa con igual balanza.
Bástele al mundo que mi propio labio
me acuse de traidor y parricida,
y de la ley ofrezca en desagravio 390
mi miserable vida,
¡de mí más que de nadie aborrecida!
Pero ¡oíd!, que solemne es el acento
de hombre que va a morir, siquiera sea
el más vil de los hombres. Ya, sediento 395
de sangre y de venganza,
el corazón dañado
mi brazo armase de traidora lanza,
o ya de mi razón el desvarío
al crimen me arrastrase mal mi grado; 400
ese crimen horrible es todo mío.
Y esa piedad augusta
que al cieno descendió de mi deshonra,
a otro crimen la debo; a mi falacia;
que con el velo de lealtad mentida 405
y el llanto seductor de la desgracia,
—329→
para engañar a un ángel soberano,
osé cubrir la sangre de mi mano.
¡Mano de maldición, mano execrable!
Sola tú sin horror y sin afrenta 410
y con golpe más hondo y más seguro
puedes herir mi corazón impuro.
¡Reina! ¡Zamora! ¡Rey!...

 (Saca rápidamente un puñal, se hiere y RAMIRA le sostiene.) 

Ya os he vengado.
RAMIRA
¡Gran Dios!
GONZALO
¡Maldito mueras!
DOÑA URRACA
(¡Desdichado!)